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domingo, 11 de abril de 2021

***NOM-ONU-Agenda 2030: España se asoció en 2015, gobernando el PP


Qué es la Agenda 2030
Por Gabriel García
11 ABRIL 2021

La crisis sanitaria del coronavirus ha llevado a los españoles a olvidar muchas cuestiones que marcan las agendas políticas de los gobiernos de todo el mundo, incluyendo el español. España se encuentra adherida desde el año 2015 (gobernando el Partido Popular [i]) a la Agenda 2030 aprobada por la Organización de Naciones Unidas ese mismo año y, oficialmente, en nuestro país se lleva a la aplicación en el momento presente por medio del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, cuyo titular era Pablo Iglesias; no obstante, no puede considerarse como algo exclusivo de Podemos, ya que Pedro Sánchez reivindicó, con el magnate Bill Gates como testigo, los objetivos de esta Agenda 2030 como parte del “proyecto de país”[ii] que los socialistas plantean para España con anterioridad al actual Gobierno de coalición entre Partido Socialista y Podemos. De entrada, llama la atención que el Partido Socialista se haya reservado competencias fundamentales en el Gobierno pero no haya visto inconveniente en que sus socios de Podemos tomen la responsabilidad de unas políticas promovidas desde el máximo foro político a nivel mundial; es más, es harto conocido que personas ilustres del Ibex-35 como Ana Patricia Botín, presidenta del Banco Santander, preferían un Ejecutivo socialista apoyado por Ciudadanos y precisamente para tranquilizar a esos grupos de poder es por lo que se mantuvo a los ministros de Podemos alejados de materias sensibles, como la Seguridad Social [iii], pero protagonistas en ministerios como el de Igualdad, cuyos proyectos no consideran precisamente como una amenaza para sus intereses. ¿Cuáles son los objetivos de esta Agenda 2030, aceptada en España por un Gobierno del Partido Popular y gestionada hasta hace poco por el líder de Podemos, y por qué las principales empresas de nuestro país no verían problemático que la izquierda los asuma entre sus competencias? Pueden consultarse en la web gubernamental del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 [iv], de donde hemos obtenido la información que expondremos a continuación.

Objetivos de la Agenda 2030

Oficialmente se persigue erradicar la pobreza y extender la universalización de la sanidad y la alfabetización, además de proteger el medio ambiente, entre otros desafíos que pueden ser compartidos por infinidad de personas con independencia de sus creencias religiosas o sus postulados ideológicos. Pero a medida que profundizamos nos encontramos con que, por ejemplo, se plantea "garantizar el acceso universal a los servicios de salud sexual y reproductiva, incluidos los de planificación de la familia, información y educación, y la integración de la salud reproductiva en las estrategias y los programas nacionales", es decir, lo que se pretende es promover el aborto a escala global con un discurso plagado de eufemismos para no provocar el rechazo de los países culturalmente más antagónicos al mundo occidental. Algo similar sucede con el apartado dedicado a la "igualdad de género", algo que en el caso español se presenta con ejemplos sesgados (se habla de que las mujeres tienen presencia minoritaria en sectores laborales relacionados con la tecnología; pero no se presenta como un ejemplo de desigualdad que el número de mujeres en sectores como la enfermería o la educación sea superior al de varones) para justificar el "aprobar y fortalecer políticas acertadas y leyes aplicables para promover la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y las niñas a todos los niveles", es decir, promover más legislaciones absurdas contra los varones como la que lleva tiempo promoviendo Irene Montero, actual Ministra de Igualdad y pareja sentimental del Ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030, a pesar de ser un despropósito [v] señalado incluso por sus socios de coalición; tampoco tiene desperdicio cuando se plantea la necesidad de "asegurar la participación plena y efectiva de las mujeres y la igualdad de oportunidades de liderazgo a todos los niveles decisorios en la vida política, económica y pública", cuando en España las mujeres no sufren ningún impedimento para participar en la actividad política, ser empresarias o vivir su vida como se les antoje. Otro punto fuerte de esta Agenda 2030 se encuentra en el cambio climático, planteándose "cumplir el compromiso de los países desarrollados que son partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de lograr para el año 2020 el objetivo de movilizar conjuntamente 100.000 millones de dólares anuales procedentes de todas las fuentes a fin de atender las necesidades de los países en desarrollo"; retengamos aquí dos conceptos clave: todas las fuentes y países en desarrollo. Tampoco debemos pasar por alto una llamada a “aumentar significativamente el acceso a la tecnología de la información y las comunicaciones y esforzarse por proporcionar acceso universal y asequible a Internet en los países menos adelantados de aquí a 2020”, algo que seguramente suene extraño en un país como España, donde la mayoría de los hogares dispone de acceso a internet y utiliza teléfonos móviles y ordenadores de última generación, pero no en otros países cuya posesión continúa restringida a los sectores económicamente más pudientes.

Participación de empresas privadas en la Agenda 2030

Las fuentes de financiación de la Agenda 2030 no se encuentran exclusivamente en las aportaciones económicas de los Estados adscritos. Tal y como expone la Organización de Naciones Unidas en su página web enfocada a los Objetivos de Desarrollo sostenible [vi], existe una "Alianza Mundial de Inversionistas para el Desarrollo Sostenible, una coalición apoyada por las Naciones Unidas de 30 líderes empresariales que se presentó en octubre de 2019, trabaja para ofrecer un liderazgo decisivo en la movilización de recursos en favor del desarrollo sostenible y la definición de incentivos para conseguir inversiones sostenibles a largo plazo". El representante español en esta Alianza Mundial de Inversionistas para el Desarrollo Sostenible es la ya citada al principio Ana Patricia Botín, si bien han sido muchas las empresas y organismos de nuestro país que se han sumado [vii]. También debemos destacar la presencia de la compañía alemana de seguros Allianz, la entidad bancaria estadounidense Bank of America y la empresa italiana de gas y energía eléctrica Enel [viii].

¿Qué interés especial pueden tener todas estas empresas multinacionales de banca, seguros y energía por el clima y la ideología de género, más allá de la campaña de marketing? Tal vez nos saque de dudas el objetivo número 17 de Desarrollo Sostenible, el cual habla de Alianzas para lograr los objetivos y considera fundamental su aplicación para conseguir los otros 16: "Movilizar todos los medios de implementación necesarios, financieros, públicos y privados, y de otra índole, para reforzar una Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible, que ponga en marcha una Agenda cuya naturaleza amplia y horizontal, ambiciosa y multidimensional, ha de exigir aglutinar y analizar información de diversos ámbitos de nuestras AAPP, de la UE y de otros actores nacionales e internacionales". No cabe duda que el papel de estas grandes empresas es aportar fondos económicos, de entrada, en su propio beneficio corporativo: "El impulso a la sostenibilidad corporativa, evolución del concepto de responsabilidad social corporativa, es uno de los instrumentos a través de los cuales se puede incentivar a las empresas para que integren en sus estrategias y actividades los ODS". Capitalismo de rostro amable, lo han llamado alguna vez. ¿Hacia dónde se encamina toda esta movilización de recursos económicos? Oficialmente en beneficio de los países menos desarrollados, tal y como justifica el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030: "Fortalecer la movilización de recursos internos, incluso mediante la prestación de apoyo internacional a los países en desarrollo, con el fin de mejorar la capacidad nacional para recaudar ingresos fiscales y de otra índole"; también se llama a "movilizar recursos financieros adicionales de múltiples fuentes para los países en desarrollo" y a emplear la inversión privada en "ayudar a los países en desarrollo a lograr la sostenibilidad de la deuda a largo plazo con políticas coordinadas orientadas a fomentar la financiación, el alivio y la reestructuración de la deuda, según proceda, y hacer frente a la deuda externa de los países pobres muy endeudados a fin de reducir el endeudamiento excesivo", lo cual significaría que los fondos buitre pudieran hacer negocio libremente. Y eso no es todo. Otro de los objetivos consiste en "promover un sistema de comercio multilateral universal, basado en normas, abierto, no discriminatorio y equitativo en el marco de la Organización Mundial del Comercio", "aumentar significativamente las exportaciones de los países en desarrollo, en particular con miras a duplicar la participación de los países menos adelantados en las exportaciones mundiales", "lograr la consecución oportuna del acceso a los mercados libre de derechos y contingentes de manera duradera para todos los países menos adelantados, conforme a las decisiones de la Organización Mundial del Comercio" y "aumentar la estabilidad macroeconómica mundial, incluso mediante la coordinación y coherencia de las políticas"; todo ello, por si alguien todavía no se ha dado cuenta, estaría encaminado a culminar el proyecto globalista de convertir el planeta en un gigantesco mercado sin fronteras legales ni materiales, algo para lo que resultará fundamental la digitalización de la existencia humana, tras superar las reticencias de los Estados menos desarrollados a que las grandes empresas transnacionales puedan disponer de sus materias primas y ofertar sus productos según les venga en gana.

Filántropos, Agenda 2030 y Club Bilderberg

El País publicó el año pasado una entrevista del medio italiano La Repubblica al especulador y filántropo George Soros [ix] con motivo de sus noventa años recién cumplidos. Ambos medios forman parte de la alianza editorial LENA, “una plataforma que no sólo comparte contenidos de excelencia desde sus inicios, sino que también los produce de manera conjunta dotando de una identidad paneuropea a los artículos, reportajes y entrevistas publicadas en los medios que la integran: EL PAÍS (España y Latinoamérica); Le Figaro (Francia); Le Soir (Bélgica); Die Welt (Alemania), Tribune de Genève y Tages Anzeiger (Suiza); La Repubblica (Italia) y Gazeta Wyborcza (Polonia). LENA nacía con tres pilares fundamentales: consolidar una opinión pública europea a través del debate y el intercambio de ideas; fomentar el intercambio de contenidos entre los medios; y crear, desarrollar y compartir conocimientos tecnológicos (…) Así, la lista de entrevistas realizada conjuntamente por periodistas de LENA incluye al filántropo Bill Gates; del opositor ruso Alexéi Navalni, al ex primer ministro británico Tony Blair, o a la actual premier, Theresa May” [x]. La imagen mostrada a sus seguidores sobre George Soros era la de anciano que, en mitad de la pandemia coronavírica, se mostraba más tranquilo que el resto ante la situación gracias a “un marco conceptual que me proporcionó una ventaja. Se enfoca en la compleja relación entre el pensamiento y la realidad, pero yo usé al mercado como campo de pruebas para corroborar la validez de mi teoría. Puedo resumirla en dos postulados sencillos. El primero es que, en situaciones donde existen participantes pensantes, la visión del mundo de estos participantes siempre está incompleta y distorsionada. Eso es la falibilidad. El otro es que estas visiones distorsionadas pueden influir en la situación con la que están vinculadas, porque las visiones distorsionadas pueden llevar a acciones inapropiadas. Eso es la reflexividad. Esta teoría me dio una ventaja en su momento, pero ahora que mi libro La alquimia de las finanzas se ha convertido en una obra de consulta casi obligatoria para los participantes profesionales en el mercado, he perdido mi ventaja. Me doy cuenta de esto, y ya no participo activamente en el mercado”. No tiene desperdicio su defensa del llamado bono perpetuo europeo: “Aún no lo doy por perdido, pero no creo que haya suficiente tiempo como para que se acepte. Déjeme explicarle qué es lo que vuelve tan atractivos a los bonos perpetuos y por qué son una idea poco práctica ahora mismo. Como su nombre sugiere, el principal de un bono perpetuo nunca tiene que pagarse, sino solamente sus intereses (...) El curso que se ha trazado la Unión Europea producirá demasiado poco dinero y demasiado tarde. Esto me hace pensar nuevamente en la idea de los bonos perpetuos. En mi opinión, los cuatro frugales, o los cinco, deben reconocer esto: en lugar de oponerse a la idea, deberían convertirse en grandes defensores de esta. Solo su genuina conversión podría hacer aceptables los bonos perpetuos para los inversores de la UE”. Esta aburrida entrevista donde George Soros también señala amenazas para el futuro de Europa y el mundo (Donald Trump, Matteo Salvini, Viktor Orban) no es algo novedoso; El País también le ha dedicado algún artículo elogioso donde, entre otros motivos, se presenta como algo positivo su promoción del aborto[xi] y la preocupación que muestra por el clima. El modelo de sociedad que promueve George Soros por medio de sus acciones filantrópicas y su fortuna es la sociedad abierta y sin fronteras de ningún tipo. Algo que, sin duda, encaja con los objetivos de la Agenda 2030.

Bill Gates, conocido mundialmente por ser cofundador de la empresa tecnológica Microsoft y la segunda mayor fortuna del mundo [xii], también invierte su tiempo y dinero en campañas filantrópicas que pueden relacionarse con la Agenda 2030 y, “aunque Bill Gates lleva retirado de Microsoft desde hace más de diez años –anunció su marcha en junio de 2008-, todavía sigue ganando dinero año a año. Y aun ritmo bestial: solo el año pasado ha sumado a su enrome fortuna otros 16.000 millones de dólares. Actualmente, el emprendedor dispone de un patrimonio de unos 113.000 millones de dólares (...) Bill Gates simplemente asegura que no le hace falta trabajar, que el dinero ya trabaja por él. Y su forma de multiplicar su fortuna reside en un porcentaje: al menos el 60% de su patrimonio está invertida en acciones de empresas” [xiii]. Además de ser hijo de un cargo importante de la multinacional abortista Planned Parenthood, su fundación (heredada de su padre) ha donado dinero a causas abortistas [xiv]; además, “invierte en 19 de las compañías más poderosas de todo Estados Unidos. Como cabía esperar, Berkshire Hathaway, holding empresarial de su amigo y fideicomisario Warren Buffett, y Microsoft encabezan el listado aunque con pequeñas participaciones (...) Este 2019 los Gates se han volcado con las organizaciones Gavi, the Vaccine Alliance, comprometida con la inmunización de los países pobres, el Global Fund, que lucha contra el VIH, la tuberculosis y la malaria, y el Global Polio Erradication Initiative, que pretende acabar con la poliomielitis (...) Cuando Gates no está demasiado ocupado salvando al mundo, preside el millonario holding Cascade Investment. Administrado por su mano derecha Michael Larson, este conglomerado de empresas tiene participaciones minoritarias en 200 de las más populares compañías como Facebook, Amazon, Nike, Coca-Cola, Google, Apple, Walt Disney o Starbucks. Pero, además, es propietario de la lujosa cadena hotelera Four Seasons (47,5%), Republic Services (33,83%), segundo mayor proveedor de servicios de eliminación de desechos y basuras en Estados Unidos o el distribuidor de productos de limpieza Ecolab (12%)” [xv]. Todas estas inversiones han llevado a Bill Gates a ser el segundo hombre más rico del mundo [xvi], según una lista donde su socio Warren Buffet ocupa la séptima posición. La primera posición le corresponde actualmente a Jeff Bezos, fundador de Amazon, cuya empresa ha erigido lo que bien podría considerarse un enorme mercado mundial a escala digital.

George Soros y Bill Gates pueden ser los más mediáticos gracias a su imagen de multimillonarios filántropos; no obstante, por medio de su actividad se intuye cómo está organizado el actual orden mundial, al que normalmente aludimos como el Sistema, por medio de un entramado de medios de información oficiales, grandes empresas y relaciones personales que tiene un punto de encuentro discreto y que hoy ya no se esconde ante nadie: el Club Bilderberg, un punto de encuentro informal entre los políticos, financieros y periodistas del establishment donde hace tiempo que se tratan cuestiones relacionadas con el control de la natalidad [xvii], el cambio climático y la digitalización. Sobre la participación española, a nadie le sorprendería que grupos empresariales como el Banco Santander y Prisa forman parte de este tipo de reuniones, ¿o acaso es creíble que la cantidad de veces que se cita en este artículo a Ana Patricia Botín o que se recogen artículos de El País es una casualidad [xviii]? Tal vez podamos comprender la forma de razonar de las élites políticas y económicas congregadas en torno al Club Bilderberg con estas declaraciones de Denis Healey, ex ministro de Economía y Defensa del Reino Unido: “Decir que nos esforzábamos por un único gobierno del mundo es exagerado, pero no es enteramente injusto. Nosotros en Bilderberg sentíamos que no podíamos continuar luchando el uno contra el otro para siempre y matar a la gente y dejar a millones sin hogar (…) Bilderberg es una manera de reunir a políticos, industriales, financieros y periodistas. La política también debe implicar a los que no son políticos. Hacemos un esfuerzo especial para conseguir políticos más jóvenes que, obviamente, están ascendiendo, traerlos junto con expertos financieros e industriales que les ofrecen palabras sabias. Esto aumenta la ocasión de tener una política global sensible (…) ¡Esto no es una conspiración! ¡Es el mundo! Es la manera en que se hacen las cosas” [xix]. No cabe duda que para estas personas resulta tan natural imponer una agenda al resto del mundo en beneficio de sus intereses particulares como pueda serlo para los gobernados algo tan simple como hacer la compra. Así lo resume la periodista Cristina Martín Jiménez: “Desde todas partes y sostenido en diversos argumentos, ya sea políticos, económicos o medioambientales, numerosos líderes vinculados a Bilderberg nos aseguran que es urgente y necesario crear un gobierno mundial y es preciso cooperar y buscar financiación para llevarlo a efecto cuanto antes por el bien de la humanidad. Pero de quiénes estarán al frente de este gran gobierno no nos dicen nada. Como desde George Orwell sabemos que hay que analizar a fondo los mensajes políticos para encontrarles el auténtico sentido, lo que realmente desea, anhela el núcleo duro de Bilderberg es implantar un gobierno mundial que trabaje en su beneficio. Desde su seno gobernará todas las dimensiones de la vida, del pensamiento y de las actividades humanas, centralizando el control de las finanzas, la ciencia, la información y el conocimiento, como ya está ocurriendo” [xx]. Más bien, como siempre ha ocurrido con las relaciones entre gobernantes y gobernados; la diferencia de nuestra época radica en los valores mercantilistas y degenerados que motivan a los gobernantes, los cuales disponen de unos mecanismos de control nunca conocidos en épocas anteriores gracias al desarrollo tecnológico. El poder casi absoluto del que disponen hoy las élites les permite ser más ambiciosos y aspirar a un mundo cada vez más unificado política y económicamente, aunque las diferencias culturales sigan suponiéndoles un lastre que aspiran a erradicar; para ello, la Agenda 2030 y sus objetivos de desarrollo sostenible es una buena coartada filantrópica con la que atraer a los gobiernos de todo el mundo, bajo la supervisión de la Organización de Naciones Unidas, a ese proyecto.

No podemos finalizar este apartado sin alertar contra los conspiracionismos ridículos que últimamente están recibiendo tanta atención mediática. En este artículo estamos hablando sobre la realidad expuesta en los mismísimos medios oficiales del poder global. Cierto es que a veces hay que leer entre líneas las declaraciones de los citados filántropos, pero tampoco podemos abusar de eso que con tanto acierto se ha denominado “cogérsela con papel de fumar”. Un buen ejemplo lo tenemos en las declaraciones de María Jesús Montero, Ministra de Hacienda, y el nuevo orden mundial que iba a traer el coronavirus, las cuales han sido presentadas como una prueba de la teoría de la plandemia (es decir, el coronavirus como falsa epidemia para justificar la imposición del Nuevo Orden Mundial) en lugar de valorarlas como una evidencia sobre los cambios que tienen lugar cada vez que se produce un acontecimiento importante; si el Nuevo Orden Mundial (en mayúsculas) es el proyecto al que aspiran las élites congregadas por el Club Bilderberg, no cabe duda que ya vivimos en él, porque eso vendría a ser el establishment en Occidente desde 1945 con los Estados Unidos al frente y que ha venido sobreviviendo a los nuevos ordenes mundiales (en minúscula) que como avatares han tenido lugar desde entonces (Unión Europea, guerra fría contra el comunismo, caída del muro de Berlín y del Telón de Acero, amenaza del terrorismo islamista, crisis económicas y ahora el coronavirus) y han transformado el mundo tal y como lo conocemos. También es conocido que Pedro Sánchez fue invitado en su día al Club Bilderberg[xxi] y habrá quien vea en ello otra excusa para justificar la susodicha plandemia del coronavirus, en lugar de razonar y percatarse que Bilderberg ha invitado a otros políticos que se quedaron por el camino, como Albert Rivera, y que si invitaron a Pedro Sánchez fue porque, además de ser un político joven recién llegado a la secretaría general de su partido y con opciones de presidir un gobierno español en el futuro, el Partido Socialista ha sido un buen aliado de los miembros de Bilderberg desde la etapa de Felipe González. Por otra parte, invitamos al lector a que se ponga en el lugar de un filántropo multimillonario que quiere rentabilizar su fortuna invirtiendo en el negocio de la caridad, ¿de verdad confiaría en un tipo como Pedro Sánchez, un narcisista que se comporta como un nuevo rico y miente más que habla, para llevar a cabo la aplicación de un plan global en un punto geopolítico tan importante como España? Otro aspecto a destacar sobre las conspiraciones absurdas es la que presenta al actual poder global como un frente unido, cuando en realidad cualquiera que conozca el modo de comportarse de los seres humanos sabe muy bien que incluso entre personas con los mismos intereses es fácil que surjan fisuras y conflictos, especialmente cuando hay tanto poder y dinero en juego; por eso, no son de extrañar los rumores acerca de que un histórico del Club Bilderberg como Henry Kissinger, ex secretario de Estado de Estados Unidos y cuyo papel en la Transición española es bastante oscuro, sin olvidar su constante preocupación por el control de la natalidad [xxii], aborrezca a George Soros, un especulador que llegó a quebrar el Banco de Inglaterra [xxiii], a pesar de compartir orígenes judíos. La realidad es la que expone el coronel Pedro Baños en su libro Así se domina el mundo. Desvelando las claves del poder mundial, explicando en qué consiste la patada a la escalera: “Los países ahora dominantes de la economía y la geopolítica mundial intentan impedir que otros apliquen las mismas medidas que a ellos les permitieron alcanzar su posición preponderante. Para lograrlo, están dando patadas a la escalera que los aupó para que no pueda ser empleada para trepar por países que se podrían convertir en feroz competencia e incluso –como sucede con los que llegan con el ímpetu de los <hambrientos>- en los futuros Estados hegemónicos” [xxiv]. Esto también es aplicable a otros ámbitos, desde la política municipal hasta la disputa entre las grandes empresas por el mismo mercado e incluso dentro del propio Club Bilderberg.

Qué hace Podemos gestionando la Agenda 2030 en España

La ideología de género y el cambio climático como responsabilidad del hombre han sido los grandes temas movilizadores en las sociedades occidentales con anterioridad a la crisis sanitaria del coronavirus y juegan un papel fundamental en los cambios que el propio capitalismo necesita promover: por un lado, la ideología de género contribuye al individualismo extremo que desprecia las instituciones tradicionales, como la familia, en beneficio de nuevos mercados enfocados a orientaciones sexuales "alternativas"; por otra parte, achacando al hombre la responsabilidad de cambio climático (que bien puede considerarse un fenómeno natural a escala planetaria [xxv]) se camufla que algunas empresas con una larga experiencia en el mundo del petróleo, como los patrocinadores de la niña Greta Thunberg [xxvi], ahora llamen a un nuevo modelo de consumo con energías sostenibles y del cual también serán dichos grupos empresariales quienes obtengan réditos económicos. Estas movilizaciones han sido claramente alentadas por los grandes medios de información de masas, cuya campaña ha ido volviéndose más agresiva a medida que surgían conatos de rebeldía contra la imposición de la ideología de género desde las instituciones y los avances electorales de partidos y candidatos descalificados como populistas, extremistas y una amenaza para la libertad y la democracia. Si a lo expuesto sumamos que estos grandes mitos movilizadores y las buenas causas ofertadas junto a ellos (lucha contra la pobreza infantil y a favor de la educación y sanidad universales, por ejemplo) camuflan el objetivo primordial de coordinar a los países en un mercado común a escala global, resulta más que comprensible por qué hay empresas importantes apoyando económica y mediáticamente esta Agenda 2030, la cual vendría a ser una síntesis de lo que las élites congregadas en torno al Club Bilderberg llevan décadas promoviendo en lo que a su juicio sería un beneficio para la humanidad.

Ahora bien, ¿qué papel juega Podemos, un partido señalado por sus detractores como una organización de extrema izquierda y antisistema, asumiendo la agenda de unas élites económicas que, en teoría, deberían sentirse más cómodas si la gestionase un partido liberal como el Partido Popular, por más que los detractores de éste lleguen a encasillarlo en la derecha o incluso en la extrema derecha? El ensayista Adriano Erriguel expone que en realidad “se trata de un partido plenamente sistémico. Podemos no es la obra de unos intelectuales en pugna transgresora contra la cultura hegemónica, sino todo lo contrario. Podemos era el resultado de una hegemonía cultural de izquierda que lleva medio siglo, en España y fuera de ella, enseñoreándose de todos los aparatos de producción y reproducción de lo social, con el beneplácito del capitalismo más depredador y sus políticas neoliberales” [xxvii]. “La izquierda posmoderna y el orden neoliberal mantienen una relación simbiótica” [xxviii], señala el mismo autor y, sin duda, no hay más que comparar las entusiastas propuestas de Podemos en materia de feminismo y LGTB con las políticas promovidas por la Organización de Naciones Unidas para percatarse no ya de las similitudes, sino de que aspiran a lo mismo en muchos otros asuntos, como puede ser la llamada a la inmigración libre como un derecho. Tanto las élites del establishment capitalista como la izquierda progre comparten el sueño de un mundo sin fronteras, marcado por el individualismo donde cada cual pueda creerse lo que le venga en gana porque soñar, más que ser gratis, anima al consumo y a que siga funcionando el mundo tal y como lo conocemos ahora; en resumen, son las dos caras de la misma moneda.

La presencia de Pablo Iglesias como ministro responsable de la aplicación de la Agenda 2030 en España ha sido, por tanto, el mayor ejemplo posible de que no nos encontramos ante ningún comunista que amenaza con subvertir el Régimen de 1978, sino con otro lacayo de las élites políticas y económicas del mundialismo. Pablo Iglesias rechazará y envidiará los lujos de las élites que, sin duda, también sentirán desprecio por él, y es evidente que tiene interés en que su papel en el Gobierno de España repercuta positivamente en las clases trabajadoras y medias, en los jóvenes adoctrinados por la propaganda políticamente correcta y en los inmigrantes que llegan a España, porque su status actual depende de ello y, al contrario que Bill Gates y George Soros, no tiene la vida económicamente tan resuelta y, de terminar su carrera política, tal vez le tocara volver a madrugar los lunes para impartir clases de nuevo en la Universidad Complutense de Madrid (eso sí, de darse el caso seguramente gozaría de chófer y escolta asignados al erario público).

No obstante, lo de menos en España es quién aplica la Agenda 2030. Se encargue Podemos o el Partido Popular, lo preocupante es que España continúa a merced de unas élites que llevan décadas saqueándola a su antojo y destruyendo los sectores productivos, comprando el silencio y el apoyo del pueblo español con subvenciones y limosnas que los esclavizan y vuelven dependientes de esta élite que, a su vez, vive de hacer imprescindibles sus productos, ya sean materiales (un ordenador portátil o un teléfono móvil) o ideológicos (inmigracionismo, feminismo, LGTB, veganismo, animalismo y un largo etcétera de modas posmodernas). Lo fundamental es comprender que, bajo la propaganda filantrópica de la Agenda 2030, se esconde no un plan sino una realidad siniestra. Y el Gobierno de España de Partido Socialista y Podemos es, a día de hoy, el más entusiasta en cuanto a la aplicación de dicha realidad.

FUENTES


















[xix] Martín Jiménez, C.; Los amos del mundo están al acecho. Bilderberg y otros poderes ocultos, Ediciones Martínez Roca, Barcelona, 2017, pág. 111

[xx] Martín Jiménez, C.; op. cit., pág. 252




[xxiv] Baños, P.; Así se domina el mundo. Desvelando las claves del poder mundial, Editorial Ariel, 2018, 8ª edición, Barcelona, pág. 129



[xxvii] Erriguel, A.; Pensar lo que más les duele, Homo legens, Madrid, 2020, 2ª ed., pags. 343 y 344

[xxviii] Erriguel, A.; op. cit., pág. 151

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