Las apariciones de Akita y Ámsterdam (y III) (XV)
Por J. Mª Manrique
14/2/2022
La Capilla de Seitai Hoshikai
Biografía de Sor Agnes previa a las Apariciones
Agnes Sasagawa
Agnes-Katsuko Sasagawa, cuya vida está poco divulgada, nació en 1931 en Japón (seguramente en Myoko), en el seno de una familia budista, acomodada y reconocida.
A consecuencia de su nacimiento prematuro, Katsuko (“Victoriosa”) tuvo una constitución débil durante su infancia y pubertad. Además, a los 19 años sufrió una parálisis del sistema nervioso central a consecuencia de un error médico en una operación de apendicitis. Durante los 16 años siguientes estuvo inmóvil, con las piernas impedidas, sufriendo una operación tras otra. En una de esos hospitales, en Myoko (donde residía su familia), se hizo amiga de una enfermera católica, cuyos cuidades hicieron que mejorara su salud y se sintiera progresivamente inclinada por la religión cristiana.
Al bautizarse tomó el nombre de Agnes (Inés, y también “cordero” en latín), manteniendo el original de Katsuko. Tuvo que sufrir la fuerte incomprensión inicial de su familia.
Conviene recordar que, en Japón, nación de sintoístas y budistas, los católicos son menos de un 0’3%, consecuencia de las feroces persecuciones que sufrieron los creyentes en la fé que sembraron S. Francisco Javier y sus compañeros; un ejemplo: en 1642 fueron quemados vivos 25 católicos en Akita. En una segunda persecución, entre 1603 y 1639, perdieron la vida188, pasando muchos católicos a vivir en secreto, y sin sacerdotes, su fé; el Viernes Santo de 1865, después que Japón admitió a misioneros franceses, estos celebraron los oficios ante 10.000 fieles, descendientes de aquellos que les habían trasmitido la fé más de 200 años antes. Y que las bombas atómicas cayeron en Hirosima y Nagasaki, las ciudades con mayor población cristiana, con el consiguiente impacto en los fieles; precisamente en ellas se produjeron sendos “milagros nucleares”, pues, a pesar de estar próximas a los epicentros, en la primera se salvó la pequeña comunidad de los jesuitas y en la segunda la de los franciscanos del P. Maximiliano Kolbe.
Arthur K. Chesterton, escribió en su revista Candour (Sept. 1963): «La 1ª comunidad católica de Japón se hallaba precisamente en Hiroshima. La 1ª comunidad protestante y 2ª cristiana se hallaba precisamente en Nagasaki. La orden de que se lanzaran esas bombas la dio personalmente el presidente ‘americano’ y francmasón Harry Salomon Schippe Truman. La escuadrilla a la que pertenecía el avión “Enola Gay” se llamaba “Dreams of David”. El piloto que arrojó la primera bomba atómica, Paul Tibbets, era de la misma extracción racial que el Presidente Truman y el Rey David».
P. Schiffe S.I., superviviente de Hiroshima,
con un piloto del B-29
Localizaciones
Capilla Myoko abandonada
Continuando con la vida de Sor Agnes, en 1956, cumplidos 25 años y apenas cuatro meses después de ingresar en las Hermanas de la Congregación del Corazón Inmaculado de María en Nagasaki (Nagasaki Junshin Seibo Kai), sufrió un rápido e inexplicable deterioro de su salud, sin que hubiera un diagnóstico específico de su causa, al punto que estuvo en coma en una clínica en Myoko, con claro peligro de muerte (recibió la extremaunción). Sus compañeras religiosas le dieron a beber agua de Lourdes, tras lo cual, inmediatamente, recuperó la consciencia ¡y la movilidad de sus piernas! Durante su coma tuvo visiones místicas.
Una vez recuperada, deseaba regresar a Nagasaki, pero el Padre Takada la persuadió para que colaborara con la parroquia de Myoko-Kogen. En ella logró varias conversiones, su hermana mayor entre ellas, y conoció algunas religiosas de las Seitai Hoshikai (Siervas del Sagrado Corazón de Jesús en la Santa Eucaristía; un instituto religioso con un estilo de vida “semi-monástico”), con las que hizo amistad.
En 1969 un virus la postró en coma durante cuatro días. Un sacerdote le dio la extremaunción y resultó que, inconsciente, respondió a las oraciones en latín, lengua que desconocía. También tuvo una visión de su ángel de la guarda, quien le enseñó la Oración de Fátima (Oh, Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las al Cielo, especialmente la más necesitadas), la misma que la Virgen había pedido que rezaran a los niños en Fátima en 1917 insertada al final de cada misterio del rosario; de esto se enteraría tiempo después.
A finales de enero de 1973, Sor Agnes sufrió una repentina pérdida de la audición en ambos oídos, quedando totalmente sorda el 16 de marzo, siendo diagnosticada su sordera como incurable; aquello ocurrió el día del aniversario del “descubrimiento” de los cristianos escondidos. Verdadera “alma mártir” probada en el sufrimiento, como casi todas las videntes, aprendió a leer los labios y no quiso abandonar el convento.
Por indicación de Monseñor John Shojiro Itô, fundador del instituto y entonces obispo de la diócesis de Niigata, a la que pertenecía Akita, el 12 de mayo de aquel mismo año S. Agnes se unió a una pequeña comunidad (cinco monjas) de las Siervas de la Eucaristía, en Yuzawadai (afueras de Akita), dedicándose a las tareas domésticas y a la oración.
La religiosa comunicaba sus experiencias místicas a su director espiritual y capellán del convento, el Padre Thomas Aquinas Yasuda, y al Obispo Itô.
Las Apariciones de 1973
Agnes Sasagawa
Cumplidos los 42 años, el 12 de junio, primer viernes de mes, la hermana Agnes vio en la capilla que rayos brillantes salían del sagrario, fenómeno que se repitió los días siguientes (13, 14 y 24), apareciendo, en ocasiones, su ángel de la guarda, para rezar el rosario con ella. El 28 de junio surgió en la palma de su mano izquierda una llaga en forma de cruz por la que sangraba profusamente y dolorosamente.
A las tres de la madrugada del 6 de julio de 1973 el ángel de la guarda se apareció a Agnes y le dijo que “la herida de María Santísima es mucho más profunda que la tuya – ven conmigo a la capilla”, desapareciendo luego. Agnes, después de adorar ante el sagrario, se acercó a la estatua de la Virgen para mirar la herida que había aparecido en su mano derecha. Entonces, aunque sorda, oyó el primer mensaje de la Virgen a través de la imagen que había cobrado vida. Aquel mismo día, algunas monjas vieron sangrar la mano derecha de la estatua, repitiéndose el fenómeno tres veces más hasta el 29 de septiembre. En esa misma fecha la estatua comenzó a “sudar”, especialmente por la frente y el cuello. El 25 de julio, Monseñor Itô verificó la sangración en el convento.
El 27 de julio el ángel de la guarda de la Hermana Agnes le informó que «“¡la sangre derramada por María tiene un significado profundo!”: expresa que Ella, como Corredentora, Mediadora y Abogada, “cooperó con la gracia de Dios en el grado más perfecto no solo a través de sus sufrimientos espirituales sino físicos”».
El segundo mensaje lo recibió el 3 de agosto, primer viernes. El 29 de septiembre de 1973, fiesta de san Miguel Arcángel, Patrón del Japón, la herida de la mano de la estatua desapareció y salió de la estatua un líquido espeso, como sudor, especialmente por la frente y el cuello; el sudor desprendió un fragancia desconocida y maravillosa.
El último ocurrió el 13 de octubre, aniversario del último de Fátima. Con posterioridad, siguió teniendo comunicaciones con su ángel de la guarda durante nueve años
3er Mensaje y lacrimación
El obispo Itô (Izq.) y el Padre Gobbi
(abrazado a la estatua) en 1987
Los mensajes de la Virgen
En el primero y segundo, Nª. Sª. pidió penitencia, sacrificios y oración, en especial por la conversión de los pecadores, por el Papa, por los Obispos y los Sacerdotes, y por la paz, explicando el significado de la herida de su mano. También avisó de la cólera del Padre Celestial, que “se dispone a mandar un gran Castigo a toda la humanidad”
El Tercero fue literalmente así:
«Mi querida hija, escucha bien lo que voy a decirte; informarás de ello a tu superior:
Si los hombres no se arrepienten y no mejoran, el Padre mandará un terrible castigo a toda la humanidad. Será un castigo más grave que el diluvio, como no ha habido otro; caerá fuego del cielo y aniquilará una gran parte de la humanidad, tanto malos como buenos, no perdonando a fieles ni a sacerdotes. Los sobrevivientes se encontrarán tan desolados que envidiarán a los muertos. Las únicas armas que nos quedarán entonces serán el Rosario y el Signo dejado por mi Hijo.
Cada día recita las oraciones del Rosario. Con él rogad por el Papa, los Obispos y los sacerdotes.
La acción del diablo se infiltrará hasta la Iglesia, de tal forma que se verán cardenales oponiéndose a otros cardenales, obispos contra obispos. Los sacerdotes que me veneren serán despreciados y combatidos por otros sacerdotes. Las iglesias y los altares serán saqueados. La Iglesia se llenará de quienes aceptan componendas, y el demonio empujará a muchos sacerdotes y almas consagradas a abandonar el servicio del Señor. El demonio atacará encarnizadamente sobre todo a las almas consagradas a Dios. El pensamiento de la pérdida de tantas almas es la causa de mi tristeza. Si los pecados aumentan en número y en gravedad, ya no habrá perdón para ellos.
Con valentía, habla con tu superior. Él sabrá como dar a cada uno valor para rezar y lograr obras de reparación. (“¿Quién es mi superior?”, preguntó la religiosa). Es el obispo Itô, quien dirige vuestra comunidad. ¿Todavía tienes algo que preguntar? Hoy es la última vez que te hablaré con voz viva. Desde ahora en adelante obedecerás al que se te envía y a tu superior.
Rezad mucho las oraciones del Rosario. Sólo Yo puedo todavía salvarles de las calamidades que se acercan. Aquéllos que ponen su confianza en Mí serán salvos».
Ante estas terribles palabras es difícil no evocar inmediatamente los ecos de la Biblia, Fátima, Amsterdam y Garabandal. Así lo entendió el entonces Obispo Itô: “la advertencia de Akita es una repetición del mensaje de Fátima”, quien escuchó del Cardenal Ratzinger, cuando le visitó en Roma, prácticamente lo mismo.
Howard Q. Dee
Además, como certificó Howard Q. Dee, ex-Embajador de las Filipinas en la Santa Sede y coautor del libro María Corredentora, Mediadora, Abogada – Fundamentos Teológicos, Mons. Itô dijo: “La característica distintiva de las apariciones Marianas en Akita es que la estatua de madera de la Madre Santísima está al frente de la Cruz. Esta postura de la estatua milagrosa significa que la Santísima Virgen tiene una profunda relación con la Pasión redentora de Cristo en la Cruz, en el Calvario … La Santísima Madre sufrió con su Hijo Jesús, al permanecer de pie al frente de la Cruz. Aunque el sufrimiento de Nuestra Señora no es el principio esencial del sacrificio redentor de Nuestro Señor, su sufrimiento fue necesario para que la humanidad fuese capaz de recibir las gracias Divinas provenientes de la redención de Cristo en la Cruz … Akita confirma la autenticidad de los mensajes de Amsterdam, puesto que la estatua que lloró y sangró es una imagen esculpida de La Señora de Todas las Naciones. El cielo no hubiese permitido que los eventos sobrenaturales en Akita se concentraran en una imagen de Nuestra Señora de Todas la Naciones, si sus mensajes en Amsterdam no representaran la verdad. Y si es la verdad, ¿por qué estamos suprimiendo la proclamación de la verdad?”.
Agnes en el centro de las cinco primeras
religiosas de Yuzawadai (Akita)
Agnes en el centro
P. Yasuda
Otros milagros
El 4 de enero de 1975 la estatua comenzó a llorar y continuó haciéndolo, en 101 lacrimaciones, durante casi siete años, hasta el 15 de septiembre de 1981, fiesta de la Virgen de los Dolores. Mons. Itô fué testigo en cuatro ocasiones, y el capellán P. Yasuda en casi todas. La lacrimación del 8 de diciembre de 1979 (La Inmaculada), a las once de la noche, fue filmada por un equipo de la televisión japonesa y trasmitida a 12 millones de personas. Más de 500 las presenciaron “in situ” a lo largo de esos años, incluido el alcalde budista de Akita. La estatua fue radiografiada y las lágrimas fueron analizadas (el propio Mons. Itô envió, sin identificar el origen, las muestras de sangre, lágrimas y sudoración), y el profesor Sagisaka, de la Facultad de Medicina de Akita, y la Universidad de Gifu, comprobaron que se trataban de fluidos corporales; el obispo comprobó que las lágrimas tenían sabor salado. El fenómeno de las lacrimaciones en imágenes no es extraordinario; un solo ejemplo: en julio de 1972 la Imagen Peregrina de Fátima lo hizo en Nueva Orleáns en varias ocasiones.
En 1981 S. Agnes oyó de su ángel de la guardia la explicación del número (101) de las lacrimaciones: el primer uno representa a la primera mujer, Eva, la que inició el camino del pecado; el segundo uno representa a la última mujer, María, la que vencerá al mal; y el cero que está entre ambos números representa al Dios eterno.
El P. Yasuda, el mayor y mejor conocedor de los fenómenos de Akita, creía que las lacrimaciones se relacionaban con las lágrimas de María en el Calvario, considerando que si Lourdes era un refrendo del dogma de la Inmaculada Concepción, Akita lo era de la discutida doctrina la Corredención. Sor Agnes explicó que, según su ángel, su objetivo era hacer ver a la jerarquía eclesiástica, y al mundo entero, la Corredención de la Santísima Virgen.
Padre Gobbi
La propia Virgen se lo hizo así saber al Padre Gobbi, en una de sus numerosísimas locuciones, la ocurrida en Akita en 1987 el día de Nª. Sª de los Dolores.
Hubo muchas conversiones y milagros. En la medianoche del 4 de agosto 1981, Teresa Chun Sun Ho, ama de casa coreana, de reciente conversión al catolicismo, que se encontraba en coma irreversible producido por tumores cerebrales, se curó inmediatamente después que sus familiares pusieran una imagen de la Virgen de Akita en su almohada y rezaran por ella. Teresa manifestó después de que había tenido una visión de la Virgen María exactamente igual a la imagen; la aparición se repitió dos veces más. El milagro fue confirmado por los doctores Tong-Woo-Kim y Gil Song Lee, del hospital de Seúl, y por el P. Theisen, presidente del Tribunal Eclesiástico de aquella Arquidiócesis. La jerarquía eclesiástica coreana reconoció el innegable milagro y así lo trasmitió a Roma.
Y la curación de la sordera completa de Sor Agnes se produjo el 30 mayo de 1982, festividad de Pentecostés: en el momento de recibir la bendición con el Santísimo, por el P. Yasuda, oyó el tintineo de la campanilla. Su curación fue certificada por el Dr. Tatsuhiko Arai, del Hospital de la Cruz Roja en Akita.
Akita Novus Ordo
Obispo Ito en rito local de la Misa
La actuación de la Jerarquía Eclesiástica.
Monseñor Itô reconoció formalmente la autenticidad de los hechos, milagros y palabras de la Virgen en Akita con su pastoral fechada el 22 de abril de 1984, declarando su origen sobrenatural y autorizando su veneración en toda la Diócesis.
El Cardenal Joseph Ratzinger, entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, dió en junio de 1988 el juicio definitivo en favor de las apariciones de Akita, considerando auténticos y dignos de crédito los mensajes.
A pesar de ello, el sucesor de Itô, Mons. Francis Keichi Sato (9-III-1985 a 14-V-2004), desaprobó los hechos y desterró a la Hermana Sasagawa del convento de Akita. Es de suponer que en conexión con la curia Romana, la cual no revertió los hechos. Un creyente construyó lo que se conoce como la Casa de Oración de San Miguel en los suburbios de Tokio, y el Padre Yasuda, Sor Agnes y otra monja se instalaron allí. El sacerdote, la vidente y sus seguidores aceptaron humildemente el destierro, pero siguieron insistiendo en la veracidad de las apariciones. El P. Yasuda falleció el 22 de noviembre de 2013, literalmente en olor de santidad, pues el personal del hospital estaba desconcertado por la fuerte fragancia que desprendía, a menudo descrita como mezcla de lirios y rosas. Le acompañó S. Agnes, cuya salud era ya también delicada.
Claramente se puede constatar el cumplimiento de la profecía de “cardenales oponiéndose a otros cardenales, obispos contra obispos”.
El 6 de octubre de 2019, coincidiendo con la apertura de la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la región Panamazónica en el Vaticano (recordemos el escándalo de la Pachamama), saltó a la prensa que Sor Agnes había recibido otro mensaje advirtiendo de castigos divinos. Poco más ha transcendido y en internet es muy difícil encontrar rastro en la web, hablándose de que la monja, por entonces con 88 años, como sabemos había sido “recluida”.
El convento de Akita, que llegó a contar con cincuenta monjas, hoy apenas cuenta con diez y sólo cuatro lo suficientemente jóvenes para la vida diaria de la comunidad.
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