Píldoras Anti-Masonería

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"Nuevo Orden Mundial"


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lunes, 19 de mayo de 2014

Foro Hispánico AntiMasónico: "IRENISMO, Nuevo Orden Mundial y Nueva Era" (1369)

San Ireneo, obispo de Lyon,  mártir (siglo II)
Refutador de las Herejías Gnósticas
Gnosticismo: Herejía considerada como el principal enemigo del Cristianismo desde San Ireneo hasta Clemente XII (1738) y todos los Papas posteriores, Es la base filosófica y religiosa de la Masonería.
Juan Pablo II: La Nueva Era es el último eslabón de la Cadena Gnóstica
San Jerónimo por El Greco
San Jerónimo (atribuido): El mundo se durmió Cristiano y se despertó Arriano (Herejía Gnóstica).
Michel Schooyans (Academia Pontificia de Ciencias Sociales): El Nuevo Orden Mundial es el peligro más grande para la Iglesia de Cristo desde la crisis arriana del siglo IV.
P. Manuel Guerra: Existe una Conspiración Masónica para un Nuevo Orden Mundial.

P. Juan Claudio SanahujaEstamos sometidos a un proyecto de re-ingeniería social anticristiana con nuevos paradigmas éticos para estructurar una Nueva Era con un Religión Universal, sincrética sin dogmas, al servicio del Poder Global. El Anticristo será pacifista, ecologista y ecumenista.
Monseñor Luigi Negri: El Irenismo, voluntad de diálogo a toda costa, que impregna a los católicos desde hace décadas, lleva a perder la conciencia de la propia identidad.
Un obispo que habla claro: Mons. Luigi Negri, obispo de San Marino-Montefeltro, ha escrito lo que muchos católicos piensan; que el Irenismo y el excesivo aperturismo del mundo católico obtiene como resultado el desprecio por parte del laicismo radical y anticristiano.
Si Amenábar en su película “Ágora” ensalza a los gnósticos del siglo IV (supongo que también a Prisciliano, obispo herético de Ávila ejecutado por el emperador Máximo) será porque está en el ajo de la "Nueva Era", super-herejía y eslabón último de la cadena gnóstica, como denunció Juan Pablo II.
El primer hereje del gnosticismo fue el mago Simón de Samaria en tiempos de los apóstoles. Desde San Ireneo, obispo de Lyon (siglo II), hasta Clemente XII (1738) y todos los Papas posteriores, elGnosticismo es considerado como el principal enemigo del cristianismo. Es la base filosófica y religiosa de la Masoneríamoderna.
La "Nueva Era" es una religión sincrética que aglutina religiones orientales, herejías gnósticas e ideologías masónicas. Su objetivo es la destrucción de la Iglesia Católica mediante la sustitución, ya que los seres humanos por ley natural necesitan creer en algo superior y el ateísmo ha fracasado después de dos siglos. El relativismo, la ideología de género y la educación para la ciudadanía son los frutos perversos del gnosticismo y la masonería. 
Una élite plutocrática de ideología socialmasónica totalitaria está al servicio de Satanás. El gran desarrollo de la ciencia y la ingeniería psicosocial ha acelerado el proyecto de gobierno mundial, documentado desde la carta de Pike a Mazzini (1871) conservada en un museo británico.

Irenismo Social
Ángel López-Sidro López
(Profesor de Derecho Eclesiástico) 
La Real Academia ha acertado al incluir, en la última reforma de su Diccionario, el término irenismo, al que ha adjudicado la acepción de «actitud pacífica y conciliadora». Ha acertado, porque el irenismo abraza un concepto de plena actualidad, aunque la palabra no sea aún de uso coloquial. Pero se ha quedado corto en la acepción, que admite, cuanto menos, matices, si no otras acepciones.
El término procede de una idea de Erasmo, tendente a la conciliación entre catolicismo y protestantismo, y fue posteriormente difundido por Comenio y Grocio. Más modernamente, ha servido para impulsar la idea de una religión universal, presuntamente superadora de las diferencias que provocan roces entre los fieles de distintas religiones. De este modo, se le puede atribuir, además de lo expresado, un componente despectivo por parte de quienes consideran que tales actitudes son un error, y así también es utilizado por muchos filósofos y teólogos.

¿Qué tiene de criticable el irenismo? Desde luego, de la definición académica no se desprenden más que bondades de dicho término. Pero la idea de aliviar de contenido las convicciones, de claudicar de las propias posiciones religiosas o ideológicas para superar conflictos es la que realmente subyace en la mentalidad irenista. El que profesa esta actitud, no tiene empacho en aplicar el mínimo común denominador a los idearios o a las religiones, para dejar romas sus superficies y huecos sus contenidos, es decir, para uniformar todo anulando las diferencias, lo original, lo identitario. En este sentido, el irenismo estaría íntimamente relacionado con la falsa idea de tolerancia que circula por nuestra sociedad, esa que postula el respeto a todo en la medida en que ese todo es relativo o fungible, nunca cuando se aferra a dogmas o creencias irrenunciables.

El irenista o contemporizador, decía, está de plena actualidad. Es aquel que proclama el diálogo a cualquier precio, sin condiciones, aunque el discurso del otro sea el de las balas. También es el que narcotiza a un auditorio con un lenguaje perfectamente limado, políticamente correcto, huérfano por tanto de cualquier idea original o comprometida, de esas que podrían despertar bruscamente los cerebros adormilados por su arrullo lisonjero. Y, por supuesto, lo es aquel capaz de construir los más barrocos circunloquios para evitar una respuesta que moleste a una pregunta difícil.

Pero no sólo personas con uso de palabra en las tribunas públicas pueden ser calificadas como irenistas. Asistimos a un auténtico irenismo social, al que en este caso se podría definir como relajamiento ideológico o moral y deseo de no ser alterado por ningún problema. La sociedad que nos acoge está relajada casi hasta el extremo del sopor. La comodidad, la extraordinaria extensión del bienestar, ha destensado no sólo los músculos físicos ¬con la consiguiente necesidad de visitar los gimnasios¬ sino también los mentales, e incluso los espirituales, porque se vive en la estúpida creencia de que el mundo moderno provee de todo lo necesario para la vida y que nada malo nos puede pasar; por eso cuando nos pasa, no sólo se desata la incomprensión, sino también la furia litigante.

Sólo desde esta relajación mental y moral se explica que se acepte, sin que nadie se rasgue las vestiduras, la crueldad cotidiana y mortalmente silenciosa del aborto, la disolución de las familias en formas amputadas de convivencia precaria e imposible, o las amenazas escalofriantes con las que juegan a Dios algunos impostores de la tecnología. Esta sociedad no está dispuesta a levantarse del sofá siquiera sea para discernir lo verdadero de lo falso en la confusión que la aturde. La mentira ha cegado sus sentidos y su capacidad crítica, pero también la comodidad la ha llevado a tomar una última decisión, en un póstumo ejercicio de su libertad: es mejor no complicarse la vida mientras no me la compliquen a mí; que cada cual se apañe como pueda con sus ideas, pero que nadie me moleste. En definitiva, acomoda las tendencias sociales, por disparatadas que resulten, a lo que quede de personal en su cabeza, como quien se prepara la almohada para descabezar un sueñecito.
Curiosamente, esta sociedad irenista en ocasiones se disfraza de comprometida y se pone a reivindicar derechos, a denunciar injusticias, a gritar la impaciencia del mundo. Sólo es un espejismo. Gregariamente, se pone en marcha cuando alguna voz la fustiga, y entonces se lanza a la calle envuelta en pancartas, donde pretende redimirse impostando una dignidad vociferada. Pero cuando las masas denunciantes regresan al dulce hogar, se administran otra dosis de calma para proseguir el letargo. La vida cotidiana no será un combate por la justicia y la verdad. Eso lo dejará para cuando el rebaño vuelva a reunirse en un solo balido. 

En el fondo, la lucha social por la verdad ¬aunque en muchos casos sea mentira¬ se ha convertido, por obra y arte de la indiferencia manipulada, en un espectáculo de masas maquillado de virtudes. Y si alguien tiene el valor de pensar por cuenta propia, ignorando el método irenista o desgajándose de la masa, que se prepare para el linchamiento.
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