GONZALO ALTOZANO
Entrevista a Pío Moa
La Gaceta (24/12/2012))
“El nacionalismo se remedia, en último extremo, con la Guardia Civil”
Su último libro, España contra España, es una síntesis de nuestra Historia que, al revés que otras, ha de leerse de adelante para atrás, o sea, desde nuestros días hasta la II Guerra Púnica, cuando Roma firmó el acta de nacimiento de España. Para Moa, lo relevante es lo ocurrido, no lo que pudo haber sido, menos todavía lo que debió ser. El libro es a ratos la crónica de una decadencia y caída, a ratos la epopeya de unos españoles que hicieron lo que pudieron y pudieron mucho.
-¿Tenía razón Alfonso Guerra cuando dijo que a España no la reconocería ni la madre que la parió?
-El PSOE ha transformado España de manera enorme, pero para mal. Lo peor es que a la botaratada de Guerra ha contribuido también la derecha, incluida la conservadora.
-¿De qué manera?
-Renunciando a la batalla de las ideas, entre otras cosas porque ya no les quedan ideas, salvo la de que la economía lo es todo, y a saber qué entienden por economía.
-¿Es eso una forma de hispanofobia?
-La hispanofobia, que se basa en la ignorancia o en la desvirtuación de la historia, es una enfermedad moral, de las causas primeras de la crisis que vivimos. Porque cuando un pueblo no conoce su historia o tiene una idea extravagante de la misma no puede construir nada, solo destruir.
-De ahí que exija una clarificación del franquismo y de la guerra civil, y no solo en el espacio académico.
-Los motivos a los que me refiero son inmediatos, de tipo político. Porque, insisto, una política que no parta de la realidad histórica es una política en el vacío. Hay que dejar claro que la democracia viene del franquismo, no de la situación política anterior -la II República-, que fue desastrosa.
-¿Acertó el pueblo cuando para expresar una situación caótica acuñó la expresión “¡Esto es una república!”?
-La frase resume muy bien la impresión que causó aquel régimen tan bien descrito por uno de sus protagonistas: “política de amigachos, tabernaria, de codicia y botín, sin ninguna idea alta”. El retrato, ya ve, sirve para nuestra despreciable casta de hoy; la cosa viene de lejos.
-Apunta a la confluencia de separatistas, revolucionarios y regeneracionistas como causa última de la guerra civil.
-No es que el regeneracionismo se pusiera de acuerdo con los otros dos, ni muchísimo menos, más bien al contrario. Sin embargo, compartía, sobre todo con el separatismo, la misma idea de fondo: que la de España era una historia absurda, enferma, anormal, con lo que había que liquidar toda tradición y herencia.
-¿Otra guerra civil es posible?
-Mucho tienen que empeorar las cosas. La situación hoy -nacional e internacional- es distinta que la de entonces. De todas formas, para remediar el nacionalismo en el País Vasco y en Cataluña no hace falta una guerra; basta, en último extremo, con la Guardia Civil y la suspensión de la autonomía. Y subrayo lo de en último extremo.
-Nuestra fama de cainitas nos precede.
-Y no debería ser así, pues el guerracivilismo en España es algo reciente. Del siglo XVI al siglo XVIII, ambos incluidos, España fue quizás el país más estable de Europa.
-Pero llegó el siglo XIX...
-Y con él la primera gran guerra civil, entre liberales y tradicionalistas; luego se librarían otras dos, pero ya la inestabilidad vendría marcada por las dos facciones liberales, los moderados y los exaltados. Y esta tensión conduciría, ya en el siglo XX, a la guerra del 36.
-Con la Restauración a modo de paréntesis.
-Aquel fue, en líneas generales, un régimen muy positivo que permitió a España recuperarse del desastre que había el siglo XIX.
-¿Qué falló?
-Su incapacidad para afrontar, sobre todo a partir del 98, una serie de retos en forma de ideas utópicas con soluciones de tipo dictatorial. A esto hay sumar la traición de los intelectuales. Porque un régimen privado de respaldo intelectual está condenado al fracaso.
-Los siglos XVIII, XIX y XX amanecieron con unas crisis que parecían prefigurar el finis hispaniae y, sin embargo, lograron recuperarse. El siglo XXI ha comenzado de la misma manera. ¿Saldremos adelante?
-Espero que sí. Lo curioso es que la crisis de ahora es mucho más llevadera que las de entonces y, sin embargo, las gentes no tienen nada que ver. Aquellas fueron generaciones espléndidas. La actual, en cambio, tan pancista, tan poco dada al sacrificio, tan incapaz de articular una alternativa clara, da la impresión de no ser capaz de afrontar unos desafíos de menor enjundia.
-El caldo de cultivo para el cirujano de hierro.
-Que no es, en absoluto, la respuesta. La solución ha de ser regeneración democrática y garantía de la unidad de la nación. Esas tienen que ser las bases de cualquier programa político que pretenda sacar a España de la crisis. Si no, seguiremos despeñándonos.
-A propósito de hombres fuertes, en su libro los espadones no salen mal librados.
-Desde el siglo XVIII y a lo largo de mucho tiempo, los militares en España eran los únicos que sabían de ciencia. Los había brutos como Espartero, pero los políticos tampoco eran una maravilla. En cualquier caso, los espadones fueron el resultado de la debilidad e inoperancia de los políticos, el último recurso de estos cuando llegaban a la conclusión de que la cosa no tenía remedio.
-Otro al que devuelve a su justa dimensión es Felipe V, tan desfigurado por los nacionalistas.
-Felipe V sacó a Cataluña de la miseria a la que le habían condenado la oligarquía y los fueros. Y gracias a eso Cataluña prosperó.
-O sea, que todos los años los nacionalistas tendrían que hacerle una ofrenda floral como la que le hacen a Rafael Casanova.
-Si amaran a Cataluña, sí. Pero la odian porque siempre ha sido española. Por eso tienen que falsear historias como la de Casanova, de quien callan que peleó “por la libertad de toda España”.
-Contra España les sirve todo, por descontado la leyenda negra.
-No es raro que un país tenga su leyenda negra, lo que llama la atención es la persistencia del caso español.
-¿A qué se debe?
-A que durante siglo y medio España mantuvo a raya hasta marcarles sus límites expansivos a tres enemigos -el Imperio Otomano, los protestantes, Francia- que, por separado y en muchos aspectos, eran más poderosos que nosotros, lo que generó un rencor que, bien por inercia, bien por interés, dura hasta hoy.
-Uno de los pilares de la leyenda negra afecta a la conquista de América.
-No parece haber precedentes de un conjunto de empresas semejantes, con tal intensidad, continuidad y escasez de medios. Fue algo colosal, extraordinario.
-¿A los conquistadores les movía solo la codicia?
-Claro que había sed de oro, pero más todavía de fama, de honra, de hazañas. Y de evangelización.
-Queda la huella española.
-Ciudades, obras públicas, universidades, una lengua, una religión...
-Y una inestabilidad política diríase endémica.
-Pero eso no es resultado de la colonización, sino de la descolonización. O de lo mal que se hizo la descolonización, por otro lado inevitable. La presencia española en América supuso una estabilidad de tres siglos.
-O sea que los problemas...
-Llegaron después y de la mano de los criollos que, siendo españoles, se empeñaron en destruir su pasado, lo que les condenó a trabajar en el vacío, a “arar en el mar”.
-Son los peligros, supongo, de jugar con explosivos.
-Eso, un programa de demoliciones, quería Azaña para España y lo que al final hizo volar por los aires fue a la izquierda y con él dentro.
-Por cierto, Azaña despachó la Monarquía Hispánica con una de sus frases.
-“Un imperio de mendigos y frailes, aliñado con miseria y superstición”. Y lo decía él, una calamidad en la Historia de España.
-Y, sin embargo, hombre inteligente.
-Y con cierto conocimiento de la Historia. Lo que hace más incomprensible la estupidez. Será que tenía razón Orwell: “para sostener cierta clase de tonterías se precisan estudios superiores”.
-Con la universidad hemos dado.
-En mi opinión, la raíz de la decadencia española está en la pérdida de calidad de su enseñanza superior. La grandeza de una época se mide por sus personajes de relieve, que son, a su vez, resultado de, entre otras cosas, una cierta educación. Ahí tenemos el siglo XVI, cuando España era uno de los países más ilustrados de Europa, con una larguísima nómina de figuras, asombrosa para un país tan poco poblado.
-¿En qué momento se torció la cosa?
-En el siglo XVII. Es entonces cuando nos aferramos a la tradición pero de la manera más miserable, generando cierto pánico hacia las novedades, nosotros, que siempre habíamos estado abiertos. Y así, sin reponernos, hasta hoy.
-Y en retroceso, porque en Salamanca hay profesores de Historia que suspenden a los alumnos que hablen de Reconquista.
-Es el imperio de la estupidez. Y contra la estupidez, ya lo decía Schiller, los mismos dioses luchan en vano. Lo que no quiere decir que no haya que denunciar que la historiografía en España está en manos de una madarinato intelectualmente mediocre y moralmente ruin.
-El día menos pensado, si no han perpetrado ya el nombramiento, hacen a Juan Luis Cebrián doctor honoris causa.
-Quien en un artículo arremetió contra la “insidiosa Reconquista”. El Siglo de Oro prueba que la elevación intelectual no tiene límites y lo de Cebrián que la estupidez tampoco los tiene. No sé, es como si en España hubiera un campeonato por ver quién dice más sandeces sobre nuestra historia.
-En aquel artículo Cebrián lloraba la pérdida de España... pero la de las tres culturas.
-Que nunca fue porque en ocho siglos apenas hubo intercambio de culturas, tan estancas eran. Los musulmanes querían acabar con los españoles y los españoles expulsar a los musulmanes. Y en medio, los judíos, que políticamente no pintaban nada y culturalmente alcanzaron cierto desarrollo, si bien dentro de su comunidad.
-¿Y es casual que este año se haya celebrado por todo lo alto el bicentenario de la Constitución de 1812 y se haya guardado silencio institucional sobre Las Navas de Tolosa en su ochocientos aniversario?
-Es significativo de por dónde va nuestra casta política. En Las Navas de Tolosa, España no solo decidió su destino, sino en buena parte el de Europa, pues el designio de los musulmanes era llegar hasta Roma. Y en cuanto a la Constitución de 1812, positiva a pesar de sus fallos, apenas entró en vigor, con lo que decir que España nace en Cádiz es una tontería.
-Entonces ¿cuándo surge España como nación?
-Con Leovigildo y el reino visigodo de Toledo, crucial en nuestra historia pues es la primera vez que España aparece como una comunidad cultural bastante homogénea y con estado propio. Sin esto no habría sido posible la Reconquista y el legado cristiano hoy en España sería arqueológico.
-¿Quiere decir que ya en Covadonga Pelayo tenía la idea de recuperar España?
-La Crónica Mozárabe, de 754, tan próxima a la invasión, conceptúa esta como “la pérdida de España”, idea que justificaba implícitamente la lucha por recobrarla. Por más que la palabra “reconquista” apareciera -por escrito- en el siglo siguiente, el concepto debió de estar presente ya desde el comienzo.
-Recordando lo que fuimos y padeciendo lo que somos, ¿no siente la tentación de decir con don Estanislao Figueras...?
-“Estoy hasta los cojones de todos nosotros”. Con la actividad de los malos y la pasividad de los buenos... no diría yo que no.
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