La crisis en Ucrania no es sobre Ucrania,
se trata de Alemania y EEUU. Por Mike Whitney
Julio Ariza
22-3-22
Sé que este artículo es largo pero creo sinceramente que debéis leerlo si queréis tener una visión mucho más completa de lo que está pasando en Ucrania. El artículo fue publicado el 11 de febrero cuando todavía no se había producido la invasión y es verdaderamente clarividente al margen de que pueda haber explicaciones complementarias. La crisis en Ucrania no es sobre Ucrania. Se trata de Alemania, por Mike Whitney - The Unz Review "El interés primordial de Estados Unidos, por el que durante siglos hemos librado guerras -la Primera, la Segunda y la Guerra Fría- ha sido la relación entre Alemania y Rusia, porque unidas son la única fuerza que podría amenazarnos.
Y hay que asegurarse de que eso no ocurra". George Friedman, director general de STRATFOR en el Consejo de Asuntos Exteriores de Chicago La crisis ucraniana no tiene nada que ver con Ucrania. Tiene que ver con Alemania y, en particular, con un oleoducto que conecta Alemania con Rusia llamado Nord Stream 2. Washington ve el gasoducto como una amenaza a su primacía en Europa y ha tratado de sabotear el proyecto en todo momento.
Aun así, Nord Stream ha seguido adelante y ya está plenamente operativo y listo para funcionar. Una vez que los reguladores alemanes den la certificación final, comenzarán las entregas de gas. Los propietarios de viviendas y las empresas alemanas dispondrán de una fuente fiable de energía limpia y barata, mientras que Rusia verá incrementados sus ingresos por gas. Es una situación en la que ambas partes salen ganando.
El establishment de la política exterior estadounidense no está contento con estos acontecimientos. No quieren que Alemania se vuelva más dependiente del gas ruso porque el comercio genera confianza y la confianza conduce a la expansión del comercio. A medida que las relaciones se hacen más cálidas, se levantan más barreras comerciales, se suavizan las regulaciones, aumentan los viajes y el turismo, y se desarrolla una nueva arquitectura de seguridad.
En un mundo en el que Alemania y Rusia son amigos y socios comerciales, no hay necesidad de bases militares estadounidenses, ni de costosas armas y sistemas de misiles fabricados en Estados Unidos, ni de la OTAN. Tampoco hay necesidad de realizar transacciones energéticas en dólares estadounidenses ni de acumular títulos del Tesoro de Estados Unidos para equilibrar las cuentas. Las transacciones entre los socios comerciales pueden realizarse en sus propias monedas, lo que sin duda precipitará una fuerte caída del valor del dólar y un cambio dramático en el poder económico.
Por eso la administración Biden se opone al Nord Stream. No es sólo un oleoducto, es una ventana al futuro; un futuro en el que Europa y Asia se acercan en una zona de libre comercio masiva que aumenta su poder y prosperidad mutuos, mientras que deja a los EE.UU. al margen.
Unas relaciones más cálidas entre Alemania y Rusia suponen el fin del orden mundial "unipolar" que Estados Unidos ha supervisado durante los últimos 75 años. Una alianza germano-rusa amenaza con acelerar el declive de la superpotencia que actualmente se acerca al abismo. Por eso Washington está decidido a hacer todo lo posible para sabotear el Nord Stream y mantener a Alemania dentro de su órbita. Es una cuestión de supervivencia.
Ahí es donde entra en escena Ucrania. Ucrania es el "arma de elección" de Washington para torpedear Nord Stream y poner una cuña entre Alemania y Rusia. La estrategia está tomada de la página uno del Manual de Política Exterior de Estados Unidos bajo la rúbrica: Divide y vencerás. Washington necesita crear la percepción de que Rusia representa una amenaza para la seguridad de Europa. Ese es el objetivo. Necesitan mostrar que Putin es un agresor sanguinario con un temperamento de pelos de punta en el que no se puede confiar. Para ello, los medios de comunicación se han encargado de repetir una y otra vez: "Rusia está planeando invadir Ucrania".