La encíclica “Humanae Vitae” (1968) de Pablo VI define la anticoncepción como antinatural porque destruye la fuerza procreadora (antes, durante o después) del acto conyugal.
La Iglesia acepta los medios naturales de planificación familiar para limitar el número de hijos en circunstancias adversas, solamente si no se destruye la capacidad de procrear en el acto conyugal.
Dios ha dado a la mujer una naturaleza con periodos fértiles e infértiles más largos porque no pretende que los esposos tengan hijos cada vez que se unan, pero exige que se respete la doble finalidad del acto conyugal: apertura a la vida y unión física (sexo) y espiritual. El sacramento del matrimonio exige el respeto a la dignidad de la persona que no debe ser únicamente objeto de placer para nadie. La Iglesia aconseja los métodos naturales de paternidad responsable, son fáciles de enseñar y aprender; y además son gratuitos. La abstinencia sexual en los periodos fértiles desarrolla una relación interpersonal más profunda y el respeto mutuo, fortalece el matrimonio y la vida familiar. La anticoncepción química o instrumental tiene más fallos que los métodos naturales aunque se hable poco de ello a causa de los fabulosos ingresos que la industria de la anticoncepción proporciona al Poder súperplutocrático cuyo objetivo es reducir la población para facilitar el gobierno mundial.
La Internacional Antinatalista de ideología masónica está formada por el Banco Mundial y las organizaciones de la ONU: UNICEF (Fondo para la infancia), OMS (Organización Mundial de la Salud), FNUAP (Fondo para actividades de la Población), IPPF (Federación Internacional de Planificación Familiar), así como también las ONG`s ecologistas Greenpeace y WWF (World Wildlife Fund), abanderadas de la “cultura de la muerte” y del crimen del aborto.
La mentalidad anticonceptiva hace más fuerte la tentación del aborto. La cultura abortista está mucho más desarrollada en los ambientes que rechazan la enseñanza de la Iglesia católica. Los estudios demuestran que dos de cada tres mujeres que han abortado utilizaron anticonceptivos “seguros”.
La publicidad del preservativo para impedir el embarazo o el contagio del sida, aumenta la promiscuidad entre los jóvenes, causando más embarazos y más abortos. Para luchar contra el sida, principalmente en África, la solución es una educación que eleve el nivel económico y cultural. Los “progresistas” reparten preservativos y los misioneros católicos cuidan a los contagiados en los hospitales financiados por la Iglesia.
Fuentes:
- José González Horrillo. Católicos sin complejos. Sekotia 2009.
- Juan Moya. Amor, sexualidad y familia. Grafite 2007.
- Ana Mercedes Rodriguez. Vivencia de la sexualidad. Sekotia 2006.
- Clavijo. Píldora nº18: Clan Rockefeller. Blog 2010.