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jueves, 1 de junio de 2023

El espionaje, la MASONERÍA y el dinero plutócrata: así elevaron al PSOE desde 1974. Por José Miguel Pérez

El espionaje, la masonería y el dinero plutócrata: 
así elevaron al PSOE desde 1974
19 OCTUBRE 2021

El PSOE ha lucido su palmito más farisaico y natillero durante el último Congreso del partido, el de los 142 años de existencia. Ha sido una especie de “reciclaje” de imagen, donde los viejos dinosaurios de la cal viva y los trenes de Atocha han acompañado a Pedro Sánchez para palmearle y blasonar una consigna: “socialdemocracia”.

Ex ministros tabernarios amigos de burdeles así como feministas de postín a las que les “iba la vida en ello” con el trágico 8M de 2020, fueron aplaudidos y pontificaron sus sectarismos.

Todos los ingredientes de una secta caracterizaron al evento, con Pedro Sánchez pastoreando al rebaño mediante un tono beatífico y martirial.

El historial de este partido político con 142 años de vida, marcado por el crimen político, el golpismo institucional, el robo y la provocación de la guerra civil, es de sobra conocido por nuestros lectores.

¿Cómo pudo un partido minúsculo, dividido e insignificante en 1975 convertirse, pocos años después, en la fuerza política más importante de España, que capitalizaría la Transición, jalonaría el régimen del 78 y eclipsaría al Partido Comunista de España?

El PSOE es el partido predilecto de la masonería internacionalista y antiespañola. En él, la catarsis masónica fue siempre espectacular.

“Partido Socialista: el Partido de la Masonería” es el título de uno de los capítulos del libro “Los Amos del PSOE. Informe confidencial” ( Arca de la Alianza Cultural Madrid1986, pp, 101-125) de Manuel Bonilla Sauras .

En él puede verse la protección de la socialdemocracia extranjera al grupo socialista de Felipe González en los primeros años 70. Este grupo, radicado en Andalucía, contó "con el visto bueno”- como reveló Pablo Castellano- de la masonería internacional. 

En 1972-1973 se produjo el enfrentamiento entro los “socialistas exiliados” liderados por el masón Rodolfo Llopis y los socialistas residentes en España especialmente los sevillanos Felipe González, Alfonso Guerra, y los vascos Nicolás Redondo y Enrique Mújica.

El “Buró” de la Internacional Socialista apoyó a los jóvenes socialistas residentes en España que contaron después, con el apoyo del Grupo Bilderberg.

En 1975 los socialistas en España eran facciones insignificantes. Las principales eran las de Tierno Galván, Llopis, y la de González y Guerra que terminaría imponiéndose y recibiendo el dinero y la cobertura internacional.

El PSOE de González y Guerra fue apoyado por vigorosas fuerzas nacionales e internacionales; en 1974 ya lo era. ¿Tuvo el SECED –Servicios de Inteligencia del régimen franquista- bajo la presidencia del gobierno de Arias Navarro confidentes e infiltrados en los círculos socialistas del Congreso socialista de Suresnes en 1974 donde se impuso Felipe González? Las investigaciones y análisis históricos apuntan no sólo a que sí, sino a cómo el proceso para favorecer a los socialistas de González y Guerra, protegerlos y auparlos, habría sido favorecido por agentes del SECED y de parte de la clase política “reformista” del propio régimen ya incluso desde los primeros años 70.

Esos mismos actores de la inteligencia española habrían estado implicados en el atentado contra Luis Carrero Blanco, ejecutado materialmente por ETA en diciembre de 1973, con el apoyo e impulso necesario de la CIA y la satisfacción del secretario de Estado de EEUU Henry Kissinger, que horas antes del crimen había amenazado al Almirante y jefe del gobierno español durante una reunión donde el mandatario español había defendido la soberanía militar y nuclear de España. El libro “Terrorismo internacional” del ex espía español González Mata da buena cuenta de ello, así como las investigaciones de Ricardo de la Cierva plasmadas en su libro “¿Dónde está el sumario de Carrero Blanco?”

El Partido Comunista de Santiago Carrillo debía ser taponado; había luchado contra Franco con miles de manifestaciones, huelgas y actos violentos y era la referencia para la izquierda sociológica española en 1975 pues al PSOE, sobre todo entre las generaciones jóvenes, no lo conocía ya nadie.

En 1974 la “revolución de los claveles” en Portugal había dado un inmenso poder al comunismo y éste dominaba parte de las fuerzas armadas.

El PCE de Carrillo disponía de miles de militantes y de una organización clandestina poderosa.

A las oligarquías internacionales les interesaba un partido de tipo socialista para España: que evitara una reproducción de lo ya sucedido en Portugal; que hiciera, a futuro, los deberes de desindustrialización y cesión de soberanía a gusto la finanza usurera. Partidos, sindicatos y gobiernos occidentales en EEUU e Hispanoamérica financiaron al PSOE. Incluso lo hizo la extrema-derecha alemana.

En el caso “Flick” –proceso por ayudas ilegales a partidos, entre ellos el PSOE-, Carrillo preguntó a Von Brauchitsch, hijo del jefe del Estado mayor de Hitler, por su complicidad y la de Flick -condenado por el Tribunal de Nuremberg- en la financiación del PSOE de González. Éste respondió: “Tratábamos de cerrar el paso al comunismo. Y el partido mejor situado para hacerlo era el PSOE”.

El ex presidente de España y miembro de UCD Leopoldo Calvo Sotelo declaró, hace unos años: “Creíamos que el PCE podía arrasar en votos. Tal era nuestra impresión que ayudamos con dinero al PSOE de Felipe”.

El PSOE recibió entonces promoción, campañas y financiación; creó el lema “100 años de honradez” y expulsó a todos los elementos molestos.

El socialista Antón Saavedra, ex secretario general de la Federación Estatal de Mineros de la UGT, en su libro ”Secuestro del socialismo”, afirma: “La justificación de los dineros que fluían a raudales desde Alemania (República Federal) se basaba, según el portavoz del SPD alemán Bruno Fruedelrich, en que son muchos los socialistas españoles que han sido apresados o encarcelados, y hay que pagar a los abogados y mantener a familias que se han visto privadas de su cabeza…”

Antón Saavedra proseguía: “Ni que decir tiene que en los últimos años del franquismo no fue procesado un solo dirigente socialista en España. No existía represión generalizada contra los socialistas españoles, y si la hubo fue muy puntual y episódica, nunca sistemática y continuada como la recibida por algunos comunistas. Por consiguiente no había familias a las que ayudar. Pero el dinero existía y no sólo de dinero alemán vive el PSOE. Dinero mexicano, venezolano, judío, sueco, austriaco y de la CIA norteamericana a través de sus brazos sindicales de la AFL-CIO…Pero la consigna era sólo para las familias de los detenidos”.

Ningún partido político español había tenido jamás esos apoyos: financiado por la derecha y la izquierda, a nivel nacional e internacional y por sus propios rivales de la UCD.

Hubo otro elemento que benefició socialmente al PSOE. Este partido, pese a ser el promotor fundamental de la guerra civil y de la “dictadura proletaria” desde 1933, era el gran “desconocido” para una sociedad española inmensamente moderada, no adoctrinada ideológicamente en el momento de la Transición. El franquismo había cargado las tintas contra el comunismo y en los últimos quince años poco se hablaba ya de la República y la guerra civil ni tampoco del PSOE, partido que entre 1933 y 1937 había capitaneado el proceso revolucionario en España (organizando la insurrección de 1934, el pucherazo electoral de febrero de 1936 o el asesinato del líder José Calvo Sotelo). Sólo desde 1937, el PCE ganó la hegemonía en la izquierda.

La imagen histórica del PSOE era desconocida por los jóvenes y estaba blanqueada. Durante la Transición, las derechas no dieron la batalla ideológica al PSOE y con ello le ayudaron a levantar el mito de los “100 años de honradez”. De aquellos polvos, de aquel dinero y de aquellas complicidades, estos lodos…

José Miguel Pérez nació en Valencia del Cid, es Licenciado en Derecho, fundó la revista de pensamiento político Nou Ilión, y es un habitual crítico político en diferentes medios digitales. Amante de la historia de España, adora la vida rural, se desentiende del cosmopolitismo y ve en la corrección política y el buenismo progre la peor sumisión a la que se enfrenta la sociedad española en toda su historia.