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lunes, 17 de junio de 2024

El 711, sus causas profundas y su modernidad

El 711, sus causas profundas y su modernidad. (I) 
¿Por qué nos invadieron y conquistaron tan fácilmente los musulmanes en el 711?
 17/06/2024 

El 711, sus causas profundas y su modernidad. (2) La conspiración judía contra la monarquía visigoda: alianza con el Islamnull

1.- Introducción (por José Mª Manrique).

Este trabajo está basado en el publicado en 2010 en la web consciencia-verdad.blogspot.com bajo el título La conspiración judía contra la monarquía visigoda: alianza con el Islam. La citada web, a su vez, reproduce el publicado por Ediciones Samizdat XXI de pablocapanna.com.ar (samizdat significa en ruso autoedición y se aplicó a la reproducción y distribución clandestina de obras prohibidas por la censura de la URSS y los gobiernos comunistas de la Europa Oriental). La citada editorial extractó la obra Complot contra la Iglesia de Maurice Pinay, concretamente los capítulos 11 a 18 de su Tomo II.

El libro Complot contra la Iglesia (Complotto Contro la Chiesa) fue distribuido en octubre de 1962 a todos los padres conciliares, un día antes del inicio de las sesiones del Concilio Vaticano II, y contó con la aprobación (imprimatur) del Arzobispo de Hermosillo (Méjico), Mons. Juan Navarrete. El seudónimo de Maurice Pinay parece ser que encubre, supuestamente a petición del conservador Cardenal Ottaviani, tres autores: el argentino P. Julio Menvielle, y los mejicanos P. Joaquín Saénz Arriaga (teólogo jesuita) y, fundamentalmente, Carlos Cuesta Gallardo; este último, había sido el creador de Los Tecos modernos y la Organización Nacional del “Yunque”, así como uno de los fundadores de la Universidad Autónoma de Guadalajara, y escribió otros libros con el seudónimo Traian Romanescu, como La Gran Conspiración Judía (1963). El “complot” ha sido reeditado y actualizado posteriormente, como el impulsado por Rodolfo Plata López. Las biografías de los personajes anteriores a las que conducen los enlaces anteriores (no hay mucho más) son mayoritariamente tendenciosas, por lo que pido disculpas, pero permiten una primera aproximación a los personajes.

Alfredo Ottaviani

Carlos Cuesta

Julio Meinvielle

Padre Saenz

Complot contra la Iglesia, según Ediciones Sieghels (Argentina, 2015), nació “como respuesta al ataque que se preparaba contra la Iglesia en el Concilio Vaticano II, pero no se quedó allí, sino que investigó minuciosamente las causas y antecedentes de estos ataques. … Además de denunciar la conspiración que fuerzas de la masonería, el judaísmo y el comunismo emprenden en el Concilio Vaticano II, se hace un estudio concienzudo de las anteriores conjuras que en más de diecinueve siglos le sirvieron de precedente”.

La tesis de la Complot contra la Iglesia, tal como aparece en el prólogo la edición inicial de este libro, de la mano del propio “Maurice Pinay”, es que:

«… Hay una serie de evidencias que indican que los prelados cripto y filojudíos, en contubernio con los altos poderes del judaísmo internacional, del comunismo, de la masonería mundial y la sinagoga, planean iniciar un sondeo previo y comenzar por las reformas que menos resistencia provoquen en los defensores de la Santa Iglesia, para ir llevando, poco a poco, la transformación de ésta hasta donde la resistencia de aquellos lo permita. … Los rabinos y las organizaciones judías norteamericanas han instalado sus delegados en el Vaticano para cabildear con LA CUPULA judaizante los puntos a tratar en el Concilio Vaticano II … La unánime doctrina de los grandes Padres de la Iglesia, ese “unanimis consensos Patrum” que la Iglesia considera como fuente de fe, condenó a los judíos infieles y declaró buena y necesaria la lucha contra ellos; lucha en la que poniendo el ejemplo participaron destacadamente, como lo demostraremos con pruebas irrefutables, San Ambrosio Obispo de Milán, San Jerónimo, San Agustín Obispo de Hipona, San Juan Crisóstomo, San Atanasio, San Gregorio de Nazianzo, San Basilio, San Cirilo de Alejandría, San Isidoro de Sevilla, San Bernardo y hasta Tertuliano y Orígenes; estos dos últimos en su época de indiscutible ortodoxia. Además, durante diecinueve siglos la Iglesia luchó enérgicamente contra los judíos (*), como lo demostraremos también con documentos fidedignos como las bulas de los Papas, actas de concilios, ecuménicos y provinciales, como el famosísimo IV de Letrán y muchos otros, doctrinas de Santo Tomás de Aquino, de Duns Scott y de los más importantes doctores de la Iglesia, y también con fuentes judías de incontrovertible autenticidad, como las enciclopedias oficiales del judaísmo, las obras de ilustres rabinos y las de los más famosos historiadores judíos. … Pues bien, los conspiradores judíos, masones, comunistas e imperialistas, pretenden en el próximo Concilio, aprovechando, según dicen ellos, el desconocimiento de la mayoría del clero sobre la verdadera historia de la Iglesia, dar un golpe de sorpresa pugnando porque el santo Concilio ecuménico que está por reunirse condene el antisemitismo y condene toda lucha contra los judíos, a pesar de que, como lo demostraremos también en esta obra con pruebas incontrovertibles, son los dirigentes de la masonería y del comunismo internacional y los promotores y ejecutores del despojó, sometimiento y genocidio de los pueblos Europeos perpetrados en las revoluciones judío masónicas contra los reinos cristianos antes de la primera guerra mundial, y las revoluciones comunistas antes, en y después de la SGM».

(*) Nota del compilador: sin duda se refiere a los judíos infieles que antes ha citado, los seguidores del Talmud y la Cábala.

Al respecto, no está fuera de lugar decir aquí que siempre hay que tener en cuenta que ‘judaísmo/judío’ no es sinónimo del predominante ‘sionismo/sionista’, ya estos últimos son generalmente talmúdicos y supremacistas masónicos, ya que las poblaciones “hebreas” son caldo de cultivo de la masonería, dado que nació en ellas. Recordemos que el propio Jesús habla de la Sinagoga de Satanás en los Evangelios y el Apocalipsis, y los Papas tradicionalmente han llamado a la masonería “la Sinagoga de Satanás”).

Además de distinguir entre Sionismo y Judaísmo, hay que hacerlo entre sefardíes (“españoles”) y mizrajíes (los oriundos del Magreb, fundamentalmente Marruecos, Siria, Yemen e Iraq, que constituyen casi la mitad de la población de Israel y su proletariado) y asquenacís (“alemanes”; jázaros originarios de lo que hoy es Ucrania-Rusia y racialmente no hebreos). Así como entre semitas y arios (o “de color”); judíos ortodoxos toránicos (ley de Moisés), talmúdicos, mesiánicos (“Judíos por Jesús”, más de 10.000 en todo Israel) y ateos/agnósticos. Y, en fin, no confundir el Reino de Judá y el de Israel en los que se dividió el pueblo hebreo, y, lógicamente, distinguir entre judíos e israelitas y, por supuesto, entre ciudadanos/habitantes del Estado de Israel, palestinos o nó. Y para que nadie se confunda y no se me mal interprete, puede que lleve sangre judía en mis venas, de lo que me enorgullecería, especialmente porque esos antepasados se habrían convertido al cristianismo, como Santa Teresa y S. Ignacio de Loyola, que seguramente lo fueron.La Pale of Settlement, o Zona de Asentamiento, fue la variable región del Imperio Ruso donde el mismo permitió asentarse a los judíos askenazís desde 1791 hasta 1917. The Jewish Encyclopedia, Londres 1901.

Un último ejemplo para cerrar la aproximación a la enemiga del sionismo y la masonería con relación a la Iglesia Católica, objeto que es el tema central del Complot contra la Iglesia: San Maximiliano María Kolbe, O.F.M. Conv. Quien escribió:

… «Una parte del “pueblo hebreo” reconoció en Él al Mesías; los otros, sobre todo los fariseos soberbios, no quisieron reconocerlo, persiguieron a sus seguidores y dieron curso a un gran número de leyes que obligaban a los hebreos a perseguir a los cristianos. Estas leyes, junto a narraciones y a apéndices, hacia el año 500, formaron un libro sagrado, el “Talmud” [i] … Esta obra, que recoge doce volúmenes y que respira odio contra Cristo y los cristianos, es considerada por estos fariseos un libro sagrado, más importante que la Sagrada Escritura … Estos señores (es decir, los masones) creen que son ellos quienes han de gobernar: escuchemos, entonces lo que escriben los “Protocolos de los Sabios de Sión … el verdadero libro fundamen­tal de la Masonería” … Ellos dicen de sí mismos: “¿quién o qué cosa está en grado de asestar una ‘fuerza invisible’? Nuestra fuerza es, precisamente, de esta clase. La Masonería externa sólo sirve para esconder sus objetivos, pero el plano de acción de esta fuerza será siempre desconocido para la gente”» (Revista Chiesa Viva nº 125, http://congregacionobispoaloishudal.blogspot.com.es/2010/08/la-masoneria-y-la-jude­ria-sionista-al.html). Curiosamente Maximiliano Kolbe es uno de los que podrían clasificarse como “santos del holocausto nazi”, oficialmente mártires de la caridad, que no por odio a la religión católica, en novísima clasificación surgida del Concilio Vaticano II, porque murieron en campos de concentración-trabajo alemanes (en circunstancias tratadas muy tópicamente, que la historia la escriben los vencedores).
  
Study the Past … What is Past is Prologue (National Archives Building, Washington). Concilio de Nicea

Además de todo lo anterior, hay profundos estudios sobre el origen de las herejías en la historia de la Iglesia Católica que demuestran que la mayoría de las mismas son de origen hebreo (Federico Rivanera Carlés, Carlos Cuesta Gallardo-Traian Romanescu-Mauricio Pinay, Julio Menvielle, P. Gabriel Théry, etc). Y ello incluye también al Islam (L’islam et la critique historique, de Gabriel Théry – Hanna Zakarias; El Mesías y su profeta. Los orígenes del Islam, de Edouard-Marie Gallez; El Islam desmontado, de Agustín Álvarez; El Islam, ¿empresa judía?, de Julio Garrido; etc).

Antaño y hoy en día “alguien innombrable” abre la puerta a ideas y personas contrarias al catolicismo y a quienes lo siguen e impulsa la invasión, igual que en el siglo VIII y posteriores. Al respecto, como lógicamente también citará Maurice Pinay:

“Averiguado está que la invasión de los árabes fue inicuamente patrocinada por los judíos que habitaban en España. Ellos les abrieron las puertas de las principales ciudades. Porque eran numerosos y ricos, y ya en tiempos de Égica habían conspirado, poniendo en grave peligro la seguridad del reino” (Historia de los heterodoxos españoles, de Marcelino Menéndez y Pelayo, Madrid, 1880).

Y no solo Menéndez Pelayo, también, entre otros, Julio Meinvielle, Luis Suárez Fernández e incluso la Enciclopedia Judaica Castellana, afirman que estuvieron detrás del triunfo de la invasión islámica en 711.

Como dice la página web consciencia-verdad de donde tomamos el presente resumen del Complot contra la Iglesia:

«el uso de textos judíos para equilibrar el relato mostrará la certidumbre con la que ellos se pasean por una historia que a nosotros nos han dejado en tinieblas mediante la censura, la presión sobre historiadores y editoriales… Resulta un vano entretenimiento en horas agónicas como las que vivimos, en las que se decide el futuro de Occidente, del Islam y de los demás pueblos y civilizaciones trabajadoras y espirituales de la Humanidad, el no convertir la Historia en algo que nos obligue a reflexionar y ver con ojos más claros el presente y lo que está por venir. “El pasado es prólogo”».

Ese «alguien innombrable» es el sujeto colectivo que también se deja ver en la caída de Constantinopla (1453; con la contribución del judío Jacobo de Gäeta, converso al islam, y sus adláteres). Ellos, los sionistas, están, en gran medida, en el Plan Kalergi. Y, en definitiva, en el NOM y su agenda 2030.
Por muy “demonizado”, perseguido y ridiculizado que sea este espinoso tema, si no lo entendemos, no comprenderemos nada.

Una consideración más. Complot contra la Iglesia no es la única obra que incidió sobre el controvertido enfoque ecuménico-interreligioso del Concilio Vaticano II. Es de resaltar la obra de Federico Rivanera Carlés “La judaización del cristianismo y la ruina de la civilización – El verdadero carácter de la heterodoxia cristiana desde la antigüedad a hasta nuestros días. Las herejías protestantes hasta la pre-reforma” [i].


2.- La “Cuestión Judía” previa a la conversión de Recaredo (por J.Mª. Manrique)

Antes de transcribir el resumen de Complot contra la Iglesia que empieza en el Tercer Concilio de Toledo en lo relativo al Reino Visigodo, conviene dar unos trazos de la “cuestión judía” hasta entonces.

La “esencia” judía -dispersión e infiltración en el poder- es anterior a la era cristiana.

En La Biblia son significativos los casos de José en Egipto, de Daniel y Ester en Babilonia (Ester 14), y del prosélito tesorero de Candace la reina de Etiopía (Hechos, 8 26). “Recorréis mar y tierra para hacer un prosélito”, dijo Jesús (Mateo, 23). Los Hechos de los Apóstoles (Hch) hablan de diversas procedencias: Pablo (de Tarso, Turquía), Lucas (natural de Antioquia de Siria), José-Bernabé (Chipre), Aquila (del Ponto), Apolo (de Alejandría), los 12 que “solo conocían el bautismo de Juan” y que encontró S. Pablo en Éfeso. Timoteo (de Listra, Turquía, hijo de una judía convertida a la fe y de griego), Nicolás, (prosélito de Antioquía; Hch. 16.1; uno de los siete primeros diáconos), Lidia (griega de Tiatira en Lidia, prosélita, que en Filipos fue la primera persona de origen europeo que se convirtió por la predicación de Pablo; Hch. 16.14–15, 40). “Llegados (Pablo y Bernabé) a Salamina (Chipre), anunciaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos” (Hch. 13.4). “Entre nosotros hay medos, partos y elamitas” … (Hch. 2). “El Día de Pentecostés se encontraban en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la Tierra … Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes (Hch. 2, 1). “En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo; unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban (Hch. 6, 8). “… Los que se habían dispersado en la persecución provocada por lo de Esteban llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, sin predicar La Palabra más que a los judíos, pero algunos, naturales de Chipre y de Cirene, al llegar a Antioquía, se pusieron a hablar también a los helenistas” (Hch. 11,19).

Estrabón (64 aC-25 dC) escribió en su Geografía: “los judíos han penetrado en todos los países, por lo que es difícil encontrar algún lugar del mundo en el que su tribu no haya entrado y donde no estén poderosamente establecidos (no se hayan convertido en dominantes o hayan experimentado su poder)”.

El Emperador Tiberio (42 aC – 37 dC), según los presbíteros y escritores cristianos Tertuliano (c. 160 -220) y Orosio (c. 383- c. 420; hispano), ante los reiterados conatos de persecución hebrea contra los cristianos, publicó un edicto castigando con la muerte a los que las promoviesen.

El Emperador Claudio debió fundamentalmente su cetro a Marco Julio Agripa (10 aC – 44 dC, nieto de Herodes el Grande), al que luego elevó a rey como (Herodes) Agripa I. El mismo Claudio decretó luego la expulsión de los judíos de Roma en el noveno año de su reinado (49 o principios de 50 dC); esto quedó reflejado en Hch 18, 1: “… En aquellos días, Pablo dejó Atenas y se fue a Corinto; allí encontró a un tal Aquila, judío natural del Ponto, y a su mujer Priscila; habían llegado hacía poco de Italia, porque Claudio había decretado que todos los judíos abandonasen Roma”. Según el historiador judío Flavio Josefo (37 – 100 dC) el motivo de la expulsión fue que habían convertido en prosélita a Agripina, la mujer del emperador. Aunque el también historiador Suetonio (circa 70 – 126 dC) fue porque promovían frecuentes sediciones buscando que los cristianos fueran perseguidos.


Circo (Persecuciones romanas)

Sª Eulalia (Mérida 304)

Diódoro Sículo (hacia 50 aC) dijo en su Biblioteca histórica: “los judíos trataban a las otras gentes como enemigos e inferiores … la usura es su práctica de prestar dinero con excesivas tasas de interés; esto ha causado durante siglos la miseria y la pobreza de los gentiles, y ha supuesto una fuerte condena para los judíos”.

Cicerón, en el año 58 aC y en su Oratio Pro Flaco, dijo de los judíos: “vosotros sabéis cuan considerable es su número, cuan unidos están, cuanta influencia tienen en nuestras asambleas”.

Décimo Junio Juvenal (47 a 127 dC) fue un gran poeta que escribió sátiras contra los vicios de Roma y en las que se halla la famosa sentencia “Mens sana in corpore sano”. En las mismas culpó a los extranjeros, destacando a los judíos sobre griegos y sirios, de haber provocado la decadencia de la forma tradicional de vida romana.

La influencia judía en las persecuciones se hace más patente en el Emperador Nerón (37 – 68), quien culpó a los cristianos del incendio de Roma, comienzo de su cruenta persecución, y de quien es patente que la influencia de Popea Sabina (30 – 65), su amante primero y después su mujer, fue determinante en todo. Popea era prosélita según Flavio Josefo. Los martirios de San Pedro y San Pablo se inscriben en esta época.

En otro sitio de Complot contra la Iglesia el Rabino Wiener confiesa en su libro Die Juvisechen Speisegsetz que los judíos fueron los causantes de las persecuciones de Roma contra los cristianos; observando que en el reinado de Nerón y en el año 65 de nuestra Era, cuando Roma tenía por emperatriz a una judía, Popea, y por Prefecto de la Ciudad a un judío, se inicia la era de los mártires, que debía prolongarse 249 años” (citado por Ricardo C. Albanés, Los judíos a través de los siglos. México, D.F., 1939, Pag. 435.

Las persecuciones romanas no fueron las únicas fomentadas/hechas por los judíos, pero no se alargará más este texto introductorio. Solo decir que, en otros sitios del “Complot”, Maurice Pinay cita al Arzobispo Obispo de Port-Louis, Monseñor León Meurin, S.J., quien en su obra “Filosofía de la Masonería”, página 172, afirma que cuando los judíos de Tierra Santa, acaudillados por Bar Kochba, un falso mesías, se sublevaron contra Roma y recobraron por tres años (132-135 dC) su independencia, y en ese corto espacio de tiempo asesinaron por lo menos a ciento cuatro mil cristianos”. Y también que el famoso Rabino Jehudá, uno de los autores del Talmud, obtuvo en el año 155 de nuestra Era una orden para que fueran sacrificados todos los cristianos de Roma, muriendo en virtud de ella muchos miles, siendo precisamente judíos los verdugos de los Papas mártires Cayo y Marcelino” (August Rohlieng, sacerdote católico, Die Polemikund das Manschenopfer des Rabbinismus, citado por Ricardo C. Albanés, obra citada, Pag. 435).)

La situación solo cambiaría a partir de la convertirse el cristianismo en la religión del Imperio Romano a partir del Concilio de Nicea (325; anteriormente el Emperador Constantino, en 313, publicó el Edicto de Milán por el que se permitía el cristianismo en el Imperio), con la consiguiente inversión para el judaísmo, especialmente tras el posterior Edicto de Tesalónica [i] ((*) Nota del Compilador). A partir de esos años nos encontramos en el escenario inmediato a nuestro estudio. En la España romana, según Maurice Pinay, los judíos eran numerosos e influyentes y muchos de ellos pretendían descender de la aristocracia de Jerusalén, llevada al destierro por Tito, o por conquistadores anteriores; pero en el siglo V, después de las invasiones de los bárbaros, su situación aún mejoró mucho, pues los visigodos habían adoptado la forma arriana del cristianismo (no creían que Cristo fuera Dios) y favorecían a los judíos, tanto por ser monoteístas estrictos, como por constituir una minoría influyente, cuyo apoyo valía la pena asegurarse frente a los hispano-romanos.

Últimos apuntes
Los primeros judíos en España


Deportaciones asirias del s. VII-VIII aC.

Primeros judíos en Hispania

Arco de Tito c. 70 dC.

Además de otras referencias, la presencia hebrea en la Península se detalla en La Vara de Judá (Sébet Yehudá). Fue escrita por sefarditas e impresa en Amsterdam (Holanda) en 1640, y reeditada en 1744. Constituye una recopilación de relatos empezada por Yehudá ibn Verga (muerto en 1499) y su hijo Josef (m. 1559), siendo el sevillano Salomón su continuador (en la década de 1520) y el que más aportó a la redacción final. En la misma hay noticias tan curiosas como la de que en la toma de Jerusalén por Nabucodonosor participaron, como aliados y subordinados suyos, entre otros,

«el Rey Ispano, cuyo Reyno se llamó España por su nombre, su hierno (yerno), llamado Pyrro de los Reyes de Grecia… y ellos fueron los que tomaron Ierusalen, y Nabuedonosor, viendo su ayuda, les dio parte en el despojo y los cautiuos …y la parte tercera (de estos cautivos, en la que “estaban todos los descendientes de la casa Real, de la familia de David y los sacerdotes y ministros del Templo”) dio a Pirro y a Ispano. Este Pirro embarcó en navíos todos los cautivos y lleuolos a España la antigua, que es la Andaluzia, y a la ciudad de Toledo, y de allí se esparzieron, porque eran muchos, y no podía la tierra con ellos, y fueron algunos de la casa Real a Sevilla y de allí a Granada. Y en la destrucción de la casa segunda estaba el Emperador de Roma, que dominaba el mundo, y tomo de Ierusalen y de otras ciudades 40.000 casas del tribo de Iuda y 10.000 del tribo de Binjamin, y los embio en este tiempo a España con algunos sacerdotes…».

Por otra parte, el profeta Abdías (¿contemporáneo de Elías y Eliseo?) escribió que “los deportados de Jerusalén que están en Sefarad poseerán las ciudades del Sur” (Ab 1, 20-). Y También Isaías dejó escrito que «las naves de Tarsis traerán a tus hijos de lejos” (Is 60, 9 s.VIII aC). En tiempos del Rey Salomón, casi 1.000 años antes de Cristo, sus barcos viajaban a Tarsis (España) cada tres años siguiendo las rutas trazadas por sus vecinos y aliados fenicios; hasta 23 veces se cita Tarsis en la Biblia como pueblo o localización geográfica, sin duda en relación con Tartesos, protocivilización occidental que existió entre los siglos XII y V a.C. Hay práctica seguridad de que Tarsis era lo que hoy es nuestra patria, y no en el Mar Rojo o el Negro.

La toma de Jerusalén y la destrucción del primer templo se sitúan en el 587-586 aC., pero antes hubo otras deportaciones por los asirios. Dado que ni Selomoh Ibn Verga ni los profetas, como tampoco otros personajes cristianos o hebreos *, eran “historiadores profesionales”, no se puede asegurar que esa presencia judía de antes de la Era Cristiana sea cierta, pero bien pudo ser.

(*) El rabí cordobés Isaac ben Yehudá Ibn Gayyat (1038-1089) y el muy importante lisboeta Isaac Abrabanel (1437-1508), primero tesorero del rey de Portugal y luego financiero de los Reyes Católicos, afirmaron que había en España dos familias descendientes de David que llegaron a la Península Ibérica tras la destrucción del Primer Templo, los Ibn Daud de Lucena (Córdoba) y los Abravanel que se asentaron en Sevilla.

Expulsiones judías durante el Final del Imperio Romano y comienzos de la Alta Edad Media

El año 250 dC. en Cartago, Norte de África. 251- 252 de la Galia por los reyes merovingios salvo que se bautizaran.

De Capadocia en 255 por conspirar con Roma contra Persia. En 325 nuevamente de Jerusalén. De Tella, Imperio Bizantino, entre 400 – 410 Por un intento judío de entregar una ciudad a los persas. 415 de Alejandría, Egipto, por San Cirilo de Alejandría. En 418 de Menorca, España Bizantina, salvo conversión. En los años 468 y 470 fueron expulsados nuevamente de Babilonia/Judea. Entre los años 527-565 por el Imperio Bizantino tras la revuelta de los judíos samaritanos. Igualmente, entre 567 – 578 Bizancio los volvió a expulsar de Cesarea. De Francia/Galia en 554 y 558 (o 561); este último año en Uzzes, tras una conspiración con los sarracenos. De nuevo Clermont, Galia, en 576 (o 582). En 590 de Antioquía, Siria. Entre 602 – 610 parcialmente expulsados de Mesopotamia. Y de Chipre en 610. Fuente: “Expulsiones de Judíos” en metapedia.

Parte 1 de 9
[i] Curiosamente, el sefardí Maimónides (1138, Córdoba – 1204, Egipto), fue el principal intérprete y organizador del laberíntico Talmud, culminando con su “Mishne Torah” (repetición de la Ley), la recopilación de todas las leyes judías, dogmas de fe y prescripciones rituales no mosáicas. Por su sabiduría se le consideró el Segundo Moisés. Fue uno de los enemigos más implacables de Cristo en los anales del judaísmo (Michael Hoffman).
[ii] Federico Rivanera Carlés: La judaización del cristianismo y la ruina de la civilización. Instituto de Historia S. S. Paulo IV, B. Aires, 2004.
[iii] Nota del compilador: El Concilio de Nicea fue presidido por el Obispo San Osio, un hispano nacido en Córdoba.Si fundamental fue Roma para el nacimiento de España, también fue grande la aportación hispana. Cordobeses fueron también Lucio Anneo Séneca, el famoso filósofo estoico, y su padre Marco Anneo Séneca, el retórico, así como el poeta épico Marco Anneo Lucano (Séneca el Joven y Lucano, sobrino suyo, se suicidaron por orden de Nerón). A ellos hay que unir el satírico Marcial, de Calatayud, el geógrafo Pomponio Mela, de Gibraltar, y el agrónomo Columela (Lucio Junio Moderato), de Cádiz. Y, por supuesto, los grandes emperadores Marco Ulpio Trajano (Itálica, 53 dC. – 117), Publio Elio Adriano (Itálica, 76 – 138; sobrino de Trajano) y Teodosio I el Grande (Cauca-Coca, Segovia, 347 – 395).
Adriano reprimió la sublevación de Simón Bar Kojba (Kochba o Cochba) en Judea el año 132. Finalizada tres años después, supuso la muerte de unos 600.000 judíos y 90.000 romanos, así como la práctica deportación de la totalidad hebrea a otros territorios. Flavio Josefo dió las cifras de 1.100.000 muertos y 97.000 prisioneros llevados a Roma en triunfo por Tito. Para el famoso fundador del rabinismo Aquibá/Aquiva ben Iosef (c. 50 dC – c. 135), considerado como el fundador del rabinismo talmúdico (Rosh Ha-Jajamim o “Cabeza de todos los sabios”), y otros muchos hebreos, consideraron a Simón como el verdadero mesías esperado de siglos.
El año 380 Teodosio decretó “A todos los pueblos” (Cunctos Populos) el Edicto de Tesalónica, mediante el cual el cristianismo niceno se convirtió en la religión oficial del Imperio Romano. Y en 381 convocó el concilio ecuménico en Constantinopla para terminar con las herejías que dividían el Imperio.
Véase: Historia de España para hispanoamericanos (Parte VIII) – Los hombres de Hispania: De Séneca a Teodosio, por César Pérez Guevara.