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lunes, 16 de septiembre de 2019

VIRGEN María del Pilar y de Guadalupe, emperatriz de la HISPANIDAD. San Gregorio Magno y San Leandro de Sevilla. Recaredo y el III Concilio de Toledo. ESPAÑA, la obra de MARÍA


Virgen María, emperatriz de la HISPANIDAD
Santiago Clavijo
3-9-2019
SUMARIO
1. San Gregorio Magno y San Leandro de Sevilla 
2. Recaredo y el III Concilio de Toledo 
3. ESPAÑA, la obra de MARÍA 
4. VIRGEN del Pilar y de Guadalupe 
emperatriz de la HISPANIDAD
San Gregorio Magno 
(Roma 540-604)
El Papa Gregorio Primero, con más justicia llamado "Magno", es el primer Pontífice que fue monje. Ascendió a la silla apostólica cuando Italia se hallaba en una condición deplorable como consecuencia de las luchas entre los ostrogodos y el emperador Justiniano, que terminaron con la derrota y muerte de Totila, en el año 562.

Aunque Gregorio cumplía fiel y honrosamente sus funciones como prefecto de Roma, desde hacía tiempo se sentía llamado a una vocación superior, hasta que por fin resolvió apartarse del mundo y consagrarse al servicio de Dios, siendo ordenado séptimo diácono de la Iglesia Romana y enviado como embajador ante la corte bizantina. A principios del año 586, tras volver a Roma, se convirtió en abad del monasterio de San Andrés, fundado con su patrimonio.
En el año 590, una terrible epidemia arrebató la vida al Papa Pelagio y el pueblo escogió a Gregorio como nuevo Pontífice. Desde el momento que asumió el cargo de Papa, se impuso el doble deber de catequizar y cumplir con la disciplina; prohibió el cobro injusto de primas por entierros en iglesias, por ordenaciones o por conferir el palio y no permitió a los diáconos dirigir la parte cantada de la misa a menos que fueran escogidos por sus voces más que por su carácter. También destacó como predicador escogiendo temas del Evangelio del día y, hasta nosotros ha llegado algunas de sus homilías, llenas de elocuencia y sentido común, terminadas con una enseñanza moral que podía adaptarse a cada caso. Fue un excelente administrador de la Sede Pontificia pues todos los súbditos estaban contentos con lo que les tocaba en la distribución de bienes y aún entraba dinero a la tesorería.
De toda su labor evangelizadora sobresale la conversión de los arrianos hispanos, mediante la imagen de la Virgen María, tallada por el evangelista Lucas en Éfeso y entregada por el Papa Gregorio al Obispo Leandro de Sevilla. Es la imagen encontrada en la sierra de Guadalupe en la Reconquista, cuya devoción fue llevada a México por Hernán Cortés y se apareció al indio Juan Diego, con el resultado de la existencia actual de Hispano-América CatólicaLa tradición indica que San Lucas mandó ser enterrado junto a la imagen tallada de "nuestra Señora" que él mismo había confeccionado. Luego, como refiere San Jerónimo (cf. De viris ill. VI, I), sus huesos fueron transportados a Constantinopla, a la basílica de los Santos Apóstoles. Cuando sus restos sufrieron aquel primer traslado, el emperador se hizo cargo de aquella imagen tallada, la cual originaría (siglos después) el culto a la Virgen de Guadalupe en España.

Se le reconoce a San Gregorio la compilación del Antiphonario, la revisión y reestructuración del sistema de música sacra, la fundación de la famosa Schola Cantorum de Roma y la composición de varios himnos muy conocidos. Pero su verdadera obra se proyecta en otras direcciones. Se le venera como el cuarto Doctor de la Iglesia Latina, por haber dado una clara expresión a ciertas doctrinas religiosas que aún no habían sido bien definidas y quizá su mayor labor fue el fortalecimiento de la Sede.
San Leandro de Sevilla 
(Cartagena 534-Sevilla 596)
Arzobispo de Sevilla, de noble familia hispano-romana y hermano de San Isidoro. Con la invasión bizantina de su tierra levantina (554), la familia se marchó a Sevilla. Influyó en la conversión y rebelión de San Hermenegildo contra su padre el rey arriano Leovigildo.
Enviado por Hermenegildo a Constantinopla para obtener ayuda para la conversión de los arrianos, donde mantuvo estrecha relación con San Gregorio Magno, que posteriormente confió a Leandro la imagen de María tallada por el evangelista Lucas para la evangelización de los arrianos hispanos.
De vuelta a Sevilla sufrió la persecución de Leovigildo, siendo de nuevo desterrado, un tiempo en el que escribió diversas obras contrarias al arrianismo. La conversión de Recaredo y posteriormente la de todo el pueblo visigodo, fue celebrada tres años más tarde por el obispo Leandro en el III Concilio de Toledo.
Considerado uno de los Padres de la iglesia y fundador de la escuela teológica de Sevilla, tuvo especial interés en la enseñanza oral y escrita del catolicismo y en la formación de los religiosos. Su estatua a tamaño natural le representa en la Puerta del Bautismo de la catedral de Sevilla,  frente a la de su hermano San Isidoro, que le sucedió como obispo de Sevilla. 
Recaredo y el III Concilio de Toledo 
Desde aquel Concilio III de Toledo (589), tan lejano en el tiempo, y hasta una época relativamente próxima a nosotros, el Cristianismo católico constituyó un elemento esencial de la personalidad nacional española. la Fe era el vinculo que aproximaba e imprimía un sello común a todo un mosaico de pueblos sobre los cuales el medio geográfico y los particularismos históricos, la lengua y hasta la insolidaridad temperamental, operaban como poderosas fuerzas centrifugas.
La fe impulsó la Reconquista 
Esta unidad de Fe creó la conciencia de una radical comunidad de destino, que no sólo se mantuvo incólume durante la dominación islámica, sino que animó la secular empresa del reencuentro de la España perdida, que fue la epopeya de la Reconquista.
Con Leovigildo desaparece la dualidad arriano-católica 
En el Concilio III de Toledo quedó sellada la unidad espiritual de España, mediante la conversión al Catolicismo de la población arriana de la Península. Este elemento germánico, descendiente de los invasores visigodos y suevos, constituía una reducida minoría en comparación con la masa de la población hispanoromana que, salvo escasas excepciones, era católica a mediados del siglo Vl. Pero los godos, aunque inferiores en número, tenían un considerable peso social, porque integraban el estamento aristocrático-militar, principal detentador del poder político, del cual salieron todos los monarcas que ocuparon el trono del Reino visigodo español. Durante largo tiempo, el dualismo religioso apareció como la lógica consecuencia del dualismo étnico y social: los hispano-romanos eran católicos, los godos eran arrianos, y la diversidad de confesiones constituía un importante y deseado hecho diferencial. Este planteamiento fue desechado como ideal político desde la hora en que Leovigildo comenzó a reinar en la España visigoda.
Lo de Leovigildo fue un intento 
Leovigildo -uno de los grandes "hacedores" de esa España que los visigodos "inventaron" y construyeron- tuvo la aspiración de fundir en un único pueblo los dos elementos romano y germánico que integraban la población hispana. Esa habría de ser la unitaria base demográfica de la gran Monarquía que extendiera su autoridad soberana por todas las tierras de la Península Ibérica. Pero Leovigildo tenia el convencimiento de que tan solo sobre el firme fundamento de la unidad confesional podría asentarse una sólida unidad nacional y política. Tal fue la razón de que el primer intento de unificación religiosa de los españoles haya sido obra de Leovigildo y que ese intento fuera bajo signo arriano, aunque se tratara de un arrianismo mitigado y diluido con importantes concesiones doctrinales y disciplinares a los católicos la tentativa de Leovigildo se saldó con un rotundo fracaso; pero la unida religiosa no tardaría en llegar: la lleva feliz término su hijo y sucesor, Recaredo, y fue la unidad católica española.
Recaredo fue el primer rey católico 

En la primavera del año 586 fallecido el rey Leovigildo, y Recaredo le sucedió pacíficamente en el trono visigodo Es indudable que desde el comienzo, mismo del reinado, el nuevo monarca tenia resuelto abrazar la Fe Católica y tardó poco en cumplir su propósito Dos años antes de la celebración de Concilio III, a comienzos del 587 Recaredo fue recibido en la Iglesia en calidad de príncipe católico y participó en el gran Sínodo que se reunió en la capital del reino.
Convocado el Concilio a instancias de San Leandro y Eutropio 
¿Cuáles pudieron ser entonces las poderosas razones que determinaron la convocatoria del célebre Concilio Toledano? Un escritor contemporáneo y bien informado -el cronista Juan de Biclaro- dice que la iniciativa de reunir un magno Sínodo partió de San Leandro de Sevilla y de Eutropio, abad del monasterio Servitano: dos destacados eclesiásticos relacionados con Bizancio conocedores, por tanto, de las tradiciones conciliares del Oriente cristiano, Leandro y Eutropio estimaban que un acontecimiento de tan excepcional trascendencia como era la conversión del pueblo visigodo al Catolicismo y su recepción en la Iglesia, merecía celebrarse con la debida solemnidad y en un escenario a la medida de su importancia histórica. Ningún marco más grandioso podía desearse para tal circunstancia que un Sínodo general del Episcopado del reino, capaz de rivalizar en brillantez con los prestigiosos concilios que se reunían en tierras del Imperio de Oriente: y ese fue el Concilio III de Toledo.
Recaredo hizo profesión de fe en nombre del pueblo 

En el Concilio Toledano, el papel de Recaredo -tal como se ha dicho- no fue el de catecúmeno o neoconverso, sino el del monarca ortodoxo que hace la profesión de fe en nombre del pueblo que ha conducido hasta el umbral de la Iglesia. Recaredo había convocado a los obispos a reunirse en asamblea, y en su presencia tuvo lugar la inauguración oficial del Concilio, en la mañana del domingo 8 de mayo del año 589. Las palabras de Recaredo en el aula conciliar, dirigidas al Episcopado del reino subrayan el protagonismo del monarca en la conversión de sus súbditos. Godos y Suevos eran los dos pueblos que Recaredo -tras haber sido él mismo iluminado por Dios- había arrancado de las tinieblas de la herejía y ofrendaba ahora a la Santa Iglesia.
Recaredo ofrece a Dios a los Godos y a los Suevos

"Presente está aquí -decía el rey ante los obispos- la ínclita nación de los Godos, estimada por doquier por su genuina virilidad, la cual separada antes por la maldad de sus doctores de la fe y la unidad de la Iglesia Católica, ahora, unida a mi de todo corazón, participa plenamente en la comunión de aquella Iglesia". Y allí estaba también presente -seguía diciendo el rey- "la incontable muchedumbre del pueblo de los Suevos, que con la ayuda del Cielo sometimos a nuestro reino y que, si por culpa ajena fue sumergida en la herejía, ahora ha sido reconducida por nuestra diligencia al origen de la verdad". Recaredo, promotor de la conversión de sus súbditos, ofrecía a Dios "como un santo y expiatorio sacrificio, estos nobilisimos pueblos que por nuestra diligencia han sido ganados para el Señor".
Recaredo aclamado como "Conquistador de nuevos pueblos para la Iglesia Católica" 
"Conquistador de nuevos pueblos para la Iglesia Católica": ese fue el titulo con que los obispos aclamaron a Recaredo al final de su discurso:
"¿A quién ha concedido Dios un mérito eterno, sino al verdadero y católico rey Recaredo? ¿A quién la corona eterna, sino al verdadero y ortodoxo rey Recaredo?" Estas y otras fueron las aclamaciones que brotaron de los labios de los padres conciliares, y que han llegado hasta nosotros a través de las actas del Sínodo. Más aún, Recaredo es presentado como un nuevo apóstol: "¡Merezca recibir el premio apostólico, puesto que ha cumplido el oficio de apóstol!", exclaman los obispos recurriendo a un símil de tradición oriental, pues en el Oriente cristiano se aplicó a los grandes príncipes -desde el emperador Constantino a Wladimiro de Kiew- que tuvieron un papel importante en la conversión de sus pueblos.
También hicieron profesión de fe magnates ilustres y antiguos obispos arrianos 
La asamblea conciliar siguió su curso. Un grupo de eclesiásticos y magnates conversos, en representación de todo el pueblo godo, hicieron la profesión de fe, que luego fue suscrita por ocho antiguos obispos arrianos y cinco "varones ilustres" de la nobleza visigoda. El concilio promulgó todavía una serie de preceptos sobre disciplina eclesiástica y otros que atribuían a los obispos importantes funciones civiles, articulando el esquema de un sistema de "gobierno conjunto" de ambos pueblos-visigodo e hispano-romano-, en el que participaban de modo armónico dignatarios laicos y obispos. Al prelado católico más insigne, san Leandro de Sevilla, correspondió el honor de clausurar el Concilio Toledano con una vibrante homilía de acción de gracias: la Iglesia desbordaba de gozo por la conversión de tantos pueblos, por el nacimiento de tantos nuevos hijos; porque "aquellos mismos -decía Leandro- cuya rudeza nos hacia antaño gemir, son ahora, por razón de su fe, motivo de gozo".
El III Concilio de Toledo es definitivo en la historia de España 

El Concilio III de Toledo marcó una huella indeleble en la historia religiosa española. Pero su importancia desborda el estricto marco hispánico para alcanzar una dimensión más amplia: católica. La Crónica de Juan de Biclaro traza un sugestivo paralelo entre Recaredo en el Concilio III de Toledo y los grandes emperadores cristianos de Oriente, Constantino y Marciano, que habían reunido los Concilios ecuménicos de Nicea y Calcedonia; y la Crónica contempla el Sínodo toledano, proyectado sobre el horizonte de la Iglesia universal, como el acontecimiento que representaba la definitiva victoria de la Ortodoxia sobre el Arrianismo. Así, a los ojos del más ilustre Cronista español contemporáneo, el Concilio aparecía a la vez como el origen de la unidad católica de España y el punto de agotamiento del ciclo vital de la gran herejía trinitaria de la Antigüedad cristiana. Al conmemorar ahora el XIV centenario de su celebración, vale la pena poner de relieve esta doble dimensión religiosa -española y ecuménica- que tuvo en la historia de la Iglesia el Concilio III de Toledo.
Fuente: FLUVIUM
Emperatriz de la HISPANIDAD
"Por eso os digo que se os quitará 
a vosotros el reino de Dios y se dará
a un pueblo que produzca sus frutos" 
(Mateo-21, 43)
La sinagoga de Satanás
¡El pueblo elegido, 
después de la infidelidad de los judios, 
fue el de los hispanos, cuando
 la Virgen del Pilar fortaleciò a Santiago en Zaragoza.
1. Virgen de Garabandal
En Zaragoza (año 40) se inicia su gestación 
y en los Picos de EUROPA está la Cuna 
y también la profecía de la Muerte de ESPAÑA
Conexión entre las Apariciones de la Virgen MARÍA 
en Covadonga-Asturias (año 722) 
y en Garabandal-Cantabria (1961-65)

SUMARIO
1. Cronología de la Virgen María
2. Virgen del Pilar en Zaragoza
3. Apóstol Santiago en la batalla de Clavijo
4. Historicidad de la Virgen del Pilar
5. Virgen de Guadalupe en España
6. Virgen de Guadalupe en México
7. Virgen de Guadalupe en la batalla de Lepanto
8. Los OJOS de la "Guadalupana"
9. Música española y mexicana a la Virgen
10. El Milagro de la batalla de Empel
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