El origen sobrenatural de la imagen grabada en el manto del mexicano Juan Diego cuando se apareció (1531) la Virgen María ha sido demostrado científicamente por numerosos expertos del siglo pasado en una trayectoria equivalente a la del Santo Sudario de Jesucristo que se custodia en la catedral de Turín.
El manto (tilma) es una tela de ayate, tejida con fibra de la planta del maguey, cuya vida natural es de unos veinte años como máximo. Durante más de un siglo estuvo expuesta a la humedad y a las nocivas emisiones de las velas; el ácido nítrico, para limpieza del marco de oro y plata, se derramó (1791) sobre la imagen; y un atentado de inspiración masónica hizo explotar (1921) una potente bomba inmediatamente debajo del marco que encuadra el manto en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe. ¡La imagen milagrosa permanece intacta a lo largo de los siglos!
El presidente masón de México, Portes Gil, dijo (1929) en un discurso a los masones mexicanos, inquietos por el pacto para acabar con la guerra cristera: “El Estado y la Masonería en los últimos años han sido una misma cosa porque los hombres del poder han sabido siempre identificarse con los principios revolucionarios de la Masonería”.
En 1936 el doctor Kuhn de Heidelberg, premio Nobel de Química dictaminó que no existía colorante de ninguna clase en las muestras de fibras del retrato de la Virgen. En 1946 un examen con microscopio comprobó que no existían pinceladas, por lo que la imagen no había sido pintada, pero lo más extraordinario fue el descubrimiento del reflejo de personas en los ojos de la Virgen. En 1951 un dibujante escrutó el ojo derecho en una fotografía muy ampliada con una potente lupa, identificando las facciones y el busto de un hombre barbado (Juan Diego).
En 1962 el doctor Walig de N.York, con la colaboración de especialistas, encontró dos caras más y pudo reconstruir las circunstancias de la Aparición. La segunda figura fue identificada como el intérprete Juan González y la tercera como el obispo Fuenleal, nuevo administrador de México. En 1979 los profesores Callahan y Smith de las universidades de Florida y Pensacola tomaron sesenta fotografías con luz infrarroja y las amplificaron por computadora. El dictamen científico fue que la imagen no era pintura ni fotografía, sólo era posible por un milagro divino. El obispo Zumárraga no aparece porque está delante de la Virgen frente a los tres hombres reflejados en los ojos.
En el manto azul de la Virgen de Guadalupe aparecen las estrellas más visibles en el cielo de una madrugada del invierno de 1531 según certifican los expertos en paleo-astronomía. Es una prueba más del origen sobrenatural de la imagen grabada en el manto del indio Juan Diego.
Nota: Próximamente se completará el tema "Virgen de Guadalupe" con Aparición en México (1531), Milagro de España (1326) y Reina de Hispanoamérica (1887).