CONSEJO PONTIFICIO DE LA CULTURA 
CONSEJO PONTIFICIO PARA EL DIALOGO INTERRELIGIOSO
CONSEJO PONTIFICIO PARA EL DIALOGO INTERRELIGIOSO
JESUCRISTO  
PORTADOR DEL AGUA DE LA VIDA
PORTADOR DEL AGUA DE LA VIDA
Una reflexión  cristiana 
sobre la “Nueva Era”
sobre la “Nueva Era”
Documento Original: Jesucristo portador del agua de la vida: una reflexión cristiana sobre la nueva era
INDICE 
Prefacio
2.3.1. Una respuesta global en tiempos de crisis
2.3.2. La matriz principal del pensamiento de la Nueva Era
2.3.3. Temas centrales de la Nueva Era
2.3.4. ¿Qué dice la Nueva Era sobre...
PREFACIO 
Este estudio se ocupa del complejo fenómeno de la Nueva Era  (New Age), que influye en numerosos aspectos de la cultura  contemporánea. 
El estudio es un informe provisional. Es el fruto de la  reflexión común del Grupo de Trabajo sobre Nuevos Movimientos Religiosos,  compuesto por miembros de diferentes dicasterios de la Santa Sede: los Consejos  Pontificios de la Cultura y para el Diálogo Interreligioso, que son los  redactores principales de este proyecto; la Congregación para la Evangelización  de los Pueblos y el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los  Cristianos. 
Estas reflexiones van dirigidas principalmente a los encargados de  la labor pastoral a fin de que puedan explicar en qué difiere el movimiento  Nueva Era de la fe cristiana. El estudio invita a los lectores a tener en  cuenta la sed espiritual de muchas personas de nuestro tiempo, que la  espiritualidad de la Nueva Era trata de colmar. Es preciso reconocer que  el atractivo que ejerce la religiosidad de la Nueva Era sobre algunos  cristianos puede deberse en parte a una falta de atención seria por parte de las  propias comunidades cristianas respecto a temas que, en realidad, son elementos  integrantes de la síntesis católica. Tales son, por ejemplo, la importancia de  la dimensión espiritual del hombre, integrada en el conjunto de su existencia,  la búsqueda del sentido de la vida, la vinculación entre los seres humanos y el  resto de la creación, el deseo de una transformación personal y social, y el  rechazo de una visión racionalista y materialista de la humanidad. 
La presente publicación subraya la importancia de comprender la  Nueva Era como corriente cultural, así como la necesidad de que los  católicos comprendan la auténtica doctrina y espiritualidad católicas para  valorar adecuadamente los temas de la Nueva Era. Los dos primeros  capítulos presentan la Nueva Era como una tendencia cultural  multifacética y proponen un análisis de los fundamentos básicos de las ideas  transmitidas en dicho contexto. A partir del tercer capítulo se ofrecen algunas  indicaciones para el estudio de la Nueva Era, comparándola con el mensaje  cristiano. Asimismo, se ofrecen también algunas sugerencias de carácter  pastoral. 
Quienes deseen profundizar en el estudio de la Nueva Era  encontrarán referencias útiles en los apéndices. Es de esperar que esta obra  proporcione un estímulo para ulteriores estudios, adaptados a los diferentes  contextos culturales. Su objetivo consiste en fomentar el discernimiento de  quienes buscan puntos de referencia sólidos para una vida más plena. Estamos  convencidos de que en la búsqueda de muchos de nuestros contemporáneos se puede  descubrir una auténtica sed de Dios. Como dijo el Papa Juan Pablo II a un grupo  de obispos de Estados Unidos: « Los pastores deben preguntarse sinceramente si  han prestado suficiente atención a la sed del corazón humano en busca del “agua  viva” que solo puede dar Cristo nuestro Redentor (cf. Jn 3, 7-13) ». Lo  mismo que él, queremos apoyarnos « en la novedad perenne del mensaje evangélico  y en su capacidad para transformar y renovar a quienes lo aceptan » (AAS 864,  330). 
1 ¿QUÉ TIPO DE REFLEXIÓN?  
Las siguientes reflexiones tienen por objeto orientar a los  encargados de la predicación del Evangelio y de la enseñanza en la Iglesia, en  todos los niveles. Este documento no pretende proporcionar un conjunto  exhaustivo de respuestas a las múltiples cuestiones suscitadas por la Nueva  Era o por otros indicios contemporáneos de la perenne búsqueda humana de  felicidad, sentido y salvación. Es una invitación a comprender la Nueva Era  y a entablar un diálogo con quienes se ven influidos por sus ideas. El  documento ayuda a los agentes de pastoral a comprender la espiritualidad de la  Nueva Era y a responder a la misma, ilustrando los puntos donde dicha  espiritualidad contrasta con la fe católica y refutando las posturas propugnadas  por los pensadores de la Nueva Era en oposición a la fe cristiana. En  realidad, lo que se exige a los cristianos es, ante todo y sobre todo, estar  fundamentados firmemente en su fe. Sobre esta sólida base, pueden construir una  vida que responda positivamente a la invitación de la primera carta de san  Pedro: « Si alguien os pide explicaciones de vuestra esperanza, estad dispuestos  a defenderla, pero con modestia y respeto, con buena conciencia » (1 Pt  3, 15s). 
1.1. ¿Por qué ahora?  
El comienzo del tercer milenio no sólo llega dos mil años después  del nacimiento de Cristo, sino también en una época en que los astrólogos creen  que la Era de Piscis –conocida para ellos como la era cristiana– está tocando a  su fin. Estas reflexiones se refieren a la Nueva Era, que recibe su  nombre de la inminente Era astrológica de Acuario. La Nueva Era es uno de  los muchos intentos de dar sentido a este momento histórico con que la cultura  (especialmente la occidental) se ve bombardeada. Resulta difícil ver con  claridad qué hay de compatible e incompatible respecto al mensaje cristiano. Por  eso parece que es este el momento oportuno para ofrecer una valoración cristiana  del pensamiento de la Nueva Era y del movimiento de la Nueva Era  como conjunto. 
Se ha dicho, y con razón, que en estos días muchas personas  vacilan entre la certeza y la incertidumbre, especialmente en lo que se refiere  a su identidad.1 Algunos dicen que la religión cristiana es  patriarcal y autoritaria, que las instituciones políticas son incapaces de  mejorar el mundo y que la medicina tradicional (alopática) es sencillamente  incapaz de curar eficazmente a las personas. El hecho de que lo que en otros  tiempos eran elementos centrales de la sociedad se perciban actualmente como  indignos de confianza o carentes de verdadera autoridad, ha creado un clima en  el que las personas dirigen su mirada hacia el interior, hacía sí mismas, en  busca de sentido y de fuerza. Hay también una búsqueda de instituciones  alternativas que se espera puedan responder a sus necesidades más profundas. La  vida caótica y desestructurada de las comunidades alternativas de los años  setenta ha ido dando paso a una búsqueda de disciplina y de estructuras, que son  claramente los elementos clave de los movimientos « místicos » inmensamente  populares. La Nueva Era resulta atractiva sobre todo porque mucho de lo  que ofrece sacia el hambre que con frecuencia las instituciones oficiales dejan  insatisfecha. 
Aunque gran parte de la Nueva Era es una reacción frente a  la cultura contemporánea, en muchos aspectos se revela hija de esa misma  cultura. El Renacimiento y la Reforma han configurado el individuo occidental  moderno, que no se siente agobiado por cargas externas, como la autoridad  meramente extrínseca y la tradición. Hay muchos que sienten cada vez menos la  necesidad de « pertenecer » a las instituciones (pese a lo cual, la soledad  sigue siendo en gran medida un azote de la vida moderna), y no se inclinan a dar  a las opiniones « oficiales » mayor valor que a las suyas propias. Con este  culto a la humanidad, la religión se interioriza, de manera que se va preparando  el terreno para una celebración de la sacralidad del yo. Por eso la Nueva Era  comparte muchos de los valores que propugnan la cultura de la empresa y el «  evangelio de la prosperidad » (de los que se hablará más adelante: sección 2.4),  así como la cultura del consumidor, cuyo influjo puede verse claramente en el  número cada vez mayor de personas que afirman que es posible conciliar el  cristianismo y la Nueva Era, aceptando lo que les parece mejor de uno y  otra.2 Merece la pena recordar que las desviaciones en el seno del  cristianismo también han superado el teísmo tradicional, al aceptar una vuelta  unilateral al Yo, lo cual favorecería esta fusión de enfoques diferentes. Lo que  importa señalar es que, en ciertas prácticas de la Nueva Era, Dios queda  reducido a una prolongación del progreso del individuo. 
La Nueva Era atrae a personas imbuidas de los valores de la  cultura moderna. La libertad, la autenticidad, la autosuficiencia y otras cosas  por el estilo se consideran sagradas. Atrae a quienes tienen problemas con  estructuras de tipo patriarcal. « No requiere más fe o más creencia que la  necesaria para ir al cine »,3 y sin embargo pretende saciar el  apetito espiritual del hombre. Pero, y aquí se halla la cuestión central, ¿qué  se entiende exactamente por espiritualidad en el ambiente de la Nueva  Era? La respuesta es clave para desentrañar algunas de las diferencias entre  la tradición cristiana y gran parte de lo que puede llamarse Nueva Era.  Algunas versiones de la Nueva Era dominan las fuerzas de la  naturaleza y buscan comunicarse con otros mundos para descubrir el destino de  los individuos, para ayudarles a sintonizar con la frecuencia adecuada y sacar  el máximo partido de sí mismos y de sus circunstancias. En la mayor parte de los  casos, resulta completamente fatalista. El cristianismo, por su parte, es una  invitación a dirigir la mirada hacia el exterior, más allá, al « nuevo adviento  » del Dios que nos llama a vivir el diálogo del amor.4 
1.2. En la era  de las comunicaciones 
La revolución tecnológica de las comunicaciones en los últimos  años ha provocado una situación completamente nueva. La facilidad y la velocidad  con que hoy podemos comunicarnos es una de las razones por las que la Nueva  Era ha atraído la atención de personas de todas las edades y ambientes.  Muchos cristianos, sin embargo, no están seguros de qué es en realidad.  Internet, en particular, ha adquirido un enorme influjo, especialmente en los  jóvenes, que lo consideran un medio agradable y fascinante para obtener  información. Pero sobre numerosos aspectos de la religión es un vehículo  superficial de desinformación: no todo lo que se presenta con la etiqueta de «  cristiano » o « católico » es de fiar, ni refleja la doctrina de la Iglesia  Católica. Al mismo tiempo, hay una notable expansión de las fuentes de la  Nueva Era que van desde cosas serias a lo ridículo. Las personas  necesitan, más aún, tienen derecho a una información fidedigna sobre las  diferencias entre el cristianismo y la Nueva Era. 
1.3. Contexto cultural  
Cuando se examinan muchas de las tradiciones de la Nueva Era,  en seguida aparece claro que, en realidad, es poco que hay de lo nuevo en la  Nueva Era. El nombre parece haberse difundido a través de los rosacruces  y la francmasonería, en tiempos de las revoluciones francesa y americana. Sin  embargo, la realidad que denota es una variante contemporánea del esoterismo  occidental, que se remonta a los grupos gnósticos surgidos en los primeros  tiempos del cristianismo y que se afianzaron en época de la Reforma en Europa.  Este gnosticismo se fue desarrollando junto con las nuevas visiones científicas  del mundo y adquirió una justificación racional a lo largo de los siglos XVIII y  XIX. Implicaba un progresivo rechazo del Dios personal y se fue centrando en  otras entidades que en el cristianismo tradicional figuraban como intermediarias  entre Dios y la humanidad, con adaptaciones cada vez más originales de las  mismas, e incluso añadiendo otras. Una poderosa corriente de la cultura  occidental moderna que ha contribuido a difundir las ideas de la Nueva Era  es la aceptación general de la teoría evolucionista de Darwin. Esto, junto  con una atención centrada en los poderes o fuerzas espirituales ocultas de la  naturaleza, ha sido la columna vertebral de lo que hoy se conoce como teoría de  la Nueva Era. En realidad, si la Nueva Era ha alcanzado un notable  grado de aceptación ha sido porque la cosmovisión en que se basa ya estaba  ampliamente aceptada. El terreno estaba bien preparado por el crecimiento y la  difusión del relativismo, junto con una antipatía o indiferencia hacia la fe  cristiana. Ha habido, además, un vivo debate acerca de si, y en qué medida, se  puede calificar la Nueva Era como un fenómeno posmoderno. La existencia  misma del pensamiento y la práctica de la Nueva Era, así como su  vitalidad, dan testimonio del insaciable anhelo del espíritu humano en pos de la  trascendencia y del sentido religioso, algo que no es sólo un fenómeno cultural  contemporáneo, sino que ya se manifestaba en el mundo antiguo, tanto cristiano  como pagano. 
1.4. La Nueva  Era y la fe católica 
Aun cuando se pueda admitir que la religiosidad de la Nueva Era  en cierto modo responde al legítimo anhelo espiritual de la naturaleza  humana, es preciso reconocer que tales intentos se oponen a la revelación  cristiana. En la cultura occidental en particular, es muy fuerte el atractivo de  los enfoques « alternativos » a la espiritualidad. Por otra parte, entre los  católicos mismos, incluso en casas de retiro, seminarios y centros de formación  para religiosos, se han popularizado nuevas formas de afirmación psicológica del  individuo. Al mismo tiempo, hay una nostalgia y una curiosidad crecientes por la  sabiduría y los rituales de antaño, lo cual explica en parte el notable aumento  de la popularidad del esoterismo y del gnosticismo. Muchos se sienten  especialmente atraídos por lo que se conoce –correctamente o no– como «  espiritualidad » celta,5 o por las religiones de los pueblos  antiguos. Los libros y cursos sobre espiritualidad o sobre religiones antiguas u  orientales son un negocio floreciente y con frecuencia reciben el apelativo de «  Nueva Era » por razones de carácter comercial. Pero los vínculos con  dichas religiones no siempre están claros. De hecho, con frecuencia se niegan.  
Un discernimiento cristiano adecuado del pensamiento y de la  práctica de la Nueva Era no puede dejar de reconocer que, como el  gnosticismo de los siglos II y III, ésta representa una especie de compendio de  posturas que la Iglesia ha identificado como heterodoxas. Juan Pablo II ha  alertado respecto al « renacimiento de las antiguas ideas gnósticas en la forma  de la llamada New Age. No debemos engañarnos pensando que ese movimiento  pueda llevar a una renovación de la religión. Es solamente un nuevo modo de  practicar la gnosis, es decir, esa postura del espíritu que, en nombre de un  profundo conocimiento de Dios, acaba por tergiversar Su Palabra sustituyéndola  por palabras que son solamente humanas. La gnosis no ha desaparecido nunca del  ámbito del cristianismo, sino que ha convivido siempre con él, a veces bajo la  forma de corrientes filosóficas, más a menudo con modalidades religiosas o  pararreligiosas, con una decidida aunque a veces no declarada divergencia con lo  que es esencialmente cristiano ».6 Un ejemplo de esto puede verse en  el eneagrama, –un instrumento para el análisis caracterial según nueve tipos–  que, cuando se utiliza como medio de desarrollo personal, introduce ambigüedad  en la doctrina y en la vivencia de la fe cristiana. 
1.5. Un desafío  positivo 
No debe subestimarse el atractivo de la religiosidad de la  Nueva Era. Cuando falta un conocimiento profundo de los contenidos de la  fe cristiana, algunos, pensando erróneamente que la religión cristiana no es  capaz de inspirar una espiritualidad profunda, la buscan en otros lugares. A  decir verdad, algunos dicen que la Nueva Era se está quedando anticuada y  hablan ya de la « próxima » era.7 Hablan de una crisis que comenzó a  manifestarse en Estados Unidos a comienzos de los años 1990, pero admiten que,  especialmente fuera del mundo de habla inglesa, tal « crisis » puede llegar más  tarde. Sin embargo, las librerías y las emisoras de radio, así como la multitud  de grupos de auto-ayuda en numerosas ciudades y capitales occidentales, todos  ellos parecen desmentir tal crisis. Parece que, al menos por el momento, la  Nueva Era sigue estando bien viva como parte del actual panorama  cultural. 
El éxito de la Nueva Era presenta un desafío a la Iglesia.  Muchos piensan que la religión cristiana ya no les ofrece –o tal vez nunca les  proporcionó– algo que necesitaran realmente. La búsqueda que con frecuencia  conduce a una persona a la Nueva Era es un anhelo auténtico: de una  espiritualidad más profunda, de algo que les toque el corazón, de un modo de  hallar sentido a un mundo confuso y a menudo alienante. Hay algo de positivo en  las críticas que la Nueva Era dirige al « materialismo de la vida  cotidiana, de la filosofía e incluso de la medicina y de la psiquiatría; al  reduccionismo, que se niega a tener en cuenta las experiencias religiosas y  sobrenaturales; a la cultura industrial de un individualismo desenfrenado, que  inculca el egoísmo y se despreocupa de los demás, del futuro y del medio  ambiente ».8 Los problemas que plantea la Nueva Era nacen más  bien de lo que propone como respuestas alternativas a las cuestiones vitales. Si  no queremos que la Iglesia sea acusada de permanecer sorda a los anhelos de los  hombres, sus miembros deben hacer dos cosas: afianzarse con mayor firmeza aún en  los fundamentos de su fe y escuchar el clamor, con frecuencia silencioso, del  corazón de los hombres, que les lleva a alejarse de la Iglesia cuando no  encuentran en ella respuestas satisfactorias. En todo ello hay también una  llamada a acercarse a Jesucristo y a estar dispuestos a seguirle, ya que Él es  el verdadero camino hacia la felicidad, la verdad sobre Dios y la plenitud de  vida para cuantos estén dispuestos a responder a su amor. 
2 LA ESPIRITUALIDAD DE LA  NUEVA ERA: VISIÓN GENERAL
En muchas sociedades occidentales, y de manera creciente también  en otras partes del mundo, los cristianos con frecuencia entran en contacto con  diversos aspectos del fenómeno conocido como Nueva Era. Muchos de ellos  sienten la necesidad de entender cómo pueden aproximarse de la mejor manera  posible a algo tan seductor y, al mismo tiempo, complejo, esquivo y en ocasiones  perturbador. Estas reflexiones intentan ayudar a los cristianos a hacer dos  cosas: 
– identificar los elementos del desarrollo de la tradición de la  Nueva Era; 
– señalar los elementos incompatibles con la revelación cristiana.  
Ésta es una respuesta pastoral a un desafío actual. No pretende  proporcionar una lista exhaustiva de los fenómenos de la Nueva Era, ya  que eso requeriría un voluminoso tratado, aparte de que dicha información está  disponible en otros lugares. Es esencial intentar comprender la Nueva Era  correctamente para evaluarla con imparcialidad y evitar crear una caricatura  de la misma. Sería insensato, además de falso, decir que todo lo relacionado con  este movimiento es bueno, o que es malo todo lo que se refiere a él. No  obstante, dada la visión subyacente a la religiosidad de la Nueva Era, en  términos generales es difícil reconciliarla con la doctrina y la espiritualidad  cristianas. 
La Nueva Era no es un movimiento en el sentido en que  normalmente se emplea el término « Nuevo Movimiento Religioso », ni es lo que  normalmente se da a entender con los términos « culto » o « secta ». Es mucho  más difuso e informal, ya que atraviesa las diversas culturas, en fenómenos tan  variados como la música, el cine, seminarios, talleres, retiros, terapias, y en  otros muchos acontecimientos y actividades, si bien algunos grupos religiosos o  para-religiosos han incorporado conscientemente algunos elementos de la Nueva  Era, e incluso algunos han sugerido que esta corriente ha sido fuente de  inspiración para varias sectas religiosas y para-religiosas.9 Sin  embargo, la Nueva Era no es un movimiento individual uniforme, sino más  bien un entramado amplio de seguidores cuyo característica consiste en pensar  globalmente y actuar localmente. Quienes forman parte del entramado no se  conocen necesariamente unos a otros y raramente se reúnen, si es que llegan a  hacerlo. Con el fin de evitar la confusión que puede surgir al usar el término «  movimiento », algunos se refieren a la Nueva Era como un « ambiente »  (milieu)10 o un « culto de audiencia » (audience  cult).11 Sin embargo, también se ha señalado que « es una  corriente de pensamiento muy coherente »,12 un desafío deliberado a  la cultura moderna. Es una estructura sincretista que incorpora muchos elementos  diversos y que permite compartir intereses o vínculos en grados distintos y con  niveles de compromiso muy variados. Muchas tendencias, prácticas y actitudes más  o menos vinculadas la Nueva Era, en realidad son parte de una reacción  más amplia, fácilmente identificable, frente a la cultura dominante, de modo que  el término « movimiento » no está completamente fuera de lugar. Puede aplicarse  a la Nueva Era en el mismo sentido en que se aplica a otros movimientos  sociales de vasto alcance, tales como el movimiento por los derechos civiles o  el movimiento por la paz. Igual que éstos, abarca un impresionante conjunto de  personas vinculadas a los objetivos fundamentales del movimiento, pero sumamente  diferentes por la manera en que se vinculan a él y por el modo de entender  algunas cuestiones concretas. 
La expresión « religión de la Nueva Era » es más  controvertida, por lo que conviene evitarla, a pesar de que la Nueva Era  es con frecuencia una respuesta a preguntas y necesidades religiosas, que  ejerce su atracción sobre personas que tratan de descubrir o redescubrir una  dimensión religiosa en su vida. Evitar el término « religión de la Nueva  Era » no significa en modo alguno poner en cuestión el carácter genuino de  la búsqueda de significado y del sentido de la vida por parte de esas personas.  Respeta el hecho de que muchos de quienes están dentro del movimiento Nueva  Era distinguen cuidadosamente entre « religión » y « espiritualidad ».  Muchos han rechazado la religión organizada, porque a su juicio no ha logrado  responder a sus necesidades y por ello se han dirigido a otros lugares para  encontrar « espiritualidad ». Más aún, en el corazón de la Nueva Era está  la creencia de que la época de las religiones particulares ha pasado, por lo que  referirse a ella como a una religión sería contradecir su propia  autocomprensión. No obstante, se puede situar la Nueva Era en el contexto  más amplio de la religiosidad esotérica, cuyo atractivo sigue  creciendo.13 
Hay un problema implícito en el presente texto. Tratando de  entender y evaluar algo que es esencialmente una exaltación de la riqueza de la  experiencia humana, inevitablemente se le objetará que jamás podrá hacer  justicia a un movimiento cultural cuya esencia es precisamente romper con lo que  se consideran los límites restrictivos del discurso racional. En realidad, tiene  por objeto invitar a los cristianos a tomar en serio la Nueva Era y, como  tal, pide a quienes lo lean entrar en un diálogo crítico con quienes se  aproximan al mismo mundo desde perspectivas muy diferentes. 
La eficacia pastoral de la Iglesia en el tercer milenio depende en  gran medida de la preparación de comunicadores eficaces del mensaje evangélico.  Lo que sigue es una respuesta a las dificultades expresadas por muchos de  quienes están en contacto con ese fenómeno tan complejo y escurridizo conocido  como la Nueva Era. Es un intento de comprender qué es la Nueva Era  y de identificar las preguntas a las que ésta pretende ofrecer respuestas y  soluciones. Hay ya excelentes libros y otros materiales que analizan el fenómeno  en su conjunto o que explican aspectos particulares con gran detalle. Nos  referiremos a algunos de ellos en el apéndice. No obstante, no siempre realizan  el necesario discernimiento a la luz de la fe cristiana. El propósito del  presente texto es ayudar a los católicos a encontrar una clave para entender los  principios básicos que hay tras el pensamiento de la Nueva Era, de modo  que puedan valorar cristianamente los elementos de la Nueva Era que  encuentren. Conviene recordar que muchas personas rechazan el término « Nueva  Era » y sugieren la expresión « espiritualidad alternativa » como más  correcta y menos restrictiva. También es verdad que muchos de los fenómenos  mencionados en este documento probablemente no lleven ninguna etiqueta  particular, pero se presupone, en aras de la brevedad, que los lectores  identificarán el fenómeno o conjunto de fenómenos que pueden estar  razonablemente vinculados con el movimiento cultural general conocido  habitualmente como Nueva Era. 
2.1. ¿Qué hay de nuevo en la  Nueva Era? 
Para muchos, el término « Nueva Era » se refiere a un  momento decisivo de la historia. Según los astrólogos, vivimos en la Era de  Piscis, que ha estado dominada por el cristianismo y que será reemplazada por la  nueva era de Acuario a comienzos del tercer milenio.14 La Era de  Acuario adquiere una enorme importancia en el movimiento de la Nueva Era,  en gran medida a causa del influjo de la teosofía, el espiritismo y la  antroposofía, así como de sus antecedentes esotéricos. Quienes subrayan el  inminente cambio del mundo expresan a menudo el deseo de dicho cambio, no  tanto en el mundo mismo cuanto en nuestra cultura, en nuestro modo de  relacionarnos con el mundo. Esto es especialmente manifiesto en quienes acentúan  la idea de un Nuevo Paradigma de vida. Es un enfoque atractivo, puesto que en  algunas de sus manifestaciones, los hombres no son espectadores pasivos, sino  que desempeñan un papel activo en la transformación de la cultura y en la  creación de una nueva conciencia espiritual. En otras manifestaciones, se  atribuye un mayor poder a la progresión inevitable de los ciclos naturales. En  cualquier caso, la Era de Acuario es una visión, no una teoría. Pero la Nueva  Era es una tradición amplia, que incorpora muchas ideas sin vinculación  explícita con el cambio de la Era de Piscis a la Era de Acuario. Entre ellas hay  visiones moderadas, pero muy generalizadas, de un futuro en el que habrá una  espiritualidad planetaria junto a las religiones individuales, instituciones  políticas planetarias que complementarán las locales, entidades económicas  globales más participativas y democráticas, una mayor importancia de las  comunicaciones y la educación, un enfoque mixto de la salud que combinará la  medicina profesional y la auto-curación, una comprensión del yo más andrógina, y  formas de integrar la ciencia, la mística, la tecnología y la ecología. Una vez  más, esto demuestra el profundo deseo de una existencia satisfactoria y  saludable para la raza humana y para el planeta. Entre las tradiciones que  confluyen en la Nueva Era pueden contarse: las antiguas prácticas ocultas  de Egipto, la cábala, el gnosticismo cristiano primitivo, el sufismo, las  tradiciones de los druidas, el cristianismo celta, la alquimia medieval, el  hermetismo renacentista, el budismo zen, el yoga, etc.15 
En esto consiste lo « nuevo » de la Nueva Era. Es un «  sincretismo de elementos esotéricos y seculares ».16 Se vincula a la  percepción, ampliamente difundida, de que el tiempo está maduro para un cambio  fundamental de los individuos, la sociedad y el mundo. Hay varias expresiones de  la necesidad de cambio: 
– de la física mecanicista de Newton a la física cuántica;  
– de la exaltación de la razón de la modernidad a una valoración  del sentimiento, la emoción y la experiencia (descrita a menudo como un  desplazamiento del pensamiento racional del « cerebro izquierdo » al  pensamiento intuitivo del « cerebro derecho »); 
– de un dominio de la masculinidad y el patriarcado, a una  celebración de la feminidad en los individuos y en la sociedad. 
En este contexto, se usa con frecuencia el término « cambio de  paradigma » (paradigm shift). A veces, claramente se presupone que tal  cambio no sólo es deseable, sino inevitable. El rechazo a la modernidad,  subyacente a este deseo de cambio, no es nuevo. Más bien puede describirse como  « un restablecimiento o “revival” moderno de las religiones paganas con  una mezcla de influjos tanto de las religiones orientales como de la psicología,  la filosofía, la ciencia y la contracultura modernas, desarrolladas en los años  cincuenta y sesenta ».17 La Nueva Era no es sino un testigo de  una revolución cultural, una reacción compleja frente a las ideas y valores  dominantes en la cultura occidental, a pesar de lo cual su crítica idealista es,  paradójicamente, típica de la cultura que critica. 
Es preciso decir una palabra sobre la idea de cambio de  paradigma. La popularizó Thomas Kuhn, historiador americano de la ciencia,  que concibió el paradigma como « la constelación entera de creencias, valores,  técnicas, etc., compartidos por los miembros de una comunidad dada  ».18 Cuando se produce un desplazamiento de un paradigma a otro, se  trata de una transformación en bloque de la perspectiva más que de un desarrollo  gradual: en realidad, es una revolución. Kuhn puso de relieve que los paradigmas  rivales son inconmensurables y no pueden coexistir. Por eso, afirmar que un  cambio de paradigma en el ámbito de la religión y de la espiritualidad es  simplemente una manera nueva de formular las creencias tradicionales, constituye  un error. Lo que sucede en realidad es un cambio radical de cosmovisión, que  pone en entredicho no sólo el contenido, sino también la interpretación  fundamental de la visión anterior. Tal vez el ejemplo más claro de todo esto,  por lo que se refiere a la relación entre la Nueva Era y el cristianismo,  sea la reelaboración de la vida y el significado de Jesucristo. Es imposible  reconciliar estas dos visiones.19 
Está claro que la ciencia y la tecnología han sido incapaces de  cumplir sus promesas de antaño, por lo que los hombres se han vuelto hacia el  ámbito espiritual en búsqueda de significado y de liberación. Tal como ahora la  conocemos, la Nueva Era procedía de la búsqueda de algo más humano y más  bello frente a la experiencia opresora y alienante de la vida en la sociedad  occidental. Sus primeros exponentes, dispuestos a extender su mirada en esta  búsqueda, hicieron de ella un enfoque muy ecléctico. Podría ser uno de los  signos de la « vuelta a la religión », pero desde luego no es una vuelta a las  doctrinas y credos cristianos ortodoxos. Los primeros símbolos de este «  movimiento » que se introdujeron en la cultura occidental fueron el conocido  festival de Woodstock, en el estado de Nueva York, en 1969, y el musical  Hair, que expuso los principales temas de la Nueva Era en su  canción emblemática « Aquarius ».20 Pero esto era tan sólo la punta  de un iceberg cuyas verdaderas dimensiones se han podido percibir sólo en una  época relativamente reciente. El idealismo de los años 1960 y 1970 todavía  sobrevive en algunos sectores. Pero ahora ya no son los adolescentes quienes  están implicados principalmente. Los vínculos con la ideología política de  izquierdas se han desvanecido y las drogas psicodélicas no tienen ya la  importancia de entonces. Han sucedido tantas cosas desde entonces que todo esto  ya no resulta revolucionario. Las tendencias « espirituales » y « místicas » que  antes se limitaban a la contracultura, hoy día forman parte arraigada de la  cultura dominante y afectan a facetas tan distintas de la vida como la medicina,  la ciencia, el arte y la religión. La cultura occidental está ahora imbuida de  una conciencia política y ecológica más generalizada y todo este desplazamiento  cultural ha ejercido un enorme impacto en los estilos de vida de las personas.  Algunos han sugerido que el « movimiento » Nueva Era es precisamente ese  gran cambio hacia lo que se considera « un género de vida notablemente mejor  ».21 
2.2. ¿Qué pretende ofrecer la  Nueva Era? 
2.2.1.  Encantamiento: tiene que haber un ángel 
Uno de los elementos más comunes de la espiritualidad de la  Nueva Era es la fascinación por las manifestaciones extraordinarias y en  particular por los seres paranormales. Las personas reconocidas como médiums  aseguran que su personalidad es poseída por otra entidad durante el trance, un  fenómeno de la Nueva Era conocido como « channeling »  (canalización), en el cual el médium puede perder el control de su cuerpo  y de sus facultades. Algunas personas que han sido testigos de estos  acontecimientos no dudarían en admitir que las manifestaciones son efectivamente  espirituales, pero no proceden de Dios, a pesar del lenguaje de amor y luz que  suele usarse casi siempre... Probablemente sea más correcto referirse a ello  como a una forma contemporánea de espiritismo, más que a una espiritualidad en  sentido estricto. Otros amigos y consejeros del mundo del espíritu son los  ángeles (que se han convertido en centro de un nuevo negocio de libros e  imágenes). Cuando en la Nueva Era se habla de ángeles, se hace de manera  poco sistemática, pues las distinciones en este ámbito no siempre se consideran  útiles, sobre todo si son demasiado precisas, ya que « hay muchos niveles de  guías, entidades, energías y seres en cada octava del universo... Están allí  para que los escojas y elijas según tus propios mecanismos de  atracción-repulsión ».22 Estos seres espirituales a veces son  invocados de manera « no religiosa » como una ayuda para la relajación, con  vistas a mejorar la toma de decisiones y el control de la propia vida personal y  profesional. Otra experiencia de la Nueva Era, que aseguran poseer  algunos que se autodefinen como « místicos », consiste en la fusión con algunos  espíritus que enseñan a través de personas concretas. Algunos espíritus de la  naturaleza son descritos como energías potentes que existen en el mundo natural  y también en los « niveles interiores »: es decir, aquellos a los que se accede  mediante el uso de rituales, drogas y otras técnicas para alcanzar estados de  conciencia alterados. Está claro que, al menos en teoría, la Nueva Era a  menudo no reconoce ninguna autoridad espiritual más allá de la experiencia  personal interior. 
2.2.2. Armonía y  comprensión: buenas vibraciones 
Fenómenos tan diversos como el Jardín de Findhorn y Feng  Shui23 representan una diversidad de estilos que ilustran la  importancia de estar en sintonía con la naturaleza y el cosmos. En la Nueva  Era no existe distinción entre el bien y el mal. Las acciones humanas son  fruto de la iluminación o de la ignorancia. De aquí que no podamos condenar a  nadie, y que nadie tenga necesidad de perdón. Creer en la existencia del mal  sólo puede crear negatividad y temor. La respuesta a la negatividad es el  amor. Pero no del tipo que tiene que traducirse en acciones; es más una  cuestión de actitudes de la mente. El amor es energía, una vibración de alta  frecuencia; el secreto de la felicidad y de la salud consiste en sintonizar con  la gran cadena del ser, de encontrar el propio puesto en ella. Los maestros y  las terapias de la Nueva Era afirman ofrecer la clave para encontrar las  correspondencias entre todos los elementos del universo, de modo que uno pueda  modular la tonalidad de su vida y estar en armonía absoluta con los demás y con  cuanto lo rodea, si bien el trasfondo teórico varía de uno a otro.24  
2.2.3. Salud: una vida  dorada 
La medicina formal (alopática) tiende en la actualidad a limitarse  a curar dolencias aisladas, concretas, y no logra una visión de conjunto de la  salud de la persona: esto ha provocado frecuentemente una comprensible  insatisfacción. La popularidad de las terapias alternativas ha aumentado  enormemente porque aseguran abarcar a la persona en su totalidad y se dedican a  sanar más que a curar. Como es sabido, la sanidad holística se  centra en el importante papel que desempeña la mente en la curación física. Se  dice que la conexión entre los aspectos espirituales y físicos de la persona se  encuentra en el sistema inmunológico o en el sistema chakra hindú. Desde  la perspectiva de la Nueva Era, la enfermedad y el sufrimiento proceden  de una actuación contra la naturaleza. Cuando se está en sintonía con la  naturaleza, cabe esperar una vida más saludable e incluso una prosperidad  material. Según algunos sanadores de la Nueva Era, en realidad no  tendríamos por qué morir. El desarrollo de nuestro potencial humano nos pondrá  en contacto con nuestra divinidad interior y con aquellas partes de nuestro yo  alienadas o suprimidas. Esto se revela sobre todo en los Estados de Conciencia  Alterados (Alterated States of Consciuousness, ASCs), inducidos por las  drogas o por diversas técnicas de expansión de la mente, particularmente en el  contexto de la « psicología transpersonal ». Se suele considerar al chamán como  el especialista de los estados de conciencia alterados, como aquel que es capaz  de mediar entre los reinos transpersonales de los dioses y los espíritus y el  mundo de los humanos. 
Hay una notable variedad de enfoques que promueven la salud  holística, derivados unos de antiguas tradiciones culturales, conectados otros  con las teorías psicológicas desarrolladas en Esalen durante los años 1960-1970.  La publicidad relacionada con la Nueva Era cubre un amplio espectro de  prácticas, tales como la acupuntura, el biofeedback, la quiropráctica, la  kinesiología, la homeopatía, la iridología, el masaje y varios tipos de «  bodywork » (tales como ergonomía, Feldenkrais, reflexología, Rolfing,  masaje de polaridad, tacto terapéutico, etc.), la meditación y la visualización,  las terapias nutricionales, sanación psíquica, varios tipos de medicina a base  de hierbas, la sanación mediante cristales (cristaloterapia), metales  (metaloterapia), música (musicoterapia) o colores (cromoterapia), las terapias  de reencarnación y, por último los programas en doce pasos y los grupos de  auto-ayuda.25 Se dice que la fuente de la sanación está dentro de  nosotros mismos, que la podemos alcanzar cuando estamos en contacto con nuestra  energía interior o con la energía cósmica. 
En cuanto la salud incluye una prolongación de la vida, la  Nueva Era ofrece una fórmula oriental en términos occidentales.  Originariamente, la reencarnación formaba parte del pensamiento cíclico hindú,  basada en el atman o núcleo divino de la personalidad (más tarde, el  concepto de jiva), que se trasladaba de cuerpo a cuerpo en un ciclo de  sufrimiento (samsara), determinado por la ley del karma, vinculado  al comportamiento en las vidas pasadas. La esperanza estriba en la posibilidad  de nacer en un estado mejor o, definitivamente, en la liberación de la necesidad  de volver a nacer. A diferencia de la mayoría de las tradiciones budistas, lo  que vaga de cuerpo en cuerpo no es un alma, sino un contínuum de conciencia. En  ambas tradiciones, la vida presente está encerrada en un proceso cósmico  potencialmente infinito, sin fin, que incluye incluso a los dioses. En  occidente, después de Lessing, la reencarnación se ha entendido de manera mucho  más optimista, como un proceso de aprendizaje y de realización individual  progresiva. El espiritismo, la teosofía, la antroposofía y la Nueva Era  ven la reencarnación como una participación en la evolución cósmica. Este  enfoque postcristiano de la escatología se considera como la respuesta a las  cuestiones no resueltas por la teodicea y prescinde del concepto de infierno.  Cuando el alma se separa del cuerpo, los individuos pueden volver la mirada  hacia toda su vida hasta ese instante y cuando el alma se une a su nuevo cuerpo  se obtiene una visión anticipada de la siguiente fase de la vida. Uno puede  acceder a sus vidas anteriores mediante los sueños y las técnicas de  meditación.26 
2.2.4. Totalidad: un  viaje mágico al misterio 
Una de las preocupaciones centrales del movimiento Nueva Era  es la búsqueda de « totalidad ». Invita a superar todas las formas de «  dualismo », ya que dichas divisiones son un producto insalubre de un pasado  menos iluminado. Las divisiones que según los promotores de la Nueva Era  se deben superar, incluyen la diferencia real entre el Creador y la  creación, la distinción real entre el hombre y la naturaleza o entre el espíritu  y la materia, todas las cuales son consideradas erróneamente como formas de  dualismo. Se da por supuesto que estas tendencias dualistas están basadas en  definitiva en las raíces judeocristianas de la civilización occidental, cuando  en realidad sería más acertado vincularlas al gnosticismo, y en particular al  maniqueísmo. A la revolución científica y al espíritu del racionalismo moderno  se los considera culpables especialmente de la tendencia a la fragmentación que  considera las unidades orgánicas como mecanismos reducibles a sus componentes  más pequeños, que pueden explicarse a continuación en función de estos últimos,  así como de la tendencia a reducir el espíritu a la materia, de manera que la  realidad espiritual –incluyendo el alma– se convierte en mero « epifenómeno »  contingente de procesos esencialmente materiales. En todas estas áreas, las  alternativas de la Nueva Era reciben el apelativo de « holísticas ». El  holismo impregna todo el movimiento Nueva Era, desde su interés por la  salud holística hasta la búsqueda de la conciencia unitiva, y desde la  sensibilidad ecológica hasta la idea de un « entramado » global. 
2.3. Principios  fundamentales del pensamiento de la Nueva Era 
2.3.1. Una respuesta  global en tiempos de crisis 
« Tanto la tradición cristiana como la fe laica en el progreso  ilimitado de la ciencia tuvieron que hacer frente a una grave ruptura  manifestada por primera vez en las revueltas estudiantiles del 1968  ».27 La sabiduría de las viejas generaciones de repente se quedó sin  significado y sin respeto, mientras se desvanecía la omnipotencia de la ciencia,  de manera que la Iglesia ahora « tiene que enfrentarse a una grave crisis en la  transmisión de su fe a las generaciones jóvenes ».28 La pérdida  generalizada de confianza en estos antiguos pilares de la conciencia y de la  cohesión social ha ido acompañada por un retorno inesperado de la religiosidad  cósmica, de rituales y creencias que muchos pensaban habían sido suplantados por  el cristianismo. Sólo que esta perenne corriente esotérica subterránea en  realidad nunca se había extinguido. En cambio, resultaba nuevo en el contexto  occidental el auge de la popularidad de la religión asiática, bajo la influencia  del movimiento teosófico de finales del siglo XIX que « refleja la creciente  conciencia de una espiritualidad global que incorpora todas las tradiciones  religiosas existentes ».29 
La eterna cuestión filosófica de la unidad y la multiplicidad  tiene su forma moderna y contemporánea en la tentación no sólo de superar una  división indebida, sino incluso también la diferencia y la distinción reales. Su  expresión más común es el holismo, ingrediente esencial de la Nueva Era y  uno de los principales signos de los tiempos en el último cuarto del siglo XX.  Se han invertido grandes energías en el esfuerzo por superar la división en  compartimentos estancos característica de la ideología mecanicista, pero esto ha  provocado el sometimiento a un entramado global que adquiere una autoridad  cuasi-trascendental. Sus implicaciones más obvias son el proceso de  transformación consciente y el desarrollo de la ecología.30 La nueva  visión, meta de la transformación consciente, ha tardado en formularse y su  puesta en práctica se ve obstaculizada por formas de pensamiento más antiguas, a  las que se considera atrincheradas en el statu quo. En cambio, ha tenido  un enorme éxito la generalización de la ecología como fascinación por la  naturaleza y resacralización de la tierra, la Madre Tierra o Gaia,  gracias al celo misionero característico de los « verdes ». La raza humana  como conjunto es el agente ejecutivo de la Tierra y la armonía y comprensión  que se requieren para un gobierno responsable se va entendiendo de manera  progresiva como un gobierno global, con una estructura ética global. Se  considera que el calor de la Madre Tierra, cuya divinidad penetra toda la  creación, colma el vacío entre la creación y el Padre-Dios trascendente del  judaísmo y del cristianismo, eliminando la posibilidad de ser juzgado por este  último. 
En esta visión de un universo cerrado, que contiene a « Dios » y a  otros seres espirituales junto con nosotros, se descubre un panteísmo implícito.  Es éste un punto fundamental que impregna todo el pensamiento y la actuación de  la Nueva Era y que condiciona de antemano cualquier otra valoración  positiva de tal o cual aspecto de su espiritualidad. Como cristianos creemos,  por el contrario, que « el hombre es esencialmente una criatura y como tal  permanece para siempre, de tal forma que nunca será posible una absorción del yo  humano en el Yo divino ».31 
2.3.2. La matriz  principal del pensamiento de la Nueva Era 
La matriz esencial del pensamiento de la Nueva Era ha de  buscarse en la tradición esotérico-teosófica que gozó de gran aceptación en los  círculos intelectuales europeos de los siglos XVIII y XIX. En particular, tuvo  vigencia en la francmasonería, el espiritismo, el ocultismo y la teosofía, que  compartían una especie de cultura esotérica. En esta cosmovisión, el universo  visible y el invisible están vinculados por una serie de correspondencias,  analogías e influencias entre el microcosmos y el macrocosmos, entre los metales  y los planetas, entre los planetas y las diversas partes del cuerpo humano,  entre el cosmos visible y los ámbitos invisibles de la realidad. La naturaleza  es un ser vivo, atravesado por una red de simpatías y antipatías, animado por  una luz y un fuego secreto que los seres humanos tratan de controlar. Las  personas pueden conectar con los mundos superior o inferior mediante su  imaginación (órgano del alma o espíritu), o bien recurriendo a mediadores  (ángeles, espíritus, demonios) o rituales. 
Las personas pueden ser iniciadas en los misterios del cosmos,  Dios, o el yo, por medio de un itinerario espiritual de transformación. La meta  última es la gnosis, la forma superior de conocimiento, equivalente a la  salvación. Implica una búsqueda de la más antigua y elevada tradición de la  filosofía (lo que se llama, de modo inapropiado, philosophia perennis) y  de la religión (teología primordial), doctrina secreta (esotérica) que es la  clave de todas las tradiciones « exotéricas » accesibles a todos. Las enseñanzas  esotéricas se transmiten de maestro a discípulo en un programa gradual de  iniciación. 
Algunos ven el esoterismo del siglo XIX como algo totalmente  secularizado. La alquimia, la magia, la astrología y otros elementos del  esoterismo tradicional se habían integrado completamente con aspectos de la  cultura moderna, incluyendo la búsqueda de las leyes causales, el evolucionismo,  la psicología y el estudio de las religiones. Alcanzó su forma más clara en las  ideas de Helena Blavatsky, una médium rusa que, junto con Henry Olcott, fundó la  Theosophical Society en Nueva York en 1875. Esta sociedad tenía por  objeto fundir elementos de las tradiciones orientales y occidentales en una  forma de espiritismo evolucionista. Tenía tres objetivos principales: 
1. « Formar un núcleo de la Fraternidad Universal de la Humanidad,  sin distinción de raza, credo o color ». 
2. « Promover el estudio comparativo de la religión, la filosofía  y la ciencia ». 
3. « Investigar las leyes desconocidas de la Naturaleza y los  poderes latentes del hombre ». 
« El significado de estos objetivos... debería estar claro. El  primer objetivo rechaza implícitamente el “fanatismo irracional” y el  “sectarismo” del cristianismo tradicional tal como lo conciben los espiritistas  y los teósofos... Lo que no es inmediatamente evidente en estos objetivos es que  para los teósofos la “ciencia” significaba las ciencias ocultas, y la filosofía,  la occulta philosophia. O que para ellos, las leyes de la naturaleza eran  de índole oculta o psíquica y esperaban que la religión comparativa desvelase  una “tradición primordial” modelada, en último término, a partir de una  philosophia perennis hermética ».32 
Un componente destacado de los escritos de Madame Blavatsky era la  emancipación de la mujer, lo cual implicaba un ataque contra el Dios « masculino  » del judaísmo, del cristianismo y del Islam. Invitaba a volver a la diosa madre  del hinduismo y a la práctica de las virtudes femeninas. Esta ideas continuaron  bajo la guía de Annie Besant, que se hallaba en la vanguardia del movimiento  feminista. En la actualidad, la Wicca (Véase el término en el glosario del  apartado n. 7) y la « espiritualidad de las mujeres » continúan esta lucha  contra el cristianismo « patriarcal ». 
En su obra The Aquarian Conspiracy, « La conspiración del  Acuario », Marilyn Ferguson dedicó un capítulo a los precursores de la Era de  Acuario, aquellos que habían tejido una visión transformadora basada en la  expansión de la conciencia y en la experiencia de la autotrascendencia. Dos de  los mencionados son el psicólogo americano William James y el psiquiatra suizo  Carl Gustav Jung. James definió la religión como experiencia, no como dogma y  enseñó que los seres humanos pueden cambiar sus actitudes mentales a fin de  convertirse en arquitectos de su propio destino. Jung puso de relieve el  carácter trascendente de la conciencia e introdujo la idea del inconsciente  colectivo, una especie de depósito de símbolos y recuerdos compartidos con  personas de diversas épocas y culturas diferentes. Según Wouter Hanegraaff,  ambos personajes contribuyeron a la « sacralización de la psicología », que se  ha convertido en un elemento fundamental del pensamiento y de la práctica de la  Nueva Era. En efecto, Jung « no sólo psicologizó el esoterismo, sino que  también sacralizó la psicología, llenándola de los contenidos de la especulación  esotérica. El resultado fue un corpus de teorías que permite hablar de Dios  cuando en realidad se quiere decir la propia psique, y hablar de la propia  psique cuando en realidad se quiere decir lo divino. Si la psique es “mente”, y  Dios también es “mente”, entonces hablar de una cosa significa hablar de la otra  ».33 A la acusación de haber « psicologizado » el cristianismo  responde que « la psicología es el mito moderno y sólo podemos entender la fe en  estos términos ».34 Ciertamente, la psicología de Jung arroja luz  sobre muchos aspectos de la fe cristiana, especialmente sobre la necesidad de  enfrentarse a la realidad del mal. Pero sus convicciones religiosas son tan  diferentes a lo largo de las diversas etapas de su vida, que la imagen de Dios  que se desprende es sumamente confusa. Un elemento central de su pensamiento es  el culto al sol, donde Dios es la energía vital (libido) del interior de la  persona.35 Según afirmó él mismo « esta comparación no es un mero  juego de palabras ».36 Este es « el dios interior » al que se refiere  Jung, la divinidad esencial que creía existía en todo ser humano. El camino  hasta el universo interior pasa a través del inconsciente y la correspondencia  del mundo interior con el exterior reside en el inconsciente colectivo.  
La tendencia a intercambiar la psicología y la espiritualidad fue  retomada por el Movimiento del Potencial Humano cuando éste se desarrolló a  finales de los años sesenta en el Instituto Esalen de California. La psicología  transpersonal, fuertemente influida por las religiones orientales y por Jung,  ofrece un camino contemplativo donde la ciencia se encuentra con la mística. El  énfasis que se pone en la corporeidad, la búsqueda de métodos para expandir la  conciencia y el cultivo de los mitos del inconsciente colectivo eran todos  acicates para buscar al « Dios interior » dentro de uno mismo. Para realizar el  propio potencial había que ir más allá del ego individual a fin de  convertirse en el dios que uno es en lo más hondo de sí mismo. Esto se podía  llevar a cabo escogiendo la terapia adecuada: la meditación, las experiencias  parapsicológicas, el uso de drogas alucinógenas. Todos estos eran los caminos  para lograr « experiencias cumbre », experiencias « místicas » de fusión con  Dios y con el cosmos. 
El símbolo de Acuario, tomado de la mitología astrológica, llegó a  convertirse en la expresión del deseo de un mundo radicalmente nuevo. Los dos  centros que constituían el centro propulsor inicial de la Nueva Era (y  que siguen siéndolo hasta cierto punto) eran la Comunidad-Jardín de Findhorn, en  el nordeste de Escocia, y el Centro para el Desarrollo del Potencial Humano de  Esalen, en Big Sur, California, en los Estados Unidos. Sin embargo, lo que más  alimenta la difusión de la Nueva Era es el desarrollo de una progresiva  conciencia global y la percepción creciente de una crisis ecológica inminente.  
2.3.3. Temas  centrales de la Nueva Era 
La Nueva Era no es una religión propiamente dicha, pero se  interesa por lo que se denomina « divino ». La esencia de la Nueva Era es  la libre asociación de diversas actividades, ideas y personas, a las que se  podría aplicar esta denominación. No existe, en efecto, una sola articulación de  doctrinas parecida a la de las grandes religiones. A pesar de ello, y a pesar de  la enorme variedad que hay en la Nueva Era, existen ciertos puntos  comunes: 
– el cosmos se ve como un todo orgánico; 
– está animado por una Energía, que también se identifica con el  Alma divina o Espíritu; 
– se cree en la mediación de varias entidades espirituales: los  seres humanos son capaces de ascender a esferas superiores invisibles y de  controlar sus propias vidas más allá de la muerte; 
– se defiende la existencia de un « conocimiento perenne » que es  previo y superior a todas las religiones y culturas; 
– las personas siguen a maestros iluminados... 
2.3.4. ¿Qué  dice la Nueva Era sobre... 
2.3.4.1. ...la persona  humana? 
La Nueva Era implica una creencia fundamental en la  perfectibilidad de la persona humana mediante una amplia variedad de técnicas y  terapias (en contraposición con la idea cristiana de cooperación con la gracia  divina). Existe una coincidencia de fondo con la idea de Nietzsche de que el  cristianismo ha impedido la manifestación plena de la humanidad genuina. En este  contexto, la perfección significa alcanzar la propia realización según un orden  de valores que nosotros mismos creamos y que alcanzamos por nuestras propias  fuerzas: de ahí que podamos hablar de un yo auto-creador. Desde esta óptica, hay  más diferencia entre los humanos tal como son ahora y como serán cuando hayan  realizado su potencial, que la que existe actualmente entre los humanos y los  antropoides. 
Resulta útil distinguir entre el esoterismo, o búsqueda de  conocimiento, y la magia, u ocultismo: esta última es un medio para  obtener poder. Algunos grupos son a la vez esotéricos y ocultistas. En el centro  del ocultismo hay una voluntad de poder basada en el sueño de volverse divino.  Las técnicas de expansión de la mente tienen por objeto revelar a las personas  su poder divino. Utilizando ese poder, preparan el camino para la Era de la  Iluminación. Esta exaltación de la humanidad, cuya forma extrema es el  satanismo, subvierte la correcta relación entre el Creador y la criatura. Satán  se convierte en el símbolo de una rebelión contra las convenciones y las reglas,  símbolo que con frecuencia adopta formas agresivas, egoístas y violentas.  Algunos grupos evangélicos han manifestado su preocupación por la presencia  subliminal de lo que consideran simbolismo satánico en algunas variedades de  música rock, que ejercen una profunda influencia en los jóvenes. En cualquier  caso, dista mucho del mensaje de paz y armonía que se encuentra en el Nuevo  Testamento y con frecuencia es una de las consecuencias de la exaltación de la  humanidad cuando implica la negación de un Dios trascendente. 
Pero no se trata solamente de algo que afecte a los jóvenes. Los  temas básicos de la cultura esotérica también están presentes en los ámbitos de  la política, la educación y la legislación.37 Esto se aplica  especialmente a la ecología. Su fuerte acentuación del biocentrismo niega la  visión antropológica de la Biblia, según la cual el hombre es el centro del  mundo por ser cualitativamente superior a las demás formas de vida natural. El  ecologismo desempeña hoy un papel destacado en la legislación y en la educación,  a pesar de que de este modo infravalora al ser humano. La misma matriz cultural  esotérica puede hallarse en la teoría ideológica subyacente a la política de  control de la natalidad y los experimentos de ingeniería genética, que parecen  expresar el sueño humano de re-crearse a sí mismos. Se espera lograr este sueño  descifrando el código genético, alterando las reglas naturales de la sexualidad  y desafiando los límites de la muerte. 
En lo que podría llamarse un relato típico de la Nueva Era,  las personas nacen con una chispa divina, en un sentido que recuerda el  gnosticismo antiguo. Esta chispa las vincula a la unidad del Todo, por lo que  son esencialmente divinas, si bien participan de la divinidad cósmica según  distintos niveles de conciencia. Somos co-creadores y creamos nuestra propia  realidad. Muchos autores de la Nueva Era sostienen que somos nosotros  quienes elegimos las circunstancias de nuestra vidas (incluso nuestra propia  enfermedad y nuestra propia salud). En esta visión, cada individuo es  considerado fuente creadora del universo. Pero necesitamos hacer un viaje para  comprender plenamente dónde encajamos dentro de la unidad del cosmos. El viaje  es la psicoterapia y el reconocimiento de la conciencia universal, la salvación.  No existe el pecado; sólo hay conocimiento imperfecto. La identidad de cada ser  humano se diluye en el ser universal y en el proceso de sucesivas encarnaciones.  Los hombres están sometidos al influjo determinante de las estrellas, pero  pueden abrirse a la divinidad que vive en su interior, en una búsqueda continua  (mediante las técnicas apropiadas) de una armonía cada vez mayor entre el yo y  la energía cósmica divina. No se necesita Revelación o Salvación alguna que  lleguen a las personas desde fuera de ellas mismas, sino sencillamente  experimentar la salvación escondida en el propio interior (auto-salvación),  dominando las técnicas psicofísicas que conducen a la iluminación definitiva.  
Algunas etapas del camino hasta la auto-redención son  preparatorias (la meditación, la armonía corporal, la liberación de  energías de auto-sanación). Son el punto de partida para procesos de  espiritualización, perfección e iluminación que ayudan a las personas a adquirir  mayor autocontrol y una concentración psíquica en la « transformación » del yo  individual en « conciencia cósmica ». El destino de la persona humana es una  serie de encarnaciones sucesivas del alma en cuerpos distintos. Esto se entiende  no como el ciclo de samsara, en el sentido de purificación como castigo,  sino como una ascensión gradual hacia el desarrollo perfecto del propio  potencial. 
La psicología se utiliza para explicar la expansión de la mente  como experiencia « mística ». El yoga, el zen, la meditación trascendental y los  ejercicios tántricos conducen a una experiencia de plenitud del yo o  iluminación. Se cree que las « experiencias cumbre » (volver a vivir el propio  nacimiento, viajar hasta las puertas de la muerte, el biofeedback, la  danza e incluso las drogas, cualquier cosa que pueda provocar un estado de  conciencia alterado) conducen a la unidad y a la iluminación. Como sólo hay una  Mente, algunas personas pueden ser canales, cauces para los seres  superiores. Cada parte de este único ser universal está en contacto con todas  las demás partes. El enfoque clásico de la Nueva Era es la psicología  transpersonal, cuyos conceptos básicos son la Mente Universal, el Yo Superior,  el inconsciente colectivo y personal y el ego individual. El Ser Superior es  nuestra identidad real, un puente entre Dios como Mente divina y la humanidad.  El desarrollo espiritual consiste en el contacto con el Ser Superior, que supera  todas las formas de dualismo entre el sujeto y el objeto, la vida y la muerte,  la psique y el soma, el yo y los aspectos fragmentarios de ese mismo yo. Nuestra  personalidad limitada es como una sombra o un sueño creados por el yo real. El  Ser Superior contiene los recuerdos de las (re-)encarnaciones anteriores.  
2.3.4.2. ...Dios?  
La Nueva Era muestra una notable preferencia por las  religiones orientales o precristianas, a las que se considera incontaminadas por  las distorsiones judeocristianas. De aquí el gran respeto que merecen los  antiguos ritos agrícolas y los cultos de fertilidad. « Gaia », la Madre Tierra,  se presenta como alternativa a Dios Padre, cuya imagen se ve vinculada a una  concepción patriarcal del dominio masculino sobre la mujer. Se habla de Dios,  pero no se trata de un Dios personal. El Dios del que habla la Nueva Era  no es ni personal ni trascendente. Tampoco es el Creador que sostiene el  universo, sino una « energía impersonal », inmanente al mundo, con el cual forma  una « unidad cósmica »: « Todo es uno ». Esta unidad es monista, panteísta o,  más exactamente, panenteísta. Dios es el « principio vital », « el espíritu o  alma del mundo », la suma total de la conciencia que existe en el mundo. En  cierto sentido, todo es Dios. Su presencia es clarísima en los aspectos  espirituales de la realidad, de modo que cada menteespíritu es, en cierto  sentido, Dios. 
La « energía divina », cuando es recibida conscientemente por los  seres humanos, suele describirse como « energía crística ». También se habla de  Cristo, pero con ello no se alude a Jesús de Nazaret. « Cristo » es un título  aplicado a alguien que ha llegado a un estado de conciencia donde el individuo  se percibe como divino y puede, por tanto, pretender ser « Maestro universal ».  Jesús de Nazaret no fue el Cristo, sino sencillamente una de las muchas  figuras históricas en las que se reveló esa naturaleza « crística », al igual  que Buda y otros. Cada realización histórica del Cristo muestra  claramente que todos los seres humanos son celestes y divinos y los conduce  hacia esa realización. 
El nivel más íntimo y personal (« psíquico ») en el que los seres  humanos « oyen » esta « energía cósmica divina » se llama también « Espíritu  Santo ». 
2.3.4.3. ...el mundo?  
El paso del modelo mecanicista de la física clásica al « holístico  » de la moderna física atómica y subatómica, basado en la concepción de la  materia como ondas o quantos de energía en lugar de partículas, es  central para el pensamiento de la Nueva Era. El universo es un océano de  energía que constituye un todo único o entramado de vínculos. La energía que  anima al organismo único del universo es el « espíritu ». No hay alteridad entre  Dios y el mundo. El mundo mismo es divino y está sometido a un proceso evolutivo  que lleva de la materia inerte a una « conciencia superior y perfecta ». El  mundo es increado, eterno y autosuficiente. El futuro del mundo se basa en un  dinamismo interno, necesariamente positivo, que conduce a la unidad reconciliada  (divina) de todo cuanto existe. Dios y mundo, alma y cuerpo, inteligencia y  sentimiento, cielo y tierra son una única e inmensa vibración de energía.  
El libro de James Lovelock sobre la hipótesis Gaia afirma que «  todo el ámbito de la materia viva de la tierra, desde las ballenas hasta los  virus y desde los robles hasta las algas, podría considerarse como una única  entidad viviente, capaz de manipular la atmósfera de la tierra para adaptarla a  sus necesidades generales y dotada de facultades y poderes que superan con mucho  los de sus partes constitutivas ».38 Para algunos, la hipótesis Gaia  es « una extraña síntesis de individualismo y colectivismo. Parece como si la  Nueva Era, tras haber arrancado a las personas de la política  fragmentaria, estuviera deseando arrojarlas a la gran marmita de la mente global  ». El cerebro global necesita instituciones con las cuales gobernar, en otras  palabras, un gobierno mundial. « Para afrontar los problemas de hoy día, la  Nueva Era sueña con una aristocracia espiritual al estilo de la  República de Platón, dirigida por sociedades secretas... ».39  Acaso sea un modo exagerado de plantear la cuestión, pero hay numerosas pruebas  de que el elitismo gnóstico y el gobierno global coinciden en muchos temas de la  política internacional. 
Todo cuanto hay en el universo esta interrelacionado. En efecto,  cada parte es en sí misma una imagen de la totalidad. El todo está en cada cosa  y cada cosa en el todo. En la « gran cadena del ser », todos los seres están  íntimamente vinculados y forman una sola familia con diferentes grados de  evolución. Toda persona humana es un holograma, una imagen de la creación  entera, en la cual cada cosa vibra con su propia frecuencia. Cada ser humano es  una neurona del sistema nervioso central y todas las entidades individuales se  hallan en relación de complementariedad unas con otras. En realidad, hay una  complementariedad o androginia interna en toda la creación.40  
Uno de los temas recurrentes en los escritos y en el pensamiento  de la Nueva Era es el « nuevo paradigma » que ha puesto de manifiesto la  ciencia contemporánea. « La ciencia nos ha permitido una visión de la totalidad  y de los sistemas, nos ha dado estímulo y transformación. Estamos aprendiendo a  comprender las tendencias, a reconocer los signos iniciales de un paradigma más  prometedor. Creamos panoramas alternativos del futuro. Comunicamos los fallos de  los viejos sistemas y forzamos nuevos contextos para resolver problemas en todas  las áreas ».41 Hasta aquí, el « cambio de paradigma » es un cambio  radical de perspectiva, pero nada más. La cuestión es saber si pensamiento y  cambio real serán proporcionados y si puede demostrarse la eficacia que tendría  una transformación interior sobre el mundo exterior. Es obligado preguntarse,  aun sin expresar un juicio negativo, hasta qué punto puede considerarse  científico un proceso mental que incluye afirmaciones como ésta: « La guerra es  inconcebible en una sociedad de personas autónomas que han descubierto la  interconexión de toda la humanidad, que no temen ideas extrañas ni culturas  extranjeras, que saben que todas las revoluciones comienzan en el interior y que  no se puede imponer el propio tipo de iluminación a nadie ».42 No es  lógico deducir que, puesto que algo es inconcebible, no podrá suceder. Este es  el tipo de razonamiento típicamente gnóstico, en el sentido de que confiere  demasiado peso al conocimiento y a la conciencia. Y esto no significa negar el  papel fundamental y crucial del desarrollo de la conciencia en los  descubrimientos científicos y en el proceso creativo, sino sencillamente alertar  contra la posibilidad de imponer sobre la realidad exterior lo que hasta el  momento sólo está en la mente. 
2.4. « ¿Habitantes del  mito o de la historia? »:43 La Nueva Era y la cultura  
« En realidad, el atractivo de la Nueva Era tiene que ver  con el interés por el yo, su valor, sus capacidades y problemas, que la cultura  actual fomenta. Mientras que la religiosidad tradicional, con su organización  jerárquica se adapta bien a la comunidad, la espiritualidad no tradicional se  adapta bien al individuo. La Nueva Era es “del” yo en la medida en que  fomenta la celebración de lo que ha de ser y devenir; y es “para” el yo en la  medida en que, al diferenciarse de lo establecido, está en una situación capaz  de afrontar los problemas generados por las formas de vida convencionales  ».44 
El rechazo a la tradición en su forma patriarcal, jerárquica,  tanto social como eclesial, conlleva la búsqueda de una forma alternativa de  sociedad, inspirada claramente en el concepto moderno del yo. Muchos escritos de  la Nueva Era defienden que no se puede hacer nada (directamente) para  cambiar el mundo y en cambio se ha de hacer todo para cambiarse a sí mismo.  Cambiar la conciencia individual se entiende como la manera (indirecta) de  cambiar el mundo. El instrumento más importante para el cambio social es el  ejemplo individual. El reconocimiento universal de tales ejemplos personales  llevará paulatinamente a la transformación de la mente colectiva, transformación  que será el logro más importante de nuestro tiempo. Esto forma parte,  claramente, del paradigma holístico y constituye una nueva formulación de la  clásico problema filosófico de la unidad y la pluralidad. También está  relacionada con el planteamiento jungiano de la correspondencia y el rechazo de  la causalidad. Los individuos son representaciones fragmentarias del holograma  planetario; mirando al propio interior, no sólo se conoce el universo,  sino que también es posible cambiarlo. Sólo que cuanto más se mira al  interior, más pequeño se torna el escenario político. Es difícil saber si este  planteamiento puede encajar con la retórica de la participación democrática en  un nuevo orden planetario, o si por el contrario se trata de una manera  inconsciente y sutil de privar de poder a las personas, dejándolas a merced de  la manipulación. La actual preocupación por los problemas planetarios (los temas  ecológicos, el agotamiento de los recursos naturales, el exceso de población, la  diferencia económica entre norte y sur, el enorme arsenal nuclear, la  inestabilidad política) ¿favorecen o impiden el compromiso con otras cuestiones  políticas y sociales igualmente acuciantes? El antiguo adagio « la caridad bien  entendida empieza por uno mismo » puede proporcionar un sano equilibrio a la  manera de abordar dichos temas. Algunos observadores de la Nueva Era  detectan un autoritarismo siniestro detrás de la aparente indiferencia  respecto a la política. El mismo David Spangler señala que una de las sombras de  la Nueva Era es « una capitulación sutil frente a la impotencia y la  irresponsabilidad esperando que llegue la Nueva Era en vez de ser  creadores activos de plenitud en la propia vida ».45 
Sería ciertamente exagerado afirmar que el quietismo es general en  las actitudes de la Nueva Era. Con todo, una de las principales críticas  al movimiento Nueva Era es que la búsqueda individualista de la propia  realización en el fondo puede actuar en contra de una sólida cultura religiosa.  A este propósito, conviene destacar tres puntos: 
– Cabe preguntarse si la Nueva Era posee coherencia  intelectual para proporcionar una imagen completa del mundo a partir de una  cosmovisión que pretende integrar la naturaleza y la realidad espiritual. La  Nueva Era ve el universo occidental escindido a causa de las categorías  de monoteísmo, trascendencia, alteridad y separación. Descubre un dualismo  fundamental en divisiones como las que hay entre real e ideal, relativo y  absoluto, finito e infinito, humano y divino, sacro y profano, pasado y  presente, que remiten todas a la « conciencia infeliz » de Hegel y son  responsables de una situación considerada trágica. La respuesta de la Nueva  Era es la unidad mediante la fusión: pretende reconciliar alma y cuerpo,  femenino y masculino, espíritu y materia, humano y divino, tierra y cosmos,  trascendente e inmanente, religión y ciencia, las diferencias entre las  religiones, el Yin y el Yang. Ya no hay, pues, alteridad. Lo que queda, en  términos humanos, es la transpersonalidad. El mundo de la Nueva Era no es  problemático: no queda nada por alcanzar. Pero la cuestión metafísica de la  unidad y la pluralidad sigue sin respuesta, tal vez sin plantearse siquiera; se  lamentan los efectos de la desunión y de la división, pero la respuesta es una  descripción de cómo aparecerían las cosas en otra óptica. 
– La Nueva Era importa fragmentariamente prácticas  religiosas orientales y las reinterpreta para adaptarlas a los occidentales.  Esto implica un rechazo del lenguaje del pecado y de la salvación,  sustituido con el lenguaje moralmente neutro de la dependencia y la  recuperación. Las referencias a las influencias extraeuropeas son a veces una  mera « pseudo-orientalización » de la cultura occidental. Además, difícilmente  se trata de un diálogo auténtico. En un ambiente donde las influencias  grecorromanas y judeocristianas resultan sospechosos, las orientales se utilizan  precisamente porque son una alternativa a la cultura occidental. La ciencia y la  medicina tradicionales son consideradas inferiores a los enfoques holísticos, e  igual sucede con las estructuras patriarcales y particulares en la política y en  la religión. Todas estas cosas serán obstáculos para la venida de la Era de  Acuario. Una vez más, está claro que, en realidad, optar por las alternativas de  la Nueva Era implica una ruptura total con la tradición de origen. Habría  que preguntarse si realmente es una actitud tan madura y tan liberada como se  suele pensar. 
– Las tradiciones religiosas auténticas promueven la disciplina  con el objetivo último de adquirir sabiduría, ecuanimidad y compasión. La  Nueva Era refleja el anhelo profundo e inextinguible que hay en la  sociedad de una cultura religiosa íntegra, de una visión más general e  iluminadora de lo que los políticos suelen ofrecer. Pero no está claro si los  beneficios de una visión basada en la permanente expansión del yo son para los  individuos o para las sociedades. Los cursos de formación de la Nueva Era  (lo que solía llamarse « Cursos de Formación Erhard » Erhard Seminar  Trainings [EST], etc.) conjugan los valores contraculturales con la  necesidad de triunfar, la satisfacción interior con el éxito externo. El curso  de retiro « Espíritu de los Negocios » de Findhorn transforma la experiencia del  trabajo con el fin de aumentar la productividad. Algunos adeptos de la Nueva  Era se adhieren a ella no sólo para ser más auténticos y espontáneos, sino  también para enriquecerse (mediante la magia, etc.). « Los cursos de formación  la Nueva Era tienen también resonancias de ideas en cierto modo más  humanistas que las extendidas en el mundo de los negocios, lo que hace que al  hombre de negocios con mentalidad empresarial le resulten más atractivos. Las  ideas tienen que ver con el lugar de trabajo, como “un entorno de aprendizaje”,  que “humaniza el trabajo”, “humaniza al jefe”, donde “las personas son lo  primero” o “se libera el potencial”. Tal como las presentan los formadores de la  Nueva Era, es probable que atraigan a los hombres de negocios que ya han  participado en otros cursos de formación de corte humanista (laico) y que  quieren dar un paso más: interesados en su crecimiento personal, su felicidad y  su entusiasmo y al mismo tiempo en su productividad económica ».46  Así, está claro que las personas involucradas buscan realmente sabiduría y  ecuanimidad en beneficio propio, pero ¿en qué medida las actividades en que  participan les capacitan para trabajar por el bien común? Aparte de la cuestión  de la motivación, todos estos fenómenos deben ser juzgados por sus frutos, y la  pregunta que hay que plantearse es si promueven el yo o promueven la  solidaridad, no sólo con las ballenas, los árboles o personas de mentalidad  similar, sino con el conjunto de la creación: incluyendo a la humanidad entera.  Las peores consecuencias de toda filosofía del egoísmo, tanto si es adoptada por  las instituciones como por amplios sectores sociales, son lo que el Cardenal  Joseph Ratzinger define un conjunto de « estrategias para reducir el número de  los que se sienten a comer a la mesa de la humanidad ».47 Este es un  criterio clave con el que se debe evaluar el impacto de cualquier filosofía o  teoría. El cristianismo busca siempre medir los esfuerzos humanos por su  apertura al Creador y a las demás criaturas, un respeto firmemente basado en el  amor. 
2.5. ¿Por qué ha crecido  la Nueva Era con tanta rapidez y se ha difundido de manera tan eficaz?  
Por muchas objeciones y críticas que suscite, la Nueva Era  es un intento de llevar calor a un mundo que muchos experimentan como  desabrido y despiadado. Como reacción frente a la modernidad, opera casi siempre  en el nivel de los sentimientos, instintos y emociones. La angustia ante un  futuro apocalíptico de inestabilidad económica, incertidumbre política y cambios  climáticos desempeña un papel importante en la búsqueda de una relación  alternativa y decididamente optimista con el cosmos. Hay una búsqueda de  plenitud y felicidad, con frecuencia en un nivel explícitamente espiritual. Pero  es significativo que la Nueva Era haya gozado de un éxito enorme en una  era que puede caracterizarse por la exaltación casi universal de la  diversidad. La cultura occidental ha dado un paso más allá de la  tolerancia –en el sentido de aceptar a regañadientes o soportar la idiosincrasia  de personas o grupos minoritarios– a la erosión consciente del respeto a la  normalidad. La normalidad se presenta como un concepto con connotaciones  moralistas, vinculado necesariamente a normas absolutas. Para un número  creciente de personas, las creencias o normas absolutas indican sólo la  incapacidad de tolerar las ideas y convicciones de los demás. En este ambiente,  se han puesto de moda los estilos de vida alternativos: ser diferente no sólo es  aceptable, sino positivamente bueno.48 
Es esencial tener en cuenta que las personas se relacionan con la  Nueva Era de maneras muy distintas y en grados diversos. En la mayoría de  los casos no se trata realmente de una « pertenencia » a un grupo o movimiento.  Tampoco hay una conciencia muy clara de los principios sobre los que se basa la  Nueva Era. Aparentemente, la mayoría de la gente se siente atraída por  terapias o prácticas concretas, sin conocimiento de los planteamientos de fondo  que éstas conllevan; otros no son más que consumidores ocasionales de productos  que llevan la etiqueta « Nueva Era ». Quienes utilizan la aromatoterapia  o escuchan música New Age, por ejemplo, suelen estar interesados por el  efecto que tienen en su salud o bienestar. Tan sólo una minoría profundiza en  estos temas y trata de entender su significado teórico (o « místico »). Lo cual  encaja perfectamente con los esquemas de las sociedades de consumo en las que el  ocio y el entretenimiento desempeñan un papel fundamental. El « movimiento » se  ha adaptado perfectamente a las leyes del mercado y el hecho de que la Nueva  Era se haya difundido tanto se debe en parte a que resulta una propuesta  económica muy atractiva. La Nueva Era, al menos en algunas culturas, se  presenta como una etiqueta para un producto creado, aplicando los principios de  la mercadotecnia a un fenómeno religioso.49 Siempre habrá un modo de  aprovecharse de las necesidades espirituales de la gente. Como muchos otros  elementos de la economía contemporánea, la Nueva Era es un fenómeno  global que se mantiene unido y se alimenta gracias a la información de los  medios de comunicación de masas. Se puede discutir si fueron los medios de  comunicación quienes crearon este fenómeno o no; lo que está claro es que la  literatura popular y las comunicaciones de masas garantizan una rápida difusión,  a escala universal, de las nociones comunes defendidas por los « creyentes » y  simpatizantes. Sin embargo, no es posible saber si esta difusión tan rápida de  las ideas obedece al azar o bien a un proyecto deliberado, ya que se trata de  comunidades muy poco rígidas. Al igual que sucede en las « cibercomunidades »  creadas por Internet, éste es un ámbito en el que las relaciones entre las  personas pueden ser o muy impersonales o interpersonales sólo en un sentido muy  selectivo. 
La Nueva Era se ha hecho sumamente popular como un vago  conjunto de creencias, terapias y prácticas, elegidas y combinadas con  frecuencia según el propio gusto, independientemente de las incompatibilidades o  incongruencias que implique. Por lo demás, es lo que cabe esperar de una  cosmovisión conscientemente basada en el pensamiento intuitivo del « lado  derecho del cerebro ». Precisamente por eso es tan importante descubrir y  reconocer las características fundamentales de las ideas de la Nueva Era.  Lo que ésta ofrece suele describirse sencillamente como algo « espiritual »,  más que como perteneciente a una religión concreta. Sin embargo, los vínculos  con algunas religiones orientales concretas son mucho más estrechos de lo que  imaginan algunos « consumidores ». Naturalmente, esto es importante para los  grupos de « oración » en los que uno decide integrarse, pero es también un  problema real en la gestión de un número creciente de empresas, a cuyos  empleados se les exige hacer meditación y adoptar técnicas de expansión mental  como parte de la vida laboral.50 
Valdría la pena añadir aún unas breves palabras sobre la promoción  organizada de la Nueva Era como ideología, pero se trata de un asunto sumamente  complejo. Frente a la Nueva Era, algunos grupos han reaccionado con  acusaciones generalizadas de « conspiración ». Se les suele responder que  estamos asistiendo a un cambio cultural espontáneo cuya trayectoria está en gran  parte determinada por influjos que escapan al control humano. No obstante, basta  señalar que la Nueva Era comparte con un buen número de grupos  internacionalmente influyentes el objetivo de sustituir o trascender las  religiones particulares para dejar espacio a una religión universal que unifique  a la humanidad. Estrechamente relacionado con esto, hay un esfuerzo concertado  por parte de muchas instituciones para inventar una Ética Global, un  esquema ético que reflejaría la naturaleza global de la cultura, la economía y  la política contemporáneas. Aún más, la politización de las cuestiones  ecológicas influye en todo el tema de la hipótesis Gaia o culto de la madre  tierra. 
3 LA NUEVA ERA: Y LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA
3.1. La Nueva Era  como espiritualidad 
Los promotores de la Nueva Era la definen como una « nueva  espiritualidad ». Parece irónico llamarla « nueva » cuando tantas ideas están  tomadas de las religiones y culturas antiguas. Lo realmente nuevo en la Nueva  Era es la búsqueda consciente de una alternativa a la cultura occidental y a  sus raíces religiosas judeocristianas. « Espiritualidad », en este sentido,  indica la experiencia interior de armonía y unidad con la totalidad de la  realidad, que sana los sentimientos de imperfección y finitud de toda persona  humana. Las personas descubren su profunda conexión con la fuerza o energía  universal sagrada que constituye el núcleo de toda vida. Cuando han llevado a  cabo este descubrimiento, pueden emprender el camino hacia la perfección que les  permitirá ordenar sus vidas y su relación con el mundo, y ocupar su propio  puesto en el proceso universal del devenir y en la Nueva Génesis de un mundo en  constante evolución. El resultado es una mística cósmica51  basada en la toma de conciencia de un universo rebosante de energías dinámicas.  Así, la energía cósmica, la vibración, la luz, dios, el amor –incluso el Ser  supremo– todo se refiere a la misma y única realidad, la fuente primaria  presente en todo ser. 
Esta espiritualidad consta de dos elementos distintos: uno  metafísico, otro psicológico. El componente metafísico procede de las  raíces esotéricas y teosóficas de la Nueva Era y es básicamente una forma  nueva de gnosis. El acceso a lo divino se produce por medio del conocimiento de  los misterios escondidos, en la búsqueda individual de « lo real que hay detrás  de lo que es sólo aparente, el origen más allá del tiempo, lo trascendente más  allá de lo meramente fugaz, la tradición primordial detrás de la tradición  meramente efímera, lo otro detrás del yo, la divinidad cósmica detrás del  individuo encarnado ». La espiritualidad esotérica « es una investigación del  Ser más allá de la separación de los seres, una especie de nostalgia de la  unidad perdida ».52 
« Puede verse aquí la matriz gnóstica de la espiritualidad  esotérica. Ésta es palpable cuando los hijos de Acuario buscan la Unidad  Transcendente de las religiones. Tienden a escoger de las religiones históricas  sólo el núcleo esotérico, del cual pretenden ser guardianes. En cierto modo  niegan la historia y no aceptan que la espiritualidad pueda tener sus raíces en  el tiempo o en ninguna institución. Jesús de Nazaret no es Dios, sino una de las  muchas manifestaciones del Cristo cósmico y universal ».53 
El componente psicológico de este tipo de espiritualidad procede  del encuentro entre la cultura esotérica y la psicología (cf. 2.3.2). La  Nueva Era se convierte así en una experiencia de trasformación  psico-espiritual personal, que se contempla como algo análogo a la experiencia  religiosa, después de una crisis personal o una larga búsqueda espiritual. Para  otros procede del uso de la meditación o de algún tipo de terapia, o de  experiencias paranormales que alteran los estados de conciencia y proporcionan  una penetración en la unidad de la realidad.54 
3.2. ¿Narcisismo  espiritual? 
Diversos autores ven la espiritualidad de la Nueva Era como  una especie de narcisismo espiritual o pseudo-misticismo. Es interesante notar  que esta crítica ha sido formulada incluso por David Spangler, un importante  exponente de la Nueva Era, que en sus últimas obras se distanció de los  aspectos más esotéricos de esta corriente de pensamiento. 
Spangler escribió que en las formas más populares de la Nueva  Era « los individuos y los grupos viven sus propias fantasías de aventura y  poder, generalmente de forma ocultista o milenarista... La característica  principal de este nivel es la adhesión a un mundo privado de satisfacción del  ego y el consecuente alejamiento (aunque no siempre sea evidente) del mundo. En  este nivel, la Nueva Era se ha visto poblada por seres extraños y  exóticos, maestros, adeptos, extraterrestres. Es un lugar de poderes psíquicos y  misterios ocultos, de conspiraciones y enseñanzas escondidas ».55  
En una obra posterior, David Spangler enumera lo que considera  elementos negativos o « sombras » de la Nueva Era: « alienación del  pasado en nombre del futuro; adhesión a la novedad por la novedad...;  indiscriminación y falta de discernimiento en nombre de la totalidad y de la  comunión, de donde la incapacidad para entender o respetar el papel de los  límites...; confusión de los fenómenos psíquicos con la sabiduría, de la  “canalización” (cfr. Glosario) con la espiritualidad, de la perspectiva de la  Nueva Era con la verdad última ».56 Pero, al cabo, Spangler  está convencido de que el narcisismo egoísta e irracional se limita solamente a  unos pocos miembros. Los aspectos positivos que subraya son la función de la  Nueva Era como imagen del cambio y como encarnación de lo sagrado,  movimiento en el que la mayoría de las personas son « grandes buscadores de la  verdad », que trabajan en beneficio de la vida y del crecimiento interior.  
David Toolan, un jesuita americano que pasó varios años en el  ambiente de la Nueva Era, analiza el aspecto comercial de muchos  productos y terapias que llevan la etiqueta Nueva Era (New Age).  Observa que los seguidores de la Nueva Era han descubierto la vida  interior y se sienten fascinados por la perspectiva de ser responsables del  mundo, pero que también se dejan vencer fácilmente por una tendencia al  individualismo y a enfocarlo todo como objeto de consumo. En este sentido,  aunque no sea cristiana, la espiritualidad de la Nueva Era tampoco es  budista, por cuanto no implica la negación de sí mismo. El sueño de una unión  mística parece conducir, en la práctica, a una unión meramente virtual que, al  cabo, deja a las personas aún más solas e insatisfechas. 
3.3. El Cristo cósmico  
En los días primeros del cristianismo, los creyentes en Jesucristo  se vieron forzados a hacer frente a las religiones gnósticas. No las ignoraron,  sino que aceptaron el reto positivamente y aplicaron a Cristo mismo los términos  utilizados para con las divinidades cósmicas. El ejemplo más claro es el famoso  himno a Cristo en la carta de san Pablo a los cristianos de Colosas: 
« Él [Cristo] es imagen de Dios invisible, primogénito de toda  criatura; 
porque por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz » (Col 1, 15-20).
porque por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz » (Col 1, 15-20).
Aquellos primeros cristianos no esperaban la llegada de ninguna  edad nueva cósmica. Lo que celebraban con este himno era que la Plenitud de  todas las cosas había comenzado en Cristo. « En realidad el tiempo se ha  cumplido por el hecho mismo de que Dios, con la encarnación, se ha introducido  en la historia del hombre. La eternidad ha entrado en el tiempo: ¿qué «  cumplimiento » es mayor que éste? ¿Qué otro « cumplimiento » sería posible?  ».57 La creencia gnóstica en fuerzas cósmicas y en una especie de  oscuro destino elimina la posibilidad de una relación con el Dios personal  revelado en Cristo. Para los cristianos, el verdadero Cristo cósmico es el que  está presente activamente en los diversos miembros de su cuerpo, que es la  Iglesia. No dirigen su mirada a fuerzas cósmicas impersonales, sino al amor  afectuoso de un Dios personal. Para ellos el bio-centrismo cósmico tiene  que ser transferido a un conjunto de relaciones sociales (en la Iglesia).  Y no se encierran en un esquema cíclico de acontecimientos cósmicos, sino que se  centran en el Jesús histórico, especialmente en su crucifixión y en su  resurrección. En la Carta a los Colosenses y en el Nuevo Testamento hallamos una  doctrina de Dios distinta de la que está implícita en el pensamiento de la  Nueva Era: la concepción cristiana de Dios es la de una Trinidad de  Personas que ha creado la raza humana deseando compartir la comunión de la vida  trinitaria con las personas creadas. Entendido adecuadamente, esto significa que  la auténtica espiritualidad no consiste tanto en nuestra búsqueda de  Dios, sino en que Dios nos busca a nosotros. 
En los círculos de la Nueva Era se ha hecho popular otra  visión, completamente distinta, del significado cósmico de Cristo. « El Cristo  Cósmico es el modelo divino que se conecta en la persona de Jesucristo  (pero no se limita en modo alguno a tal persona). El modelo divino de  conectividad se hizo carne y acampó entre nosotros (Jn 1, 14)...  El Cristo Cósmico es el guía de un nuevo éxodo de la servidumbre y de las ideas  pesimistas de un universo mecanicista, newtoniano, lleno de competitividad,  ganadores y perdedores, dualismos, antropocentrismo, y del aburrimiento que  sobreviene cuando nuestro maravilloso universo se describe como una máquina  privada de misterio y misticismo. El Cristo Cósmico es local e histórico,  indudablemente íntimo a la historia humana. El Cristo Cósmico podría vivir en la  casa de al lado o incluso en el interior más profundo y auténtico del propio yo  ».58 Aunque posiblemente no todos los que están relacionados con la  Nueva Era estén de acuerdo con esta afirmación, sin embargo da en el  clavo y muestra con absoluta claridad dónde estriban las diferencias entre estas  dos visiones de Cristo. Para la Nueva Era, el Cristo Cósmico aparece como  un modelo que puede repetirse en muchas personas, lugares o épocas. Es el  portador de un enorme cambio de paradigma. Es, en definitiva, un potencial  dentro de nosotros. 
Según la doctrina cristiana, Jesucristo no es un simple modelo. Es  una persona divina cuya figura humano-divina revela el misterio del amor del  Padre hacia cada persona a lo largo de la historia (Jn 3, 16). Vive en  nosotros porque comparte su vida con nosotros, pero ésta ni se nos impone ni es  automática. Todos los seres humanos están invitados a compartir su vida, a vivir  « en Cristo ». 
3.4. Mística cristiana y  mística Nueva Era 
Para los cristianos, la vida espiritual consiste en una relación  con Dios que se va haciendo cada vez más profunda con la ayuda de la gracia, en  un proceso que ilumina también la relación con nuestros hermanos. La  espiritualidad, para la Nueva Era, significa experimentar estados de  conciencia dominados por un sentido de armonía y fusión con el Todo. Así, «  mística » no se refiere a un encuentro con el Dios trascendente en la plenitud  del amor, sino a la experiencia provocada por un volverse sobre sí mismo, un  sentimiento exaltante de estar en comunión con el universo, de dejar que la  propia individualidad se hunda en el gran océano del Ser.59 
Esta distinción fundamental es evidente en todos los niveles de  comparación entre la mística cristiana y la mística de la Nueva Era. El  método de purificación de la Nueva Era se basa en la conciencia del  malestar o de la alienación, que ha de ser vencido mediante la inmersión en el  Todo. Para convertirse, una persona necesita hacer uso de técnicas que conducen  a la experiencia de la iluminación. Esto transforma la conciencia de la persona  y la abre al contacto con la divinidad, que se entiende como la esencia más  profunda de la realidad. 
Las técnicas y métodos que se ofrecen en este sistema religioso  inmanentista, que carece del concepto de Dios como persona, proceden « desde  abajo ». Aunque implican un descenso hasta las profundidades del propio corazón  o de la propia alma, constituyen una empresa esencialmente humana por parte de  la persona que busca elevarse hasta la divinidad mediante sus esfuerzos. Con  frecuencia es un « ascenso » del nivel de conciencia hasta lo que se entiende  como una percepción liberadora del « dios interior ». No todos tienen acceso a  tales técnicas, cuyos beneficios quedan restringidos a una « aristocracia »  espiritual privilegiada. 
Por el contrario, el elemento esencial de la fe cristiana es que  Dios se abaja hacia sus criaturas, particularmente a los más humildes, a los más  débiles y menos agraciados según los criterios del « mundo ». Hay algunas  técnicas espirituales que conviene aprender, pero Dios es capaz de soslayarlas e  incluso de prescindir de ellas. Para un cristiano « su modo de acercarse a Dios  no se fundamenta en una técnica, en el sentido estricto de la palabra. Eso iría  en contra del espíritu de infancia exigido por el Evangelio. La auténtica  mística cristiana nada tiene que ver con la técnica: es siempre un don de Dios,  cuyo beneficiario se siente indigno ».60 
Para los cristianos, la conversión consiste en volverse al Padre,  por medio del Hijo, dóciles al poder del Espíritu Santo. Cuanto más se avanza en  la relación con Dios –que es siempre y en todos los casos un don gratuito–, más  aguda es la necesidad de convertirse del pecado, de la miopía espiritual y de la  autocomplacencia, cosas todas que impiden un abandono confiado de sí en Dios y  una apertura a los demás. 
Todas las técnicas de meditación necesitan purificarse de la  presunción y de la ostentación. La oración cristiana no es un ejercicio de  contemplación de sí mismo, quietud y vaciamiento de sí, sino un diálogo de amor,  que « implica una actitud de conversión, un éxodo del yo del hombre hacia el Tú  de Dios ».61 Conduce a un sometimiento cada vez más completo a la  voluntad de Dios, mediante el cual se nos invita a una solidaridad profunda y  auténtica con nuestros hermanos y hermanas.62 
3.5. El « dios interior  » y la « theosis » 
Este es un punto de contraste entre la Nueva Era y el  cristianismo. En la literatura New Age abunda la convicción de que no  existe un ser divino « ahí afuera » o que sea de alguna manera distinto del  resto de la realidad. Desde Jung en adelante, ha habido toda una corriente que  profesaba una creencia en « el dios interior ». Desde la perspectiva de la  Nueva Era, nuestro problema consiste en la incapacidad de reconocer  nuestra propia divinidad, una incapacidad que puede superarse con ayuda de un  guía y usando toda una serie de técnicas para liberar nuestro potencial (divino)  escondido. La idea fundamental es que « Dios » se encuentra en el fondo de  nuestro interior. Somos dioses y descubrimos el poder ilimitado que hay dentro  de nosotros despojándonos de las capas de inautenticidad.63 Cuanto  más se reconoce este potencial, más se realiza. En este sentido la Nueva Era  tiene su propia idea de la theosis: transformarnos en dioses o, más  exactamente, reconocer y aceptar que somos divinos. Algunos dicen que estamos  viviendo en « una época en que nuestra comprensión de Dios tiene que ser  interiorizada: de un Dios omnipotente y externo a un Dios, fuerza dinámica y  creativa que se halla en el centro mismo de todo ser: Dios como  Espíritu.64 
En el Prefacio al Libro V de Adversus Haereses, san Ireneo  se refiere a « Jesucristo, que, por medio de su amor trascendente, se convirtió  en lo que somos, para poder llevarnos a ser lo que él mismo es ». Aquí la  theosis, el modo cristiano de entender la divinización, no se realiza  solamente en virtud de nuestros esfuerzos, sino con el auxilio de la gracia de  Dios, que actúa en y por medio de nosotros. Naturalmente, esto implica una  conciencia inicial de nuestra imperfección, incluso de nuestra condición  pecadora, todo lo contrario de la exaltación del yo. Además, se despliega como  una introducción a la vida de la Trinidad, un caso perfecto de distinción en el  corazón mismo de la unidad: sinergia y no fusión. Todo esto acontece como  resultado de un encuentro personal, del ofrecimiento de un nuevo género de vida.  La vida en Cristo no es algo tan personal y privado que quede restringido al  ámbito de la conciencia. Ni es tampoco un nivel nuevo de conciencia. Implica una  transformación de nuestro cuerpo y nuestra alma mediante la participación en la  vida sacramental de la Iglesia. 
4 NUEVA ERA Y FE CRISTIANA  FRENTE A FRENTE 
Resulta difícil separar los elementos individuales de la  religiosidad de la Nueva Era, por inocentes que puedan parecer, de la  estructura general que penetra todo el mundo conceptual del movimiento Nueva  Era. La naturaleza gnóstica de este movimiento exige que se lo juzgue en su  totalidad. Desde el punto de vista de la fe cristiana, no es posible aislar  algunos elementos de la religiosidad de la Nueva Era como aceptables por  parte de los cristianos y rechazar otros. Puesto que el movimiento de la  Nueva Era insiste tanto en la comunicación con la naturaleza, en el  conocimiento cósmico de un bien universal –negando así los contenidos revelados  de la fe cristiana–, no puede ser considerado como algo positivo o inocuo. En un  ambiente cultural marcado por el relativismo religioso, es necesario alertar  contra los intentos de situar la religiosidad de la Nueva Era al mismo  nivel que la fe cristiana, haciendo que la diferencia entre fe y creencia  parezca relativa y creando mayor confusión entre los desprevenidos. En este  sentido, resulta útil a exhortación de San Pablo: « avisar a algunos que no  enseñen doctrinas extrañas, ni se dediquen a fábulas y genealogías  interminables, que son más a propósito para promover disputas que para realizar  el plan de Dios, fundado en la fe » (1 Tim 1, 3-4). Algunas prácticas  llevan erróneamente el marchamo Nueva Era, simplemente como estrategia de  mercado para venderse mejor, sin que estén realmente asociadas a su cosmovisión.  Lo cual únicamente crea mayor confusión. Es por ello necesario identificar con  precisión los elementos que pertenecen al movimiento Nueva Era, que no  pueden ser aceptados por quienes son fieles a Cristo y a su Iglesia. 
Las siguientes preguntas pueden ser el modo más simple para  evaluar algunos de los elementos centrales del pensamiento y de la práctica de  la Nueva Era desde una perspectiva cristiana. El término Nueva Era  se refiere a las ideas que circulan acerca de Dios, el hombre y el mundo,  las personas con quienes pueden dialogar los cristianos en torno a temas  religiosos, el material publicitario para grupos de meditación, terapias y  demás, las declaraciones explícitas sobre la religión, etcétera. Algunas de  estas preguntas aplicadas a personas e ideas que no lleven explícitamente la  etiqueta Nueva Era pondrían de manifiesto otros vínculos, implícitos o  inconscientes, con todo el ambiente Nueva Era. 
• ¿Dios es un ser con quien mantenemos una relación, algo que  se puede utilizar, o una fuerza que hay que dominar? 
El concepto de Dios propio de la Nueva Era es un tanto  vago, mientras que el concepto cristiano es muy claro. El Dios de la Nueva  Era es una energía impersonal, en realidad una extensión o componente  particular del cosmos; Dios en este sentido es la fuerza vital o alma del mundo.  La divinidad se encuentra en cada ser, en una gradación que va « desde el  cristal inferior del mundo mineral hasta e incluso más allá del mismo Dios  Galáctico, del cual no podemos decir absolutamente nada, salvo que no es un  hombre, sino una Gran Conciencia ».65 En algunos escritos « clásicos  » de la Nueva Era, está claro que los seres humanos deben considerarse a  sí mismos como dioses, lo cual se desarrolla en unas personas más plenamente que  en otras. Ya no hay que buscar a Dios más allá del mundo, sino en lo hondo de mi  yo.66 Incluso cuando « Dios » es algo exterior a mí, está ahí para  ser manipulado. 
Esto es muy diferente de la concepción cristiana de Dios,  Creador del cielo y de la tierra y fuente de toda vida personal. Dios es en sí  mismo personal, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y ha creado el universo a fin de  compartir la comunión de su vida con las personas creadas. « Dios, que “habita  una luz inaccesible”, quiere comunicar su propia vida divina a los hombres  libremente creados por él, para hacer de ellos, en su Hijo único, hijos  adoptivos. Al revelarse a sí mismo, Dios quiere hacer a los hombres capaces de  responderle, de conocerle y de amarle más allá de lo que ellos serían capaces  por sus propias fuerzas ».67Dios no se identifica con el  principio vital entendido como el « Espíritu » o « energía básica » del cosmos,  sino que es ese amor, absolutamente diferente del mundo, que está sin embargo  presente en todo y conduce a los seres humanos a la salvación. 
•¿Hay un único Jesucristo o existen miles de  Cristos? 
En la literatura de la Nueva Era Cristo es presentado con  frecuencia como un sabio, un iniciado o un avatar entre muchos, mientras que en  la tradición cristiana es el Hijo de Dios. He aquí algunos puntos comunes de los  enfoques New Age: 
– El Jesús histórico, personal e individual, es distinto del  Cristo universal, eterno, impersonal; 
– Jesús no es considerado el único Cristo; 
– La muerte de Jesús en la Cruz, o bien se niega, o bien se  reinterpreta para excluir la idea de que pudiera haber sufrido como Cristo;  
– Los documentos extrabíblicos (como los evangelios neo‑gnósticos)  son considerados fuentes auténticas para el conocimiento de aspectos de la vida  de Cristo que no se hallan en el canon de la Escritura. Otras revelaciones en  torno a Cristo, proporcionadas por entidades, guías espirituales y maestros  venerables o incluso por las Crónicas Akasha, son básicas para la  cristología de la Nueva Era; 
– Se aplica un tipo de exégesis esotérica a los textos bíblicos  para purificar al cristianismo de la religión formal que impide el acceso a su  esencia esotérica.68 
En la tradición cristiana Jesucristo es el Jesús de Nazaret del  que hablan los Evangelios, el hijo de María y Unigénito de Dios, verdadero Dios  y verdadero hombre, revelación plena de la Verdad divina, único Salvador del  mundo: « por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció  y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al  cielo, y está sentado a la derecha del Padre ».69 
• El ser humano: ¿existe un único ser universal o hay muchos  individuos? 
« El objetivo de las técnicas de la Nueva Era es reproducir  los estados místicos a voluntad, como si fueran un asunto de material de  laboratorio. El renacer, el biofeedback, el aislamiento sensorial, los  mantras, el ayuno, la privación de sueño y la meditación trascendental, son  intentos para controlar esos estados y experimentarlos continuamente  ».70 Todas estas prácticas crean una atmósfera de debilidad (y  vulnerabilidad) psíquica. Cuando el objeto del ejercicio consiste en  reinventarnos a nosotros mismos, se plantea realmente la pregunta acerca de  quién soy « yo ». El « Dios interior » y la unión holística con todo el cosmos  subrayan esta pregunta. Las personalidades individuales aisladas serían  patológicas para la Nueva Era (según su particular psicología  transpersonal). Pero « el verdadero peligro es el paradigma holístico. La  Nueva Era es un pensamiento basado sobre una unidad totalitaria y  precisamente por eso es un peligro... ».71 Con un tono más suave: «  Somos auténticos cuando nos “hacemos cargo” de nosotros mismos, cuando nuestra  opción y nuestras reacciones fluyen espontáneamente de nuestras necesidades más  profundas, cuando nuestro comportamiento y nuestros sentimientos manifiestos  reflejan nuestra plenitud personal ».72 El Movimiento por el  Potencial Humano es el ejemplo más claro de la convicción de que los seres  humanos son divinos, o contienen una chispa divina dentro de sí mismos. 
El enfoque cristiano procede de las enseñanzas de la Escritura  respecto a la naturaleza humana. Hombres y mujeres han sido creados a imagen y  semejanza de Dios (Gen 1, 27) y Dios los trata con gran consideración,  para sorpresa del salmista (cf. Ps 8). La persona humana es un misterio  plenamente revelado sólo en Jesucristo (cf. GS 22), y de hecho se hace auténtica  y adecuadamente humana en su relación con Cristo por medio del don del  Espíritu.73 Esto está muy lejos de la caricatura del  antropocentrismo atribuido al Cristianismo y rechazado por muchos autores y  seguidores de la Nueva Era. 
• ¿Nos salvamos a nosotros mismos o la salvación es un don  gratuito de Dios? 
La clave estriba en descubrir qué o quién creemos que nos salva.  ¿Nos salvamos a nosotros mismos por nuestras propias acciones, como suele ser el  caso en las explicaciones de la Nueva Era, o nos salva el amor de Dios?  Las palabras claves son realización de uno mismo, plenitud del yo y  auto-redención. La Nueva Era es esencialmente pelagiana en su  manera de entender la naturaleza humana.74 
Para los cristianos, la salvación depende de la participación  en la pasión, muerte y resurrección de Cristo, y de una relación personal  directa con Dios, más que de una técnica cualquiera. La condición humana,  afectada como está por el pecado original y por el pecado personal, sólo puede  ser rectificada por la acción de Dios: el pecado es una ofensa contra Dios, y  sólo Dios puede reconciliarnos consigo. En el plan salvífico divino, los seres  humanos han sido salvados por Jesucristo, quien, como Dios y hombre, es el único  mediador de la redención. En el cristianismo, la salvación no es una experiencia  del yo, una inmersión meditativa e intuitiva dentro de uno mismo, sino mucho  más: el perdón del pecado, el ser levantado desde las profundas ambivalencias  del propio ser, el apaciguamiento de la naturaleza mediante el don de la  comunión con un Dios amoroso. El camino hacia la salvación no se halla  sencillamente en una transformación autoprovocada de la conciencia, sino en la  liberación del pecado y de sus consecuencias, que conduce a luchar contra el  pecado que hay en nosotros mismos y en la sociedad que nos rodea. Esto nos  conduce necesariamente hacia una solidaridad amorosa con nuestros hermanos  necesitados. 
•¿Inventamos la verdad o la abrazamos?  
La verdad para la Nueva Era tiene que ver con buenas  vibraciones, correspondencias cósmicas, armonía y éxtasis, experiencias  placenteras en general. Se trata de encontrar la propia verdad en función del  bienestar. La valoración de la religión y de las cuestiones éticas obviamente  está relacionada con las propias sensaciones y experiencias. 
En la doctrina cristiana, Jesucristo se presenta como « el  Camino, la Verdad y la Vida » (Jn 14, 6). A sus seguidores se les pide  que abran su vida entera a él y a sus valores, en otras palabras, a un conjunto  objetivo de exigencias que forman parte de una realidad objetiva asequible en  definitiva por todos. 
•La oración y la meditación: ¿hablamos con  nosotros o con Dios? 
La tendencia a confundir la psicología y la espiritualidad  aconseja recalcar que muchas de las técnicas de meditación ahora en uso no son  oración. A menudo son una buena preparación para la oración, y nada más, aun  cuando conduzcan a un estado de placidez mental o de bienestar corporal. Las  experiencias que se obtienen son realmente intensas, pero quedarse en ese plano  es quedarse solo, sin estar todavía en presencia del Otro. Alcanzar el silencio  puede enfrentarnos al vacío más que al silencio contemplativo del amado. También  es cierto que las técnicas para profundizar en la propia alma son, en  definitiva, una llamada a nuestra propia capacidad de alcanzar lo divino, o  incluso a llegar a ser divinos. Si descuidan que es Dios quien va en búsqueda  del corazón humano, no son oración cristiana. Aun cuando se considera como un  vínculo con la Energía Universal, « esta “relación” fácil con Dios, donde la  función de Dios se concibe como la satisfacción de todas nuestras necesidades,  revela el egoísmo que hay en el corazón de la Nueva Era ».75  
Las prácticas de la Nueva Era no son realmente oración, pues  suelen tratarse de introspección o de fusión con la energía cósmica, en  contraste con la doble orientación de la oración cristiana, que comprende la  introspección pero que es, sobre todo, un encuentro con Dios. La mística  cristiana, más que un mero esfuerzo humano, es esencialmente un diálogo que «  implica una actitud de conversión, un éxodo del yo del hombre hacia el Tú de  Dios ».76 « El cristiano, también cuando está solo y ora en  secreto, tiene la convicción de rezar siempre en unión con Cristo, en el  Espíritu Santo, junto con todos los santos para el bien de la Iglesia  ».77 
• ¿Nos sentimos tentados a negar el pecado o aceptamos que  exista tal cosa? 
En la Nueva Era no existe un verdadero concepto de pecado,  sino más bien el de conocimiento imperfecto. Lo que se necesita es iluminación,  que puede alcanzarse mediante particulares técnicas psicofísicas. A quienes  participan en actividades de la Nueva Era no les dirán qué tienen que  creer, qué tienen que hacer o no hacer, sino: « Hay mil maneras de explorar la  realidad interior. Ve adonde te conduzcan tu inteligencia y tu intuición. Confía  en ti ».78 La autoridad se ha trasladado de Dios al interior del yo.  Para la Nueva Era, el problema más serio es la alienación respecto a la  totalidad del cosmos, en lugar de un fracaso personal o pecado. El remedio  consiste en lograr estar cada vez más inmerso en la totalidad del ser. En  algunos escritos y prácticas de la Nueva Era, está claro que una sola  vida no basta, por lo que tiene que haber reencarnaciones que permitan a las  personas realizar su potencial pleno. 
En la perspectiva cristiana, « la realidad del pecado, y más  particularmente del pecado de los orígenes, sólo se esclarece a la luz de la  Revelación divina. Sin el conocimiento que ésta nos da de Dios no se puede  reconocer claramente el pecado, y se siente la tentación de explicarlo  únicamente como un defecto de crecimiento, como una debilidad psicológica, un  error, la consecuencia necesaria de una estructura social inadecuada, etc. Sólo  en el conocimiento del designio de Dios sobre el hombre se comprende que el  pecado es un abuso de la libertad que Dios da a las personas creadas para que  puedan amarle y amarse mutualmente ».79 « El pecado es una  falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; es faltar al amor  verdadero para con Dios y para con el prójimo a causa de un apego perverso a  ciertos bienes. Hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad  humana... ».80 « El pecado es una ofensa a Dios... se levanta  contra el amor que Dios nos tiene y aparta de Él nuestros corazones... El pecado  es así “amor de sí hasta el desprecio de Dios” ».81 
• ¿Se nos anima a rechazar o a aceptar el sufrimiento y la  muerte? 
Algunos autores de la Nueva Era ven el sufrimiento como  algo impuesto sobre el yo, como un mal karma (ver Glosario) o, al menos,  como un fallo del dominio de nuestros propios recursos. Otros se centran en los  métodos para alcanzar el éxito y la riqueza (e.g. Deepak Chopra, José Silva et  al.). En la Nueva Era, la reencarnación se ve con frecuencia como un  elemento necesario para el crecimiento espiritual, una etapa de la evolución  espiritual progresiva que comenzó antes de que naciéramos y continuará después  de que muramos. En nuestra vida presente, la experiencia de la muerte de otras  personas provoca una crisis saludable. 
Tanto la unidad cósmica como la reencarnación son  irreconciliables con la creencia cristiana de que la persona humana es un ser  único, que vive una sola vida de la que es plenamente responsable: este modo de  entender la persona pone en cuestión tanto la responsabilidad personal como la  libertad. Los cristianos saben que « en la cruz de Cristo no sólo se ha cumplido  la redención mediante el sufrimiento, sino que el mismo sufrimiento humano ha  quedado redimido. Cristo –sin culpa alguna propia– cargó sobre sí “el mal total  del pecado”. La experiencia de este mal determinó la medida incomparable de  sufrimiento de Cristo que se convirtió en el precio de la redención... El  Redentor ha sufrido en vez del hombre y por el hombre. Todo hombre tiene su  participación en la redención. Cada uno está llamado también a participar en ese  sufrimiento mediante el cual se ha llevado a cabo la redención. Está llamado a  participar en ese sufrimiento por medio del cual todo sufrimiento humano ha sido  también redimido. Llevando a efecto la redención mediante el sufrimiento, Cristo  ha elevado juntamente el sufrimiento humano a nivel de redención.  Consiguientemente, todo hombre, en su sufrimiento, puede hacerse también  partícipe del sufrimiento redentor de Cristo ».82 
• ¿Hay que eludir el compromiso social o hay que buscarlo  positivamente? 
Buena parte de lo que hay en la Nueva Era es una descarada  autopromoción, pero algunas figuras relevantes del movimiento defienden que es  injusto juzgar todo el movimiento por una minoría de personas egoístas,  irracionales y narcisistas, o dejarse deslumbrar por algunas de sus prácticas  más extravagantes, que son un obstáculo para ver en la Nueva Era una  búsqueda espiritual y una espiritualidad auténticas.83 La fusión de  los individuos en el yo cósmico, la relativización o abolición de la diferencia  y de la oposición en una armonía cósmica es inaceptable para el cristianismo.  
Donde hay verdadero amor, tiene que haber un « otro », una  persona, diferente. Un verdadero cristiano busca la unidad en la capacidad y en  la libertad del otro para decir « sí » o « no » al don del amor. En el  cristianismo, la unión se ve como comunión y la unidad como comunidad.  
•Nuestro futuro, ¿está en las estrellas o hemos de  ayudar a construirlo? 
La Nueva Era que ahora está amaneciendo estará poblada por  seres perfectos, andróginos, que estén al mando total de las leyes cósmicas de  la naturaleza. En este escenario, el cristianismo tiene que ser eliminado y  dejar paso a una religión global y a un nuevo orden mundial. 
Los cristianos están en un estado de vigilancia constante,  preparados para los últimos días, cuando vuelva Cristo. La Nueva Era de los  cristianos comenzó hace dos mil años con Cristo, que no es otro que « Jesús de  Nazaret; él es la Palabra de Dios hecha hombre para la salvación de todos ». Su  Espíritu Santo está presente y activo en los corazones de los individuos, en «  la sociedad y en la historia, en los pueblos, las culturas y las religiones ».  En realidad, « el Espíritu del Padre, derramado abundantemente por el Hijo, es  quien todo lo anima ».84 Vivimos ya en los últimos  tiempos. 
Por un lado, está claro que muchas prácticas de la Nueva Era  no plantean problemas doctrinales a quienes las realizan; pero, al mismo  tiempo, es innegable que estas prácticas, aunque sólo sea indirectamente,  comunican una mentalidad que puede influir en el pensamiento e inspirar una  visión particular de la realidad. Ciertamente, la Nueva Era crea su  propia atmósfera y puede resultar difícil distinguir entre cosas inocuas y cosas  realmente objetables. Sin embargo, conviene darse cuenta de que la doctrina  acerca de Cristo difundida en los círculos de la Nueva Era se inspira en  las doctrinas teosóficas de Helena Blavatsky, la antroposofía de Rudolf Steiner  y la « Escuela Arcana » de Alice Bailey. Sus seguidores contemporáneos no sólo  promueven hoy las ideas de estos pensadores, sino que también trabajan con los  adeptos de la Nueva Era para desarrollar una comprensión completamente  nueva de la realidad, una doctrina conocida como « la verdad de la Nueva  Era ».85 
5 JESUCRISTO OFRECE EL AGUA  DE LA VIDA 
El único fundamento de la Iglesia es Jesucristo, el Señor. Él está  en el corazón de toda acción cristiana y de todo mensaje cristiano. Por eso la  Iglesia regresa constantemente al encuentro de su Señor. Los Evangelios nos  narran muchos encuentros de Jesús: desde los pastores de Belén a los dos  ladrones crucificados con él, desde los doctores que lo escuchaban en el Templo  hasta los discípulos que caminaban apesadumbrados hacia Emaús. Pero un episodio  que indica con especial claridad lo que Él nos ofrece es el relato de su  encuentro con la samaritana junto al pozo de Jacob, en el capítulo cuarto del  evangelio de san Juan. Este encuentro ha sido descrito incluso como « un  paradigma de nuestro compromiso con la verdad ».86 La experiencia del  encuentro con un desconocido que nos ofrece el agua de la vida es una clave para  entender la manera en que podemos y debemos entablar el diálogo con quien no  conoce a Jesús. 
Uno de los elementos más atractivos del relato de Juan (Jn  4) es la demora de la mujer en captar qué quiere decir Jesús con eso del «  agua de la vida » o el agua « viva » (v. 11). Aun así, se siente fascinada –no  sólo por el desconocido mismo, sino también por su mensaje–, y eso le hace  escucharlo. Después del impacto inicial, al darse cuenta de lo que Jesús sabe de  ella (« tienes razón al decir que no tienes marido; pues has tenido cinco  hombres, y el de ahora tampoco es tu marido. En eso has dicho la verdad », vv.  7-18), se abre completamente a su palabra: « Señor, veo que eres profeta » (v.  19). Comienza el diálogo sobre la adoración a Dios: « Vosotros dais culto a lo  que desconocéis, nosotros damos culto a lo que conocemos; pues la salvación  procede de los judíos » (v. 22). Jesús tocó su corazón y la preparó para  escuchar lo que tenía que decir acerca de sí mismo como Mesías: « Soy yo, el que  habla contigo » (v. 26). La dispuso para que abriese su corazón a la verdadera  adoración en Espíritu y a la manifestación de Jesús como Ungido de Dios.  
La mujer « dejó el cántaro, se fue a la aldea y contó a los  vecinos » lo referente a aquel hombre (v. 28). El extraordinario efecto sobre la  mujer de este encuentro con el desconocido provocó la curiosidad de aquéllos, de  modo que también ellos « acudieron a él » (v. 30). Pronto aceptaron la verdad de  su identidad: « Ya no creemos por lo que nos has contado, pues nosotros mismos  hemos escuchado y sabemos que éste es realmente el Salvador del mundo » (v. 42).  Pasan de oír hablar de Jesús a conocerle personalmente, comprendiendo entonces  el significado universal de su identidad. Y todo esto porque se han implicado  con la mente y con el corazón. 
El hecho de que la historia tenga lugar junto a un pozo es  significativo. Jesús ofrece a la mujer « un manantial que brota dando vida  eterna » (v. 14). La delicadeza con que Jesús trata a la mujer es un modelo de  eficacia pastoral: ayudar a los otros sincerarse sin sufrir en el doloroso  proceso de reconocimiento propio (« me ha contado todo lo que he hecho », v.  39). Este enfoque podría producir abundantes frutos con quienes se sienten  atraídos por el « aguador » (Acuario) y siguen buscando sinceramente la verdad.  Habría que invitarlos a escuchar a Jesús, que no sólo ofrece agua para saciar  nuestra sed, sino además las profundidades espirituales ocultas del « agua viva  ». Es importante reconocer la sinceridad de las personas que buscan la verdad;  no se trata de falsedad o de auto-engaño. También es importante ser paciente,  como todo buen educador sabe. Una persona poseída por la verdad se ve  repentinamente llena de una sensación de libertad completamente nueva,  especialmente frente a los errores y temores del pasado. « Quien se esfuerza por  conocerse a sí mismo, como la mujer junto al pozo, infundirá a los demás un  deseo de conocer la verdad que puede liberarlos también a ellos ».87  
La invitación a seguir a Cristo, portador del agua de la vida,  tendrá un peso mucho mayor si quien la hace se ha visto profundamente afectado  por su propio encuentro con Jesús, porque no se trata de alguien que se haya  limitado a oír hablar de él, sino de quien está seguro de « que es realmente el  Salvador del mundo » (v. 42). Se trata de dejar que las personas reaccionen a su  manera, a su propio ritmo, y dejar a Dios hacer el resto. 
6 INDICACIONES  IMPORTANTES 
6.1. Una necesidad:  acompañamiento y formación sólida 
¿Cristo o Acuario?La Nueva Era casi siempre tiene  que ver con « alternativas »: una visión alternativa de la realidad, o una  manera alternativa de mejorar la propia situación presente (magia).88  Las alternativas no ofrecen dos posibilidades, sino únicamente la posibilidad de  escoger una cosa frente a otra. En términos religiosos, la Nueva Era  ofrece una alternativa a la herencia judeocristiana. La Era de Acuario se  concibe como la que sustituirá a la Era de Piscis, predominantemente cristiana.  Los pensadores de la Nueva Era son plenamente conscientes de esto.  Algunos de ellos están convencidos de que es inevitable el cambio que se  avecina, mientras que otros están además activamente comprometidos en su  llegada. Quienes se preguntan si es posible creer al mismo tiempo en Cristo y en  Acuario conviene que sepan que se hallan ante una alternativa excluyente, «  aut-aut, o esto o aquello ». « Ningún criado puede servir a dos señores, porque  aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al  otro » (Lc 16, 13). A los cristianos les basta pensar en la diferencia  entre los Magos de Oriente y el rey Herodes para darse cuenta de los tremendos  efectos que conlleva la opción a favor o en contra de Cristo. No debemos olvidar  nunca que muchos de los movimientos que han alimentado la Nueva Era son  explícitamente anticristianos. Su postura frente al cristianismo no es neutral,  sino neutralizadora: a pesar de lo que se suele decir sobre la apertura a todos  los puntos de vista religiosos, el cristianismo tradicional no es considerado  sinceramente una alternativa aceptable. De hecho, con frecuencia queda bien  claro que no « hay cabida tolerable para el cristianismo auténtico », incluso  con argumentos que justifican un comportamiento anticristiano.89 Esta  oposición, que inicialmente se limitaba a los ambientes enrarecidos de quienes  van más allá de una vinculación superficial con la Nueva Era, ha  comenzado recientemente a penetrar en todos los niveles de la cultura «  alternativa », que ejerce una poderosa fascinación, sobre todo en las  sofisticadas sociedades occidentales. 
¿Fusión o confusión?Las tradiciones de la Nueva Era  consciente y deliberadamente difuminan las diferencias reales: entre Creador  y creación, entre humanidad y naturaleza, entre religión y psicología, entre  realidad subjetiva y objetiva. Idealmente, la intención es siempre superar el  escándalo de la división, pero para la teoría de la Nueva Era se trata de  la fusión sistemática de elementos que normalmente han estado claramente  diferenciados en la cultura occidental. Quizá sea más justo llamarla «  confusión ». Decir que la Nueva Era se alimenta de la confusión no  es un mero juego de palabras. La tradición cristiana siempre ha valorado el  papel de la razón para justificar la fe y comprender a Dios, al mundo y a la  persona humana.90 La Nueva Era acierta cuando sintoniza con un  estado de ánimo que rechaza la razón fría, calculadora, inhumana. Y si bien  recuerda la necesidad de un equilibrio entre todas nuestras facultades, ello no  justifica la marginación de una facultad que es esencial para una vida  plenamente humana. La racionalidad tiene la ventaja de la universalidad: está al  alcance de todos, gratuitamente, a diferencia del carácter misterioso y  fascinante de la religión « mística », esotérica o gnóstica. Todo aquello que  alimenta la confusión conceptual o el secretismo ha de ser examinado con sumo  cuidado, pues en lugar de revelar la naturaleza última de la realidad, la  esconde. Corresponde a la pérdida de confianza en las sólidas certezas de antaño  propia de la posmodernidad, que con frecuencia lleva a refugiarse en el  irracionalismo. El gran desafío consiste en mostrar cómo una sana colaboración  entre la fe y la razón mejora la vida humana y promueve el respeto a la  creación. 
Crea tu propia realidad.La convicción generalizada en la  Nueva Era de que cada uno crea su propia realidad es atractiva pero  ilusoria. Cristaliza en la teoría de Jung, según la cual el ser humano es una  vía de acceso desde el mundo exterior a un mundo interior de infinitas  dimensiones, donde cada persona es un Abraxas que da a luz su propio  mundo o lo devora. La estrella que brilla en este mundo interior infinito es el  dios y meta del hombre. La consecuencia más dolorosa y problemática de la  aceptación de la idea de que las personas crean su propia realidad es la  cuestión del sufrimiento y de la muerte: las personas con graves deficiencias o  enfermedades incurables se sienten engañadas y degradadas cuando se les sugiere  que son ellas quienes han hecho caer la desgracia sobre sí mismas, o que su  incapacidad para cambiar las cosas indica una debilidad en su manera de afrontar  la vida. Todo esto dista mucho de ser un tema puramente académico: tiene  profundas implicaciones en el enfoque pastoral de la Iglesia ante las difíciles  cuestiones existenciales que todo el mundo se plantea. Nuestras limitaciones son  parte de la vida, inherentes a la condición de criatura. La muerte y el  sufrimiento constituyen un desafío y una oportunidad, pues la tentación de  refugiarse en una reelaboración occidentalizada de la reencarnación es una  prueba clara del temor ante la muerte y del deseo de vivir para siempre.  ¿Aprovechamos al máximo estas oportunidades para recordar lo que Dios nos  promete en la resurrección de Jesucristo? ¿Hasta qué punto es real la fe en la  resurrección de la carne que los cristianos proclaman cada domingo en el credo?  Aquí se plantea sobre todo la idea de la Nueva Era de que en cierto  sentido también somos dioses. Toda la cuestión depende, desde luego, de la  propia definición de realidad. Es preciso fortalecer de manera adecuada un  enfoque sólido de la epistemología y de la psicología en todos los niveles de  educación, formación y predicación católicas. Es importante concentrarse  constantemente sobre los modos más eficaces de hablar de la trascendencia. La  dificultad fundamental de todo el pensamiento de la Nueva Era es que esa  trascendencia es estrictamente una auto-trascendencia que debe alcanzarse en un  universo cerrado en sí mismo. 
Recursos pastorales.En el capítulo 8 se ofrecen  indicaciones sobre los principales documentos de la Iglesia Católica, en los que  se puede encontrar una valoración de las ideas de la Nueva Era. En primer  lugar figura la alocución del papa Juan Pablo II citada en el Prefacio. El papa  reconoce en esta tendencia cultural algunos aspectos positivos, tales como la «  búsqueda de un nuevo significado de la vida, una nueva sensibilidad ecológica y  el deseo de superar una religiosidad fría y racionalista ». Pero también llama  atención de los fieles sobre ciertos elementos ambiguos que son incompatibles  con la fe cristiana: estos movimientos « prestan poca atención a la Revelación  », « tienden a relativizar la doctrina religiosa a favor de una cosmovisión  difusa », « con frecuencia proponen un concepto panteísta de Dios », «  sustituyen la responsabilidad personal frente a Dios por nuestras acciones con  un sentido del deber respecto al cosmos, subvirtiendo así el verdadero concepto  del pecado y de la necesidad de la redención por medio de Cristo ».91  
6.2. Iniciativas  prácticas 
En primer lugar, conviene recordar una vez más que, dentro del  vasto movimiento de la Nueva Era, no todas las personas ni todas las  cosas están vinculadas de la misma manera a las teorías del movimiento.  Igualmente, la etiqueta misma de « Nueva era » con frecuencia se aplica mal o se  extiende a fenómenos que pueden ser clasificados de otra manera. Incluso se ha  abusado del término Nueva Era para demonizar a ciertas personas y  prácticas. Es esencial examinar si los fenómenos vinculados a este movimiento,  aunque sea de manera tangencial, reflejan una visión cristiana de Dios, la  persona humana y el mundo o están en conflicto con ella. La mera utilización del  término « Nueva Era » de por sí no significa nada. Lo que cuenta es la  relación de la persona, el grupo, la práctica o el producto, con los principios  del cristianismo. 
• La Iglesia católica dispone de redes propias, muy  eficaces, que aún podrían utilizarse mejor. Por ejemplo, el gran número de  centros pastorales, culturales y de espiritualidad. Además de servir a las  necesidades de la Iglesia, estos mismos podrían emplearse para abordar de forma  creativa la confusión respecto a la religiosidad de la Nueva Era, por  ejemplo, con foros de discusión y estudio. Desgraciadamente, hay que admitir que  en muchos casos algunos centros de espiritualidad específicamente católicos  están comprometidos activamente en la difusión de la religiosidad de la Nueva  Era dentro de la Iglesia. Es necesario corregir esta situación, no sólo para  detener la propagación de la confusión y del error, sino también para que se  conviertan en promotores eficaces de la verdadera espiritualidad cristiana. Los  centros culturales católicos en particular no son sólo instituciones  doctrinales, sino espacios para el diálogo sincero.92 Algunas  instituciones especializadas abordan todas estas cuestiones de modo excelente.  Son recursos valiosísimos que deberían ser compartidos generosamente con zonas  más desfavorecidas. 
• No pocos grupos de la Nueva Era aprovechan cualquier  oportunidad para exponer su filosofía y sus actividades. Convendría abordar con  cuidado los encuentros con este tipo de grupos, incluyendo siempre personas  capaces tanto de explicar la fe y la espiritualidad católicas, como de  reflexionar críticamente sobre el pensamiento y las prácticas de la Nueva  Era. Es sumamente importante comprobar las credenciales de las  personas, grupos e instituciones que pretenden ofrecer orientación e información  sobre la Nueva Era. En algunos casos, lo que había comenzado como una  investigación imparcial acaba convirtiéndose en una promoción activa o en una  defensa de las « religiones alternativas ». Algunas instituciones  internacionales están realizando activamente campañas de promoción del respeto a  la « diversidad religiosa » y reclaman el carácter religioso para algunas  organizaciones más que dudosas. Esto concuerda con la visión de la Nueva Era,  de pasar a una época en que la limitación de las religiones particulares  ceda el paso a la universalidad de una nueva religión o espiritualidad. Por el  contrario, el diálogo sincero debe respetar siempre la diversidad desde el  principio y nunca intentará desdibujar las distinciones fundiendo en una todas  las tradiciones religiosas. 
• Algunos grupos locales de la Nueva Era califican sus  encuentros como « grupos de oración ». Quienes sean invitados a dichos grupos  deben buscar los signos de una espiritualidad auténticamente cristiana y  comprobar que no haya ceremonias de iniciación de ningún tipo. Tales grupos se  aprovechan de la falta de preparación teológica o espiritual de las personas  para atraerlas gradualmente a lo que en realidad puede ser una forma de culto  falso. Hay que educar a los cristianos respecto al verdadero objeto y contenido  de la oración –dirigida al Padre, por medio de Jesucristo, en el Espíritu  Santo–, para juzgar rectamente la intención de un « grupo de oración ». La  oración cristiana y el Dios de Jesucristo son fácilmente  reconocibles.93 Muchas personas están convencidas de que no hay  peligro alguno en « tomar prestados » elementos de la sabiduría oriental. Sin  embargo, el caso de la Meditación Trascendental (MT) debería invitar a los  cristianos a ser más cautos ante la posibilidad de afiliarse sin saberlo a otra  religión (en este caso, el Hinduismo), pese a que los promotores de la MT  insistan en su neutralidad religiosa. El aprendizaje de la meditación en sí  mismo no plantea problema alguno, pero el objeto o el contenido del ejercicio  determinan claramente si se establece una relación con el Dios revelado por  Jesucristo, o bien con alguna otra revelación, o simplemente con las  profundidades ocultas del yo. 
• También hay que prestar el debido reconocimiento a los grupos  cristianos que promueven el cuidado de la tierra como creación de Dios.  El respeto a la creación también debe abordarse creativamente en las  escuelas católicas. Con todo, gran parte de lo que proponen los elementos más  radicales del movimiento ecológico es difícilmente conciliable con la fe  católica. El cuidado del medio ambiente, en general, es una señal oportuna de  una renovada preocupación por lo que Dios nos ha dado, quizá incluso una señal  del necesario cuidado cristiano de la creación. La « ecología profunda », sin  embargo, se basa con frecuencia en principios panteístas y, en ocasiones,  gnósticos.94 
• El comienzo del Tercer Milenio ofrece un auténtico kairós  para la evangelización. Las mentes y los corazones están abiertos como nunca  antes a recibir información seria sobre la visión cristiana del tiempo y de la  historia de la salvación. La prioridad no debería consistir tanto en poner de  relieve las carencias de otros enfoques, sino más bien regresar constantemente a  las fuentes de nuestra propia fe, para poder ofrecer una presentación  adecuada y sólida del mensaje cristiano. Podemos estar orgullosos de lo que  se nos ha confiado y por eso hemos de resistir a las presiones de la cultura  dominante y no enterrar esos dones (cf. Mt 25, 24-30). Uno de los  instrumentos más útiles de que disponemos es el Catecismo de la Iglesia  Católica. Tenemos también una inmensa herencia de caminos de santidad en las  vidas de los cristianos del pasado y del presente. Allí donde el rico simbolismo  cristiano, sus tradiciones artísticas, estéticas y musicales es desconocido o  ignorado, los cristianos han de realizar una enorme labor en beneficio propio y,  en definitiva, de todos aquellos que buscan una experiencia o una mayor  conciencia de la presencia de Dios. El diálogo entre los cristianos y las  personas seducidas por la Nueva Era, tendrá mayores garantías de éxito si  tiene en cuenta la atracción que ejercen el mundo de las emociones y el lenguaje  simbólico. Si nuestra tarea consiste en conocer, amar y servir a Jesucristo,  tiene una importancia capital comenzar con un buen conocimiento de la Sagrada  Escritura. Pero, sobre todo, salir al encuentro del Señor Jesús en la oración y  en los sacramentos, que son precisamente los momentos de santificación de  nuestra vida ordinaria, y el camino más seguro para encontrar el sentido de todo  el mensaje cristiano. 
• Tal vez la medida más sencilla, la más obvia y urgente que hay  que tomar, y acaso también la más eficaz, sea aprovechar al máximo las  riquezas de la herencia espiritual cristiana. Las grandes órdenes religiosas  son depositarias de ricas tradiciones de meditación y espiritualidad, que  podrían hacerse más asequibles mediante cursos o periodos de permanencia en sus  casas, ofrecidos a personas con auténtico espíritu de búsqueda. Esto ya se está  llevando a cabo, pero hace falta ir más allá. Ayudar a las personas en su  búsqueda espiritual ofreciéndoles técnicas ya aprobadas y experiencias de  auténtica oración podría abrir un diálogo que revelaría las riquezas de la  tradición cristiana y tal vez clarificaría en ese mismo proceso muchas de las  cuestiones planteadas por la Nueva Era. 
Con una imagen sugerente y directa, uno de los mismos exponentes  del movimiento de la Nueva Era ha comparado las religiones tradicionales  con las catedrales, y la Nueva Era con una feria mundial. El Movimiento  Nueva Era es una invitación a los cristianos para que lleven el mensaje  de las catedrales a la feria que ahora ocupa el mundo entero. Esta imagen  plantea a los cristianos un desafío positivo, pues cualquier momento es bueno  para llevar el mensaje de las catedrales a la gente de la feria. Los cristianos,  en efecto, no deben aguardar una invitación para llevar la Buena Noticia de  Jesucristo a quienes andan buscando respuestas a sus preguntas, un alimento  espiritual que les satisfaga, el agua viva. Siguiendo la imagen propuesta, los  cristianos deben salir de la catedral, alimentados por la palabra y los  sacramentos, para llevar el Evangelio a todos los ámbitos de la vida cotidiana.  « Ite, Missa est, Id, la misa ha terminado ». En la carta apostólica  Novo Millennio Ineunte el Padre Santo destaca el gran interés por la  espiritualidad que se descubre en el mundo de hoy día, y cómo las demás  religiones están respondiendo a esta demanda de modo atrayente. A continuación  lanza un reto a los cristianos: « Nosotros, que tenemos la gracia de creer en  Cristo, revelador del Padre y Salvador del mundo, debemos enseñar a qué grado de  interiorización nos puede llevar la relación con él » (n. 33). Para quienes  hacen sus compras en la feria mundial de propuestas religiosas, la llamada del  cristianismo se manifestará, en primer lugar, a través del testimonio de los  miembros de la Iglesia, de su confianza, su calma, su paciencia y su optimismo,  y de su amor concreto al prójimo. Todo ello, fruto de una fe alimentada en la  oración personal auténtica. 
7 APÉNDICE 
7.1. Algunas  formulaciones breves de ideas de la Nueva Era 
Formulación de la Nueva Era segúnWilliam Bloom,1992,  citada en Heelas,p. 225s.: 
• Toda vida, –toda existencia– es la manifestación del Espíritu,  del Incognoscible, la Conciencia suprema conocida con diferentes nombres en  tantas culturas distintas. 
• El propósito y la dinámica de toda existencia es llevar el Amor,  la Sabiduría, la Iluminación...a su plena manifestación. 
• Todas las religiones son expresión de esta misma realidad  interior. 
• Toda vida, tal como la percibimos con los cinco sentidos humanos  o con los instrumentos científicos, no es sino el velo externo de una realidad  invisible, interior y causal. 
• Igualmente, los seres humanos son criaturas dobles con: (i) una  personalidad exterior temporal, y (ii) un ser interior multidimensional (alma o  yo superior). 
• La personalidad exterior es limitada y tiende hacia el amor.  
• El propósito de la encarnación del ser interior es atraer las  vibraciones de la personalidad exterior hacia una resonancia de amor. 
• Todas las almas encarnadas son libres de escoger su propia senda  espiritual. 
• Nuestros maestros espirituales son aquellos que, liberada su  alma de la necesidad de encarnarse, expresan amor incondicional, sabiduría e  iluminación. Algunos de estos grandes seres son bien conocidos y han inspirado  las religiones del mundo. Otros son desconocidos y operan invisiblemente.  
• Toda vida, en sus diferentes formas y estados, es energía  interrelacionada, e incluye nuestras acciones, sentimientos y pensamientos. Por  tanto, colaboramos con el Espíritu y con estas energías en la creación de  nuestra realidad. 
• Aunque sostenidos por la dinámica del amor cósmico, somos  conjuntamente responsables del estado de nuestro propio yo, de nuestro entorno y  de toda vida. 
• Durante este periodo de tiempo, la evolución del planeta y de la  humanidad ha alcanzado un punto en que estamos experimentando un profundo cambio  espiritual en nuestra conciencia individual y colectiva. Por eso hablamos de una  Nueva Era. Esta nueva conciencia es resultado de una encarnación cada vez  más lograda de lo que algunos llaman energías del amor cósmico. Esta nueva  conciencia se manifiesta en una comprensión instintiva de la sacralidad de toda  existencia y, en particular, de su interrelación. 
• Esta nueva conciencia y esta nueva comprensión de la  interdependencia de toda vida son el signo de que actualmente está gestación una  nueva cultura planetaria. 
Heelas cita (p. 226) la « formulación complementaria » de  Jeremy Tarcher: 
1. El mundo, incluyendo la raza humana, es expresión de una  naturaleza divina superior, más completa. 
2. Oculto en el interior de cada ser humano, existe un Yo divino  superior, que es la manifestación de esta naturaleza divina superior y más  completa. 
3. Esta naturaleza superior puede ser despertada y convertirse en  el centro de la vida cotidiana del individuo. 
4. Este despertar es la razón de ser de cada vida individual.  
David Spangler citado en Actualité des religions n. 8,  septiembre 1999, p. 43, sobre las principales características de la visión de la  Nueva Era, que es: 
• holística (globalizadora, porque sólo hay una energía-realidad)  
• ecológica (la Tierra, Gaia, es nuestra madre, cada uno de  nosotros es una neurona del sistema nervioso central de la tierra) 
• andrógina (el arco iris y el Yin Yang son símbolos NE, que  tienen que ver con la complementariedad de los contarios, especialmente lo  masculino y lo femenino) 
• mística (que encuentra lo sacro en todas las cosas, en las más  ordinarias) 
• planetaria (las personas deben estar, a la vez, enraizadas en su  propia cultura y abiertas a la cultura universal, buscando amor, compasión, paz,  y el establecimiento de un gobierno mundial). 
7.2. Glosario selecto  
Androginia: no es hermafroditismo, es decir, la presencia  de características físicas de los dos sexos en una persona, sino una conciencia  de la presencia de los elementos masculinos y femeninos en cada persona. Se  describe como un estado equilibrado de armonía interior del animus y el  anima. En la Nueva Era, es un estado resultante de una nueva  conciencia de este modo doble de ser y existir característico de todo hombre y  de toda mujer. Cuanto más se difunda, más ayudará a transformar la conducta  interpersonal. 
Antroposofía: doctrina teosófica popularizada originalmente  por el croata Rudolf Steiner(1861-1925), que abandonó la Sociedad Teosófica  después de ser el dirigente de su rama alemana desde 1902 hasta 1913. Es una  doctrina esotérica que tiene por objeto iniciar a las personas en el «  conocimiento objetivo » en la esfera divino-espiritual. Steiner estaba  convencido de que ésta le había ayudado a explorar las leyes de la evolución del  cosmos y de la humanidad. Cada ser físico tiene un ser espiritual  correspondiente, y la vida terrena está influida por las energías astrales y las  esencias espirituales. Se dice que la Crónica Akasha es una « memoria  cósmica » accesible a los iniciados.95 
Canalización (v. Channeling) 
Chamanismo: prácticas y creencias vinculadas a la  comunicación con los espíritus de la naturaleza y con los espíritus de los  muertos mediante la posesión ritual del chamán (por parte de los espíritus), a  los que éste sirve de médium. El atractivo de estas prácticas en los círculos de  la Nueva Era se debe a que ponen el acento en la armonía con las fuerzas  de la naturaleza y en la sanación. A ello se añade también una imagen «  romántica » de las religiones indígenas y de su cercanía a la tierra y a la  naturaleza. 
Channeling (canalización): los mediums psíquicos  sostienen que actúan como canales de información de otros yoes, normalmente  entidades incorpóreas que viven en otro plano. Pone en relación a seres tan  diversos como maestros excelsos, ángeles, dioses, entidades colectivas,  espíritus de la naturaleza y el Yo Superior. 
Conciencia planetaria: esta cosmovisión se desarrolló en  los años 1980 para promover el sentimiento de lealtad a la comunidad humana en  lugar de a las naciones, tribus u otros grupos tradicionales. Puede considerarse  heredera de movimientos de comienzos del siglo XX que promovían un gobierno  mundial. La conciencia de la unidad de la humanidad encaja perfectamente con la  hipótesis Gaia. 
Cristales: se considera que vibran con frecuencias  particulares. De aquí que sean útiles para la autotransformación. Se utilizan en  varias terapias, así como en la meditación, visualización, el « viaje astral » o  como amuletos de la suerte. Vistos desde el exterior, no tienen poder  intrínseco, sino que son sencillamente bellos. 
Cristo: en la Nueva Era, la figura histórica de  Jesús no es más que una encarnación de una idea, una energía o un conjunto de  vibraciones. Para Alice Bailey, hace falta una gran jornada de súplica, en la  que todos los creyentes logren crear una concentración de energía espiritual tal  que se produzca una nueva encarnación que revelará a los hombres el modo de  salvarse... Para muchos, Jesús no es más que un maestro espiritual que, como  Buda, Moisés y Mahoma, u otros, ha sido penetrado por el Cristo cósmico. Al  Cristo cósmico también se le conoce como la energía crística presente en cada  ser y en el ser total. Los individuos necesitan ser iniciados gradualmente en la  conciencia de las características crísticas que tienen. Cristo representa –para  la Nueva Era– el estado más elevado de perfección del yo.96  
Eneagrama: (del griego ennéa = nueve + gramma  = signo) el nombre designa un diagrama compuesto por un círculo con nueve  puntos en su circunferencia, unidos entre sí por un triángulo y un hexágono  circunscritos. Originariamente se utilizó para la adivinación, pero  recientemente se ha popularizado como símbolo de un sistema de tipología de la  personalidad que consta de nueve tipos caracterológicos básicos. Se hizo popular  tras la publicación del libro The Enneagram de Helen Palmer,97  pero la autora reconoce su deuda con el médico y pensador esotérico ruso G. I.  Gurdjieff, el psicólogo chileno Claudio Naranjo, y el autor Óscar Icazo,  fundador de Arica. El origen del eneagrama permanece envuelto en el  misterio, si bien algunos sostienen que procede de la mística sufí. 
Era de Acuario: cada era astrológica, de unos 2146 años,  recibe el nombre de uno de los signos del zodiaco, pero los « días grandes »  siguen un orden inverso, de modo que la actual Era de Piscis está a punto de  acabar y se instaurará la Era de Acuario. Cada Era tiene sus propias energías  cósmicas. La energía de Piscis ha hecho de ella una era de guerras y conflictos.  Pero Acuario está destinada a ser una era de armonía, justicia, paz, unidad,  etc. En este sentido, la Nueva Era acepta el carácter inevitable de la  historia. Algunos ven en la era de Aries la época de la religión judía, en  Piscis la del cristianismo y en Acuario la era de una religión universal.  
Esoterismo (del griego esotéros = lo que hay en el  interior): designa generalmente un conjunto de conocimientos antiguos y ocultos  accesible sólo a grupos de iniciados, que se describen a sí mismos como  guardianes de las verdades ocultas a la mayoría de la humanidad. El proceso de  iniciación conduce desde un conocimiento de la realidad meramente externo,  superficial, hasta la verdad interior y, mediante ese proceso, despierta la  conciencia a un nivel más profundo. Las personas son invitadas a emprender este  « viaje interior » para descubrir la « chispa divina » que hay dentro de ellas.  En este contexto, la salvación coincide con el descubrimiento del yo.  
Espiritismo: si bien siempre ha habido intentos de  establecer contacto con los espíritus de los muertos, se considera que el  espiritismo del siglo XIX es una de las corrientes que desembocan en la Nueva  Era. Se desarrolló en el ambiente de las ideas de Swedenborg y Mesmer, y  llegó a convertirse en una nueva religión. Madame Blavatsky era una médium, por  lo que el espiritismo ejerció gran influjo en la Sociedad Teosófica, aunque en  este caso el acento recaía en el contacto con entidades del pasado remoto más  que con personas que habían muerto recientemente. Allan Kardec influyó en la  difusión del espiritismo en las religiones afro-brasileñas. En algunos nuevos  movimientos religiosos de Japón se dan también elementos espiritistas. 
Evolución: en la Nueva Era va mucho más allá de la  evolución de los seres hacia formas de vida superiores. El modelo físico se  proyecta sobre el ámbito espiritual, de modo que una fuerza inmanente del  interior de los seres humanos los impulsa hacia formas superiores de vida  espiritual. Se dice que los seres humanos no tienen control sobre esta fuerza,  pero sus buenas o malas acciones pueden acelerar o retrasar el proceso. Se  piensa que la creación entera, incluyendo la humanidad, avanza inexorablemente  hacia una fusión con lo divino. La reencarnación, naturalmente, ocupa un lugar  importante en esta visión de una evolución espiritual progresiva que, según se  dice, comienza antes del nacimiento y continúa después de la muerte.98  
Expansión de la conciencia: si el cosmos se concibe como  una cadena continua de ser, todos los niveles de la existencia –minerales,  vegetales, animales, humanos, seres cósmicos y divinos– son interdependientes.  Se dice que los seres humanos se hacen conscientes de su puesto en esta visión  holística de la realidad global expandiendo su conciencia más allá  de sus límites normales. La Nueva Era ofrece una enorme variedad de  técnicas para ayudar a la gente a alcanzar un nivel de percepción de la realidad  más elevado, una manera de superar la separación entre los sujetos y entre los  objetos en el proceso cognoscitivo, concluyendo en una fusión total de lo que la  conciencia normal, inferior, ve como realidades separadas o distintas. 
Feng-shui: forma de geomancia, en este caso un método  oculto chino de descifrar la presencia escondida de corrientes positivas y  negativas en los edificios y otros lugares, basada en el conocimiento de las  fuerzas terráqueas y atmosféricas. « Lo mismo que en el cuerpo humano o el  cosmos, en cada lugar se atraviesan influjos cuyo equilibrio correcto es fuente  de salud y de vida ».99 
Gnosis: en sentido amplio, una forma de conocimiento no  intelectual, sino visionaria o mística, que se cree revelada y capaz de unir al  ser humano con el misterio divino. En los primeros siglos del cristianismo, los  Padres de la Iglesia lucharon contra el gnosticismo, por cuanto se oponía a la  fe. Algunos ven un renacer de las ideas gnósticas en gran parte del pensamiento  de la Nueva Era, algunos de cuyos autores de hecho citan el gnosticismo  primitivo. Sin embargo, la acentuación del monismo e incluso del panteísmo o  panenteísmo típica de la Nueva Era lleva a algunos a utilizar el término  neo-gnosticismo para distinguir la gnosis de la Nueva Era del  gnosticismo antiguo. 
Gran Hermandad Blanca: Madame Blavatsky afirmaba mantener  contactos con los mahatmas o maestros, seres excelsos que,  conjuntamente, constituyen la Gran Hermandad Blanca. Según ella, eran éstos  quienes dirigían la evolución de la raza humana y orientaban la labor de la  Sociedad Teosófica. 
Hermetismo: prácticas y especulaciones filosóficas y  religiosas vinculadas a los escritos del Corpus Hermeticum y a los textos  alejandrinos atribuidos al mítico Hermes Trismegistos. Cuando se  conocieron por primera vez durante el Renacimiento se pensó que revelaban  doctrinas pre-cristianas, sin embargo estudios posteriores han demostrado que  datan del primer siglo de la era cristiana. 100 El hermetismo  alejandrino es una fuente fundamental del esoterismo moderno, con el que tienen  mucho en común: el eclecticismo, la refutación del dualismo ontológico, la  afirmación del carácter positivo y simbólico del universo, la idea de la caída y  posterior restauración de la humanidad. La especulación hermética ha reforzado  la creencia en una antigua tradición fundamental, la llamada philosophia  perennis, falsamente considerada común a todas las tradiciones religiosas.  Las formas elevadas y rituales de la magia se desarrollaron a partir del  hermetismo renacentista. 
Holismo: concepto clave del « nuevo paradigma », que  pretende ofrecer una estructura teórica que integra toda la cosmovisión del  hombre moderno. En contraste con la experiencia de una fragmentación creciente  en la ciencia y en la vida cotidiana, se acentúa el « holismo », el « totalismo  », como concepto metodológico y ontológico central. La humanidad se integra en  el universo como parte de un único organismo vivo, un entramado armonioso de  relaciones dinámicas. Diversos científicos que tienden un puente entre la  ciencia y la religión rechazan la distinción clásica entre sujeto y objeto, de  la que se suele culpar a Descartes y a Newton. La humanidad forma parte del  entramado universal (el ecosistema, la familia), de la naturaleza y del mundo y  debe buscar la armonía con todos los elementos de esta autoridad  cuasi-transcendente. Cuando se comprende cuál es el propio lugar en la  naturaleza, también se entiende que la « totalidad » y la « santidad » son una  misma y sola cosa. La articulación más clara de este concepto se halla en la  hipótesis « Gaia ». 101 
Iniciación: en etnología religiosa es el viaje cognitivo yo  experimental, mediante el cual una persona es admitida, individualmente o como  miembro de un grupo, a través de rituales particulares, a formar parte de una  comunidad religiosa, una sociedad secreta (p.e. la Francmasonería) o una  asociación mistérica (mágica, esotérico-oculta, gnóstica, teosófica, etc.).  
Karma: (de la raíz sánscrita Kri = acción, obra)  noción clave en el hinduismo, jainismo y budismo, cuyo significado no ha sido  siempre el mismo. En el antiguo periodo védico se refería a la acción ritual,  especialmente el sacrificio, mediante la cual una persona obtenía acceso a la  felicidad o a la bienaventuranza en la otra vida. Cuando aparecieron el jainismo  y el budismo (aproximadamente seis siglos antes de Cristo), Karma perdió  su sentido salvífico: el camino hacia la liberación era el conocimiento del  Atman o « yo ». En la doctrina del samsara, se entendía como el  ciclo incesante del nacimiento y la muerte humanas (hinduismo) o del renacer  (budismo). 102 En los ambientes de la Nueva Era la « ley del  karma » se concibe con frecuencia como el equivalente moral de la evolución  cósmica. El Karma no tiene ya que ver con el mal o el sufrimiento –ilusiones que  hay que experimentar como parte de un « juego cósmico »– sino que es la ley  universal de la causa y el efecto, y forma parte de la tendencia de un universo  interrelacionado hacia el equilibrio moral. 103 
Mística: la mística de la Nueva Era consiste en  volverse hacia el interior del propio yo más que en una comunión con Dios, que  es el « totalmente otro ». Es una fusión con el universo, la aniquilación  definitiva del individuo en la unidad del todo. La experiencia del Yo se toma  como experiencia de la divinidad, por lo que se debe mirar hacia dentro para  descubrir la auténtica sabiduría, creatividad y fuerza. 
Monismo: doctrina metafísica según la cual las diferencias  entre las cosas son ilusorias. Sólo hay un ser universal único, del cual cada  cosa y cada persona son sólo una parte. En la medida en que el monismo de la  Nueva Era incluye la idea de que la realidad es fundamentalmente  espiritual, es una forma contemporánea del panteísmo (que rechaza a veces  explícitamente el materialismo, en especial el marxismo). Su pretensión de  resolver todo dualismo no deja lugar a un Dios transcendente, de manera que todo  es Dios. Para el cristianismo se plantea un problema ulterior cuando se  suscita la cuestión del origen del mal. C. G. Jung vio el mal como el « lado  sombrío » de Dios, que, en el teísmo clásico, es todo bondad. 
Movimiento del Potencial Humano: desde sus comienzos  (Esalen, California, en los años 1960), se ha convertido en una red de grupos  que promueven la liberación de la capacidad humana innata de creatividad  mediante la realización del yo. Cada vez son más las empresas que utilizan  diversas técnicas de transformación personal en programas de formación de  dirigentes, en definitiva por puras razones económicas. Si bien las Tecnologías  Transpersonales, el Movimiento por una Conciencia Espiritual Interior, el  Desarrollo Organizativo, y la Transformación Organizativa, se presentan como  no-religiosos, en realidad los empleados de las empresas pueden encontrarse  sometidos a una « espiritualidad » extraña en una situación que plantea  conflictos con su libertad personal. Hay vínculos evidentes entre la  espiritualidad oriental y la psicoterapia, mientras que la psicología jungiana y  el Movimiento del Potencial Humano han ejercido su influjo sobre el chamanismo y  formas « reconstruidas » del paganismo, como el druidismo y la wicca. En  sentido amplio, el « crecimiento personal » puede entenderse como la forma que  adopta la « salvación religiosa » en el movimiento de la Nueva Era: se  afirma que la liberación del sufrimiento y de la debilidad humanas se alcanzará  desarrollando nuestro potencial humano, lo cual da como resultado el que nos  encontremos cada vez más en contacto con nuestra divinidad interior. 104  
Música New Age: se trata de una industria  floreciente. Este tipo de música suele promocionarse como un medio para alcanzar  la armonía consigo mismo y con el mundo. En parte suele ser música « celta » o  druídica. Algunos compositores New Age sostienen que su música tiene como  objeto tender puentes entre lo consciente y lo inconsciente, lo cual es  especialmente cierto cuando además de melodías hay una repetición meditativa y  rítmica de estribillos clave. Al igual que otros muchos fenómenos de la Nueva  Era, algunas de estas músicas se proponen como una introducción a este  movimiento, pero la mayoría tiene sencillamente una finalidad comercial o  artística. 
Neopaganismo: término rechazado con frecuencia por aquellos  a quienes se aplica. Se refiere a una corriente que sigue un trayecto paralelo  al de la Nueva Era y con el cual suele relacionarse. En la oleada de  reacción contra las religiones tradicionales, especialmente la herencia  judeocristiana de occidente, son muchos los que han vuelto la mirada a las  antiguas religiones indígenas, tradicionales, paganas. Se considera que  cuanto precedió al cristianismo era más conforme al espíritu de la tierra y de  la nación, o que era una forma pura de la religión natural, en contacto con las  fuerzas de la naturaleza, a menudo matriarcal, mágica o chamánica. Según dicen,  la humanidad será más sana si retorna al ciclo natural de las fiestas  (agrícolas) y a la afirmación general de la vida. Algunas religiones «  neopaganas » son reconstrucciones recientes cuya verdadera relación con las  formas originales puede ser discutible, particularmente en los casos en que  están dominadas por componentes ideológicos modernos como la ecología, el  feminismo o, en casos raros, por los mitos de pureza racial. 105  
Ocultismo: el conocimiento oculto (escondido) y las fuerzas  de la mente y la naturaleza se hallan en la base de las creencias y prácticas  vinculadas a una supuesta « filosofía perenne » oculta, derivada, por una parte,  de la magia y la alquimia griega antigua, y de la mística judía por otra. Se  conservan ocultas mediante un código secreto impuesto a los iniciados en los  grupos y sociedades que conservan el conocimiento y las técnicas que implican.  En el siglo XIX, el espiritismo y la Sociedad Teosófica introdujeron nuevas  formas de ocultismo que, a su vez, han influido en varias corrientes de la  Nueva Era. 
Panteísmo: (en griego pan = todo y theós =  Dios) la creencia de que todo es Dios o, en ocasiones, que todo está en  dios y dios está en todo (panenteísmo). Todo elemento del universo es  divino, y la divinidad está presente por igual en todo. En esta visión no tiene  cabida Dios como un ser distinto en el sentido del teísmo clásico. 
Parapsicología: trata de cosas como la percepción extrasensorial,  la telepatía mental, la telequinesia, la sanación psíquica y la comunicación con  espíritus mediante médiums o el channeling. A pesar de las duras críticas  de los científicos, la parapsicología ha ido creciendo y encaja perfectamente en  la mentalidad popular de ciertos sectores de la Nueva Era, según la cual  los seres humanos tienen habilidades psíquicas extraordinarias, aunque con  frecuencia en un estadio poco desarrollado. 
Pensamiento Nuevo: movimiento religioso del siglo XIX  fundado en los Estados Unidos de América. Tuvo su origen en el idealismo, del  cual era una forma popularizada. Se decía que Dios era completamente bueno y el  mal una mera ilusión; la realidad básica era la mente. Puesto que es la mente la  que causa los acontecimientos de la propia vida, el individuo debe asumir  la responsabilidad última sobre cada uno de los aspectos de su situación.  
Pensamiento Positivo: convicción de que las personas pueden  cambiar la realidad física o las circunstancias externas alterando su actitud  mental, pensando de manera positiva y constructiva. A veces es un modo de  percibir conscientemente creencias inconscientes que determinan nuestra  situación vital. A los adeptos del Pensamiento Positivo se les promete salud,  integridad e incluso inmortalidad. 
Psicología profunda: la escuela de psicología fundada por  C. G. Jung, antiguo discípulo de Freud. Jung reconocía que la religión y los  temas espirituales eran importantes para la integridad y la salud. La  interpretación de los sueños y el análisis de los arquetipos fueron elementos  clave de su método. Los arquetipos son formas que pertenecen a la estructura  heredada de la psique humana. Aparecen en los temas o imágenes recurrentes de  los sueños, fantasías, mitos y cuentos de hadas. 
Rebirthing: (v. Renacer) 
Reencarnación: en el contexto de la Nueva Era, la  reencarnación está vinculada al concepto de la evolución ascendente hasta  convertirse en un ser divino. A diferencia de religiones de la India, o  derivadas de ellas, la Nueva Era concibe la reencarnación como el  progreso del alma individual hacia un estado más perfecto. Lo que se reencarna  es esencialmente algo inmaterial o espiritual; más exactamente, es la  conciencia, la chispa de energía que en la persona comparte la energía cósmica o  « crística ». La muerte no es sino el paso del alma de un cuerpo a otro.  
Renacer: a comienzos de los años 1970, Leonard Orr  describió el renacer (rebirthing) como un proceso mediante el cual a una  persona puede identificar y aislar áreas de su conciencia sin resolver y que son  origen de sus problemas actuales. 
Rosacruces: son grupos ocultos occidentales relacionados  con la alquimia, la astrología, la teosofía y las interpretaciones cabalísticas  de la Sagrada Escritura. La Fraternidad Rosacruciana contribuyó al  renacimiento de la astrología en el siglo XX, mientras que la Antigua y  Mística Orden de la Rosae Crucis (AMORC) vinculó el éxito con una supuesta  capacidad para materializar las imágenes mentales de salud, riqueza y felicidad.  
Teosofía: término antiguo, que se refería originalmente a  una especie de mística. Se la ha relacionado con los gnósticos y los  neoplatónicos griegos, con el Maestro Eckhart, Nicolás de Cusa y Jacob Boehme.  La Sociedad Teosófica, fundada por Helena Petrovna Blavatsky y otros en 1875  confirió gran importancia al término. La mística teosófica tiende al monismo,  acentúa la unidad esencial de los componentes espirituales y materiales del  universo. Busca también las fuerzas ocultas responsables de la interacción entre  la materia y el espíritu, de modo que la mente humana y la divina acaben por  encontrarse. Es aquí donde la teosofía ofrece la redención mística o la  iluminación. 
Trascendentalismo: movimiento de escritores y pensadores  del siglo XIX de Nueva Inglaterra, que compartían un conjunto idealista de  creencias en la unidad esencial de la creación, la bondad innata de la persona  humana, y la superioridad de la intuición frente a la lógica y la experiencia  para descubrir las verdades más profundas. La figura principal es Ralph Waldo  Emerson, que se apartó del cristianismo ortodoxo, y a través de los Unitarios  pasó a un nuevo misticismo natural que integraba conceptos del hinduismo con  otros de carácter popular americano, tales como el individualismo, la  responsabilidad personal y la necesidad de triunfar. 
Wicca: antiguo término inglés para designar a las brujas,  aplicado a un resurgir neopagano de algunos elementos de la magia ritual.  Acuñado en 1939 por Gerhard Gardner en Inglaterra: se basaba en algunos textos  eruditos, según los cuales la brujería europea medieval era una antigua religión  natural perseguida por los cristianos. Con el nombre « the Craft », se extendió  rápidamente en Estados Unidos durante los años 1960, donde se vinculó con la «  espiritualidad de las mujeres». 
7.3. Lugares clave de la  Nueva Era 
Esalen: comunidad fundada en Big Sur, California, en 1962,  por Michael Murphy y Richard Price, cuyo objetivo fundamental era llegar a la  auto-realización del ser mediante el nudismo, las visiones y la « medicina suave  ». Se ha convertido en uno de los centros más importantes del Movimiento del  Potencial Humano, y ha difundido sus ideas respecto a la medicina holística en  el mundo de la educación, la política y la economía. Lleva a cabo esta tarea  mediante cursos sobre religión comparada, mitología, misticismo, meditación,  psicoterapia, expansión de la conciencia, etc. Junto con Findhorn, se le  considera el punto clave del crecimiento de la conciencia de Acuario. El  Instituto Soviético-Americano de Esalen cooperó con funcionarios soviéticos en  el Proyecto de promoción de la Salud. 
Findhorn: esta comunidad agrícola holística iniciada por  Peter y Eileen Caddy logró el crecimiento de plantas enormes mediante métodos no  convencionales. La fundación de la comunidad Findhorn en Escocia en 1965  constituyó un importante hito en el movimiento que lleva la etiqueta de Nueva  Era. De hecho « se consideró que Findhorn encarnaba sus principales ideas de  transformación ». La búsqueda de una conciencia universal, el ideal de la  armonía con la naturaleza, la visión de un mundo transformado, y la práctica del  channeling, todo lo cual son elementos clave del Movimiento de la  Nueva Era, se hallaron presentes en Findhorn desde su fundación. El éxito  de esta comunidad la llevó a convertirse en modelo e inspiración de otros  grupos, tales como las Alternativas de Londres, Esalen en Big Sur, California, y  el Centro Abierto y el Instituto Omega de Nueva York ». 106  
Monte Verità: comunidad utópica cerca de Ascona, Suiza.  Desde finales del siglo XIX fue punto de encuentro de los exponentes europeos y  americanos de la contracultura en ámbitos tales como la política, la psicología  y la ecología. Las conferencias Eranos se vienen celebrando allí todos  los años desde 1933, reuniendo a grandes luminarias de la Nueva Era. Sus  anuarios manifiestan claramente la intención de crear una religión mundial  integrada. 107 Resulta fascinante ver la lista de quienes se han  reunido en Monte Verità a lo largo de los años. 
8 RECURSOS 
8.1. Documentos del  Magisterio de la Iglesia Católica 
Juan Pablo II, Alocución a los Obispos Norteamericanos de  Kansas, Missouri y Nebraska en su visita “ad limina”, 28 de mayo de 1993.  
Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta a los Obispos de  la Iglesia Católica sobre algunos aspectos de la meditación cristiana (Orationis  Formas), Ciudad del Vaticano (Libreria Editrice Vaticana) 1989. 
Comisión Teológica Internacional, Algunas cuestiones actuales  de escatología,1992, n. 9-10 (sobre la reincarnación). 
Comisión Teológica Internacional, Algunas cuestiones sobre la  teología de la Redención,1995, I29 y II35-36. 
Comité para la Cultura de la Conferencia Episcopal Argentina,  Frente a una Nueva Era. Desafío a la pastoral en el horizonte de la Nueva  Evangelización,1993. 
Comisión Teológica Irlandesa, A New Age of the Spirit? A  Catholic Response to the New Age Phenomenon, Dublín 1994. 
Godfried Danneels, Au-delà de la mort: réincarnation et  resurrection, Carta Pastoral, Pascua de 1991. 
Godfried Danneels, Le Christ ou le Verseau? Carta Pastoral,  Navidad 1990. 
Carlo Maccari, « La ‘mistica cosmica' del New Age », en  Religioni e Sette nel Mondo 1996/2. 
Carlo Maccari, La New Age di fronte alla fede cristiana,  Turín (LDC) 1994. 
Edward Anthony McCarthy, The New Age Movement, Instrucción  Pastoral, 1992. 
Paul Poupard, Felicità e fede cristiana, Casale Monferrato  (Ed. Piemme) 1992. 
Joseph Ratzinger, Situación actual de la fe y la teología,  Guadalajara, mayo de 1996, en L'Osservatore Romano (edición española)  1 de noviembre de 1996. 
Norberto Rivera Carrera, Instrucción Pastoral sobre el New Age,  7 de enero de 1996. 
Christoph von Schönborn, Risurrezione e reincarnazione,  Casale Monferrato (Piemme) 1990. 
J. Francis Stafford,Il movimento « New Age », en  L'Osservatore Romano (edición italiana), 30 de octubre de 1992. 
Grupo de Trabajo sobre Nuevos Movimientos Religiosos, Ciudad del  Vaticano (ed.), Sectas y Nuevos Movimientos Religiosos. Antología de  documentos de la Iglesia Católica, Santafé de Bogotá (CELAM) 1996. 
8.2. Estudios cristianos  
Michel Anglarès, Nouvel Age et Foi Chrétienne, Paris  (Centurion) 1992. Trad. esp. Nueva Era y fe cristiana, Madrid 1994.  
Raúl Berzosa Martínez, Nueva Era y Cristianismo. Entre el  diálogo y la ruptura, Madrid (BAC) 1995. 
André Fortin, Les Galeries du Nouvel Age: un chrétien s'y  promène, Ottawa (Novalis) 1993. 
Grupo de Trabajo Ecuménico « Neue Religiöse Bewegungen in der  Schweiz », New Age – aus christlicher Sicht, Freiburg (Paulusverlag)  1987. 
Claude Labrecque, Une religion américaine. Pistes de  discernement chrétien sur les courants populaires du “Nouvel Age”, Montréal  (Médiaspaul) 1994. 
The Methodist Faith and Order Committee, The New Age Movement  Report to Conference 1994. 
Aidan Nichols, « The New Age Movement », en The Month,  March 1992, pp. 84-89. 
Alessandro Olivieri Pennesi, Il Cristo del New Age. Indagine  critica, Ciudad del Vaticano (Libreria Editrice Vaticana) 1999. 
Mitch Pacwas.j., Catholics and the New Age. How Good People are  being drawn into Jungian Psychology, the Enneagram and the New Age of Aquarius,  Ann Arbor MI (Servant) 1992. 
John Saliba, Christian Responses to the New Age Movement. A  Critical Assessment, London (Chapman) 1999. 
Josef SüdbrackSJ, Neue Religiosität - Herausforderung für die  Christen, Mainz (Matthias-Grünewald-Verlag) 1987. Trad. esp.: La nueva  religiosidad, Madrid 1990. 
« Theologie für Laien », Secretariado, Faszination Esoterik,  Zürich (Theologie für Laien) 1996. 
David Toolan, Facing West from California's Shores. A Jesuit's  Journey into New Age Consciousness, New York (Crossroad) 1987. 
Juan Carlos Urrea Viera, « New Age ». Visión  Histórico-Doctrinal y Principales Desafíos, Santafé de Bogotá (CELAM) 1996.  
Jean Vernette, « L'avventura spirituale dei figli dell'Acquario »,  en Religioni e Sette nel Mondo 19962. 
Jean Vernette, Jésus dans la nouvelle religiosité, Paris  (Desclée) 1987. 
Jean Vernette, Le New Age, Paris (P.U.F.) 1992. 
9 BIBLIOGRAFÍA GENERAL  
9.1. Algunos libros de la  Nueva Era 
WilliamBloom, The New Age. An Anthology of Essential  Writings, London (Rider) 1991. 
Fritjof Capra, The Tao of Physics: An Exploration of the  Parallels between Modern Physics and Eastern Mysticism, Berkeley (Shambhala)  1975. 
Fritjof Capra, The Turning Point: Science, Society and the  Rising Culture, Toronto (Bantam) 1983. 
Benjamin Creme, The Reappearance of Christ and the Masters of  Wisdom, London (Tara Press) 1979. 
Marilyn Ferguson, The Aquarian Conspiracy. Personal and Social  Transformation in Our Time, Los Angeles (Tarcher) 1980. Trad. esp. La  conspiración de Acuario. Transformaciones personales y sociales en este fin de  siglo, Barcelona (Kairós) 1985. 
Chris Griscom, Ecstasy is a New Frequency: Teachings of the  Light Institute, New York (Simon & Schuster) 1987. 
Thomas Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas,  México (FCE) . 
David Spangler, The New Age Vision, Forres (Findhorn  Publications) 1980. 
David Spangler, Revelation: The Birth of a New Age, San  Francisco (Rainbow Bridge) 1976. 
David Spangler, Towards a Planetary Vision, Forres  (Findhorn Publications) 1977. 
David Spangler, The New Age, Issaquah (The Morningtown  Press) 1988. 
David Spangler, The Rebirth of the Sacred, London (Gateway  Books) 1988. Trad. esp. Emergencia. El renacimiento de lo sagrado,  Barcelona 1991. 
9.2. Obras históricas,  descriptivas y analíticas 
Christoph Bochinger, « New Age » und moderne Religion:  Religionswissenschaftliche Untersuchungen, Gütersloh (Kaiser) 1994. 
Bernard Franck, Lexique du Nouvel-Age, Limoges  (Droguet-Ardant) 1993. Trad. Esp.: Diccionario de la Nueva Era, Estella  (Verbo Divino) 1994. 
Hans Gasper, Joachim Müllerand Friederike Valentin, Lexikon der  Sekten, Sondergruppen und Weltanschauungen. Fakten, Hintergründe, Klärungen,  edición actualizada, Freiburg-Basel-Vienna (Herder) 2000. Véase, entre  otros, los artículos « New Age » por Christoph Schorsch,Karl R. Essmanny Medard  Kehl,y « Reinkarnation » por Reinhard Hümmel. 
Manuel Guerra Gomez, Diccionario enciclopédico de las Sectas,  s.v. « Nueva Era », Madrid 1998, 617-632. 
Manabu Hagay Robert J. Kisala(ed.), « The New Age in Japan », en  Japanese Journal of Religious Studies, Otoño 1995, vol. 22, n. 3 y 4.  
Wouter Hanegraaff, New Age Religion and Western Culture.  Esotericism in the Mirror of Nature, Leiden-New York-Köln (Brill) 1996.  Contiene abundante bibliografía. 
Paul Heelas, The New Age Movement. The Celebration of the Self  and the Sacralization of Modernity, Oxford (Blackwell) 1996. 
Massimo Introvigne, New Age & Next Age, Casale  Monferrato (Piemme) 2000. 
Michel Lacroix, L'Ideologia della New Age, Milano (Il  Saggiatore) 1998. 
J. Gordon Melton, New Age Encyclopedia, Detroit (Gale  Research Inc) 1990. 
Elliot Miller, A Crash Course in the New Age, Eastbourne  (Monarch) 1989. 
Georges Minois, Histoire de l'athéisme, Paris (Fayard)  1998. 
Arild Romarheim, The Aquarian Christ. Jesus Christ as Portrayed  by New Religious Movements, Hong Kong (Good Tiding) 1992. 
Hans-Jürgen Ruppert, Durchbruch zur Innenwelt. Spirituelle  Impulse aus New Age und Esoterik in kritischer Beleuchtung, Stuttgart (Quell  Verlag) 1988. 
Edwin Schur, The Awareness Trap. Self-Absorption instead of  Social Change, New York (McGraw Hill) 1977. 
Rodney Starky William Sims Bainbridge, The Future of Religion.  Secularisation, Revival and Cult Formation, Berkeley (University of  California Press) 1985. 
Steven Sutcliffey Marion Bowman(eds), Beyond the New Age.  Exploring Alternative Spirituality, Edinburgh (Edinburgh University Press),  2000. 
Charles Taylor, Sources of the Self. The Making of the Modern  Identity, Cambridge (Cambridge University Press) 1989. 
Charles Taylor, The Ethics of Authenticity, London (Harvard  University Press) 1991. 
Edênio Valles.v.d., « Psicologia e energias da mente: teorias  alternativas », en A Igreja Católica diante do pluralismo religioso do Brasil  (III). Estudos da CNBB n. 71, São Paulo (Paulus) 1994. 
World Commission on Culture and Development, Our Creative  Diversity. Report of the World Commission on Culture and Development, Paris  (UNESCO) 1995. 
M. York,« The New Age Movement in Great Britain », en  Syzygy. Journal of Alternative Religion and Culture, 1:2-3 (1992)  Stanford CA. 
Notas
(1) Paul Heelas, The New Age Movement. The Celebration of the  Self and the Sacralization of Modernity. Oxford (Blackwell) 1966, p. 137.  
(2) Cf. P. Heelas, op. cit., p. 164s. 
(3) Cf. P. Heelas, op. cit., p. 173. 
(4) Cf. Juan PabloII, Carta Encíclica Dominum et vivificantem  (18 de mayo de 1986), 53. 
(5) Cf. Gilbert Markuso.p., « Celtic Schmeltic » (1), en  Spirituality, vol. 4, noviembre-diciembre de 1998, no 21, pp. 379-383; y  (2) en Spirituality, vol. 5, enero-febrero de 1999, n. 22, pp. 57-61.  
(6) Juan PabloII, Cruzando el umbral de la esperanza,  Barcelona (Plaza & Janés) 1994, pp. 103-104. 
(7) Cf. especialmente Massimo Introvigne, New Age & Next  Age, Casale Monferrato (Piemme) 2000. 
(8) M. Introvigne, op. cit., p. 267. 
(9) Cf. Michel Lacroix, L'Ideologia della New Age, Milano  (il Saggiatore) 1998, p. 86. La palabra « secta » se usa aquí no en sentido  peyorativo, sino más bien para denotar un fenómeno sociológico. 
(10) Cf. Wouter J. Hanegraaff, New Age Religion and Western  Culture. Esotericism in the Mirror of Secular Thought, Leiden-New York-Köln  (Brill) 1996, p. 377 et passim. 
(11) Cf. Rodney Starkand William Sims Brainbridge, The Future  of Religion. Secularisation, Revival and Cult Formation, Berkeley  (University of California Press) 1985. 
(12) Cf. M. Lacroix, op. cit., p. 8. 
(13) El curso suizo « Theologie für Laien » titulado  Faszination Esoterik lo plantea con claridad. Cf. « Kursmappe 1 – New  Age und Esoterik », texto acompañado de diapositivas, p. 9. 
(14) El término ya aparece en el título de The New Age  Magazine,publicado por el Antiguo Rito Masónico Escocés Aceptado en la  jurisdicción meridional de los Estados Unidos de América, remontándose a 1900.  Cf. M. York,« The New Age Movement in Great Britain », en Syzygy. Journal of  Alternative Religion and Culture, 1:2-3 (1992), Stanford CA, p. 156, nota 6.  La datación exacta y la naturaleza del cambio a la Nueva Era son  interpretadas de maneras distintas según los diferentes autores. Las  estimaciones para tal fecha oscilan entre 1967 y 2376. 
(15) A finales de 1977, Marilyn Fergusonenvió un cuestionario a  210 « personas comprometidas en la transformación social », a los que también  llama « Conspiradores de Acuario ». Es interesante lo que sigue: « Cuando se  pedía a los encuestados que dieran el nombre de los individuos cuyas ideas les  habían influido, bien a través del contacto personal, bien por medio de sus  escritos, los más nombrados, por orden de frecuencia, fueron: Pierre Teilhard de  Chardin, C. G. Jung, Abraham Maslow, Carl Rogers, Aldous Huxley, Roberto  Assagioli y J. Krishnamurti. También aparecen mencionados frecuentemente: Paul  Tillich, Hermann Hesse, Alfred North Whitehead, Martin Buber, Ruth Benedict,  Margaret Mead, Gregory Bateson, Tarthang Tulku, Alan Watts, Sri Aurobindo, Swami  Muktananda, D. T. Suzuki, Thomas Merton, Willis Harman, Kenneth Boulding, Elise  Boulding, Erich Fromm, Marshall McLuhan, Buckminster Fuller, Frederic  Spiegelberg, Alfred Korzybski, Heinz von Foerster, John Lilly, Werner Erhard,  Oscar Ichazo, Maharishi Mahesh Yoghi, Joseph Chilion Pearce, Karl Pribram,  Gardner Murphy, y Albert Einstein »: The Aquarian Conspiracy. Personal and  Social Transformation in Our Time, Los Angeles, (Tarcher) 1980, p. 50 (nota  1) y p. 434. (Trad. esp. La conspiración de Acuario. Transformaciones  personales y sociales en este fin de siglo, Barcelona [Kairós] 1985).  
(16) W.J. Hanegraaff , op. cit., p. 520. 
(17) Comisión Teológica Irlandesa, A New Age of Spirit? A  Catholic Response to the New Age Phenomenon, Dublín 1994, capítulo 3.  
(18) Cf. La estructura de las revoluciones científicas,  México, FCE, 1995. 
(19) Cf. Alessandro Olivieri Pennesi, Il Cristo del New Age.  Indagine critica, Ciudad del Vaticano (Librería Editrice Vaticana) 1999,  passim, pero especialmente las pp. 11-34. Véase también la sección 4 más  abajo. 
(20) Merece la pena recordar la letra de esta canción, que se  grabó inmediatamente en las mentes de toda una generación, tanto en Norteamérica  como en Europa occidental: « When the Moon is in the Seventh House, and Jupiter  aligns with Mars, then Peace will guide the Planets, and Love will steer the  Stars. This is the dawning of the Age of Aquarius... Harmony and understanding,  sympathy and trust abounding; No more falsehoods or derision –golden living,  dreams of visions, mystic crystal revelation, and the mind's true liberation.  Aquarius... ». 
(« Cuando la Luna esté en la Séptima Casa, y Júpiter se alinee con  Marte, entonces la Paz guiará a los Planetas, y el Amor conducirá a las  Estrellas. Es el amanecer de la Era de Acuario... Abundarán la armonía y la  comprensión, la simpatía y la confianza, no habrá más engaños ni más burlas: una  vida dorada, sueños de visiones, una revelación mística cristalina, y la  auténtica liberación de la mente. Acuario... »). 
(21) Paul Heelas, op. cit., p. 1 y s. La publicación de  agosto de 1978 de la Coalición Cristiana de Berkeley lo expresa de este modo: «  Hace exactamente diez años la espiritualidad “funky” a base de drogas de los  hippies y la mística de los yogis occidentales se limitaban a la contracultura.  Hoy día, ambas se han abierto camino en la corriente fundamental de nuestra  mentalidad cultural. La ciencia, las profesiones de la salud, las artes, por no  mencionar la psicología y la religión, están todas comprometidas en una  reconstrucción fundamental de sus premisas básicas ». Citado en Marilyn  Ferguson, The Aquarian Conspiracy. Personal and Social Transformation in Our  Time, Los Angeles (Tarchner) 1980, p. 370 y ss. 
(22) Cf. Chris Griscom, Ecstasy is a New Frequency: Teachings  of the Light Institute, New York, (Simon & Schuster) 1987, p. 82.  
(23) Véase el Glosario de términos, § 7.2 Glosario selecto.  
(24) Cf. W.J. Hanegraaff, op. cit. capítulo 15 (« The  Mirror of Secular Thought »). El sistema de correspondencias está heredado  claramente del esoterismo tradicional, pero tiene un significado nuevo para  quienes siguen (conscientemente o no) a Swedenborg. Mientras que para la  doctrina esotérica tradicional cada elemento natural poseía en su interior la  vida divina, para Swedenborg la naturaleza es un reflejo muerto del mundo  espiritual vivo. Esta idea está muy metida en el corazón de la visión posmoderna  de un mundo desencantado y en los diversos intentos por « re-encantarlo ».  Blavatsky rechazó las correspondencias y Jung relativizó fuertemente la  causalidad a favor de la cosmovisión esotérica de las correspondencias. 
(25) W.J. Hanegraaff, op. cit., pp. 54-55. 
(26) Cf. Reinhard Hümmel,« Reinkarnation », en Hans Gasper,Joachim  Müller, Friederike Valentin(eds.), Lexikon der Sekten, Sondergruppen und  Weltanschauungen. Fakten, Hintergründe, Klärungen, Freiburg-Basel-Wien  (Herder) 2000, pp. 886-893. 
(27) Michael Fuss,« New Age and Europe. A Challenge for Theology  », en Mission Studies Vol. VIII-2, 16, 1991, p. 192. 
(28) Ibid., loc. cit. 
(29) Ibid., p. 193. 
(30) Ibid., p. 199. 
(31) Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta a los  Obispos de la Iglesia católica sobre algunos aspectos de la meditación cristiana  (Orationis Formas), 1989, 14. Cf. Gaudium et Spes, 19; Fides et  Ratio, 22. 
(32) W.J. Hanegraaff, op. cit., p. 448s. Los objetivos  están citados según la versión definitiva (1896); las versiones anteriores  subrayaban la irracionalidad del « fanatismo » y la urgencia de promover una  educación no sectaria. Hanegraaff cita la descripción que hace J. Gordon  Meltonde la religión de la Nueva Era como enraizada en la tradición «  oculto-metafísica » (ibid., p. 455). 
(33) W.J. Hanegraaff, op. cit., p. 513. 
(34) Thomas M. KingSJ, « Jung and Catholic Spirituality », en  America, 3 de abril de 1999, p. 14. El autor señala que los devotos de la  Nueva Era « citan pasajes que tratan del I Ching, la astrología y el Zen,  mientras que los católicos citan pasajes que tratan de los místicos cristianos,  la liturgia y el valor psicológico del sacramento de la reconciliación » (p.  12). También incluye una lista de personalidades e instituciones espirituales  claramente inspiradas y guiadas por la psicología de Jung. 
(35) Cf. W.J. Hanegraaff, op. cit., p. 501s. 
(36) C. J. Jung, Wandlungen und Symbole der Libido, citado  en Hanegraaff, op. cit., p. 503. 
(37) Sobre este punto, cf. Michael Schooyans, L'Évangile face  au désordre mondial, con un prefacio del Cardenal Joseph Ratzinger,París  (Fayard) 1997. 
(38) Citado en The True and the False New Age. Introductory  Ecumenical Notes, de la Comunidad Maranatha, Manchester (Maranatha) 1933,  8.10; no se especifica la numeración original de las páginas. 
(39) Michel Lacroix, L'Ideologia della New Age, Milán (il  Saggiatore) 1998, pp. 84ss. 
(40) Cf. el apartado sobre las ideas de David Spangleren  Actualité des religions n. 8, septembre 1999, p. 43. 
(41) M. Ferguson, op.cit., p. 407. 
(42) Ibid., p. 411. 
(43) « Ser americano... es precisamente imaginar un destino  más que heredarlo. Siempre hemos sido habitantes del mito más que de la historia  »: Leslie Fiedler,citado en M. Ferguson, op. cit., p. 142. 
(44) Cf. P. Heelas, op. cit., p. 173s. 
(45) David Spangler, The New Age, Issaquah (Morningtown  Press) 1988, p. 14. 
(46) P. Heelas, op. cit., p. 168. 
(47) Véase el prefacio al libro de Michel Schooyans, L'Évangile  face au désordre mondial, escrito por el Cardenal Joseph Ratzinger, París  (Fayard) 1997. La cita está traducida del italiano, Il nuovo disordine  mondiale, Cinisello Balsamo (San Paolo) 2000, p. 6. 
(48) Cf. Our Creative Diversity. Report of the World Commission  on Culture and Development, París (UNESCO) 1995, que ilustra la importancia  que se confiere a la celebración y promoción de la diversidad. 
(49) Cf. Christoph Bochinger, «New Age » und moderne Religion:  Religionswissenschaftliche Untersuchungen, Güttersloh (Kaiser) 1994,  especialmente el capítulo 3. 
(50) Las limitaciones de estas técnicas que, sin embargo, no son  oración se discuten más adelante, § 3.4. Mística cristiana y mística Nueva  Era. 
(51) Cf. Carlo Maccari, « La ‘mistica cosmica' del New Age »  ,en Religioni e Sette nel Mondo 19962. 
(52) Jean Vernette, « L'avventura spirituale dei figli  dell'Acquario », en Religioni e Sette nel Mondo 19962, p. 42s. 
(53) J. Vernette, loc. cit. 
(54) Cf. J. Gordon Melton, New Age Encyclopedia, Detroit  (Gale Research) 1990, pp. xiii-xiv. 
(55) David Spangler, The Rebirth of the Sacred, Londres  (Gateway Books) 1984, p. 78s. 
(56) David Spangler, The New Age, Issaquah (Morningtown  Press) 1988, p. 13s. 
(57) Juan PabloII, Carta apostólica Tertio Millenio Adveniente  (10 de noviembre de 1994), 9. 
(58) Matthew Fox, The Coming of the Cosmic Christ. The Healing  of Mother Earth and the Birth of a Global Renaissance, San Francisco (Harper  & Row) 1988, p. 135. 
(59) Cf. el documento publicado por el Comité para la Cultura de  la Conferencia Episcopal Argentina Frente a una Nueva Era. Desafío a la  pastoral en el horizonte de la Nueva Evangelización, 1993. 
(60) Congregación para la Doctrina de la Fe, Orationis Formas,  23. 
(61) Ibid., 3. Véanse las secciones sobre la meditación y  la oración contemplativa en Catecismo de la Fe Cristiana, 2705-2719.  
(62) Cf. Orationis Formas, 13. 
(63) Cf. Brendan Pelphrey, «I said, You are Gods. Orthodox  Christian Theosis and Deification in the New Religious Movements» en  Spirituality East and West, Pascua 2000 (N. 13). 
(64) Adrian Smith, God and the Aquarian Age. The new era of the  Kingdom, Great Wakering (Mc Crimmons) 1990, p. 49. 
(65) Cf. Benjamín Creme, The Reappearance of Christ and the  Masters of Wisdom, Londres (Tara Press) 1979, p. 116. 
(66) Cf. Jean Vernette, Le New Age, París, (P.U.F.) 1992  (Collection Encyclopédique Que sais-je?), p. 14. 
(67) Catecismo de la Iglesia Católica, 52. 
(68) Cf. Alessandro Olivieri Pennesi,Il Cristo del New Age. Indagine Critica, Ciudad del Vaticano (Librería Editrice Vaticana) 1999, especialmente las páginas 13-34. La lista de puntos comunes está en la p. 33.
(69) Credo de Nicea-Constantinopla. 
(70) Michel Lacroix, L'Ideologia della New Age, Milán (Il  Saggiatore) 1998, p. 74. 
(71) Ibid., p. 68. 
(72) Edwin Schur, The Awareness Trap. Self-Absorption instead  of Social Change, Nueva York (McGraw Hill) 1977, p. 68. 
(73) Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 355-383.  
(74) Cf. Paul Heelas, The New Age Movement. The Celebration of  the Self and the Sacralization of Modernity, Oxford (Blackwell) 1996, p.  161. 
(75) A Catholic Response to the New Age Phenomenon,  Comisión Teológica Irlandesa 1994, capítulo 3. 
(76) Congregación para la Doctrina de la Fe, Orationis Formas,  3. 
(77) Ibid., 7. 
(78) William Bloom, The New Age. An Anthology of Essential  Writings, Londres (Rider) 1991, p. xvi. 
(79) Catecismo de la Iglesia Católica, 387. 
(80) Ibid., 1849. 
(81) Ibid., 1850. 
(82) Juan PabloII, Carta Apostólica Salvifici doloris sobre  el sufrimiento humano (11 de febrero de 1984), 19. 
(83) Cf. David Spangler, The New Age, op. cit., p. 28.  
(84) Cf. Juan PabloII, Carta Encíclica Redemptoris Missio  (7 de diciembre de 1990) 6, 28, y la Declaración de la Congregación para la  Doctrina de la Fe Dominus Jesus (6 de agosto de 2000), 12.  
(85) Cf. R. Rhodes, The Counterfeit Christ of the New Age  Movement, Grand Rapids (Baker) 1990, p. 129. 
(86) Helen Bergino.p., «Living One's Truth», en The Furrow,  Enero 2000, p. 12. 
(87) Ibid., p. 15. 
(88) Cf. Paul Heelas, op. cit., p. 138. 
(89) Elliot Miller, A Crash Course in the New Age.  Eastbourne (Monarch) 1989, p. 122. Para una documentación sobre la postura  vehementemente anticristiana del espiritismo, cf. R. Laurence Moore, «  Spiritualism », en Edwin S. Gaustad(ed.), The Rise of Adventism: Religion and  Society in Mid-Nineteenth-Century America, Nueva York 1974, pp. 79-103, y  también R. Laurence Moore, In Search of White Crows: Spiritualism,  Parapsychology, and American Culture, Nueva York (Oxford University Press)  1977. 
(90) Cf. Juan PabloII, Carta encíclica Fides et Ratio (14  de septiembre de 1998), 36-48. 
(91) Cf. Juan PabloII, Alocución a los Obispos Norteamericanos  de Iowa, Kansas, Missouri y Nebraska en su visita «ad limina», 28 de mayo de  1993. 
(92) Cf. Juan PabloII, Exhortación Apostólica Post-Sinodal  Ecclesia in Africa, 103. El Consejo Pontificio para la Cultura ha  publicado un guía que contiene una lista de estos centros en todo el mundo:  Centros Culturales Católicos (3a edición, Ciudad del Vaticano, 2001).  
(93) Cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Orationis  Formas, y § 3 supra. 
(94) Ésta es un campo donde la falta de información puede  desorientar a los responsables de la educación a causa de los grupos cuya  verdadero programa es contrario al mensaje del Evangelio. Es el caso  particularmente de los colegios y escuelas, donde los jóvenes, llenos de  curiosidad y obligados a escuchar constituyen una presa fácil y un objetivo  ideal para el comercio ideológico. Cf. la llamada de atención en Massimo  Introvigne, New Age & Next Age, Casale Monferrato (Piemme) 2000, p.  277s. 
(95) Cf. J. Badewien,Antroposofia, en H. Waldenfels(ed.)  Nuovo Dizionario delle Religioni, Cinisello Balsamo (san Paolo) 1993, p.  41. 
(96) Cf. Raúl Berzosa Martínez,Nueva Era y Cristianismo,  Madrid (BAC) 1995, p. 214. 
(97) Helen Palmer, The Enneagram, Nueva York (Harper-Row)  1989. 
(98) Cf. el documento del Comité para la Cultura de la Conferencia  Episcopal Argentina, op. cit. 
(99) 2 J. Gernet, en J.-P. Vernantet al., Divination et  Rationalité,París (Seuil) 1974, p. 55. 
(100) Cf. Susan Greenwood, « Gender and Power in Magical  Practices, en Steven Sutcliffey Marion Bowman(eds.), Beyond New Age.  Exploring Alternative Spirituality, Edinburgo (Edinburgh University Press)  2000, p. 139. 
(101) Cf. M. Fuss, op. cit., pp. 198-199. 
(102) Cf. C. Maccari, La “New Age” di fronte alla fede  cristiana, LeumannTorino (LDC) 1994, p.168. 
(103) Cf. W.J. Hanegraaff, op. cit., pp. 283-290. 
(104) Para un estudio breve pero esclarecedor del Movimiento del  Potencial Humano, véase Elizabeth Puttik,« Personal Development: the  Spiritualisation and Secularisation of the Human Potential Movement », en Steven  Sutcliffey Marion Bowman(eds.), Beyond New Age. Exploring Alternative  Spirituality, Edinburgo (Edinburgh University Press) 2000, pp. 201-219.  
(105) Sobre este último punto, sumamente delicado, véase el  artículo « Neonazismus » de Eckhard Türken Hans Gasper, Joachim Müller,  Friederike Valentin(eds.), Lexikon der Sekten, Sondergruppen und  Weltanschauungen. Fakten, Hintergründe, Klärungen, Freiburg-Basel-Wien  (Herder) 2000, p. 726. 
(106) Cf. John Saliba, Christian Responses to the New Age  Movement. A Critical Assessment, London (Geoffrey Chapman) 1999, p. 1.  
(107) Cf. M. Fuss, op. cit., pp. 195-196.