Ha llegado la hora de la desobediencia a la autoridad...
incluso religiosa, si llegara el caso.
La virtud del discernimiento
se convierte en la clave del siglo XXI...
para saber cuándo debemos acatar y obedecer
y cuándo debemos sólo acatar.
Por Eulogio López
29/01/23
Ha llegado la hora de la desobediencia a la autoridad... incluso religiosa, si llegara el caso
Puede que el titular parezca muy duro pero les aviso: si no contemplamos la posibilidad de la desobediencia a la autoridad civil, no habría mártires y sin la desobediencia a la segunda, al autoriadad eclesiástica, no habría habido doctrina, especialmente frente a la autoridad eclesiástica herética.
Pienso, mismamente, como hipótesis para un futuro más que próximo, en la necesaria desobediencia frente a la desacralización de la Eucaristía, que es la clave del siglo XXI.
Es así como la virtud del discernimiento se convierte en la clave del siglo XXI... para saber cuándo debemos acatar y obedecer y cuándo debemos sólo acatar.
Toda autoridad procede de Dios
pero los límites de la obediencia son la caridad
y la prudencia. Y esto vale tanto para la autoridad civil
como para la eclesiástica
Recuerden que toda autoridad procede de Dios pero los límites de la obediencia son la caridad y la prudencia. Y esto vale tanto para la autoridad civil como para la eclesiástica.
Tampoco olviden que aquello de "al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios", significa, entre otras cosas, que el objetivo del cristiano no es cambiar el Estado sino convertir a la persona para alcanzar el Cielo. Por tanto, la obediencia es producto de la humildad, no de la ceguera.
Además, toda autoridad procede de Dios pero los límites de la obediencia son la caridad y la prudencia. Y esto vale tanto para la autoridad civil como para la eclesiástica.
Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, significa, insistimos, entre otras cosas, que el objetivo del cristiano no es cambiar el Estado sino convertir a la persona para alcanzar el Cielo.
Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios,
significa, entre otras cosas, que el objetivo del cristiano
no es cambiar el Estado sino convertir a la persona
para alcanzar el Cielo
Conclusión: tal y como están las cosas, la vieja virtud del discernimiento se convierte en la clave del siglo XXI... para saber cuándo debemos acatar y obedecer y cuándo debemos sólo acatar. Ha llegado la hora de la desobediencia a la autoridad... incluso religiosa, si llegara el caso. Les pongo un ejemplo, si determinadas jerarquías eclesiásticas -las hay hoy verdaderamente enloquecidas- se empeñaran en suprimir la Eucaristía y/o en sustituirla por un nuevo rito, créanme, habría llegado el momento de la desobediencia.
Sí, lo que estoy diciendo es muy grave pero es que los tiempos son complejos.