Viernes Santo, con Castellani. Reina la iniquidad
en el mundo, por eso llega la gran tribulación
"Habrá tantas injusticias que hará imposible la convivencia".
El amor, además de un mandato, es una necesidad para poder convivir sin matarnos. La injusticia no reparada es una cosa inmortal.
La causa de todo esto es muy sencilla: se llama iniquidad generalizada
Viernes Santo de 2023. Vivámoslo con el jesuita argentino Leonardo Castellani, uno de los genios del siglo XX. Verán: en España tenemos buenos pensadores que no son buenos escritores y buenos escritores que son pésimos pensadores. Sólo conozco uno que, a día de hoy, albergue ambas condiciones: Juan Manuel de Prada. Ejemplo, Dalmacio Negro es un gran pensador, pero no es un buen escritor. Al revés, Pérez Reverte es un buen escritor pero como pensador no pasa de mediocre. De Prada, digo, alberga ambas condiciones... y sinceramente no recuerdo otro.
Digo esto porque fue Juan Manuel de Prada quien me descubrió a uno de los mayores genios del siglo XX y ha sido quien más le ha introducido en España, donde apenas era conocido. Se trata del argentino Leonardo Catellani, un jesuita rebelde y tocahuevos... pero no he sabido a alguien que, como él, recuerde a sus, y mis, admirados Chesterton y Belloc, sobre todo al primero.
Pues bien, en su obra El Evangelio de Jesucristo, el castigado -por la propia jerarquía eclesiástica y jesuítica- Castellani asevera lo siguiente (la cita es larga, pero créanme que merece la pena):
"'El odio, y no el amor, reina en el mundo' y 'porque sobreabundará la iniquidad se resfriará la caridad en muchos'. El versículo así traducido resulta una perogrullada, por no decir una pavada: el segundo miembro de la frase es un anticlímax, en vez de ser un clímax como pedía la lógica. Para explicarme rápido, es como si yo dijera: 'como había una temperatura de 45°, no había muchos que dijesen que hacía frío'... no había nadie. O bien otro ejemplo: 'el que asesina a su madre no se puede decir que tenga una virtud perfecta'… Ninguna virtud tenía. Y así, si el mundo está inundado de injusticia, estúpido es decir que a causa de eso 'se enfriara la verdad': no habrá caridad desde hace mucho, ni fría ni caliente. La caridad es más que la justicia. Pero lo que el texto griego dice es otra cosa, que es inteligente y lógica y se puede traducir así: 'habrá tantas injusticias que hará imposible la convivencia'. Y eso es instructivo y luminoso, porque, efectivamente, el efecto más terrible de la injusticia es envenenar la convivencia. A la palabra griega ágape le dieron los cristianos el significado de caridad, en el sentido tan especial del cristianismo, pero originalmente ágape significa 'concordia, apego, amistad'. Y por cierto, amistad en su grado más ínfimo, que es ese mínimum necesario para poder vivir, mal que bien, unos al lado de otros, conllevarse como dicen en España, o sea la convivencia. Que la convivencia entre los humanos se está destruyendo hoy más y más y a toda prisa, ¿quién no lo ve? Y que la causa de esa malevolencia que invade de más en más al género humano sea la injusticia, ¿quién lo duda? Las injusticias, amontonadas y no reparadas, dejan su efecto venenoso en el ánimo de las que sufre y también del que las hace... 'la injusticia no reparada es una cosa inmortal'".
Y luego está lo otro:
"cuando vuelva el hijo del hombre,
¿encontrará fe sobre la tierra?".
¿Acaso no ha llegado ya ese momento?
Hasta aquí, Castellani, y yo tengo poco que añadir, ¿Que viene la Gran Tribulación? No, yo soy de los que cree que ya estamos en ella, y que el primero de los siete dolores de Cristo ha coincidido, si no provocado, la pandemia de 2020. Pero todavía quedan otros seis... porque la injusticia no reparada es inmortal. Y la causa de todo esto es muy sencilla: se llama iniquidad generalizada.
Ahora bien, las profecías, y en este caso lo de Castellani procede del Discurso escatológico de Cristo (Mateo 24 y Marcos 13), no de ningún profeta, actual, reconocido o no canónicamente. Lo que aporta Castellani es que en la Biblia, en el texto griego, se nos anuncia cuál es la verdadera cauda de la Segunda Venida de Cristo, o, si lo prefieren, de la llegada del Anticristo y de su derrota definitiva: la explicación no está ni en sucesos extraordinarios, ni en apariciones, ni en nada fuera de lo 'habitual': está en esa iniquidad que, hay que estar ciego para no verlo, inunda a la humanidad.
Yo añadiría al texto de Castellani, que conviene meditar en este Viernes Santo, esta otra frase, asimismo evangélica, no de ningún profeta, que reza lo siguiente: cuando vuelva el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra? (Lc 18, 8). ¿Acaso no ha llegado ya ese momento?
Y ante todo esto, ¿qué tenemos que hacer? Pues lo de siempre, sólo que un poco mejor. La llegada del Anticristo no significa cambiar de vida sino llevar la vida misma de siempre... con más amor a Dios.