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Santa Faustina (1905-38), canonizada en 2000 por Juan Pablo II, escribe:
(Diario, 1276): "Hoy deseaba ardientemente hacer la Hora Santa delante del Santísimo Sacramento, sin embargo la voluntad de Dios fue otra: a las ocho experimente unos dolores tan violentos que tuve que acostarme enseguida, he estado contorsionándome por estos dolores durante tres horas, es decir hasta las once de la noche. Ninguna medicina me alivió, lo que tomaba lo vomitaba, hubo momentos en que los dolores me dejaban sin conocimiento. Jesús me hizo saber que de esta manera he tomado parte en su agonía en el Huerto y que Él mismo había permitido estos sufrimientos en reparación a Dios por las almas asesinadas en el seno de las malas madres. [...] Ahora sí, entiendo de que dolores se trata, porque el Señor me lo hizo saber... Sin embargo, al pensar que quizá un día vuelva a sufrir así, me da escalofríos, pero no sé si en el futuro sufriré otra vez de modo similar, lo dejo a Dios, lo que a Dios le agrade enviarme, lo recibiré todo con sumisión y amor. Ojalá pueda con estos sufrimientos salvar del homicidio al menos un alma..."