Píldoras Anti-Masonería

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miércoles, 25 de marzo de 2020

La Masonería infiltrada en la Curia Romana

La Masonería en la Curia Romana
J. Mª. Manrique 
 6/02/2020 

Hay muchos testimonios de los que han creído observar la penetración masónica en la Iglesia. Entre ellos podemos citar el plan carbonario de la logia Alta Vendita (La Instrucción Permanente de la Alta Vendita, documentos que llegaron a manos del Papa Gregorio XVI entre 1820 y 1846 ); las predicciones del el excomulgado Canon Roca (1830-1893) sobre la subversión de la Iglesia; los escritos de Albert Pike sobre los Papas (Morals and Dogm, 1871); el Cónclave de S. Pío X y el veto “por masón” al Cardenal Rampolla (1903); Los Protocolos de los Sabios de Sión (protocolo XVII, ¿mediados siglo XIX?); los testimonios de los espías soviéticos Anatoliy Golitsyn, Vasili Mitrojin y Bella Dodd a mediados del siglo pasado, que nos recuerdan que “El bolchevismo sería el instrumento de la masonería para alcanzar este objetivo”, como escribió en 1918 el arzobispo de Colonia, Cardenal Felix von Hartmann, al Nuncio Apostólico en Alemania, monseñor Eugenio Pacelli, luego Pío XII; los documentadísimos datos recogidos en el libros Complot contra la Iglesia de “Maurice Pinay” (¿en realidad por Carlos Cuesta Gallardo?; también La Gran Conspiración Judía; 1962-63); los libros-testimonio de jesuita P. Malachi Martin (The Keys of This Blood -1990-, Windswept House/El último Papa -1996-); los 124 eclesiásticos presuntamente masones de la Lista Pecorelli (1978, Logia P2); y, por acortar la lista, el libro de Ricardo La Cierva "La infiltración" (2008).

Además, tenemos los hechos recientes que merece la pena ser recordados, como que, a pesar de las casi innumerables condenas papales de la Masonería, el Código de Derecho Canónico promulgado por Juan Pablo II en 1983 no la menciona, lo que dio lugar a la Declaración de la Sagrada Congregación del 17 de febrero de 1981 (Cardenal Ratzinger) recordándolas; que el Cardenal Gianfranco Ravasi, nombrado por Benedicto XVI responsable del encuentro con las religiones no Cristianas, y luego presidente del Pontificio Consejo para la Cultura y de la Pontificia Comisión de Arqueología Sacra, llamó públicamente a un diálogo con la masonería (periódico Il Sole 24 ore, 2016); la asistencia del Cardenal Parolín, Secretario de Estado del Vaticano, a la reunión anual organiza del paramasónico Club Bilderberg (2018); y los reiterados y públicos saludos masónicos de la Vicepresidente Carmen Calvo al mismo Parolín y al Nuncio Bernardito Cleopas Auza, todos ellos producidos alrededor de la masónica profanación del Generalísimo Franco.

Y, dentro de ese panorama, nos ¿sorprende? la prensa con la noticia, no desmentida, de que el Papa Francisco I ha añadido a su firma, al menos desde 1977 y en numerosas ocasiones, los masónicos “tres puntos” (.·.) [i]. Lo cual se une a su lenguaje con múltiples expresiones masónicas, hasta el punto que los masones españoles le felicitaron efusivamente por su mensaje navideño de 2018, la defensa a ultranza de postulados masónicos como la inmigración y la ecología, así como la condena de la pena de muerte, otra antigua idea fuerza de la masonería, y el haber sido objeto por el Rotary Club de distinciones e, incluso, testimonios de su afiliación a tal paramasónico grupo.
Oremos para no sucumbir a la aplastante desorientación actual
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