Píldoras Anti-Masonería

El blog CLAVIJO defiende los valores

de la Iglesia Católica y de España

amenazados por el proyecto masónico-luciferino

"Nuevo Orden Mundial"


e-mail: ClavijoEspana@gmail.com



lunes, 20 de julio de 2020

Masones célebres: Albert Pike, Mazzini, Garibaldi y la MASONERÍA en Italia

Masones célebres: Albert Pike, Mazzini, Garibaldi 
y la MASONERÍA en Italia
Santiago Clavijo
15 julio 2020
Fuentes Masónicas
Albert Pike (Boston 1809-Washington 1891), abogado estadounidense, militar, escritor y destacado activista francmasón. En 1859 fue electo Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo de grado 33 para la Southern Jurisdiction, una de las dos divisiones orgánicas del Rito Escocés Antiguo y Aceptado en los Estados Unidos, que ejerció hasta su fallecimiento.
Albert PIKE intercambió correspondencia por cartas en 1871 con Giussepe Mazzini, cabeza de la sociedad secreta revolucionaria Carbonarios y cabeza de los Illuminati de Europa, en las que se plantearía la preparación de tres guerras mundiales, dos pasadas y otra que estaría por llegar, así como las consecuencias de estas sobre la población. Durante un breve periodo, estas cartas se exhibieron en la Biblioteca del Museo Británico de Londres.
Durante el siglo XVIII la diversidad de territorios soberanos explica la inexistencia de un Gran Oriente masónico para toda Italia. A finales del siglo XVIII, un vistazo al mapa de la compleja geografía política italiana mostraba la siguiente situación; en el sur, el reino de Sicilia (reino de Nápoles e isla de Sicilia), en la franja central, los Estados Pontificios se extendían desde Roma hasta Ferrara y Bolonia, pasando por Rávena; y hacia el norte, el gran ducado de Toscana (Florencia), los ducados de Módena, Parma, las Repúblicas de Venecia y Génova y el reino de Cerdeña (Saboya e isla de Cerdeña).
Entre los primeros masones cabe citar a Antonio Cocchi, famoso médico, naturalista y escritor, miembro de la Academia de la Crusca, quien había sido iniciado en Londres. Bartholomew Ruspini (1728-1813), fundador de la Real Escuela masónica de niñas en 1788 que perdura en nuestros días. O el pasado gran maestro de la Gran Logia de Londres, Thomas Howard, duque de Norfolk, católico y jacobita, que en 1729 se encontraba en Florencia y que con el apoyo del masón Francisco de Lorena, duque de Toscana y futuro emperador, fundó una logia en 1733. El aval masónico de Francisco de Lorena, duque de Toscana y futuro emperador, fue decisivo para que se extendiera por otros territorios.
También se reprodujeron tensiones entre los dos modelos de masonería: el anglófilo racional-mesocrático y el francés místico-aristocrático. Una de las consecuencias de esta tensión se cifraba en que, frente al sencillo modelo liberal e igualitario inglés de los tres grados, el modelo aristocrático introducía la moda francesa que añadía otros grados complementarios a los tres ya conocidos.

Reino de Nápoles
En 1750 se constituyó en la Gran Logia Nacional de Nápoles y eligió como gran maestro al príncipe Raimondo de Sangro de San Severo (1710-1771), una de las principales personalidades del reino de Nápoles. Ha pasado por ser uno de los napolitanos más cultos e inquietos de la época, esforzado militar, ingeniero, arquitecto, inventor, ocultista, alquimista y rosacruz que destinó parte de su fortuna a la edición de libros en una imprenta clandestina situada en los sótanos de su propio palacio napolitano.
En el último tercio del siglo XVIII napolitano, uno de los acontecimientos masónicos más llamativos fue la rivalidad y enfrentamiento entre las dos tendencias masónicas antes mencionadas; la racionalista-humanitaria y la mística-esotérica. Estas dos tendencias dieron lugar a dos Obediencias rivales. De un lado, la Gran Logia Provincial para el reino de Nápoles y de Sicilia, que trabajaba bajo jurisdicción inglesa, cuyo gran maestro era el duque Cesar Pignatelli de la Roca. De otro lado, la Gran Logia Nacional independiente, dirigida por el príncipe Francesco de Caramanico, que llegaría a ser reconocida por el Gran Oriente de Francia y acabaría situándose bajo la obediencia de la Gran Logia de Viena.
También se extendió en Italia el régimen de la Estricta Observancia Templaria. La rápida aceptación del nuevo régimen masónico se debía a su carácter marcadamente católico, su jerarquización y su panoplia de altos grados basados en el misticismo cristiano y ocultista. Recordemos que la Orden masónica templaria afirmaba que su líder y Superior Incógnito era el pretendiente al trono de Inglaterra, Carlos Eduardo Estuardo (1720-1788), hijo del rey Jacobo que fue destronado por no querer abjurar de sus creencias católicas. Y respecto a las inclinaciones alquimistas, herméticas y mágicas de la Orden filoalemana, ellas no constituían obstáculos insalvables si tenemos en cuenta que tales conocimientos habían sido estudiados y cultivados desde antiguo por miembros del clero, e incluso por santos como Alberto Magno o Tomás de Aquino. Además, el proyecto de reflotación de la Orden del Temple un arma contra el racionalismo protestante.

Masones en los Estados Pontificios

Antes de la bula pontificia prohibitiva de la masonería, hubo diversas logias en los Estados Pontificios. El cuadro lógico de la que trabajaba en Roma ha quedado perfectamente documentado a través del libro de actas, que abarca desde la fecha de su fundación el 16 de agosto de 1735 hasta el 20 de agosto de 1737 en que fue disuelta por la Inquisición. La mayoría de sus miembros eran ingleses jacobitas exiliados.
Se ha discutido si, a pesar de las prohibiciones pontificias que siguieron a la bula de 1738, subsistieron logias masónicas en Roma. Ciertamente que las hubo y algunas de ellas dejaron huellas. El Santo Oficio detuvo en 1790 a más de cien, con el consiguiente revuelo habida cuenta de la condición clerical de varios de ellos.

El Gran Oriente de Italia (1859)

La consecución de la unidad de Italia marcó a varias generaciones de patriotas que veían en la lucha armada y en la conspiración revolucionaria algo inexorable. Durante esos años, las logias se poblaron de militares y milicianos deseosos de arrojar de su país a los austriacos y acabar con el absolutismo pontificio o borbónico. Por eso, el perfil del masón italiano de mediados de siglo XIX era el de un patriota que, con independencia de su oficio o profesión, había tomado las armas para contribuir a la liberación y unificación del país.
Entre ellos hay que citar a los condes Costantino Nigra y Livio Zambeccari, o Filippo Còrdova, fundadores del Gran Oriente para todo el reino de Italia, que fueron los primeros de la serie de grandes maestros. Durante los primeros años, el Gran Oriente de Italia acusó la influencia política nacionalista y patriótica de sus integrantes, pues no en vano, todavía quedaban por anexionar Venecia y Roma. Por eso, frente a la purista tradición masónica anglosajona, exclusivamente humanitaria, filantrópica y cosmopolita, que buscaba el perfeccionamiento moral de sus miembros y que proscribía los debates políticos y religiosos, la nueva Obediencia afirmaba su voluntad de luchar por la libertad de los ciudadanos y la unidad e independencia de la Nación. Con todo, este perfil político de la masonería italiana no impidió que negociaran el reconocimiento de los ortodoxos masones ingleses. Así, cuando en julio de 1867 Còrdova renunció a la gran maestría, fue sucedido por Lodovico Frapolli, quien promovió una gran reforma estatutaria para afianzar el carácter exclusivamente filantrópico y humanitario de la masonería situándola, de manera que en 1875, el Gran Oriente de Italia obtuvo el reconocimiento de regularidad por parte de la Gran Logia Unida de Inglaterra.
Durante la primera mitad del siglo XX fueron varios los acontecimientos que agitaron el panorama masónico. El primero de ellos se saldó con la escisión del Gran Oriente de Italia. En efecto, en 1904 el prestigioso escultor Ettore Ferrari fue elegido gran maestro del Gran Oriente de Italia. De ideología progresista y anticlerical, sus deseos de involucrar la Orden en determinadas cuestiones políticas provocaron una profunda escisión que se consumó con la creación de la Gran Logia de Italia. El asunto tuvo su origen en la propuesta de ley en defensa del carácter laico de la escuela primaria, presentada el 21 de febrero de 1907.
El Gran Oriente de Italia intentaba corregir los excesos radicales de algunas logias bajo su jurisdicción, que hacían pública profesión de fe antimonárquica, anticlerical o antimilitarista. Paralelamente, también se enfrentaba a la política socialista de tono pacifista y anticolonialista contraria a la ocupación de Libia que finalmente llevó a la ruptura entre masones y socialistas.
La nueva Constitución aprobada el 22 de diciembre de 1947 y puesta en vigor el día 1 de enero de 1948, consagraba los derechos de reunión y asociación. Al calor de ellos, las diversas Obediencias masónicas reabrieron sus templos y continuaron con sus ritos y actividades, pero también con sus rivalidades y disputas sobre la regularidad. Así, mientras los más puristas de la Gran Logia de Italia trabajarían a la gloria del Gran Arquitecto y obtendrían el reconocimiento de la Gran Logia Unida de Inglaterra en 1972, por el contrario, el Gran Oriente de Italia trabajaría a la gloria de la Humanidad.
Extractado de Javier Alvarado Planas, Monarcas masones y otros príncipes de la Acacia, Madrid, 2017.
Imprime esta entrada