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domingo, 16 de febrero de 2020

Magnicidios masónicos de Moro (1974) y Carrero (1975). Kissinger había amenazado a Moro: Si persiste en querer formar gobierno con los comunistas se enfrentará usted al poder de EEUU y su final será peor que el de Allende. Detrás de su asesinato pudieron estar la misteriosa red Gladio, vinculada a la OTAN o la no menos misteriosa logia masónica P2 vinculada a su vez a la mafia


Italia 1978: El gran misterio del asesinato de Aldo Moro


Magnicidio del Almirante CARRERO BLANCO
Santiago Clavijo
2016-12-2

Javier Navascués Pérez: Se cumple el 40 aniversario del asesinato de Aldo Moro, líder de la Democracia Cristiana que se consideraba heredera del antiguo “Partido Popolare Italiano” fundado a principios de siglo por el sacerdote Dom Sturzo, cuyo partido había sido condenado por el Papa Pío XI, que se mantenía muy firme en las condenas al liberalismo y a la “democracia cristiana”, formuladas por su antecesor Pío X. Pero después de la II Guerra Mundial las ideas liberales del Padre Sturzo volvieron a la palestra con la nueva Democracia Cristiana.

“En el día de hoy un comando de las Brigadas Rojas ha asaltado la sede del MSI en Padua (norte de Italia). Los dos fascistas presentes han intentado resistir y han sido ajusticiados”

Con este frío comunicado los miembros de la organización terrorista italiana Brigadas Rojas (Brigate Rosse) reivindicaron sus primeros asesinatos, el 17 de junio de 1974. Sus víctimas fueron 2 militantes del partido Movimiento Social Italiano, considerado de extrema derecha. Nadie sospechaba aún que había empezado lo que se conoce en perspectiva como “los años del plomo” en la historia contemporánea italiana.

Entre 1974 y 1982 alrededor de 400 personas morirían en Italia en atentados terroristas, la mayor parte de ellos obra de la organización terrorista de ultraizquierda Brigadas Rojas. A este terror marxista respondieron igualmente con sangrientos atentados organizaciones de extrema derecha como “Ordine Nuovo”, más o menos apoyadas por los servicios secretos del Estado. Murieron asesinados muchos agentes del orden italianos, así como militantes de derecha y de izquierda y muchos civiles sin vinculación política.

Pero la víctima más famosa de “los años del plomo” fue uno de los políticos italianos más importantes de la época: Aldo Moro, Primer Ministro italiano entre 1963 y 1968 y posteriormente, entre 1974 y 1976, asesinato ocurrido en mayo de 1978. Se han cumplido 40 años. En el momento de ser asesinado era el presidente de la Democracia Cristiana, el partido centrista, hegemónico en la política italiana entre 1945 y principios de los 90.

Sobre su muerte aún pesan importantes interrogantes que mantienen ocultos enigmas de una década, los 70, terriblemente trágica no solo en Italia sino en Europa e Hispanoamérica. Una década, iniciada justo después del icónico 1968, donde toda demagogia izquierdista por radical o demencial que fuese estaba de moda y los grupos terroristas ensangrentaron el mundo. En España en esa misma década de los 70 la organización terrorista ETA asesinó a centenares de personas, estableciendo su reinado de terror en la región vascongada y tiñendo de sangre y pólvora todo el país.

Aldo Moro, nacido en 1916 en Lecce en el sur de Italia, inició su carrera política en los últimos años del régimen de Benito Mussolini convirtiéndose en dirigente de los grupos juveniles GUF y FUCI, vinculados a la Iglesia y semitolerados por el régimen fascista. Ya tras la guerra fue elegido diputado y fue uno de los corredactores de la Constitución italiana.

El político italiano más importante de los años de postguerra y en realidad, el constructor del nuevo estado fue Alcide de Gasperi, el líder de la recién fundada Democracia Cristiana que se consideraba heredera del antiguo “Partido Popolare Italiano” fundado a principios de siglo por el sacerdote Dom Sturzo, cuyo partido había sido condenado por el Papa Pío XI que se mantenía muy firme en las condenas al liberalismo y a la “democracia cristiana” que había formulado su antecesor Pío X. Pero después de la II Guerra Mundial las ideas de Sturzo volvieron a la palestra con la nueva Democracia Cristiana.

Alcide de Gasperi fue primer ministro de Italia en varias ocasiones en los años 40 y 50 y recibió el apoyo de la mayoría de los italianos, de la Iglesia y también de los Estados Unidos, ya que era el principal freno contra el potente Partido Comunista Italiano que en 1948 estuvo a punto de ganar las elecciones. No obstante, había una importante diferencia de criterio entre el Papa Pío XII y De Gasperi. Como explica el experto historiador italiano Roberto de Mattei, De Gasperi era partidario de una línea de centro izquierda, por eso definió a la Democracia Cristiana como partido “aconfesional” y buscó el apoyo parlamentario de los socialistas mientras que el Papa buscaba una política más claramente católica y hubiera preferido una orientación más conservadora.

De hecho, De Gasperi incluso estableció en el Congreso de Florencia de 1959 que la Democracia Cristiana nunca pactaría con la derecha (o sea con los neofascistas del MSI) y prefería el apoyo de los socialistas italianos. Todo esto explica que, aunque fuera de Italia se solía considerar a la DC como un partido de derechas en realidad en Italia se la consideraba de centro y casi de centro izquierda. Salvando las distancias era un poco como lo que luego en España fue la UCD de Adolfo Suárez.

Aldo Moro, católico practicante, fue el sucesor natural de Alcide de Gasperi y también compartía su línea y su política recibió el apoyo de los Papas Juan XIII y Pablo VI al calor de las corrientes aperturistas del Concilio Vaticano II a principios de los 60. De hecho Pablo VI era un gran amigo personal de Aldo Moro. En 1963 Moro formó su primer gobierno de coalición con los socialistas y empezó a dibujarse el horizonte de una política más ambiciosa todavía de apertura del gobierno incluso a los comunistas. Fue lo que en Italia se conoció como “el compromiso histórico”.

A finales de los 60 y en los 70 todo ello confluyó con la explosión de los años del plomo y con la extensión del clima de confusión moral que hizo que en todo el mundo en esa época muchos católicos se vieran atraídos por el marxismo. Paralelamente, influenciados por el mito de mayo de 1968 una serie de grupos de extrema izquierda radicalizados abandonaron la órbita del partido Comunista por considerarlo demasiado moderado y formaron grupos orientados a la acción violenta y el terrorismo. Habían nacido las Brigadas Rojas.

Moro era amigo de Enrico Berlinguer el líder comunista italiano y entre los dos pactaron primero la formación de un gobierno de la DC apoyado por los comunistas en el Parlamento y después la entrada de ministros comunistas en el Gobierno. Pero no habían contado con los terroristas de las Brigadas Rojas, que eran totalmente contrarios a la entrada del Partido Comunista en el Gobierno por considerar al PCI un partido vendido al sistema.

El 16 de marzo de 1978 se iba a votar la formación de un gobierno democristiano con apoyo parlamentario de los comunistas presidido por Giulio Andreotti. Esa mañana una noticia conmocionó a Italia y al mundo. El líder democristiano Aldo Moro había sido secuestrado por las Brigadas Rojas a la salida de su casa a las afueras de Roma. Los terroristas asesinaron a sus 5 escoltas ametrallando sus coches e introdujeron a Moro por la fuerza en otro vehículo con el que se dieron a la fuga.

Durante casi 2 meses en un clima de gran tensión los terroristas exigieron la liberación de sus presos y una negociación política con el Gobierno a cambio de la libertad de Moro. El Papa Pablo VI emitió una commovedora súplica a los terroristas para que liberaran a Moro y dijo que estaba dispuesto a arrodillarse ante ellos para que lo liberaran. De nada sirvió. El 9 de mayo el cadáver de Moro apareció, acribillado a balazos en el maletero de un coche en el centro de Roma a escasos metros tanto de la sede del DC como de la del PCI como un claro desafío a ambos.

En 1983 fueron condenados por la justícia italiana la mayor parte de los brigadistas implicados en el magnicidio. Todo parecía esclarecido pero años más tarde, en los 90 la viuda de Aldo Moro hizo unes declaraciones a la prensa en las que reveló una historia desconocida. Según ella en 1974 el entonces secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger había amenazado a Moro diciéndole literalmente: “Si persiste en querer formar gobierno con los comunistas se enfrentará usted al poder de los Estados Unidos y su final será peor que el de Allende. Nosotros no perdonamos. Está usted avisado”.

Según la viuda de Moro en aquel momento su marido, asustado, estuvo a punto de dejar la política. ¿Verdad? ¿Mentira? No se sabe pero es una versión que recuerda al magnicidio de otro primer ministro también a manos de terroristas: el del Presidente del Gobierno español, Almirante Carrero Blanco en Madrid en 1973, donde se atribuye a Kissinger (que se había entrevistado con Carrero un día antes de su muerte) un papel similar. Otro magnicidio envuelto en el misterio.

Algunas voces sugirieron también que detrás de su asesinato pudieron estar la misteriosa red Gladio, vinculada a la OTAN o la no menos misteriosa logia masónica P2 vinculada a su vez a la mafia. Sea como fuere la muerte de Moro fue uno de los acontecimientos más importantes de la Europa de finales de los 70. En 2017 la Iglesia abrió la Causa para su posible beatificación.

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