1. Película Magistral (InfoCatólica)
2. Rebelión Católica Anti-Masónica en México (ReL)
3. México 1911: Revolución Masónica (Clavijo)
4. México 1926/9: Guerra Cristera (Clavijo)
5. Morir por la Libertad (Andy García)
Dios, Patria y Libertad
¡VIVA CRISTO REY!
¡VIVA SANTA MARIA de GUADALUPE!
P. José María Iraburu en Arbil
Unos días después de los Arreglos logrados sobre todo por los masones Morrow y Portes Gil, el 27 de junio de 1929, los masones dieron un gran banquete al presidente Portes Gil, el cual a los postres habló «a sus reverendos hermanos»:
«Mientras el clero fue rebelde a las Instituciones y a las Leyes, el Gobierno de la República estuvo en el deber de combatirlo... Ahora, queridos hermanos, el clero ha reconocido plenamente al Estado. Y ha declarado sin tapujos: que se somete estrictamente a las Leyes (aplausos). Y yo no podía negar a los católicos el derecho que tienen de someterse a las Leyes... La lucha [sin embargo] es eterna. La lucha se inició hace veinte siglos. Yo protesto ante la masonería que, mientras yo esté en el Gobierno, se cumplirá estrictamente con esa legislación (aplausos).
«En México, el Estado y la Masonería, en los últimos años, han sido una misma cosa: dos entidades que marchan aparejadas, porque los hombres que en los últimos años han estado en el poder, han sabido siempre solidarizarse con los principios revolucionarios de la masonería»
Alude a la misma revolución que asesinó a García Moreno, y que tantas victorias ha logrado en los siglos XIX y XX en la América hispana con el apoyo de la masonería local y norteamericana. Portes Gil más tarde, en su libro La lucha entre el Poder Civil y el Clero, dejó bien claro que «su aparente capitulación [de los Obispos] a la que dieron el nombre de un arreglo con el Gobierno, no fue otra cosa que someterse incondicionalmente a la ley» (547). En 1958, ajeno a la Iglesia, murió en Mixcoac, y en la esquela publicada por «la Muy Respetable Gran Logia Valle de México» se le citaba como «Miembro Activo y Gran Capitán de Guardias de este Supremo Consejo del Grado 33» (546).
Licenciamiento de los cristeros
El Jefe supremo de la Guardia Nacional, general Jesús Degollado Guízar, dirigió a todos los cristeros, «a pesar de que se nos desgarra el alma», un patético mensaje de licenciamiento, del que entresacamos el último párrafo:
«La Guardia Nacional desaparece, no vencida por nuestros enemigos, sino, en realidad, abandonada por aquellos que debían recibir, los primeros, el fruto valioso de sus sacrificios y abnegación. ¡AVE, CRISTO! Los que por Ti vamos a la humillación, al destierro, tal vez a la muerte gloriosa, víctimas de nuestros enemigos, con el más fervoroso de nuestros amores, te saludamos y, una vez más, te aclamamos.
«Tal vez a la muerte gloriosa...» En efecto, poco después de los Arreglos, el Gobierno, mostrando «el espíritu de buena voluntad y respeto» asegurado a los Obispos negociadores, comenzó a través de siniestros agentes «el asesinato sistemático y premeditado» de los cristeros que habían depuesto sus armas, «con el fin de impedir cualquier reanudación del movimiento... La caza del hombre fue eficaz y seria, ya que se puede aventurar, apoyándose en pruebas, la cifra de 1.500 víctimas, de las cuales 500 jefes, desde el grado de teniente al de general».
También «hay que decir, y esto honra a aquellos hombres, que más de un general federal advirtió a los cristeros del peligro que los amenazaba» (Meyer I, 344-346). De todos modos, aún con esto, más jefes cristeros fueron muertos después de los Arreglos que durante la guerra.
Esto supuso una larga y durísima prueba para la fe de los cristeros, que sin embargo se mantuvieron fieles a la Iglesia con la ayuda sobre todo de los mismos sacerdotes que durante la guerra les habían asistido.
SUMARIO (P.. Iraburu)