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sábado, 12 de octubre de 2013

HISPANIDAD-Fiesta del 12-octubre: Virgen del Pílar en Zaragoza + Santiago en la Reconquista de España + Descubrimiento de América + Virgen de Guadalupe + Evangelización y Apóstoles españoles de América (1048)


Sumario
1. Visita de la Virgen a Santiago en Zaragoza (Hispania)
2. Santiago en la batalla de Clavijo, clave de la Reconquista
3. Historicidad de la Virgen del Pilar, patrona de España 
4. Virgen de Guadalupe y Evangelización de América
5. Hispanidad: Apóstoles de América
6. Hispanidad y FE


al apóstol Santiago sobre un Pilar


Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo y hermano de Juan, fue designado para llevar el Evangelio de Cristo al Finisterre hispánico. Según la tradición, se despidió de la Virgen María en Éfeso, antes de embarcar para Gades-Cádiz en el antiguo reino de los Tartesos, que ya comerciaba con el reino de Salomón.

Después de dos años de escasas conversiones en Hispania. Santiago llegó a Zaragoza camino de Tarraco. A orillas del Ebro, oró con sus discípulos hasta la madrugada. Entonces oyó una música celestial y vió a la madre de Cristo, entre dos coros de ángeles, sobre una columna de mármol.

La Virgen le comunicó que el Pilar permanecería allí hasta el fin de los tiempos y le pidió que edificara una capilla para su culto. Es la primera aparición de la Virgen María, en carne mortal, privilegio de España sobre el resto de las naciones, lo que justifica su nominación por Juan Pablo II como “Tierra de María”.

Santiago volvió a Jerusalén para cumplir la promesa de la Virgen: ser el primer apóstol mártir. Cumpliendo sus deseos, sus discípulos llevaron sus restos a Galicia donde fueron enterrados.

El beato de Liébana, obispo de Astorga-León, predicó en 783 la presencia de Santiago en España. Fue el precursor del milagroso hallazgo en 839, en Compostela, del sepulcro del apóstol. Alfonso II el Casto peregrinó con los notables del reino astur-leonés, construyó una basílica y le nombró patrón protector de España.

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2. Santiago en la batalla de Clavijo
Clave de la Reconquista

En 859, Muza II de Zaragoza, autodenominado tercer rey de España, vasallo del emir mahometano de Córdoba, construyó una fortaleza en Albelda, lugar estratégico en el límite de la Vardulia cristiana para dominar la ruta de las aceifas veraniegas de los moros contra las tierras cantábricas y los valles del Esla.

Santiago en la batalla de Clavijo

El rey Ordoño de Oviedo, aliado con García, reyezuelo de Pamplona, sitió Albelda pero Muza acudió con fuerzas muy superiores a las cristianas obligandoles a retirarse hasta el monte Laturce-Clavijo, donde pasaron la noche en situación precaria pidiendo protección al Apóstol.

A la mañana siguiente se dio la mítica batalla de Clavijo con la intervención de Santiago sobre su caballo blanco. Al grito de “Santiago, cierra España” los cristianos arrollaron a los sarracenos que dejaron 12.000 muertos sobre el campo.

Hoy, España está al borde del abismo y ha llegado el momento de dar otra cruzada. Pidamos al Apóstol su mediación para salvarnos nuevamente de la destrucción por obra del “maligno”  que ahora utiliza a los agentes social-masónicos del “Nuevo Orden Mundial”.


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3. Historicidad de la Virgen del Pilar

María se aparece a Santiago en Zaragoza

La historicidad de la aparición de la Virgen del Pilar al apóstol Santiago en Zaragoza está probada por miles de milagros y conversiones, millones de peregrinos y muchas revelaciones, y visiones. Las del P. Ruzola y Sor María Jesús de Agreda, consejera de Felipe IV, son coincidentes con las de la beata Ana Catalina de Emmmerich, que ve a María cuando visita y consuela a Santiago a orillas del Ebro.

Entre los milagros más documentados, destacan:

-Los mártires de Zaragoza en la persecución de Diocleciano
-La resurrección de la reina Blanca de Navarra, casada con Sancho III de Castilla
-La salvación de Fernando el Católico en Barcelona, cuando un loco casi le corta la cabeza

Milagro del Cojo de Calanda

-La curación en 1640 de Miguel Pellicer, el Cojo de Calanda, es el milagro más famoso y documentado. Había perdido la pierna derecha. Después de dos años de rezar a la Virgen, amaneció con la pierna entera. Miles de personas le conocían porque pedía limosna y untaba diariamente su muñón con el aceite de la lámpara de la capilla de la Virgen del Pilar. Seis días después del milagro, el notario real redactó un acta con los testimonios de los testigos que le conocían desde antes del accidente y habían visto su pierna amputada. A instancias del Concejo municipal y de la Universidad, se inició un proceso ante el Tribunal de Justicia de Aragón. La sentencia probó que había sido un hecho sobrenatural.

Las Cortes de España en 1678 nombraron a la Virgen del Pilar. Patrona del Reino y de todos los territorios de ultramar: América, Asia (Filipinas), África (Ceuta, Melilla...) e islas de Oceanía (Marianas, Carolinas...).

La historicidad de Santiago en España está vinculada a la Virgen del Pilar. La semilla plantada en el año 40 por María, antes de su Asunción al cielo en carne mortal, ha fructificado: la mitad de los católicos del mundo en la actualidad rezan en español y millones de peregrinos hacen el camino de Santiago en busca del perdón de sus pecados.

Antes de volver a Jerusalén para ser mártir, Santiago construyó una capilla a Santa María del Pilar en Zaragoza. Fue el primer templo del mundo dedicado a la Virgen, cuando todavía vivía en Éfeso.

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4. EVANGELIZACIÓN DE AMÉRICA 

México: Virgen de Guadalupe (1531)

La evangelización de América es una epopeya misionera que no se puede olvidar. No es justo que algunos quieran formular una leyenda negra. Si bien hubieron sombras, no se puede olvidar la extraordinaria obra de evangelización llevada a cabo por innumerables santos misioneros que en su gran mayoría lo dejaron todo para servir a los indígenas. 

Luego del descubrimiento de América por Cristóbal Colón en 1492, en acuerdo con los reyes de España y Portugal, pequeños equipos de franciscanos, de jesuitas y dominicos acompañan a las primeras expediciones y comparten las condiciones de vida de los países a que llegan. Buscan, en primer lugar, sacar a las poblaciones autóctonas de las creencias animistas, fetichistas y heliocentristas muy antiguas, vivas, complejas y variadas; llevan a cabo con sentido práctico una catequesis elemental e introducen con éxito el sentido de las bienaventuranzas, en medio de unas concepciones religiosas cargadas de trascendencia divina, que, no obstante, están mezcladas con un pesimismo y un fatalismo existencial acentuados; la sacramentalización llega en cuanto se nota en el alma de los catecúmenos un mínimo de adhesión personal para que los Sacramentos de la iniciación cristiana -el bautismo, la confirmación y la Eucaristía- puedan constituir el punto de arranque indispensable para la vida sobrenatural y el crecimiento de la fe inicial.

Roma se informa de esos acontecimientos lejanos. Consciente del nuevo y específico terreno que se abre a la evangelización, el Papa Pío V crea una comisión cardenalicia especializada en esos asuntos de los que no se tenía experiencia, lo mismo que erige seminarios para las misiones en 1588; el Papa Gregorio XV establece en 1622 un "Ministerio de las misiones", la Congregación De Propaganda Fide, "para la propagación de la fe". El continente de América del Sur recibe, ya desde 1511, una Jerarquía local que pronto se articula en 5 arzobispados y 27 obispados. En los más altos niveles de responsabilidad, tanto políticos como religiosos, existe una seria preocupación por el buen funcionamiento de las instituciones; este funcionamiento se ve manchado aquí o allá por los defectos humanos, que no siempre se deben a una falta de rectitud de intención, como es el caso de la impaciencia de algunos misioneros por ver con excesiva prisa los frutos de la evangelización.

Claro está que los misioneros eran una pequeña minoría entre los europeos que llegaron al nuevo continente. No se puede juzgar el esfuerzo misionero por lo que hicieron otros. Hay casos de colonos europeos a quienes la codicia les empuja a explotar las riquezas naturales abusando de los indígenas. De todas formas, es admirable e empeño que desde la metrópoli se pone en superar el obstáculo natural de las enormes distancias que la separan del Nuevo Mundo, y que son la causa de que cualquier intercambio de informaciones, ideas, personas o bienes, exija de seis meses a un año de viajes -ida y vuelta- por el mar y las tierras.

Conforme a una práctica ya habitual alrededor del Mediterráneo, los reyes de España piden a la Santa Sede un patronazgo regio efectivo sobre las iglesias del Nuevo Mundo, incluyen el derecho de nombramiento de los clérigos y la regulación de los asuntos eclesiásticos; en compensación de esas ventajas, facilitan material y administran el trabajo apostólico de los misioneros, y el conjunto de verdades naturales y sobrenaturales que el cristianismo transmite de generaciones en generaciones se extiende una vez más por nuevos territorios: desde Canadá, por ejemplo, se envían misiones hasta California; aparecen rápidamente Catecismos impresos en lenguas indígenas; varias personalidades se de3dican a mejorar las condiciones de evangelización y de vida de las poblaciones, entre las cuales destacan el dominico Bartolomé de las Casas (1474-1566), obispo de México, y el también dominico Antonio de Montesinos en las Antillas.

La actuación y desarrollo de cada uno de los virreinatos, audiencias y capitanías generales podía compararse, en su evolución civil y religiosa, a la de las naciones europeas. Se multiplican las diócesis, se organiza su administración, se celebran concilios, que determinan las prácticas y ritos del pueblo atendiendo más a los privilegios de la Corona y a la mentalidad regalista que a las decisiones pontificias.

Las congregaciones religiosas se extendieron con celeridad, pero o faltó el clero secular. La expulsión de los jesuitas, en 1767, tuvo consecuencias irreparables en la mayoría de los territorios.

Se fundaron numerosas reducciones -veintiuna había en 1686- en el Marañón español, donde se dieron algunos casos de martirio. 

Después de las misiones del Paraguay, las misiones del norte de Méjico fueron las más conocidas. Son igualmente importantes las misiones de Sonora y California, que, a causa de numerosas dificultades, constituyeron una de las misiones más duras; pero donde, no obstante, obtuvieron numerosas conversiones. Al ser expulsados los jesuitas de las reducciones de California, fueron confiadas a los franciscanos del Colegio de Méjico. Estos franciscanos estaban a las órdenes de un prefecto apostólico: Fr. Junípero Serra (1713-1784), antiguo misionero de Nuevo Méjico, que concibió la idea de establecer una cadena continua de misiones con la protección de soldados españoles. Estos puestos partían de San Diego y remontaban la costa del Pacífico hasta llegar más allá de San Francisco. A finales del siglo XVIII, los franciscanos, a quienes los historiadores consideran como los verdaderos fundadores de la alta California, contaban con más de 30.000 cristianos. Los dominicos, utilizando un sistema semejante al de los jesuitas, fundaron algunas reducciones más, como Santo Rosario, en 1774; Santo Domingo, en 1775; San Vicente Ferrer, en 1780; San Miguel, en 1787, y otras. Los franciscanos pusieron especial empeño también en la evangelización de Nuevo Méjico, Tejas y Florida.

La estructura eclesiástica de la América hispana era imponente: cuatro arzobispados y cuarenta y un obispados. Franciscanos, dominicos, agustinos, mercedarios y jesuitas llevaban el peso principal de la evangelización de los indígenas y cuidado espiritual de los españoles y criollos. Excepto las Universidades de Méjico y Lima, casi toda la educación que se impartía en estos territorios estaba en manos de los regulares, especialmente de los jesuitas.

Las misiones existentes en el Canadá no eran misiones patronales como las de la América española portuguesa, pero no cabe duda de que gozaban de una cierta protección civil. Poco a poco aumentó el influjo de la Congregación de Propaganda. Su primer obispo fue designado por Propaganda, primero como vicario apostólico, en 1658, y más tarde como obispo ordinario. En 1674 se establece la sede episcopal de Quebec, con su seminario, dependiente de las Misiones Extrajeras de París. Desde entonces, en la evangelización de América del Norte toman parte principal, juntamente con los jesuitas, los sacerdotes de las Misiones de París.

Canadá o Nueva Francia estaba habitada por tribus de hurones e iroqueses, que se concentraban principalmente alrededor de los Grandes Lagos y en las riberas del San Lorenzo. Podemos distinguir tres períodos en la colonización y evangelización de estos territorios: período del monopolio de la sociedad comercial (1534-1629), colonización propiamente dicha (1632-1674) y establecimiento de la Iglesia canadiense a partir de 1674.

Los jesuitas extendieron su radio de acción hacia los Grandes Lagos, por la cuenca del río Mississippi hasta la desembocadura y hasta la bahía de Hudson. De 1684 hasta 1768, los sacerdotes de las Misiones Extranjeras fueron los evangelizadores de la Acadia. Los sulpicianos se extendieron por los lagos Ontario y Ottawa. 

Los frutos cosechados en estas regiones del Norte no podían dar las cifran y los resultados de la América Ibérica luso-española, pues los indios de estas regiones eran escasos y sufrieron el fanatismo puritano de las colonias vecinas inglesas. La misión de Canadá, con su centro en Quebec, y más tarde la Luisiana fueron los centros neurálgicos de evangelización de buena parte de los actuales Estados Unidos.

A impulso de Richelieu, se formó la Compañía de las Indias Occidentales, con la misión de ocupar y colonizar las Pequeñas Antillas. Como capellanes fueron llamados los capuchino, que colocaron su residencia en San Cristóbal. Poco después se instalaron los dominicos, enviados por el Santo Oficio, y los jesuitas de la provincia de París. En 1645 llegó a las Antillas el P. Pacífico de Provins, capuchino, provisto con un nombramiento de prefecto apostólico para el conjunto de las colonias francesas. Pero ni dominicos ni jesuitas quisieron aceptar su autoridad, que provenía de Propaganda, mientras su jurisdicción le había sido confiada por el Santo Oficio o por sus superiores. Un ejemplo más de la frecuente falta de coordinación y de rivalidades internas que esterilizaban tantos esfuerzos y buen voluntad. Los franceses llegaron en 1624 a la isla Cayena, ocupándola antes de llegar a Guayana. Del cuidado espiritual de la colonia se encargaron los jesuitas.

Desde Filipinas se misionaron Mindanao, las Marianas y Carolinas. La evangelización de Mindanao la comenzaron los jesuitas en 1607, pero la misión se estableció en 1637. La misión de las Marianas y Carolinas fue ideada po el P. San Vitores cuando, en 1662, iba camino de Filipinas.

Fuente: 

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5. Hispanidad: Apóstoles de América

Colón ante los Reyes Católicos 
firma el Cotrato del Descubrimiento

Isabel la Católica, reina de España
recibe a Colón en Barcelona (1493)

A través de algunas de las biografías de los misioneros Hispanos de América se trasluce la Gesta que supuso el Descubrimiento, Conquista y Colonización de las Indias Occidentales, que incorpora a la Civilización Cristiana, a través de la Evangelización, un Nuevo Mundo. Cómo, en las Españas de ultramar (provincias o vireinatos), se produce una auténtica inculturación de Cristianismo, y el descubrimiento y encuentro entre españoles y americanos pero también entre los propios americanos.

Descubrimiento y Evangelización 
España

Descubrimiento y evangelización


Cristóbal Colón (1451-1506)


Reyes y teólogos católicos


Conquistadores y pobladores cristianos



México


Grandeza y miseria de los aztecas


Hernán Cortés, pecador y apóstol


Los primeros franciscanos de México


Beatos mártires de Tlaxcala


El Beato Juan Diego y Guadalupe


Fray Antonio de Roa, máximo penitente


Juan de Zumárraga, el fraile arzobispo


Don Vasco de Quiroga, de gobernante a obispo


Beato Sebastián de Aparicio, el de las carretas


Beato Pedro de San José, fundador de los bethlemitas


Jesuitas ensanchadores de México


Venerable Antonio Margil de Jesús, el fraile de los pies alados


Beato Junípero Serra, fundador de ciudades



Perú


Grandeza y miseria de los incas


Santo Toribio de Mogrovejo, patrono del episcopado iberoamericano


San Francisco Solano, el santo que canta y danza


San Martín de Porres, humilde mulato peruano



Nueva Granada y Río de la Plata


Los chibchas de Nueva Granada


San Luis Bertrán, apóstol místico


San Pedro Claver, esclavo de los esclavos


La región del Río de la Plata


Venerable Vicente Bernedo, apóstol de Charcas


Las reducciones misionales del Paraguay



Brasil y Norte-América


Evangelización del Brasil


Beato José de Anchieta, apóstol del Brasil


El Evangelio en el Norte de América


Gabriel García Moreno, vencedor del liberalismo en el Ecuador

San Ezequiel Moreno, un obispo molesto



La Cristiada


Los Cristiada y los mártires de México



Hechos de Apóstoles en América


Final


Bibliografía