¿Por qué ha desaparecido el sentido de pecado
en la gran mayoría de católicos?
27/06/2021
Hoy nadie en su sano juicio se atreve a negar, ni a dudar, que en la gran mayoría de las conciencias ha desaparecido el sentido de pecado. Para hacer un análisis objetivo del tema presente es conveniente traer a colación este párrafo del discurso inaugural del concilio vaticano II:
“Siempre la Iglesia se opuso a estos errores. Frecuentemente los condenó con la mayor severidad. En nuestro tiempo, sin embargo, la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia más que la de la severidad. Ella quiere venir al encuentro de las necesidades actuales, mostrando la validez de su doctrina más bien que renovando condenas “
Cierto que, apoyado en la Sagrada Escritura (libro del Deuteronomio capítulo 7), la afirmación del párrafo citado tiene consistencia ya que en la balanza entre justicia y misericordia divina la segunda es mayor que la primera. El problema, o más bien la causa de fondo, radica en la radical transformación que se da en la Iglesia Católica, una vez clausurado el concilio, al minimizar al máximo la exhortación moral de conciencia desde la verdad objetiva, a la par que apostando por un optimismo antropológico de nivel tan elevado que ha convertido el mismo hombre en juez de sí mismo con independencia de toda autoridad divina.
Puede muy bien afirmarse que en la segunda mitad del siglo XX se ha renovado en su esencia el pecado original (Cfr: Génesis) al tratar de “ser como dioses” por parte de una humanidad que no se ha visto limitada por alguna potestad moral legitimada como de hecho es, y debe ser, la Iglesia de Cristo. El ser humano, desde el siglo XX, se ha convertido en demiurgo de su propia salvación; y ha llegado a ese estado demencial (aunque ante el mundo sea un estado inteligente) al eliminarse casi por completo la enseñanza magisterial sobre el pecado, la responsabilidad moral individual y la misma posibilidad real de la eterna condenación. ¿Piensa el lector que es una teoría exagerada?; bien….aterricemos a ejemplos concretos:
La catequesis y/o predicación sobre la virtud de la pureza brilla por su ausencia de forma, valga la redundancia, escandalosa. La gran mayoría de los adolescentes, jóvenes y adultos desconocen que el sexo practicado en solitario es pecado mortal. La gran mayoría de las parejas de novios conviven antes de casarse y lo hacen sin la más mínima culpabilidad moral de conciencia. La gran mayoría de los matrimonios canónicos usan métodos anticonceptivos, o abiertamente abortivos, o formas artificiales de reproducción (“in vitro” la llaman) sin plantearse por un momento si hacen bien. Y estoy hablando de católicos practicantes (que hoy son porcentaje minoritario entre los bautizados). Y posiblemente se recuerde que el pecado siempre estuvo en la historia, lo cual es cierto.
Pero NUNCA COMO AHORA se ha integrado el pecado sin sentido alguno de culpabilidad. En otras etapas pasadas de la historia el pecado, al menos, se ocultaba, o al menos se respetaba el ambiente social. Lo peor de hoy día es escuchar, o hasta presumir del pecado, y más aún, jactarse y dar lecciones “éticas” a los pocos que quieren vivir bien la moralidad cristiana. Así todos esos pecados contra el sexto mandamiento se exponen sin ningún tipo de tapujo en reuniones familiares (ante padres o abuelos que, acomplejados o presionados, callan), tertulias de amigos (donde quien se “sorprenda” del mal es inmediatamente maldecido), o cualquier situación pública dentro de una sociedad podrida al extremo como la occidental.
La catequesis sobre la misma práctica sacramental ha desaparecido y sido sustituida por una vaga y acomplejada invitación a conceptos ñoños como “comunidad, testimonio, experiencia, compartir el domingo…etc”. Se echa de menos que se recuerde, sin tapujos, que, por ejemplo, faltar a Misa un domingo es pecado mortal (salvo caso de enfermedad), como también lo es no confesar en un año, o confesar ocultando pecados, o comulgar sin haber confesado pecados mortales…etc.
Hoy día la inmensa mayoría de los católicos desconoce el pecado mortal contra el tercer mandato de Dios y primero de la Iglesia. Hoy día se viven, de forma regular y ya acostumbrada, tremendos sacrilegios colectivos en multitud de Misas donde mucha gente comulga sin haber confesado, viviendo en situaciones de pecado mortal (como convivir juntos sin estar casados por la Iglesia), y prácticamente nadie en la alta jerarquía lanza al menos un aviso urgente para frenar o al menos reducir esta locura.
Se pueden poner muchos más ejemplos porque el tema es complejo y muy amplio. Pero sería muy saludable hacer una profunda revisión a la aplicación pastoral de “preferir la medicina de la misericordia a la severidad” que alude el párrafo conciliar. Pues, ¿no dice la Biblia (Cfr Proverbios 1) que “el principio de la sabiduría es el Temor de Dios”?
¿Por qué se ha perdido por completo el temor de Dios?; acaso desde la virtud esencial de la HUMILDAD ¿no sería urgente un examen de conciencia institucional al constatar las consecuencias de una pastoral que arrincona la exhortación de conciencia y converge con un buenismo modernamente “correcto”?
Concluyo con una cita evangélica (de Mateo 7) que lo resume todo y debería darnos que pensar, y por supuesto actuar: 17-18 El árbol bueno sólo produce frutos buenos y el árbol malo sólo produce frutos malos. 19 El árbol que no da buenos frutos se corta y se quema.
Para Adelantelafe