Debates y lecturas recomendadas sobre actualidad política y cuestiones históricas que nos sirven de ejemplo con ánimo de resolver la situación de emergencia en que se encuentra España.
Blas Piñar Pinedo (10/2/2015): Se comenta mucho estos días sobre la censura a Vox a la vez que se observa que se da todo tipo de cobertura interesada a Podemos. Es evidente que el juego del PP es dividir a la izquierda para mantener el poder, y no por otro motivo, ya que desde los tiempos de Fraga, y también desde los de Aznar aunque no se quiera reconocer, el papel de los populares ha sido el de ser el sostén del sistema de la corrupción económica y moral, confirmando ser la derecha claudicante sin principios capaz de aceptar cualquier dislate con tal de tocar el poder. De ahí tantas cesiones de Aznar al separatismo aumentando el despilfarro autonómico o el compromiso vergonzoso de Rajoy con la hoja de ruta marcada por el PSOE y ETA a la vez que mantiene todo el proyecto de ingeniería social de Zapatero.
Así, sin principios, el PP se ha empeñado en impedir una oportunidad a la derecha, y hoy millones de ciudadanos españoles se sienten huérfanos políticamente. La torpeza es mayúscula, porque con este estúpido cálculo nos vemos sin derecha cuando, si bien la izquierda anda hoy dividida, en cualquier momento sabrá unirse porque el poder es capaz de lograr interesantes enlaces matrimoniales y quizá el pacto del régimen entre PP, PSOE y separatistas ya sea imposible de recomponer. Desde los inicios de la Transición muchos analistas han comentado la anomalía de la democracia española sin una derecha a la derecha del PP, que siempre podría haber hecho un papel relevante en momentos clave, como se puede ver en numerosos países europeos. Pero como decía, el PP es el partido de la constante traición a sus votantes, el encargado de disolver a la derecha, y como su objetivo es el poder, los principios han sido despreciados, con unas consecuencias peligrosas si no se consolida a tiempo la nueva derecha que España necesita, que espero y deseo que Vox aúne con éxito en este año crucial.
Volviendo al inicio, conviene reflexionar también sobre que el problema de Vox no es solamente la censura programada por el Gobierno de Rajoy, que en política de medios de comunicación e impuestos se parece a cualquier sistema comunista. El problema quizá aún más grave es el patético papel de numerosos analistas, encuadrados ideológicamente en la derecha, que en televisión, radio y prensa secundan encantados el mandato de silencio sobre Vox, con más lealtad interesada que ciertos periodistas aduladores durante los años del Movimiento Nacional. También muchos ciudadanos que no terminan de comprometerse políticamente son corresponsables de la situación, sin duda. Es más, periodistas y ciudadanos de la derecha suelen comentar antes cualquier bobada de la banda de los neocomunistas corruptos o apoyar las ofertas socialdemócratas de la izquierda menos radical que las propuestas sensatas de Vox, que buscan reforzar la libertad de las personas, las familias y las empresas. Quizá también Vox deba impulsar mejor su comunicación hacia el sector de la población que está deseando tener un partido que les represente... Es justo reconocer, sin embargo, que en las últimas semanas algunos van despertando: menos mal, pues enfilamos un año electoralmente decisivo, quizá la última oportunidad para regenerar España...
No podremos mejorar las cosas si se siguen haciendo igual de mal que siempre. No podemos quejarnos de la censura cuando muchos ciudadanos y comentaristas viven ensimismados en el cálculo acomplejado. La urgencia de la regeneración democrática que necesita España exige todo un cambio de mentalidad y de actitud. Que la derecha social y mediática se trague e intente vender, a estas alturas, que lo mejor es apoyar a Rajoy para que no triunfe la izquierda, es una tomadura de pelo sin parangón cuando no ha habido gobierno mas izquierdista en toda la democracia y en todos los órdenes que la banda de los populares corruptos y sin principios. Por eso no me preocupa tanto la censura, que la hay, como los complejos de tantos, que sobran.