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domingo, 13 de octubre de 2013

Beatificación 522 Mártires de la II República Española. Pendientes de beatificación: más de 10.000 consagrados y seglares. La monja que pidió perdón a sus asesinos (1069)


Biografías de los Mártires de Tarragona

***

Pablo VI frenó los procesos (1969)
Juan Pablo II beatificó a 471
Benedicto XV a 530
Papa Francisco a 522 (hoy)
Total = 1.523 mártires beatificados
Pendiente = más de 10.000 consagrados y seglares


Santiago Mata, vallisoletano de 1965. Doctor en Historia y licenciado en Periodismo. Ha trabajado en universidades y medios de comunicación en España, Eslovaquia y Austria. En 2007 destapó el robo de patrimonio subacuático español cometido por los cazatesoros de Odyssey. Autor de las mejores síntesis en castellano sobre la historia de los Submarinos alemanes y del Bombardeo estratégico en la Segunda Guerra Mundial. Publicó en 2006, la biografía "El hombre que demostró el cristianismo: Ramon Llull".

Y en 2011, "El Tren de la Muerte", la primera investigación exhaustiva sobre el mayor fusilamiento público de la Guerra Civil Española. En octubre, publicará la primera obra que resume las vidas de los 1.523 Mártires del siglo XX en España, que para entonces habrán sido beatificados: "Holocausto Católico".

Sor Martina Vázquez, Mártir
Segorbe, 4 de octubre de 1936
Capitana General de Melilla 1925

InfoCatólica-Santiago Mata (5.10.13): Quienes me han entrevistado para COPE y 13TV en relación al libro Holocausto católico, me pidieron que entresacase de quienes van a ser beatificados el 13 de octubre, algún caso que destaque por haber manifestado el perdón: les comenté el de Martina Vázquez Gordo, Hija de la Caridad de San Vicente de Paúl, que no solo perdonó, sino que pidió perdón a sus asesinos, a los que había alimentado en el comedor de caridad que fundó en Segorbe. Anoche hizo 77 años de su muerte.

Martina Vázquez Gordo, según relata el también vicenciano Pedro Gómez, era segoviana de Cuéllar, tenía 71 años al estallar la revolución y se había hecho hija de la Caridad de San Vicente de Paúl en 1896, con 31 años. Fue superiora del Colegio de la Milagrosa en Zamora en 1908, y en 1914 pasó como superiora al Hospital y Escuelas de Segorbe (Castellón), donde fundó un comedor, más La gota de leche para alimentar a los recién nacidos, la Junta Segorbina de Caridad, etc.

Entre 1918 y 1923 está en Madrid, y de 1923 a 1926 está como enfermera en Melilla, dándose el caso de que el ministro de la Guerra, Juan de la Cierva, enviara un telegrama nombrándola capitán general para que así los militares (incluido Queipo de Llano) le obedecieran cediendo espacio en el Casino para los heridos. Uno de los jefes moros le regaló una tela de seda para hacer un mantel a la Virgen del Henar en Cuéllar (santuario en el que está enterrada la mártir).

Pasó de nuevo una década en Segorbe, aunque desde 1933 relevada del cargo de superiora. El 25 de julio de 1936 hace que las hermanas consuman la Eucaristía, justo a tiempo ya que el 26 invaden el Hospital los milicianos y las expulsan, encerrándolas en una casa deshabitada. Sor Martina decía a las demás: «Tenemos que ser fuertes, el Señor no nos va a fallar. Recemos y pidamos fortaleza al Señor». Así estuvieron hasta el 3 de octubre, cuando un sacerdote que vivía escondido frente a ellas, con el que se comunicaron por señas, les impartió desde lejos la absolución.

A las 21 horas del 4 de octubre fueron a buscarla, e insistieron en llevársela a pesar de que sus hermanas replicaron que estaba recostada por encontrarse indispuesta. Se puso el hábito, emocionada abrazó a cada hermana y les dijo: «Hasta el cielo». Algunas quisieron acompañarla, pero no se lo permitieron. La metieron en el camión de los paseos y se dirigieron por la carretera de Algar de Palancia (Valencia).

Ella, viendo sus intenciones, les dijo: «Me vais a matar, no hace falta que me llevéis más lejos». La hicieron bajar del camión y ella, sin oponer resistencia alguna, les pidió que, por favor, esperaran un momento. Le pidieron que se volviese de espalda. Pero ella se opuso diciendo: «Morir de espaldas es de cobardes. Yo la quiero recibir de frente como Cristo y perdonar como Él perdonó». Se puso de rodillas, oró con fervor, y sacó del bolsillo una pilita de agua bendita, se santiguó, besó el crucifijo y reconfortada les dijo: «Si os he ofendido en alguna cosa os pido perdón y si me matáis yo os perdono… ¡Cuando queráis podéis disparar!»

Con los brazos abiertos, el crucifijo entre los dedos de la mano derecha, antes de recibir los disparos, confesó su fe así: «Creo en las Palabras de Jesucristo: Quien me confesare delante de los hombres, también yo le reconoceré delante de mi Padre». Y recibió el primer disparo de perdigones en la cara y cuello. Aún, pudo exclamar «Ay, Dios mío, ten misericordia de mí», y seguidamente cayó en la cuneta, empapada en su sangre. Los milicianos que le dispararon habían sido alimentados por ella en el Comedor de Caridad.

Comentarios:

-JuanM: 
Desgarrador. ¿Cómo puede ser que todavía en España haya quienes reivindiquen aquella fecha? ¡Que se sientan herederos de la República!

-carlos:
Estimados hermanos y Miembros del Cuerpo Místico: Martina,su alma está con el Señor,contemplando la Vision Beatifica,intercediendo por nosotros,evidentemente es un ejemplo,no como los chupasirios e incoherentes,enemigos de la Cruz de Cristo,pelagianos,de un lado y del otro,se une a las almas de todos los martíres de la Iglesia,desde los primeros siglos,hasta el resto,españoles,cristeros,la Vandee,los Martires japoneses ,en China,en Corea y aún hoy en alguna parte del Mundo hay alguno que está muriendo confesando la Fe,se une a la Santisima Misa,al abandono,a la Soledad,a la Cruz, a la Santisima Virgen,corredimiendo cruenta e incruentamenta por nuestro Cuerpo Místico y por el mundo,unidos al Señor en el Santisimo Sacramento,fruto de esa Cruz,de ese amor extremo,un Dios amandonos,sin fin.Respeto y más respeto,por ese Tremendo Misterio,nada de aplausos,gritos etc en las Iglesias en los Sagrarios está la zarza ardiendo.tampoco en la iglesia se debe hablar,los encuentros,en una casa,no es lugar para hacer relaciones.La verdadera comunidad nace de Nuestra Unión con Dios Nuestro Señor,prepararla como se merece,y prolongar la acción de gracias,todavía el Señor ESTA VIVO en nuestros cuerpos,por Cristo con María y con el Papa.

Santiago Mata @centroeuropa
El jueves 10 de octubre a las 10.30 presento el libro "Holocausto católico". Los mártires de la Guerra Civil, en Esfera de Libros: http://on.fb.me/1bHX7sS 

Retwitteado por Santiago Mata:

-La Princesa de Asturias ordenó que sus hijas Leonor y Sofía no recibieran educación católica http://Hispanidad.com http://shar.es/KUPKU 

-He comprado Holocausto católico. Los mártires de la Guerra Civil (Historia Del Siglo XX) de Santiago Mata via @amazon http://www.amazon.es/dp/B00FJ6DJU8/ref=cm_sw_r_tw_ask_4tzGG.130QSHN …

-El religioso al que mataron “por ser bueno” y su díscípulo, que le siguió voluntariamente http://infocatolica.com/blog/demartyribus.php/1310010614-el-religioso-al-que-mataron-p … vía  
@InfoCatolica

-GARABANDAL: esperamos al PAPA: http://youtu.be/eyyucz8ldXM vía @youtube



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Santiago Mata (7.10.13):  

El domingo 13 se beatificarán en Tarragona los primeros de Francisco. Ya van 1.523 y hay miles en espera. El autor de “Holocausto católico” lo cuenta [con algunos matices a la redacción publicada en La Crónica de El Mundo el domingo 6 de octubre de 2013, p. 14-15].

Los tres maristas enfermos (Ligorio Pedro, Félix Lorenzo y Fabián) y el hermano Aquilino, que trata de protegerlos, son conducidos hasta el frontón y puestos en fila contra la pared. Los cuatro van vestidos de seglares.

– Quisiera hablaros –le dice el hermano Aquilino al jefe del pelotón que había ido a por ellos.
– Habla lo que quieras, mientras cargamos los fusiles responde –el Peleteiro.

– Como hombre, os perdono; y como católico, os lo agradezco…
– ¿Has terminado? Ahora, ¡date la vuelta!

– [Y el hermano Aquilino responde: ¡Viva Cristo Rey!] No, de cara –exige con firmeza el religioso.
Los milicianos descargan sus fusiles y los cuatro maristas se desploman muertos en la explanada del convento de Les Avellanes (Lleida, mayo [sic, fue el 3 de septiembre] de 1936). No son los únicos mártires que Francisco ascederá pronto a los altares. Antes fueron 471 beatificados por Juan Pablo II, luego los 530 de Benedicto XVI. Y el goteo continúa. El próximo domingo 13 de octubre, el pastor argentino estrenará pontificado [sic] con la beatificación en Tarragona de 522 mártires de la Guerra Civil española.

Pero no son, ni mucho menos, los últimos de una ya larga lista de beatos. El goteo sigue. Tan solo una de las causas, la que se lleva en el arzobispado de Toledo con el obispo mártir de Sigüenza (Eustaquio Nieto), esá compuesta por 939 candidatos. Y en avanzada fase hay otros 14 procesos [se incluye el recién citado] con 2.687 candidatos a ser declarados mártires. Aún faltarían muchos más. Por el momento solo han sido beatificados 60 laicos, de entre los más de 10.000 que, según una estimación mínima, podrían terminar siendo declarados mártires españoles. Así las cosas, a un ritmo de medio millar por papado, aún habría mártires de la guerra de España para cinco pontífices más.

Francisco no estará presente el 13 de octubre en Tarragona (Benedicto XVI instauró la costumbre de que las beatificaciones se hicieran en los lugares de origen o, si se hacían en Roma, no las celebrara el Papa. De hecho, Ratzinger no ofició ninguna). En nombre del actual Papa, el cardenal Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, beatificará a 522 mártires. Con ellos serán ya 1.523 las víctimas de la Revolución de Asturias (13) y de la Guerra Civil (1.510) las que la Iglesia afirma que son santos (11) o beatos (1.512). Y a ellos se sumarán [en realidad, están incluidos en los 522] próximamente los cuatro maristas (de un total de 68, la nómina más numerosa de beatos propuestos por el Papa [la causa más numerosa cuyo decreto de beatificación fue firmado ya por Francisco y no por Benedicto XVI]) que fueron fusilados en un muro de su convento leridano, y sus tres compañeros de Redueña (Madrid) que trabajaban en la vecina localidad de Torrelaguna: Pedro Alonso Ortega (hermano Marino, de 35 años), Eugenio Artola Sorolla (hermano Victorico María, de 42) y Trifón Tobar Calzada (hermano Jerónimo, de 60). Según la biografía colectiva –llamada Positio– educaban a hijos de labradores y obreros. A 120 padres obreros les daban clases nocturnas.

Freno al proceso por Pablo VI

Los procesos (causas) de beatificación de víctimas de la violencia revolucionaria, iniciados al terminar la Guerra Civil (1939), se frenaron en 1964 por orden del papa Pablo VI. El historiador eclesiástico Vicente Cárcel Ortí resumía hace más de una década los motivos de este parón: “Durante muchos años ha pesado como una losa el Régimen que tuvo España hasta 1975, y a muchos católicos les molesta la presencia de los mártires de 1936, que nada tuvieron que ver con todo lo que vino después. También molestan a los «vencidos» en la guerra, y a sus herederos ideológicos, porque los mártires denuncian la persecución religiosa de aquellos años terribles y su tozudez porque se obstinan en no querer reconocer sus responsabilidades históricas de la tragedia de 1936. Precisamente para evitar referencias polémicas al pasado, la Iglesia esperó más de medio siglo de la guerra civil para comenzar las beatificaciones (las primeras se hicieron en 1987) y que España tuviera una democracia consolidada".

Reapertura del proceso por Juan Pablo II

Fue Juan Pablo II, en 1983, el que ordenó que se reabrieran las causas, para que el ejemplo de los mártires no cayera en el olvido.

Con la beatificación del 13 de octubre culminan 33 procesos y se celebra en Tarragona a petición de su arzobispo, Jaume Pujol, por llevar la causa con más mártires, (147). El evento había sido previsto por la Conferencia Episcopal Española en el marco del Año de la Fe convocado por Benedicto XVI. El anterior Papa llegó a firmar los decretos para beatificar a 328 de estos mártires y el resto los firmó, en una carrera contra reloj que terminó el pasado 5 de julio, ya el nuevo papa Francisco.

Los que más atención han recibido hasta ahora han sido los obispos (beatificados nueve de 13, en Tarragona se beatifica a tres), las monjas (157 de 288, lo que supone el 54%), los religiosos varones (1.139 de 2.373, el 48%), y ya a mucha distancia los sacerdotes seculares (han sido beatificados 161 de 4.087, no llega al 4%).

Curiosamente, al marginar a los mártires laicos -sólo la diócesis de Valencia incluyó a un buen número de ellos en la beatificación de 233 personas en 2001-, se desoye la opinión del Papa que vivió la Guerra Civil española, Pío XI, quien describía el 19 de marzo de 1937, en la encíclica Divini Redemptoris, como característica peculiar de la persecución religiosa en España que “el furor comunista no se ha limitado a matar a obispos y millares de sacerdotes, de religiosos y religiosas, buscando de un modo particular a aquellos y a aquellas que precisamente trabajan con mayor celo con los pobres y los obreros, sino que, además, ha matado a un gran número de seglares de toda clase y condición, asesinados aún hoy día en masa, por el mero hecho de ser cristianos o al menos contrarios al ateísmo comunista. Y esta destrucción tan espantosa es realizada con un odio, una barbarie y una ferocidad que jamás se hubieran creído posibles en nuestro siglo”.

Holocausto católico

Quizá la mejor fotografía de un primer plano de una persona momentos antes de ser fusilada, y aparentemente la única para el caso de un mártir, es la de Martín Martínez Pascual, un sacerdote de veinticinco años que aparece en la portada de Holocausto católico. El 18 de agosto de 1936, instantes después de que Hans Gutmann Guster le hiciera esa y otra fotografía, fue fusilado en su pueblo, Valdealgorfa (Teruel).

Al beatificar los mártires, la Iglesia no pretende hacer justicia a las víctimas ni recriminar a quienes los mataron. En el caso de los de la Guerra Civil, la palabra Holocausto referida a su sacrificio resulta apropiada por lo mismo que, bajo la antigua ley, el Holocausto era un tipo de sacrificio especial donde la víctima no podía tener manchas y se quemaba para que fuera toda para Dios y no se pudiera aprovechar para fines humanos: Dado lo polémico del asunto, la Iglesia somete a los candidatos a una exigente criba, para estar segura de que no se exaltará a nadie que hubiera participado en la guerra, o exaltado de cualquier forma la violencia o el deseo de venganza.

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InfoCatólica-Tomás de la Torre Lendínez (9.10.13: Entrando directamente en el libro del amigo Santiago Mata debo confesar que me ha entusiasmado por cada página que pasaba, descrita con un lenguaje asequible a un lector medio de obras de este tipo, notándose que Santiago es periodista y conocedor de que cuanto más claro se escriba mejor se atraen los lectores.

Deseo destacar tres ejes fundamentales del libro:

1.- Es una obra compilatoria de toda la persecución española durante la década de los años treinta del siglo pasado. Arranca de la quema de conventos del 11 de mayo de 1931, a casi un mes del inicio de la II República, y acaba con los últimos martirios en plena etapa bélica.

Como buen historiador, el autor ha optado por contar el reguero de martirios siguiendo el calendario, mensual y anual, deteniéndose en un momento muy esencial como la revolución de octubre del año 1934, en la cual se datan varios de los desmanes y muertes ocurridas esencialmente en Asturias y otros lugares de España.

Metido, ya, en la Guerra Civil, el autor mantiene su método de pormenorizar, ahora, día a día, los fallecidos a lo largo de aquel verano cálido, trágico y sangriento de 1936. Lo hace con la minuciosa propia de un buen relojero que suma todas las piezas para que la hora sea exacta y reproduzca la verdad histórica pura y dura.

Al mes de agosto lo titula: Agosto rojo. Rojo no solamente por el color que los milicianos recibieron de la otra parte de España. Rojo, también, porque fue cuando más sangre de mártires corrieron por las cunetas, las tapias de los cementerios o cualquier socavón que pudiera tapar aquellas matanzas a troche y moche.

Santiago Mata no olvida Paracuellos y sus miles de muertos inocentes, algunos niños, que en el otoño madrileño fueron sacados de las cárceles de Madrid.

El irrepetible calendario y el reloj constante son los sones con los que el señor Mata lleva al lector de su libro a leerlo de un tirón.


2.- A lo largo de toda la obra su autor desea dejar claro dos denominadores comunes:

A) Todos los mártires fueron gentes normales, sin afiliaciones políticas, sin estrellatos mediáticos, sino hombres y mujeres dedicados a su vida vocacional como sacerdotes, religiosos, religiosas, seminaristas o laicos, dentro de la Iglesia Católica, colocados donde aquel verano les llevó el destino.
B) Todos los mártires murieron perdonando a sus verdugos, agradeciéndoles que les abrieran las puertas del Cielo y con sus bendiciones y canciones exasperaron a los pelotones de ejecuciones masivas, o a chóferes que estaban al volante de camiones en cuyo cajón estaban los aspirantes a subir a los altares.

3.- El libro “Holocausto Católico” deja muy claro que todos los mártires fueron ejecutados por odio a la fe católica, por odio a la Religión Católica, por odio a la cultura católica, por odio a las personas felices de ser curas, frailes, monjas o laicos católicos.

En el uso de las fuentes documentales, que Santiago Mata, va presentando a lo largo de su libro, aparece siempre la misma cantinela:

“Nunca más habrá una iglesia y un sagrario aquí”

Aquellos ignaros asesinos desconocían que en las persecuciones cristianas llevadas a cabo por los emperadores romanos durante tres siglos, hubo un escritor llamado Tertuliano quien sentenció:

“La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos”

Esta verdad ha sido cumplida hasta el momento presente, donde los cristianos son perseguidos en países de Oriente o África. Siempre nacen más donde han matado a otros.

Conclusiones

1.- El libro del amigo Santiago Mata es imprescindible para estas fechas previas a la Beatificación del domingo próximo y es una obra de consulta constante para todo cristiano que se precie y esté preocupado por su historia inmediata y desee dar razones de su fe a los actuales enemigos de la Iglesia de Cristo.

2.- La gran aportación de Santiago Mata es la lista pormenorizada de los más de 1,500 hombres y mujeres beatificados, clasificados por su nombre, su lugar y fecha de nacimiento, su sitio de martirio y el día en que ha sido beatificado.

3.- El día 6 de noviembre, de cada año, es la fecha de los cientos de mártires beatificados por la Iglesia Católica para ser honrados en la Eucaristía, fuente y cumbre de la vida cristiana. Cuando llegue esta fecha es bueno estar en cualquier iglesia y recordar a la multitud de de mártires que nos precedieron con el ejemplo de su vida entregada a Dios y a los hermanos, para que sigamos sus pasos y alcancemos algún días estar con ellos en el Reino de los Cielos.

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El mártir que sí fue combatiente


InfoCatólica-Santiago Mata (12.10.13): Aunque las autoridades eclesiásticas han insistido en que se habla de mártires del siglo XX porque no fueron combatientes de la Guerra Civil Española, entre los que son beatificados mañana, hay uno que sí lo fue: Jerónimo Fàbregas Camí. A él me refiero en “Holocausto católico.

Fàbregas Camí, de 28 años, vicario de Vilabella (Tarragona), había sido ordenado en 1934. Una de las cosas que hizo en Vilabella fue organizar la cabalgata de Reyes, que dura hasta hoy. Permaneció allí hasta el 22 de julio, celebrando el entierro de una monja para salir luego a esconderse. Estuvo en casa Boronat y luego en Barcelona, con unos hermanos. Allí hizo una labor intensa, conforme a estas palabras que escribió: “Los sacerdotes que no hemos sido martirizados tenemos que suplir ese acto intenso concentrado de amor a Jesucristo con una vida realmente apostólica, abnegada, toda de Cristo”.

Cuando le llamaron al ejército, se presentó declarando ser sacerdote. Fue destinado al frente del Ebro, en la 14ª Brigada de la 45ª división internacional, acantonada en una casa llamada Mas d’en Puig, de la familia Pahí-Salvadó, donde celebraba misa a diario y confesaba a muchos soldados y les daba la comunión, especialmente cuando entraban en combate. Cuando la familia le preguntaba si no tenía miedo, contestaba: “Yo siempre les diré la verdad, y si por ser sacerdote me matan, afortunado de mí”. Un soldado describió por carta a su familia las celebraciones de Navidad y año nuevo de 1939. La carta cayó en manos de un comandante el 5 de enero y mandó detener a todos los “implicados” en el castillo de Vilafortuny. El día 13 se los llevaron hacia Santa Coloma de Queralt. El 19 por la mañana mataron a Fàbregas en Pla de Manlleu (Aiguamúrcia, Alt Camp). Con él fue fusilado Manuel Palau Blasi, que quizá fue el soldado que escribió la carta.

Este ejemplo pone sobre el tapete la conveniencia de conocer el contexto revolucionario-bélico de la persecución religiosa en que murieron estos mártires de 1934-39, pues como dijo Pío XI, más importante (y grave) que el hecho martirial, es el brutal fenómeno de que los hermanos se maten entre sí en una Guerra Civil y precisamente los mártires nos aportan una solución a ese problema endémico de España: el perdón.

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