¡Ojo al dato, Señores!
ASÍ QUIEREN CAMBIAR LA HISTORIA
"El Correo de España" desentierra el "paseo"
que el comunista ALBERTI quiso dar a Pio Baroja
"No me lo preguntéis más, ni soy comunista ni lo seré mientras viva. El comunismo es la negación de la libertad y los comunistas verdaderos de la clase social, depredadores de la clase obrera... Me repugna esa utopía (o secta)"
Estas palabras que pronuncia Don Pío en el transcurso de una entrevista que le hacen para "Crisol" fueron, sin duda, las que provocaron la ira del poeta Alberti, cuando ya era Secretario Ejecutivo y al tiempo Presidente del Comité de Depuración (a imitación del Comité de Salud Pública de la Revolución Francesa desde que Robespierre sembró el terror con los juicios populares y la guillotina) y director de "El Mono Azul", el periódico que con la co-dirección de su mujer María Teresa León y José Bergamín, había puesto en marcha durante los primeros días de la Guerra, con el objetivo de conquistar al Mundo intelectual a la "Causa de la República", o, al menos, controlarlo, por las buenas o las menos buenas (como quedó demostrado cuando quisieron obligar a Ortega a firmar un Manifiesto con una pistola en el pecho)...Según ellos fue como una declaración de guerra y el Partido, y en su nombre, el laureado poeta, ensoberbecido por el enorme poder que ya tenía en ese momento, lo crucificó con uno de sus "Paseos"(que tituló: "Los muerto que andan. Pio Baroja"... lo que era, ciertamente, una sentencia de muerte. Afortunadamente el vasco, que no era tonto y conocía muy bien lo que era el comunismo, cuando los milicianos fueron a por él se encontraron que "el pájaro había volado" y ya estaba en París (eso sí, asaltaron su casa y la desvalijaron). Como prueba reproduzco el "A Paseo" dedicado a BAROJA:
"Los muertos que andan. Pio Baroja"
"Se viene hablando ya demasiado de este vejestorio, de este saldo literario que nos legara la desdichada «Generación del 98». Se le ha dado demasiada importancia a este viejo chocho, cuya principal manía consiste en desentonar del común de los mortales para labrarse –él, casariego y comodón empedernido- una aureola de individuo independiente, cuando la realidad, la vergonzosa realidad, nos descubre la poca hombría del sujeto... una cuerda suspendida en un árbol a veces vale por un poema. ¿Qué esperas, Baroja, para escribir el último capítulo sincero de tu vulgarísima vida?"
El Mono azul
Pero como se ve no sólo era una sentencia, sino también un desafío:
"Qué esperas, Baroja, para escribir el último capítulo sincero de tu vulgarísima vida"
y el huraño, introvertido, antipático, anticlerical (eso sí) se encerró y escribió una serie de artículos (luego recogidos en su obra "Socialistas, comunistas y demás ralea") sobre el Marxismo y el Comunismo, en los que demuestra que se había estudiado el tema en profundidad. Por su interés, de entonces y más de ahora, les voy a reproducir alguno de ellos. Aunque antes y como anticipo les adelanto estas joyas:
"De ahí que os diga claramente que desde cierto punto de vista el marxismo es una secta religiosa, que tiene un libro sagrado: EL CAPITAL...un catecismo: EL MANIFIESTO COMUNISTA...y un instrumento: LA DICTADURA DEL PROLETARIADO".
"El comunismo ruso, casi siempre judío (judío era Carlos Marx) ha querido comprometer a sus camaradas españoles, incitándoles al crimen, para que de esta manera no se puedan volver atrás".
"LA IGUALDAD Y LA FRATERNIDAD COMUNISTA ME PARECIERON SIEMPRE MITOS DE GUARDARROPÍA"
Bueno, y ya sin más, pasen y lean el primer artículo de Baroja:
EL FONDO DEL MARXISMO
Cuando se observa la importancia y la generalización que ha tenido el marxismo en el mundo, hay para quedarse sorprendido. Antes de Karl Marx existía en Europa el socialismo tematizado desde el tiempo de Platón. Los profetas modernos de esta teoría política, algunos evidentemente de gran talento, como Saint-Simón, Fourier y Owen, fueron poco a poco olvidados. Si quedó algo útil de su crítica social, ésta se aprovechó, pero sus sistemas dogmáticos y cerrados desaparecieron. En cambio, el socialismo de Karl Marx ha quedado íntegro como un credo inmutable.
Muchas explicaciones se han dado para explicarlo. Se ha dicho que el marxismo era el socialismo científico. El colaborador y heredero de Marx, el alemán Engels, publicó una obra que se titula:
"Progreso del socialismo desde el estado de utopía al de ciencia". Es incomprensible cómo se puede creer que una teoría política pueda ser científica. Toda ciencia política y experimental está siempre en constante evolución porque no puede ser exacta.
Cuando fueron dos expediciones científicas de médicos franceses y alemanes a estudiar el cólera a Egipto y Roberto Koch descubrió el bacilo originario de la enfermedad, los sabios franceses, a pesar de sentirse rivales de los alemanes, reconocieron que el bacilo existía, y discutieron su acción. Nunca se ha visto que los adversarios políticos hayan reconocido las verdades de los enemigos. Tampoco ha habido riñas sangrientas por la teoría de Newton o por la de Copérnico. La ciencia pura, no ha producido jamás ni revoluciones ni complots.
Según los fieles del marxismo, éste es una aplicación científica de las doctrinas económicas a la vida. La afirmación es una pura fantasía. También los socialistas consideran que la dialéctica heredada de la filosofía de Engels es una ciencia. "La dialéctica —dice Engels— es la ciencia de las leyes generales del movimiento, tanto del mundo exterior como del pensamiento humano". Es absurdo creer que la dialéctica es una ciencia, al menos teniendo de la ciencia el concepto actual. La dialéctica, ni la de Engels, ni la de nadie, es una ciencia experimental de certeza y de evidencia. Nadie ha visto que, por la dialéctica, los individualistas se hayan convertido en comunistas, o al contrario, ni los espiritualistas en materialistas, ni los monárquicos en republicanos.