El 11 de Septiembre de 2001, dio la oportunidad a Bush de llevar a cabo los planes de sus asesores. Se instaló la paranoia tanto en el exterior como en el interior con medidas que desafiaban al Estado de Derecho. Con Obama hubo esperanzas de cambio pero pronto se desvanecieron.
A finales de los años ochenta fueron cayendo todos los gobiernos comunistas de Europa Oriental. El orden establecido en Yalta después de la Segunda Guerra Mundial estaba cambiando muy deprisa. Mientras, los fundamentalistas talibán toman el poder en Afganistán y Al Qaeda establece allí su base.
Contar las bases de la ideología que ha convertido a Estados Unidos en un imperio a lo largo de 130 años. ¿Suena ambicioso? No, si eres Oliver Stone y tienes 10 capítulos documentales para hacerlo. El cineasta continúa la línea de “conciencia de América” que recorre su obra: Platoon, Nacido el 4 de julio, JFK o Nixon, en una serie que será emitida por La 2 próximamente.
Su apego a San Sebastián, que el año pasado le honró con el Premio Donostia, se alarga a esta edición en la que hace doblete en la sección Zabaltegi: además de la citada serie televisiva televisión The Untold Story of the United States (La historia no contada de Estados Unidos), presenta el montaje definitivo de su filme de 2004 Alejandro Magno.
PREGUNTA.: En la serie hablas de la tiranía del ahora, es decir, la información constante de actualidad no es sino una forma de desinformación. ¿Elegiste el medio televisivo porque llega a un público más amplio?
RESPUESTA.: Yo quería hacer una película pero no cogen películas de 12 horas en las salas. Es una pena porque yo creo en eso: me encantaría ver películas de tres horas. Soy un cineasta, he usado mis técnicas documentales de JFK, he usado el lenguaje de las películas, el montaje, las asociaciones, la música. Los comentarios históricos están basados en hechos. Esa fue la parte más dura de hacer. Tomar los datos correctamente y comprobarlos dos veces. Sin embargo, teníamos que encajarlos en la sensación típica de una película. También hicimos un libro pero es muy académico. La película tenía que alcanzar la poesía, tenía que ser visible; quería que los jóvenes de 17 años pudieran ver esto y que dijeran:" guau, es una buena película, es emocionante, no sé si le he entendido todo pero, al menos, ya sé algo y volveré algún día". Eso pasa a veces, no enseñas todo a la primera. Verás que este es un proyecto muy ambicioso. No solo en condensar ciento treinta años en 12 horas, también en mostrar la mitología que escuchamos en las escuelas americanas: que América es benevolente, que generalmente es buena, que trata de hacer el bien en el mundo, etc. Cuestionamos eso.
P.: ¿Llegará el momento en el que la sociedad estadounidense cuestione el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Japón?
R.: Dios mío, esa es una pregunta tan fundamental, porque el uso de la bomba con impunidad nos dio el derecho de dictar los términos del mundo. Esencialmente, somos abusones porque tenemos la mayor bomba en la espalda. Si no cuestiones eso, si no dudas, permites a toda la gente que tiene control, poder, dinero y el deseo de permanecer dominante. Ellos no van a dañar al poder. No está en la naturaleza del hombre hacerlo. Es una lucha primordial. Y siempre son los guardianes de la paz los que lo intentan, pero siempre pagan un precio como vemos en Henry A. Wallace, Kennedy o Martin Luther King. La gente que trata de hacer las cosas mejor, que trata de traer paz, a menudo son sacrificadas. Es más fácil ser miembro del establishment en Washington, es más fácil ser un traficante de poder. Ahora ocurre en Siria. En el fondo de su corazón a Obama no le importa si el mundo está de acuerdo con él. Va a golpear Siria porque tenemos el derecho a causa de la bomba atómica. George Bush lo hizo. Nunca hemos pedido perdón por Vietman, o Chile o las intervenciones de la CIA en casi todos los países del mundo.
P.: En España el antiamericanismo es una especie de xenofobia permitida. ¿Lo percibe así?
R.: En política no: recuerdo a Aznar limpiando las botas de Bush. Parece que están más en lado conservador. En la sociedad, no lo sé bien. Siento que España es un poco libre dentro de la Unión Europea. Pero no creo que debiera estar dentro de la Unión Europea, creo que debería permanecer como España. Es una creación americana: la concentración de poder. De Gaulle estaba en lo cierto: tienes que mantener tu soberanía, tu independencia. Espero que España lo haga en su industria cinematográfica, en su cultura. La gente que viene a España, le gusta. Es un país precioso, pero económicamente estáis atados a Europa. Eso es lo que pasa.
P.: Estados Unidos tiene una historia aislacionista y, al mismo tiempo, cierta conciencia de ser líder del mundo. ¿Cómo se conjuga?
R.: Pienso que es perfectamente contradictoria y perfectamente lo que es. Porque, verdaderamente, somos ignorantes acerca de la manera de pensar del país y del modo del que el otro piensa. No empatizamos. No entendimos, después de la segunda guerra mundial, la devastación que había sufrido Rusia. Fuimos incapaces de entender el sufrimiento de los rusos y nos convertimos en su enemigo muy rápido. Necesitaban dinero, teníamos dinero, pero no se lo dimos. Si no hubiera sido por Rusia, Inglaterra sería parte de Alemania ahora. Y probablemente con los Estados Unidos hubiera sido una lucha interesante. Debemos mucho a los rusos y no hay conocimiento de eso. Y luego tenemos ese desconocimiento geográfico porque estamos asilados entre dos océanos. Es una situación desesperanzadora. A menos que permitas progresar a la educación, al pensamiento y a la paz.
Cuando el secretario de defensa Rumsfeld hablaba de la vieja Europa, hablaba de todo de lo que hacían los chicos malos: las guerras religiosas, la opresión. Y, en oposición, el mito de que América ha amanecido como una nueva tierra, en la que puedes ser puro, encontrarte a ti mismo. Fuera de la historia. Bajo dios. Eso es el mito.
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Wikipedia
William Oliver Stone nació en Nueva York (1946). Su padre era un agente de bolsa judío y su madre, francesa y católica; él más adelante se convertiría al budismo. Estudió en las universidades de Yale y de Nueva York. Cónyuges: Sun-jung Jung (1996), Elizabeth Stone (1981–1993), Najwa Sarkis (1971–1977). Hijos: Sean Ali Stone, Tara Chong Stone, Michael Jack Stone.
Participó como soldado en la guerra de Vietnam, en la que fue herido dos veces, obteniendo la condecoración del Corazón Púrpura. Este hecho marcó su vida y es protagonista de algunos de sus mejores trabajos. Su producción cinematográfica se inspira en hechos reales. Sus primeros contactos con la industria del cine (sin contar los trabajos de guion y/o dirección en películas menos conocidas) fueron como guionista de gran éxito. Suyos son los guiones de El expreso de medianoche, de Alan Parker (1978), de Conan el Bárbaro, de John Milius(1982), y de Scarface, el precio del poder, de Brian De Palma (1983).
Finales años 1980, consagración
El paso al primer plano de la actualidad cinematográfica se produce con la dirección de Platoon en 1986, con la que obtendrá el Óscar a la mejor dirección. En 1987 realizó Wall Street, una de sus mejores películas, y en la que narraba las peripecias de un tiburón de las finanzas, bien interpretado por Michael Douglas, que ganó un Óscar por este papel.
Tras una breve pausa con la menos ambiciosa Talk Radio, Stone regresó con su segunda película sobre Vietnam, que sería muy diferente en enfoque y objetivos respecto a Platoon. Born in the fourth of July (Nacido el 4 de julio), protagonizada por el ascendente Tom Cruise, quien sería nominado al Óscar, es el relato de un veterano del conflicto, discapacitado por sus heridas de guerra, quien pasará de ser un fervoroso soldado a un activista en contra de la guerra. Sería el segundo y hasta ahora último Óscar como director para Oliver Stone.
Años 1990, polémica
Imparable, y muy trabajador, al año siguiente (1990) realizaría The Doors, una poco valorada recreación de la vida del famoso grupo, y fundamentalmente de su líder, Jim Morrison, encarnado por Val Kilmer, y un año después realizaría la que para muchos es su película más importante como cineasta: JFK: caso abierto.
Su relato sobre la investigación que el fiscal Jim Garrison desarrolló en los años 60 sobre el asesinato de John F. Kennedy causó un enorme revuelo debido al planteamiento de una conspiración y contribuyó a hacer crecer su imagen (muy autofomentada) de provocador.
Dos años después estrenó su tercera película sobre Vietnam, Heaven & Earth, protagonizada por Tommy Lee Jones que, pese a no tener el impacto de las dos anteriores, certificó su versatilidad y las pocas facilidades que se dio narrando una historia de amor entre un veterano y una vietnamita, y siendo capaz al mismo tiempo de regresar al conflicto con una tercera óptica.
Al año siguiente, 1994, adapta y cambia libremente un libreto de Quentin Tarantino, para afrontar una de sus películas más provocadoras y atacadas por la crítica, Natural Born Killers (Asesinos natos o Asesinos por naturaleza), que narra las peripecias de dos asesinossociópatas que dejan un inefable rastro de sangre a su paso. Combinando todo tipo de objetivos de cámara, negativos en color y en blanco y negro, incluso animación, con un montaje alocado y demencial, Stone intentó llamar la atención por todos los medios posibles, logrando un notable éxito de taquilla.
En 1995 regresaría al melodrama con el retrato de uno de los líderes más controvertidos de la historia de los Estados Unidos, Richard Nixon, con su biopic Nixon. Interpretado con gran solidez por Anthony Hopkins, la película obtuvo una respuesta fría de público y crítica negativa.
Sin película en 1996, el año 1997 verá su regreso con el thriller U-Turn, que incluyó a Sean Penn, a Jennifer Lopez, a Nick Nolte y a Billy Bob Thornton. Hermana de Natural Born Killers, aquí el director relajó un poco el ritmo del montaje para ofrecer un relato de turbia atmósfera de un tono casi humorístico.
En 1999 daría una sorpresa a sus seguidores con Any Given Sunday (Un domingo cualquiera), sobre el mundo del fútbol americano.
Años 2000
En 2003 estrenó Comandante, en torno a la figura del presidente cubano Fidel Castro, en la que se asiste a una extensa entrevista-río. El documento tuvo detractores, que le reprocharon ser aquiescente con las respuestas del entrevistado.[cita requerida] El mismo año estrenó el documental sobre el conflicto palestino-israelí, Persona non grata. En 2004 regresaría a Cuba, para montar una segunda parte de Comandante, titulada Looking for Fidel, con motivo de la ejecución, por parte del gobierno cubano, de tres supuestos disidentes o terroristas.
En 2004 dirigió Alexander, sobre la vida de Alejandro Magno, protagonizada por Colin Farrell, que relata en clave historicista, épica y lírica el viaje emocional de Alejandro a lo largo de sus años de conquista, abordando de forma explícita la bisexualidad del conquistador y de su relación con Hefestión.
En 2006 abordó la destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York en World Trade Center, que narra la historia verídica de dos agentes de la policía portuaria, uno de ellos interpretado por Nicolas Cage, que sobrevivieron milagrosamente al derrumbe de la estructura que mató a centenares de bomberos y policías. Este año hizo un pequeño cameo en la película de Santiago Segura Torrente -3, El protector.
En 2008 dirigió un biopic sobre George W. Bush, llamada W, en la que narra la controvertida infancia del presidente, su relación con su padre, su lucha contra elalcoholismo, el redescubrimiento de su fe cristiana, su carrera política y su mandato presidencial durante la invasión de Irak de 2003. La película se basa en un guion del propio Stone y de Stanley Weiser, con quien también había escrito Wall Street.
Prepara una nueva incursión en el viejo tema de Vietnam con Pinkville, protagonizada por Bruce Willis, y que se acerca a la masacre de My Lai, donde cientos de vietnamitas fueron asesinados por los soldados norteamericanos. A la vez realizó el documental llamado Al sur de la frontera, ésta vez sobre el resurgir de la izquierda en América Latina, en especial en Venezuela con su presidente Hugo Chávez.
Polémicas
En diciembre de 2007 Stone viajó a Colombia para participar, como observador y como documentalista, en la liberación de tres rehenes del grupo guerrillero de las FARC, en una operación humanitaria nombrada Operación Emmanuel. El grupo de las FARC ha sido incluido en la lista de grupos terroristas por parte del gobierno estadounidense y la Unión Europea, después del fallido proceso de entrega de los rehenes, debido a la imposibilidad de entrega de un menor de edad, hijo de Clara Rojas (una de las rehenes) y al hecho de que fue concebido en cautiverio, y a que ya se encontraba en una institución de protección del Estado colombiano. Stone hace referencias frente a la posibilidad de que el gobierno colombiano es el responsable del fracaso de la misión, lo cual generó la inconformidad de éste, así como la de amplios sectores de la sociedad colombiana.
Las declaraciones de Stone se dieron antes de que el grupo guerrillero reconociera que no tenía al niño en su poder, o de que confirmaran su identidad las autoridades colombianas. El texto de la entrevista completa se encuentra en Internet.
En junio de 2010 Stone declaró que consideraba que la guerrilla colombiana las FARC eran heroicas. Ese mismo mes, también declaró que "El golpe de estado en Honduras fue una vergüenza para los Estados Unidos" y criticó que el presidente norteamericano Barack Obama "no movió un dedo" durante los acontecimientos.
En 2010 declaró, en una entrevista con el diario Sunday Times, que su serie documental Oliver Stone's Secret History of America era una reacción ante la "dominación judía de los medios". Estas palabras fueron denunciadas como antisemitas por la Liga Antidifamación. Posteriormente Stone, quien a comienzos de ese año había declarado que "Hitler es el chivo expiatorio de la historia", se disculpó por estas declaraciones.
Filmografía
1971 : Último año en Vietnam (Last Year in Vietnam, corto)
1974 : Reina del Mal (Seizure)
1979 : Loco de Martinique (Madman of Martinique, corto)
1981 : La mano (The Hand)
1986 : Salvador y Platoon
1987 : Wall Street
1988 : Hablando con la muerte (Talk Radio) y Nacido el 4 de julio (Born on the Fourth of July)
1991 : The Doors y JFK: caso abierto (JFK)
1993 : El cielo y la tierra (Heaven & Earth)
1994 : Natural Born Killers
1995 : Nixon
1997 : U-Turn, giro al infierno (U Turn)
1999 : Un domingo cualquiera (Any Given Sunday)
2003 : Comandante y Persona non grata
2004 : Alejandro Magno (Alexander) y Looking for Fidel
2006 : World Trade Center
2008: W. (Bush)
2009: Al sur de la frontera (South of the Border)
2010: Wall Street 2: El dinero nunca duerme (protagonizada por Michael Douglas, Shia LaBeouf, Charlie Sheen y otros), la secuela de Wall Street.
2012: Savages (protagonizada por Aaron Johnson, Taylor Kitsch, Blake Lively, John Travolta, Benicio del Toro, Salma Hayek, Emile Hirsch, Demian Bichir ).
2014: Mi Amigo Hugo (Protagonizada por Hugo Chávez) En homenaje por su primer aniversario de muerte.
Premios Óscar:
1978 Mejor guion adaptado El expreso de medianoche Ganador
1986 Mejor guion original Salvador Candidato
1986 Mejor guion original Platoon Candidato
1986 Mejor director Platoon Ganador
1989 Mejor guion adaptado Nacido el 4 de julio Candidato
1989 Mejor director Nacido el 4 de julio Ganador
1989 Mejor película Nacido el 4 de julio Candidato
1991 Mejor guion adaptado JFK: Caso abierto Candidato
1991 Mejor director JFK: Caso abierto Candidato
1991 Mejor película JFK: Caso abierto Candidato
1995 Mejor guion original Nixon Candidato
Premios Globo de Oro:
1978 Mejor guion El expreso de medianoche Ganador
1986 Mejor guion Platoon Candidato
1987 Mejor director Platoon Ganador
1990 Mejor guion Nacido el 4 de julio Ganador
1990 Mejor director Nacido el 4 de julio Ganador
1992 Mejor guion JFK: caso abierto Candidato
1992 Mejor director JFK: caso abierto Ganador
1995 Mejor director Natural Born Killers Candidato
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José Arce (25.09.12): Dentro del panorama de cineastas norteamericanos, Oliver Stone (Nueva York, 1946) ha conseguido a lo largo de las últimas décadas mantener un aura personal en su obra a base de no ceder demasiado ─últimamente más─ en sus parámetros creativos, en muchas ocasiones críticos para con el esquema social, económico e industrial en el más amplio sentido de la palabra del país de las barras y las estrellas.
Polémico, excesivo y amigo de los desbarres técnicos ─al tiempo que gran maestro a la hora de elegir a sus colaboradores a ambos lados de la cámara─, como director, guionista y productor siempre ha buscado ir un poco ─o un mucho─ más allá de las barreras de comercialismos y convencionalismos. Lo ha conseguido en no pocas ocasiones, y acumula en sus vitrinas numerosos galardones ─entre ellos, tres Oscar®─ y tantas loas como repudias. Oliver Stone no deja indiferente, y tiene cuerda para rato. Afortunadamente. Aquí va un somero repaso de lo mejor de una filmografía permanentemente en guerra, como siempre susceptible de cambios, opiniones y comentarios diversos por vuestra parte.
“Platoon” (1986): La primera entrega del tríptico dedicado por Stone a la guerra de Vietnam se basó en parte en sus propias experiencias en el conflicto bélico. Como no podía ser de otra forma, el director metía el dedo en la llaga ajeno a escozores provocados a terceros ─estamentos oficiales, en este caso; bien hecho─, y centraba su mirada en las desavenencias internas y las animaladas perpetradas por el ejército americano. Triste ─esa cita del Eclesiastés que abre la narración…─, dura, oscura, potenciada por los acordes del inolvidable adagio para cuerdas de Samuel Barber, la película se convirtió rápidamente en un éxito comercial y de crítica recogiendo un aluvión de reconocimientos, entre ellos cuatro Oscar® ─Mejor Película, Director, Edición y Sonido─ de los ocho a los que optó en su año. Un tremendo Willem Dafoe, un por aquel entonces imparable Charlie Sheeny un estremecedor Tom Berenger ─la cicatriz que luce sigue siendo una de las más icónicas de la historia del cine moderno─ encabezaban un reparto joven y lleno de futuro, un futuro perdido para la generación que tuvo que presenciar de primera mano los horrores del hombre contra el hombre en el campo de batalla.
“J.F.K. Caso abierto” (1991): El 22 de noviembre de 1963 el presidente John Fitzgerald Kennedy fue asesinado en Dallas. Tras la muerte del principal acusado, Lee Harvey Oswald, a manos de Jack Ruby, el caso se dio por cerrado casi antes de abrirlo. Pero Jim Garrison (fantástico Kevin Costner en la pantalla), fiscal de distrito de Nueva Orleans, rebatió la versión oficial tres años después con un proceso cuya conclusión es, sencillamente, que no hay conclusiones. Su encono sirvió de base para una tremenda película, un emocionante y complejísimo monumento técnico ─evidente, merecidísimo Oscar® al Mejor Montaje─ que a lo largo de algo más de tres horas engancha por una narrativa vibrante y una puesta en escena tan meticulosa que coquetea incluso con el documental puro y duro. Una propuesta tan innovadora como aguerrida e implacable, que demostró que el cineasta era capaz de poner toda la carne en el asador independientemente del tema a tratar. Obligada.
“Salvador” (1986): Oliver Stone hurgó en la herida del intervencionismo yanqui a partir del libro de vivencias de Richard Boyle ─interpretado por el gran James Woods, que fue nominado al Oscar® por este papel─, carismático periodista veleta progresivamente implicado en la sangrante guerra civil del país del título. Una propuesta valiente y arriesgada, con un director volcado y empecinado en mostrar a sus conciudadanos los horrores que su Administración no quería que conociesen. Precisamente ese es el objetivo de la película, enfocada al igual que muchos de sus documentales con una sencillez de desarrollo tachada de simplista pero decididamente efectiva a la hora de mostrar los laberintos de intereses del país más poderoso del mundo.
“Wall Street” (1987): Un año después de llevárselo a revivir el infierno Nam, Oliver Stone regaló a Charlie Sheen otra perlita interpretativa, ese apasionado Bud Fox que llegaba a la Bolsa americana para triunfar dejándose encandilar por el mejor Michael Douglas de su carrera, que gracias a su Gordon Gekko ─símbolo no ya de los males del capitalismo, sino de la capacidad del ser humano para autoexcusarse en cualquier circunstancia─ se hizo con el Oscar® y el Globo de Oro como Mejor Actor. Elegancia, gomina, trajes caros, chicas guapas ─Daryl Hannah, la gran traba de la película en un papel verdaderamente horroroso─ y mucho conflicto moral ─enorme Martin Sheen, orgullo working class─ para un drama intenso con la codicia como escenario principal. Curiosamente, se trata del único título de Stone que dispone de secuela, “Wall Street: El dinero nunca duerme” (2010), flojita continuación con Gekko tratando de satanizar a Shia LaBeouf en una propuesta que más bien parece responder a necesidades financieras del director que a motivos meramente artísticos. Las delicias del sistema económico.
“Asesinos natos” (1994): Basada vagamente en las andanzas de la parejakiller formada por Charles Starkweather y Caril Fugate ─inspiradora también de la fabulosa “Malas tierras” (Terrence Malick, 1973)─, Oliver Stone orquestó un espectáculo malsano a partir de un guion de Quentin Tarantino, que por entonces ya se había dado a conocer gracias a “Amor a quemarropa” (Tony Scott, 1993) y “Reservoir dogs” (1992). Sucia a nivel argumental pero aún más dura a nivel técnico ─Brian Berdan y Hank Corwin tardaron casi un año en montarla, cuando rodarla ocupó prácticamente dos meses─, queda como una de las más polémicas cintas del realizador ─si no la que más─; en una visión global, es una pieza de orfebrería cinematográfica no del gusto de todos ni en fondo ni en forma que despertó las iras de no pocos estamentos políticos, sociales e incluso comerciales ─el berrinche de los dueños de Coca-Cola, que permitieron que se usara la imagen de su oso polar sin saber de qué iba la vaina, todavía resuena en los despachos de la compañía─, y que sigue y seguirá despertando reacciones encontradas entre los espectadores. Más allá de la entrega de su reparto principal, destacar la participación del mítico Rodney Dangerfield, en el papel más cochino de su carrera.
“Un domingo cualquiera” (1999): Stone estuvo décadas dando vueltas con el guion de esta película ambientada en el mundo del fútbol americano profesional, una divertidísima megaproducción de metraje descomunal ─sobre las dos horas y media, en función de la copia─, que luce un montaje volátil hasta lo enfermizo y que ofrece una visión tan desoladora de uno de los deportes nacionales yanquis ─del que Stone es gran aficionado, con todo─ que recibió un rechazo frontal por parte de la NFL, que no quiso saber nada del proyecto ni antes ni después de filmarse. Como no podía ser de otra manera, el titánico reparto es acorde con tan mastodóntico proyecto, un desparramo actoral en el que conviven Al Pacino, siempre amigo de los excesos interpretativos ─para la historia queda su rugido a cámara lenta─,Jamie Foxx, Dennis Quaid, Cameron Diaz, Ann-Margret, LL Cool J, James Woods, Jim Brown, Matthew Modine, John C. McGinley, Lauren Holly, Elizabeth Berkley y hasta Charlton Heston. Y eso que cortaron las escenas de Jim Caviezel y Tom Sizemore…
“Giro al infierno” (1997): Adaptación de la novela de John Ridley que marca un díptico visual epiléptico con “Asesinos natos”, rodada tres años antes. Bobby Cooper (Sean Penn) pasa las de Caín en un pequeño pueblo al que llega cuando su coche le deja tirado, en parte porque allí vive gente rarísima, en parte porque Stone se pone juguetón en el plano técnico para convertir la película en un fascinante, raruno, hiperbólico y excesivo torrente alucinógeno que o atrapa o expulsa al espectador ya desde sus primeros compases. A quien esto firma le gusta, la verdad. Y hay que tener en cuenta que este thriller de colores requemados demostró la capacidad del director para empastar su cine con un humor pútrido carente de esperanza alguna, algo no tan fácil de conseguir. Lo que no podía faltar era el reparto mayúsculo, en el que Penn se acompañaba de Jennifer Lopez, Nick Nolte,Powers Boothe, Jon Voight, Joaquin Phoenix ─Liv Tyler, su pareja en ese momento, tiene un pequeño cameo─, Billy Bob Thornton, Claire Danes y Laurie Metcalf. Poder de convocatoria nunca le ha faltado a nuestro hombre. Parecía que “Salvajes” (2012) se convertiría también en prima hermana de ésta… pero no. Una pena.
“The Doors” (1991): El biopic de ese icono inmortal que es Jim Morrison entronca perfectamente con las obsesiones creativas de Stone, y es tan rocambolesco y lisérgico como tantos otros de sus trabajos; de hecho, la película es tan excéntrica, extravagante y excesiva como su propio protagonista, interpretado por un camaleónico Val Kilmer que tiene aquí una de sus mejores recreaciones. El repaso por la fugaz vida y milagros del rey lagarto fascina a ratos, hipnotiza por momentos, y prácticamente pasa del espectador durante buena parte de su recorrido. El conjunto, totémico para algunos e insoportable para otros, queda como un ejercicio de gallardía artística por su inhóspita capacidad, en absoluto conformista, para sumergirse en los delirios mesiánicos de quien, en su aparente búsqueda del abrazo de la oscuridad definitiva, se creía capaz de todo. Ojo a Crispin Glover como Andy Warhol, fantástico.
Más Vietnam: “Nacido el cuatro de julio” (1990). Oliver Stone lanzó un puñetazo cinematográfico estremecedor con la historia real de Ron Kovic, que abandonó la localidad de Massapequa para alistarse y regresar años después atado a una silla de ruedas, encontrándose un país sumido en luchas raciales y divisiones sociales entre pacifistas y defensores del conflicto. La película, desgarrador testimonio del abandono al que fueron sometidos los sufridos veteranos, supuso su segundo Oscar® como Director, además de elevar el listón interpretativo de un Tom Cruise por aquel entonces ya convertido en ídolo de quinceañeras de todo el mundo.“El cielo y la tierra” (1993).
El cierre de la trilogía Nam ofrece el punto de vista del lado vietnamita a partir de los libros autobiográficos de Le Ly ─que tiene un pequeño cameo─, brillantemente interpretada por Hiep Thi Le. Con un tono más calmado y reflexivo, Stone plasmó la durísima vida de la figura central, expulsada de su país por el trato vejatorio de su propia gente para acabar en brazos de Steve Butler (Tommy Lee Jones), otro marine veterano mentalmente hecho polvo. Fue un considerable fracaso comercial.
Más presidentes: “Nixon” (1995). Oliver Stone supo ─dentro de lo posible─ salvar el océano ideológico que le separaba del predecesor de JFK presentando al polémico presidente norteamericano como un ser humano sumido en la desdicha de no ser aceptado por el prójimo, al contrario que su bestia negra, ese joven Kennedy que le arrebató el despacho oval con su carisma y, las cosas como son, su incuestionable atractivo. Un drama emocionante y minuciosamente facturado, con un notable Anthony Hopkins encabezando una propuesta nominada a cuatro Oscar®, de los que no se llevó ninguno.
“W.” (2008). Una película pensada directamente para que el ciudadano americano no votase a George W. Bush en su enfrentamiento en las urnas con Barack Obama. El principal enemigo de esta sátira es el propio Stone, de quien siempre se espera causticidad combativa pero que en esta ocasión mostró un retrato del líder (Josh Brolin en la ficción) un tanto endeble en sus lecturas generales. Entretenida, sin más. Aquí, y en otros muchos países, la vimos en la tele cuando Obama ya ocupaba el Despacho Oval.
Oliver Stone, documentalista. Respondiendo en buen modo a afinidades políticas y personales el cineasta ha cultivado los últimos años el campo del documental, poniendo la mirada en la situación de países, personas y zonas en conflicto con los Estados Unidos. Especial es su relación de amistad con Fidel Castro, en quien ha centrado “Comandante” (2003), retrato humano montado a partir de treinta horas de conversaciones con el líder cubano; “Looking for Fidel” (2004), trabajo un tanto más incisivo y nacido a partir de la ejecución de disidentes del régimen; y “Castro in winter” (2012), articulado desde la salida del poder de Castro en 2008 tras medio siglo al frente de la isla.
Sin abandonar América del Sur, en 2009 presentó “Al sur de la frontera”, periplo por Venezuela ─especialmente─, Cuba, Bolivia y Ecuador concebido para dar a conocer al yanqui de a pie los aspectos más democráticos de las respectivas revoluciones de izquierdas, evidentemente demonizadas desde América del Norte. Por último, “Persona non grata” (2002), fallida aproximación al conflicto entre palestinos e israelíes sin aportaciones de profundo calado a ningún nivel.
Oliver Stone, guionista (para otros). La firma de Stone se deja ver en un puñado de títulos comandados por terceros, principalmente entre los 70 y 80, pero destacaremos cuatro por su relevancia en la filmografía de unos tipos a tener en cuenta: “El expreso de medianoche”, dirigida por Alan Parker en 1978 como testimonio del infierno real que atravesó Billy Hayes (Brad Davis en la pantalla) tras ser pillado in fraganti en Turquía cargando sustancias de las malas; “Conan, el bárbaro” (1982), con John Milius, aquel que una vez fue grande, tras las cámaras del primer salto a la acción real del brutote guerrero nacido de la imaginación de Robert E. Howard; “El precio del poder” (1983), o Brian De Palma desplegando buena parte de su buen hacer tras las cámaras para convertir a Tony Montana (Al Pacino) en un icono incuestionable del séptimo arte moderno, cincuenta años después de que Howard Hawks convirtiera a Tony (Paul Muni) en un icono incuestionable del séptimo arte eterno; y “Manhattan Sur” (1985), con el enorme y siempre maldito Michael Cimino enfrentando a Mickey Rourke con un Chinatown sucio, violento y explosivo. Toma póker de ases con el nombre de nuestro protagonista en el libreto.
Mención aparte merece el caso de “Alejandro Magno” (2004), puede que la más íntima, ambiciosa y complicada producción del cineasta, todo a la vez. Stone satisfizo su obsesión con el rey macedonio con una propuesta colosal, que se iba prácticamente a las tres horas de duración y cuyos costes coquetearon con los 200 millones de dólares. Por desgracia, el resultado es un ejercicio cinematográfico que en la extrapolación del ánimo del propio director a través del protagonista acaba resultando un tanto plomizo, agotador incluso. No es mala, ojo, y no mereció la catastrófica respuesta de la taquilla USA ─por no hablar de la ridícula polémica acerca del tratamiento de la sexualidad de Alejandro (esforzado Colin Farrell)─, pero esta oda al exceso supino no se encuentra entre sus mejores trabajos. Por supuesto, no pasa nada, más bien todo lo contrario: demuestra la férrea e inamovible personalidad de un cineasta al margen de críticas y vapuleos. Para demostrarlo, su siguiente película fue “World Trade Center” (2006), homenaje al valor de los bomberos tras los atentados del 11-S. Y luego, “W.”. Vale, no estaba en su mejor momento…
Cerramos el repaso a la inversa, con un título que no se encuentra entre lo más granado de la obra de nuestro protagonista pero que cronológicamente es uno de los cimientos de su trabajo posterior: “La mano” (1981). En los orígenes de su carrera, Oliver Stone coqueteó con el terror de serie B con la pequeña “Seizure” (1974) y con esta variación de Orlac basada en la novela de Marc Brandel, en la que Michael Caine era un ilustrador de cómics ─los dibujos que se ven en pantalla los firma Barry Windsor Smith, ni más ni menos─ que perdía el órgano del título en un desgraciado accidente, tirando su vida profesional y personal al traste. Al tiempo, la extremidad volvía por sí sola para convertirlo todo en una agónica pesadilla interesante al principio, aburrida en su desarrollo y tramposamente efectista en general. Regular, aunque vista la evolución tras las cámaras del cineasta queda como una extraña y oscura manera de arrancar su filmografía.
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