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lunes, 3 de septiembre de 2012

España debe a san Gregorio Magno el icono de la Virgen de Guadalupe que consiguió la Conversión del rey visigodo-arriano Recaredo II (556)


El icono  que representa a la Virgen con el niño Jesús, fue tallado en madera por el evangelista San Lucas (según la Tradición). San Pedro lo llevó desde Éfeso a Roma donde fue venerado por los Papas, hasta que San Gregorio Magno lo entregó a San Leandro, obispo de Sevilla, para su amigo San Isidoro, a fin de conseguir la conversión de los visigodos arrianos, cuya herejía gnóstica amenazaba acabar con la Iglesia.

Gracias al milagroso icono de la Virgen María,  se convirtió San Hemenegildo, hijo del rey Leovigildo, cuyo heredero Recaredo II se bautizó en el III Concilio de Toledo (589) dando origen al Reino  de España, católico y unitario.

El magnífico Monasterio jerónimo de Nuestra Señora de Guadalupe (Cáceres) fue edificado en 1340 por Alfonso XI de León y Castilla, en el lugar donde el pastor Gil Cordero encontró milagrosamente, en 1326, el icono de la Virgen María en una cueva de los montes de Toledo que separan los valles del Tajo y del Guadiana. Había sido enterrado por unos clérigos sevillanos cuando huyeron, en 711, de la invasión musulmana.

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Festividad Litúrgica  de Hoy
SAN GREGORIO MAGNO
Papa y Doctor de la Iglesia
(540-604)
Fuente: Magnificat (Santoral)

San Gregorio Magno nació en Roma el año 540, de noble familia. Nació en un momento límite, cuando la caída de Roma se acentuaba y empezaba una nueva época. Es el último de los grandes Padres de Occidente y el primer hombre medieval. Sus obras serían el primer alimento espiritual de la Edad Media, hasta San Bernardo, Santo Tomás y Santa Teresa de Jesús.

En el monte Celio estaba el palacio familiar. Allí recibió Gregorio la primera educación, hondamente cristiana, de parte de sus padres, Gordiano y Silvia. Ellos y sus tías Társila y Emiliana, están en el catálogo de los santos.

Gregorio se preparó muy bien en derecho, al que desde Justiniano se daba gran importancia. Más tarde fue nombrado prefecto de la ciudad, Italia había sido arrasada por las invasiones de los lombardos. Roma estaba en ruinas. En su tiempo desaparecen los cónsules, cuando Gregorio será llamado Cónsul de Dios. Era una situación calamitosa.

Fue entonces cuando se encontró con dos benedictinos que procedían de Montecassino, que habían conocido a San Benito. De sus labios tomó los relatos llenos de candor que luego recogió en sus deliciosos e ingenuos Diálogos. ¿Qué camino tomar?, se preguntaba el Santo. Así lo escribía a su íntimo amigo San Leandro de Sevilla, en tales tonos de cordial amistad que son difíciles de superar. Por fin se decidió. Convirtió en monasterio su palacio del monte Celio y empezó allí su vida monacal.

Estudió intensamente la Sagrada Escritura y la vida de los monjes de Occidente. Se distinguió por su austeridad de vida y por la intensidad de su oración. Por eso es llamado doctor de la compunción y de la contemplación, pues fue modelo acabado tanto en ascética como en mística.

Benedicto I lo envió como nuncio a Constantinopla, donde pasó ocho años. Vuelto a Roma, el desbordamiento del Tíber produjo muchas calamidades: hambre y peste sobre todo. Una de las víctimas de la peste fue Pelagio II. Reunidos el clero, el senado y el pueblo, eligieron Papa al diácono Gregorio. Le costó mucho dejar su soledad, pero aceptó.

Era el primer Papa monje, estilo que introdujo en la espiritualidad y liturgia de su pontificado. Publicó la Regla Pastoral, que fue el código de los obispos durante la Edad Media. Restauró la disciplina.

Una de sus grandes obras fue la conversión de Inglaterra, por el envió de monjes, capitaneados por Agustín de Cantorbery. En su tiempo los visigodos abjuraron el arrianismo en el Concilio III de Toledo el 589.

Renovó el culto y la liturgia con el famoso Sacramentario. Dio al pontificado un gran prestigio, como San León Magno. Renovó la práctica de las estaciones cuaresmales en las iglesias romanas, para las que compuso Cuarenta homilías sobre los Evangelios. Fomentó las buenas obras, la piedad, el culto de las reliquias, las devociones populares.

La reforma más famosa fue la del canto, llamado por ello gregoriano. Publicó el Antifonario y formó una gran Schola Cantorum. Aunó los diversos cantos dispersos, en una sola liturgia, absorbiendo los diversos ritos, exceptó el ambrosiano y el mozárabe.

Es el escritor más fecundo de los papas medievales. Aparte de las obras ya citadas, tenemos su Epistolario, que contiene 859 cartas, Las 22 homilías sobre Ezequiel y El comentario a los libros de Job o las Morales, que tanto usaron Santa Teresa y otros Santos. Junto con San Ambrosio, San Agustín y San Jerónimo, es uno de los cuatro padres de Occidente.