Pablo Díez fundador del gran emporio cervecero de México
regaló un nuevo Santuario a la VIRGEN del CAMINO
y prometió Canonizar a la reina Isabel la Católica
8-octubre-2009
Los herederos de Pablo Díez, fundador del mayor emporio cervecero de México, han empleado una cuantiosa fortuna en satisfacer sus últimas voluntades. El empresario español labró su carrera siguiendo el surco de sus hondos valores religiosos y celebró cada éxito realizando una promesa. Sólo queda una por cumplir: canonizar a Isabel La Católica.
En las últimas memorias de Pablo Díez queda un instante perenne, su primera visita al santuario de la Virgen del Camino. "Este niño no tiene más madre que a ti -imploraba su tía Ceferina- y te ruego, Madre Divina, que le tomes bajo tu protección y le ampares para siempre".
Tenía seis años y desde los tres era huérfano. Nació en Vegaquemada (León) en 1884 y su infancia fue la historia de la misérrima España rural de la época. Las labores del campo, el calor de la iglesia y las patatas cocidas de cada día eran todos sus recuerdos de aquel pueblo.
Siendo todavía niño, los padres dominicos se hicieron cargo de su educación y de su sustento. Por entonces, sólo tenía dos ocupaciones: estudiar latín y humanidades, preparándose para la vida religiosa. A los 16 años Pablo era ya Fray Pablo. Cuatro años de oraciones en el monasterio de Corias fueron alimento suficiente para el espíritu; entonces, decidió embarcarse a la aventura del Nuevo Mundo.
Aunque antes de emprender el viaje visitó por última vez a la Virgen del Camino para pedirle protección y prometerle recompensa en cuanto la fortuna le sonriera.
Coincidiendo con los primeros años de la Revolución Mexicana, Pablo Díez llega a la capital del país y comienza a trabajar en una pequeña hacienda como ayudante de contabilidad. Al poco tiempo establece su primer negocio, una panadería llamada La Primavera, y poco después se asocia a unos compatriotas para fundar la primera fábrica de levadura comprimida de México, Leviatán S.A.
El nacimiento de un emporio
Esta sociedad serviría de germen para constituir el 8 de marzo de 1922 la Cervecería Modelo S.A., que a partir de 1925 comienza a comercializar las marcas Modelo, Corona y Negra Modelo. Ese mismo año se inaugura de manera oficial la fábrica de la compañía, hecho del que se haría eco el diario El Sol:
"La inauguración de esta hermosa fábrica tuvo efecto el día 25 de octubre de 1925, a la que concurrió el presidente de la República Mexicana, señor don Plutarco Elías Calles, acompañado de todo su gabinete, además de todas las personalidades en los negocios, finanzas e industria, e innumerable cantidad de público".
Tras los agitados años de la Revolución, México se hunde en una severa crisis económica que a punto está de llevarse por delante a la Cervecería Modelo. Entonces es cuando el leonés se hace con la mayor parte de las acciones y con el control absoluto de la compañía. Bajo las riendas de Pablo Díez, la cervecera experimenta un galopante proceso de expansión: compra antiguas factorías, instala nuevas y diversifica su gama de productos hasta copar el mercado.
Cervecería Modelo fabricaba sus cervezas con el lúpulo escogido de Bohemia y Saaz, y la malta llegaba de las mejores cosecheras de Alemania y Estados Unidos. Don Pablo, así lo conocerían los mexicanos, apuesta por la innovación y Modelo se hace con una avanzada maquinaria de envasado y enfriamiento para adentrarse en nuevos mercados.
La empresa Modelo
El Grupo Modelo no dejaba de ganar adeptos y de desbancar a competidores, hasta hacerse con el indiscutible trono de la cerveza en México y convertirse en uno de las bebidas más importadas por EEUU.
El emporio que lideraba Don Pablo representaba algo más que una institución; producía millones de hectómetros cúbicos de cerveza al año y daba trabajo a decenas de miles de personas. Y no a cualquier precio: Pablo Díez hizo de sus convicciones morales y religiosas un código deontológico en el que debían primar, por encima de los beneficios de la empresa, las condiciones laborales de los obreros y la prosperidad de sus familias.
En febrero de 1954, la Confederación de Trabajadores de México calificó como "la más grande victoria proletaria de los últimos años" el reparto de utilidades mediante el que la Cervecería Modelo recompensó el esfuerzo anual de sus trabajadores.
Gran parte de los beneficios de la compañía revertían en obras de carácter social y benéfico: hospitales, escuelas, centros para ancianos e iglesias dedicadas a la Virgen de Guadalupe -coronada como la Reina del Trabajo por el mismo Don Pablo- florecieron por todo el país.
Lo prometido es deuda
Pablo Díez amaba a México como su propio país, aunque no se olvidaba de España y mucho menos de su patria chica, Vegaquemada. Allí, sus paisanos no lo olvidan, como benefactor de casi todas las obras civiles y religiosas que se construyeron en los últimos cuarenta años.
La iglesia, la escuela, el centro de salud, el polideportivo y hasta el alcantarillado salieron de su bolsillo. Además, el pueblo quedó por siempre ligado a México, ya que muchos de sus vecinos hallaron en este país un prospero futuro a la sombra de Don Pablo. Él repetía constantemente que quería para su gente lo que no había tenido en su niñez: un buen nivel de vida.
Tampoco se olvidó el afortunado empresario de su promesa a la Virgen del Camino, que desde 1961 cuenta con un nuevo santuario -obra del arquitecto Francisco Coello y del escultor Subirachs-, distinguido como uno de los edificios más relevantes del arte religioso moderno. De las últimas voluntades de Don Pablo sólo queda una por cumplir y en la que sus herederos llevan gastadas sin éxito cuantiosas sumas de dinero: la canonización de Isabel la Católica.
Hasta el momento, la familia de Don Pablo ha invertido varios millones de dólares en un extensa labor de investigación, que ha sido vertida en 42 volúmenes con 100.000 documentos inéditos recopilados por decenas de prestigiosos historiadores y teólogos movilizados, que intenta demostrar la santidad de la reina castellana y borrar la leyenda negra extendida por los judíos sefardíes.
Desde 2004, la empresa póstuma de Don Pablo espera un veredicto final de la Congregación para la Causa de los Santos del Vaticano.
El reinado de Don Pablo Díez duró de 1932 hasta 1972, el año de su muerte. Entonces le sucedió su sobrino político Antonio Fernández y a éste su hijo, Carlos Fernández, en 1997; ambos originarios de León. De los 250 empleados que formaron parte de la primera fábrica en 1925, Modelo da trabajo en la actualidad a más de 44.000 personas en todo el mundo. Hoy en día la marca Corona sigue siendo la cerveza más consumida en México, la más importada en EEUU y la cuarta más bebida del planeta.
El fenómeno Corona
El mayor acierto de Pablo Díez fue el momento elegido para introducir su cerveza en el mayor mercado del mundo. El 5 de diciembre de 1933 se deroga, tras más de una década de prohibición, la Ley Seca en Estados Unidos y un millón de litros de cerveza mexicana cruzan la frontera norte.
La popularidad de Corona comienza a extenderse rápidamente al norte del Río Bravo, sobre todo en los estados de Arizona, California, Nuevo México y Texas. La empresa de Don Pablo comenzó a explorar el terreno con estudios de mercado que revelaban una gran aceptación del consumidor estadounidense por la Corona: una cerveza que evocaba a las paradisíacas playas de México.
La cerveza mexicana hizo cambiar de latitud las preferencias de sus vecinos del norte -“Change your whole lattitude” fue su primer slogan- y a mediados de los 80 se convierte en la cerveza de importación con mayor crecimiento en EEUU.
Fue el llamado “fenómeno Corona”: “La cerveza que se apoderó del mundo” o “Corona; el misterio mercadológico mexicano”, eran algunos de los titulares que se podían encontrar en la prensa estadounidense.
En 1986, las ventas de Coronase habían elevado en un 170 por ciento y alcanzaba el segundo lugar de ventas entre las cervezas importadas en Estados Unidos. Sólo una marca superaba a la cerveza de Don Pablo: Heinneken. El reinado de la holandesa había comenzado en 1933 y no claudicó hasta 1997. Ese mismo año, Corona Extra se erigía por fin como la cerveza más consumida entre las 450 importadas en los EEUU.
¿Por qué en España se llama Coronita?
Numerosas teorías han corrido de boca en boca sobre la razón de por qué la cerveza Corona se llama en España Coronita. La más extendida se argumenta en que al ser éste un país monárquico, la Familia Real habría vetado el nombre por entenderlo una falta de respeto a la institución. Nada más alejado de la realidad y disparatado, a tenor de la larga lista de vinos y brandies españoles que se han apropiado de nombres de reyes y nobles.
La verdadera razón es que al desembarcar la cerveza mexicana en España en 1989, la marca ya había sido registrada.