El tiempo muerto. Por Fígaro
26 ENE 2022
Ya se ha predicho toda la situación que vivimos hoy, y cómo la «táctica de la pandemia», es un método para la dominación y para implantar un nuevo orden mundial deshumanizado y totalitario. Es el NOM, que está en los planes del club Bilderberg y otros grupos que son los más poderosos de la tierra. El poder económico se ha llenado de la nueva y diabólica ideología, y masonería vieja, capaz de destruir el mundo. Nunca había pasado eso, sino que cada cual iba por su lado como un matrimonio mal avenido. Es como si se juntara el hambre con las ganas de comer y la comida estuviera envenenada. Las cosas misteriosas surgidas con un mayor ímpetu en estos tiempos, como incendios de sexta generación, son capaces de devorarnos en un abrir y cerrar de ojos.
El Club Bilderberg, es una estructura de poder que ha planificado y dominado el mundo desde la Segunda Guerra Mundial o desde hace más de siete décadas, aunque las Estructuras de poder no son nada novedoso en el mundo de hoy. En las consecuciones del poder siempre hubo un previo movimiento, eso que para Heráclito es lo único que existe. En España tenemos el Movimiento Nacional gracias al cual hemos llegado hasta aquí, sin ser arrastrados por la barbarie comunista. El Movimiento de hoy es el contrario.
En los movimientos orquestales en la oscuridad, más actuales, aparece la chulería de Putin queriendo invadir Ucrania y los países que al quitar el muro de la vergüenza salieron hacia occidente huyendo del miedo avergonzados. Para atrás es muy difícil caminar y estos países no quieren volver a la madre Rusia de la que quedaron hartos. Vladimir Putin se ha metido en un tiempo muerto que es como un callejón sin salida. Y si huye hacia adelante tenemos la tercera guerra mundial; por causas menores empezaron las anteriores.
El tiempo muerto refleja el espanto de la vida. En ella termina el ser humano siendo lo más espantoso. El auténtico monstruo de Frankenstein no es la criatura, sino su creador. Nos aterra la muerte, pero más aún nos aterra la idea de que alguien pueda volver de ella o de que ésta pueda volverse vida. Si el tiempo se refleja muerto en el espejo de sí mismo, es que se ha cansado de estar vivo. El tiempo muerto tiene una ventaja, que despierta pronto de dormir del mismo lado. Entre estar muerto y estar dormido solo existe un matiz de percepción que puede pasar desapercibido. También se le puede despertar al tiempo muerto porque sucede que el que está dormido es uno y no es el tiempo. Requiere una gran voluntad. Si el tiempo muerto es dulce se puede empalmar con la muerte, y pasar a mejor vida.
El tiempo muerto es un tiempo de paz, en el que al ensimismado en sí mismo, le dura poco tal estado porque pronto ha de tener elementos externos que no le dejarán dormirse, ni completar el círculo de la existencia que culmina al aparecer la buena muerte y ejecutar su trabajo con caridad cristiana. Siempre le cortan al que está en su proceso -que es como si le cortaran la cabeza- o le aterriza cerca e inoportunamente, lo que se dice, una mosca cojonera a molestarle. Y le empuja al precipicio fuera del camino por el que iba felizmente, sin meterse con nadie. Cuando más a gusto y dormido estaba... Toma! La paz sólo viene después de la guerra, dicho de otro modo y según Quevedo: Sale de la guerra, la paz; de la paz, la abundancia; de la abundancia, el ocio; del ocio, el vicio; del vicio, la guerra. "Lo mucho se vuelve poco con desear un poco más". Ahora estamos en la etapa del vicio a punto de alcanzar la guerra, que es la peor fase de la existencia.
La época de más paz es la posguerra que sería perfecta si no fuera un tiempo de hambre, necesidades y miserias. Para saber lo que es morirse de hambre, o de "jambre", que nadie puede describir al no conocer la experiencia, se necesita mucha imaginación. Los que somos hijos de la posguerra, tuvimos mucha imaginación y algunos son más listos que el hambre; veteranos de la causa ya cubrimos todas las etapas, y ahora a los que sobrevivan de nuestra generación entrarán en una guerra tan repulsiva que ignoramos cómo pueda ser. No será tan romántica ni tan cruel como la española. Lo mismo el ensoberbecido de Putin, nos lleva a la tercera mundial, antes que los calzaburros que destrozan España nos metan en otra contienda entre españoles, ya que no escarmentaron.
Hay miles de personas que prefieren el tiempo muerto a cualquier otro espacio aunque no sea temporal. La vida implica un sufrimiento casi continuo que de no olvidarlo a veces, no nos mantendría aquí y nos mataría. Quienes no lo olvidan les hace una herida sangrante en la mente y acaban suicidándose, cosa cada vez más frecuente y sin que se estudien las causas. La vida es indefinible y a su paso por ella lo que mejor le viene para entenderla es lo que dice la Biblia, sobre el valle de lágrimas. Y arrastrando nuestras cruces como la pandemia o la del gobierno infame. La persona humana es imperfecta y encima mala, o poco buena, ya que los Santos cada vez se encuentran menos. Son tantas las limitaciones del ser humano que ni puede ser perfecto ni puede ser santo. Ni puede vivir feliz. El Señor lo puso en el paraíso pero como le desobedeció y no quiso comportarse, lo castigó con su señora a vivir en el valle de al lado que era el de lágrimas.
Esto es echar a alguien la culpa -porque nadie la quiere- y no reconoce que la tiene. Como la culpa no la quiere nadie, pues vamos a dejarlo así, pase lo que pase. Y lo que seguirá pasando por nuestra mente cada vez un punto más débil pero más cerca de la fortaleza de la Eternidad.
Fígaro es un personaje de ficción que, se supone, vivió en la ciudad de Sevilla. Fue llevado al teatro con éxito por Pierre-Augustin de Beaumarchais en 1775, como protagonista de El Barbero de Sevilla. El personaje fue retomado para protagonizar distintas óperas. En El Correo de España se dedicará a hablarnos de actualidad.