El alma de un país es su historia
España nació bajo el Imperio Romano, como una entidad civil y fue continuada y confirmada como una entidad política independiente y católica durante el periodo visigodo, pero la irrupción de la alienadora dictadura islámica (allí donde se impone el Islam, este presiona brutalmente hasta hacer desaparecer toda cultura precedente) distorsionó nuestra historia y amenazó con hacer desaparecer completamente nuestra cultura.
Pero los hispanos, que ya vivían profundamente en la fe de Cristo, no se islamizaron y se resistieron al invasor. Lo hicieron los sometidos al Islam aferrándose valientemente a su Iglesia, y política y militarmente gracias a la orografía del terreno (Asturias, León, Navarra, Aragón, Castilla) o a la ayuda del Imperio Carolingio (Marca Hispánica), allá donde se pudo.
Fue “gracias” a la violencia del Islam que nuestros antepasados se dividieron y forjaron los distintos reinos que, en defensa de su libertad y de su fe en Cristo, decidieron enfrentarse al mayor poder político y militar de su tiempo, hasta doblegarlo y expulsarlo de toda la antigua Hispania. Y ello fue así porque la mayoría de los hispanos conservaron siempre el recuerdo de un tiempo anterior al Islam, en el que toda la península Ibérica fue un próspero e infinitamente más libre y justo Reino Cristiano.
Y esa es la desgracia de España: Que de la mano de sus políticos media España reniega de su fiero pasado cristiano, mientras que los políticos que se supone que representan a la otra media, se empeñan en diluir su historia, para evitarse problemas con la otra media.Pues no puede amarse realmente a España o a cualquiera de los reinos que la forjaron, si no se conoce y ama profundamente su historia, pero aún sin ser una cuestión de fe, ¿Cómo puede amar la historia de España y las gestas de sus antepasados, aquel que reniega de Cristo y odia a su Iglesia? De ninguna manera o lo que es lo mismo, tergiversando su historia.
El patriota, al contrario que el nacionalista, ama hasta dar su sangre por el legado de sus antepasados. ¿Puede entonces existir un patriotismo catalán, vasco, andaluz o de cualquier otra parte de España, que reniegue de Cristo y de su Iglesia, cuando es la Iglesia de Cristo el pilar sobre el que se apoyaron quienes, derramando copiosamente su sangre, forjaron una nueva España tras la odiosa invasión mahometana? No puede existir.
Y esta es la verdadera y única razón que deshace nuestra patria y hace crecer los egocéntricos y destructivos nacionalismos por toda España, que la casi totalidad de sus políticos y la mitad de los Españoles han desechado: la piedra angular sobre la que nuestros antepasados forjaron la actual España: Han dado la espalda a Cristo y su Iglesia.
Y cuidado, porque nacionalistas los hay en Cataluña y en el País Vasco, pero también en Andalucía, en Galicia, en Valencia y en la mismísima Madrid. Nacionalismos excluyentes y rupturistas unos o jacobinos los otros, pero todos opuestos a partes sustanciales de nuestra historia y especialmente a nuestra fe católica, pilar amoroso que la sustenta a toda ella y por ello, objetivo de los odios de quienes no aman a la España cruzada que derramando su sangre forjaran nuestros antepasados.
Por el contrario, amoroso y heroico ejemplo de patriotas son sin duda, todos y cada uno de los 522 mártires asesinados durantela II República por quienes negaban a Cristo y que el día 13 serán beatificados en Tarragona.
Vente el 12 de octubre a Barcelona a defender la Hispanidad, y el 13 a Tarragona, a gozarte con los que por amor a Cristo hablaron de amor, hasta el último aliento de sus vidas.
En Cristo Rey
Efrén de Pablos, Presidente de la asociación Cruz de San Andrés