Almirante Canaris y Franco
Kamen vive y escribe en Al Ándalus
27/2/2020
- El problema de izquierda y separatistas no es que vivan EN la mentira, cosa que nos pasa a todos en mayor o menor medida y en unos momentos u otros. Es que viven DE la mentira. Mal remedio.
- Hace unos años encontré en una televisión a Ignacio Camuñas. Vaciló en darme la mano: “Tú asaltaste la revista Guadiana”, me dijo. Había olvidado que él dirigía la revista, incluso había olvidado quién era él. Le respondí, un poco burlonamente, algo así como “estábamos en guerra” y al final me dio la mano. ¿Estábamos en guerra? No había el menor atisbo de ello en España (aunque un artista medio chiflado decía que no había paz, sino victoria, y muchos otros insistían e insisten en que no había “verdadera paz” y cosas por el estilo). Había paz y no guerra, cierto. Pero si consideramos, como todos esos farsantes y creíamos algunos no farsantes, que el franquismo era una dictadura terrorista y genocida, entonces hacerle la guerra era una obligación. El problema era que quienes decían y siguen diciendo esas cosas siempre han sido capaces de prosperar en cualquier régimen: franquismo, democracia o tiranías realmente terroristas como la soviética. Siempre sobrenadan diciendo lo que conviene en cada caso. Y siempre corrompen lo que tocan.
- ¿Quieren saber qué es el feminismo? Repasen las consignas de sus manifestaciones. No hay guía mejor para enterarse
- La leyenda negra nace de las calumnias delirantes de un fraile perturbado, Las Casas, acogidas con fruición y aumento por todos los enemigos de España. Se explica por el poderío hispano en la época. Pero la leyenda continúa con pleno vigor hoy, cuando ese poderío se ha desvanecido. El caso merece reflexión.
Los servicios de Canaris a Franco
Franco venció en la guerra a un Frente Popular compuesto de totalitarios y separatistas, es decir, salvó a España de la disgregación y la sovietización. Pero una marea de retorcidos charlatanes que quieren pasar por historiadores pretende con la mayor desfachatez que los derrotados representaban la democracia y la libertad. Como señalo en Por qué el Frente Popular perdió la guerra, con ello no entendemos nada de la historia real, pero sí sabemos lo que entienden por democracia esos peculiares intérpretes. A continuación, Franco libró a España de la guerra mundial, pero según los mismos charlatanes quería entrar en ella y fue Hitler quien se lo impidió. He tratado el asunto en Años de hierro y en numerosos artículos y no me extenderé ahora. Baste señalar que esos seudohistoriadores que degradan el oficio, los Preston, Marquina, Tusell, Juliá, Reig y tantos más, son completamente incapaces de sostener un debate democrático y racional. Por eso prefieren la totalitaria ley de memoria histórica. No me cansaré de repetirlo porque las evidencias entran con dificultad en las mentes acostumbradas a la propaganda.
Si solo fuera por esas dos auténticas proezas de alcance realmente histórico, Franco merecería entrar con letras de oro en la historia de España, aun si a continuación hubiera cometido serios errores o hubiera optado por políticas mediocres o perjudiciales. Lo que tampoco fue el caso, sino lo contrario.
Un personaje que tuvo cierto peso en la abstención de España en la SGM fue el almirante Canaris, jefe de la Abwehr el servicio de espionaje alemán. En Años de hierro lo cito catorce veces – partiendo de las obras de M. Ros Agudo, L. Suárez, M. Platón, y otros–, porque sin duda el almirante sirvió a Franco mucho más que a Hitler, contra quien participó en la conjura de 1944, que le costaría la vida. Ahora un buen amigo me ha pasado un libro definitivo, con documentación de primera mano y por casi nadie citado, y del que hablaré algo más en el blog: El almirante Canaris. Entre Franco y Hitler, de Léon Papeleux, un investigador belga, publicado en París en 1977 y traducido al español en 1980.
El libro deja claro que Canaris, de quien habían llegado a sospechar Jodl y Keitel en relación con España, suministró a Franco información muy importante y favorable a la neutralidad. No es que convenciera a Franco, que estaba sobradamente convencido, desde el principio, de abstenerse (entraría si le garantizasen una guerra corta, lo que sabía imposible desde el rumbo que iba tomando la batalla de Inglaterra; o, en todo caso, cuando la guerra estuviese prácticamente ganada, lo cual entendió también como progresivamente imposible). La prioridad radical de Franco era la reconstrucción del país después de la guerra civil, y no quería comprometerla con aventuras inciertas. Su política consistió en dejar la península al margen, para lo cual reforzó los lazos con Portugal, a fin de evitar que esta sirviera de base a Inglaterra, como había sido tradicional (lo cual no se opone a que el estado mayor español hiciese planes para ocupar el país vecino en caso de emergencia. Los estados mayores deben elaborar planes para cualquier eventualidad). El papel de Canaris consistió en suministrar información que reforzaba la decisión previa del Caudillo.
Es evidente que Franco estimó mucho los servicios del jefe de la Abwehr. Lo pone de relieve que al final de la guerra ofreciera a su mujer e hijos una pensión y un piso en Barcelona; incluso la nacionalidad española, que la esposa no utilizó, regresando a Alemania años después.
Batalla cultural (III)
Kamen vive y escribe en Al Ándalus
Dice El Mundo que Henry Kamen “desmonta los mitos de la construcción nacional de España”. Observen el servilismo ignorante e hispanófobo dominante en la prensa española, pues no se trata de una excepción. Realmente Kamen no desmonta nada, suelta disparates como que ni Pelayo ni Covadonga existieron o que no hubo Reconquista “porque ninguna campaña militar dura ocho siglos” (una sandez heredada de Ortega). La Reconquista fue mucho más que una campaña militar, fueron muchas, gobernadas por una iniciativa política y cultural decisiva. No se puede negar la evidencia, pero se hace. Al no haber habido reconquista, está claro que en la Península ibérica, o gran parte de ella, sigue siendo Al Ándalus, se habla árabe y él está esperando a que sus libros se traduzcan a ese idioma, porque otro no lo conoce nadie aquí. Lo que en el fondo quieren, él y tantos otros, es negar la existencia de España, pues es obvio que sin reconquista no habría sobrevivido. Y debilitar la identidad nacional de España y disgregarla es el objetivo de esa disparatada historiografía, por llamarla así.
A las memeces de Kamen ya les dediqué algún artículo (pulsen mi nombre y el de Kamen y los hallarán fácilmente). Pero lo interesante aquí es que Kamen representa muy bien la historiografía anglosajona, la principal hoy en España, junto con la marxistoide, y ambas denigradoras de nuestra historia y cultura. Las dos corrientes tienen una base común: es la economía (la técnica, las finanzas, el comercio, el dinero en general) lo que determina la marcha de la historia y las guerras, incluso la evolución humana. La diferencia está en que, al revés que la marxista, la anglosajona considera las clases sociales elementos secundarios o derivados. De ahí que para ella todas las guerras sean en el fondo comerciales y se expliquen por ese rasgo. En La Reconquista y España he examinado los argumentos contrarios a ella y no creo que Kamen añada gran cosa al asunto. Por lo que me permito recomendar el mío a los interesados. Uno no puede perder el tiempo con cada tontería que se publica por ahí.
II Guerra Mundial
Hace poco me llegó un ensayo de Varela Ortega, historiador anglómano de la escuela de R. Carr, sobre la SGM y de la actitud de España en ella. De la escuela de Carr he hablado varias veces en el blog. Trataré también aquí dicho ensayo, porque tiene mucho interés, precisamente en relación con la corriente anglosajona imitada, en general pobremente, en España. Y porque tiene relación con la necesidad de abordar esa contienda por encima de la elaborada, con fuerte lastre propagandístico, por los vencedores occidentales (los rusos tienen otras versiones). Esa exposición podría centrarse, para empezar, en la guerra del oeste, tan diferente de la del este.
Trataría la paradoja de que el conflicto empezase por Polonia, sin que Francia e Inglaterra declararon la guerra a la URSS, y que finalmente el país quedara bajo dominio soviético. Reexaminaría la facilidad con que fueron derrotados los ejércitos franco-ingleses y el alto grado de colaboración que los nazis hallaron en los países ocupados, colaboración que casi siempre se menciona de modo vago. Podría compararse la colaboración con la resistencia. Debían compararse también, con rigor, los crímenes de guerra alemanes y anglosajones en esta parte de Europa. Asimismo las deportaciones de judíos y la actitud de Londres y Washington hacia su exterminio. Asimismo las venganzas al terminar la guerra en Francia, Italia y otros países. El papel de España en todo ello. Y así otros temas interesantes. Tratarlos con verdadero rigor sería una empresa de lo más interesante.