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sábado, 10 de junio de 2023

Anecdotario cotidiano de un párroco hoy día. Por Padre Ildefonso De Asís


Anecdotario cotidiano de un párroco hoy día
09/06/2023

No hay nada más real que la vida cotidiana de cada día. Ese principio tan simple se puede y debe aplicar a la situación auténtica de la Iglesia en la actualidad y se percibe claramente en este breve anecdotario que a la inmensa totalidad de los curas les resultará del todo familiar. Un anecdotario revelador de la impresionante distancia que existe entre la aparente realidad de la Iglesia tras el Vaticano II (y sus efectos) y la contundente verdad de una Iglesia que languidece y se reduce entre la tenaza formada por la convergencia del modernismo teológico y el liberalismo político implantado sobre todo en occidente. Vamos a las anécdotas:

Preparación catequética para el sacramento del bautismo: tras el esfuerzo de los catequistas, y del mismo sacerdote, en explicar el significado, partes y efectos del bautismo llega el fin de la catequesis y se abre el turno de preguntas. Nadie dice nada; la mayoría de los padres y padrinos no son practicantes y muchos viven en situación objetiva de pecado mortal (perdón….quise decir “situación irregular”). Por fin alguien levanta la mano y consulta si pueden traer una conchita que han comprado en una tienda de objetos religiosos, y otro se anima y pregunta quien coge al niño para la pila si la madre o la madrina….fin de las preguntas. Catequesis terminada.

Preparación para la primera comunión. Después de al menos dos cursos de catequesis semanal y de Misas dominicales con suplementario esfuerzo para que los niños se sientan mejor en la Iglesia (interrumpida la presencia en navidades, semana santa y verano cuando el 99% de loa padres no traen a los niños a Misa), llega el día de la reunión informativa para la Misa de primera comunión. A veces el mismo cura se ve sometido a un casi “tercer grado” con quejas agresivas sobre la pena que da a los padres si los niños no suben al presbiterio o el cura impide payasadas u otros abusos litúrgicos….y cuando llegan las consultas entonces nadie va a preguntar sobre si los niños saben dar gracias tras comulgar o si seguirán en catequesis….pero si preguntas sobre cuantos fotógrafos pueden venir a la Misa y/o si hay espacio de aparcamiento para que estacione una limusina o coche descapotable que traerá al niño a su “primera” comunión. Reunión finalizada.

Confesiones. Tras convocar en cuaresma y pascua a los fieles en aras a confesarse habida cuenta de la mínima asistencia al confesonario durante el resto del año; llega el día de la catequesis preparatoria y resolución de dudas. Nos encontramos feligreses que creen en una confesión tipo terapia psicológica, otros que creen venir a contar sus vidas y virtudes, otros que piden absolución viviendo en pareja y sin enmienda alguna, y en lugar de confesiones se celebran catequesis improvisadas de escaso valor futuro cuando no confesiones abiertamente inválidas.

Matrimonios. En las catequesis de preparación se constata que más de 90% de las parejas de novios ya viven juntos o conviven de forma esporádica sin idea alguna de pecado. Piden boda con Misa y por supuesto comunión. El formador les habla de la Gracia de Dios y la necesidad de confesarse y claro, ¿confesarse un mes antes de la boda y seguir conviviendo?; hacemos malabarismos y quizás si se casan por la tarde se pueden confesar por la mañana…; luego en algunas diócesis se pide confirmación y OH paradoja: para confirmarse hay que estar en Gracia de Dios y para casarse hay que estar confirmado….¿que hacemos pues?; ahora los sacerdotes han de ser expertos en “trilerismo” pastoral. Y cuando terminan las catequesis matrimoniales se abren las consultas que son de lo más “profundas”: sobre las flores, la música, los lectores….y a veces las cartitas emotivas que se empeñan en ser leídas al final de la Misa y que, si el sacerdote lo permite, rompen por completo la escasa unción que aún quede. Ni que decir tiene que en una gran mayoría de matrimonios canónicos ya hay decidido seguir usando anticonceptivos tras la boda olvidando un fin principal del matrimonio que es dar vida, formar familia.

Confirmaciones. Es ya habitual la estampa cotidiana del que pide inscribirse en catequesis de confirmación y aparece de repente en la parroquia cuando jamás se le ha visto en Misa dominical. Con sumo desparpajo no se oculta que se pide para ser padrino de bautismo. El sacramento reducido a obtener un papel sellado. Y a veces en algunas parroquias el gran júbilo de confirmar a cientos….de feligreses y ganar puntos así ante el obispo titular. Durante meses se da la catequesis al grupo de desconocidos feligreses y cuando acaba la formación las preguntas no existen a excepción de consultar cuantos invitados se pueden traer, si habrá exorno floral, si vendrá obispo o vicario, y si el ansiado papel llegará pronto a sus manos para poder entregarlo en el expediente de bautismo de su futuro ahijado. De interesarse por contenidos de la fe nada. Cuando llegan las confesiones previas a la Misa de confirmación cualquier cura con mediana inteligencia percibe que tanto confesión, como comunión como confirmación se reciben de forma ínfima (dejemos el calificativo moral en manos de Dios que todo lo sabe).

Funerales. Si el sacerdote celebrante tiene conciencia sabrá que debe predicar para invitar a la oración por el eterno descanso y recordar a la masa asistente (en su mayoría nunca viene a Misa) que no deben comulgar si antes no confesaron con enmienda. Si no lo hace veremos grandes cantidades de fieles comulgando sin sentido espiritual alguno, y si el cura no está despierto le colarán textos que santifiquen al difunto si el mismo cura no lo hizo ya en la homilía para tener contentos a los familiares (y olvidado por completo al difunto en un pecado tremendo contra la caridad). ¿Exagero en las anécdotas? Quizás me quede corto. No hay más ciego que el que no quiere ver, ni más ingenuo quien pretende vivir en una vida irreal e imaginada a gusto de lo institucional. Abramos los ojos de una vez porque el camino para erradicar el mal empieza reconociendo la gravedad de dicho mal