Píldoras Anti-Masonería

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viernes, 12 de abril de 2013

"Cristiada" (For greater Glory): por fin se estrena en España la gran película de la rebelión católica en México contra el gobierno liberal-laicista-masónico (829)


Análisis histórico por Clavijo: 

Emilio Portes Gil, presidente masón del PRI 
en el gobierno de México, dijo (1929) en un 
discurso público a los masones mexicanos, 
inquietos por el pacto para acabar con la Guerra Cristera:

 “El Estado y la Masonería en los últimos años 
han sido una misma cosa porque los hombres del poder 
han sabido siempre identificarse 
con los principios revolucionarios de la Masonería”

El Partido Revolucionario Institucional (PRI)
y sus antecesores directos en el gobierno PNR y PRM
han gobernado México  desde 1920 hasta 2000. 
El PRI ha vuelto en 2o12 con Enrique Peña Nieto.

La dictadura de Porfirio Díaz fue sostenida desde 1876 
por el capitalismo masónico USA hasta
la Revolución de 1910, liderada por
Álvaro Obregón, Pancho Villa y Emiliano Zapata.

Obregón, en el Poder desde 1920, y su sucesor
Plutarco Elías Calles, fundador del PRI en 1928, son 
los responsables directos de la Guerra Cristera



Sumario:
0. Estreno de Cristiada (InfoCatólica)
1. Película Magistral Prohibida en España (InfoCatólica)
2. Rebelión Católica Anti-Masónica en México (ReL)
3. México 1911: Revolución Masónica (Clavijo)
4. México 1926/9: Guerra Cristera (Clavijo)
5. Morir por la Libertad (Andy García)
6. Si luchaban por la libertad, ¿Por qué les llamaron CRIsTEROS?
7. Entrevista a Eduardo Verástegui, promotor de BELLA (pro-Vida)


InfoCatólica-Eleuterio F. Guzmán (4/4/13):
AÑO: 2012
DIRECTOR: Dean Wright
REPARTO: Bruce Greenwood, Peter O’Toole, Eva Longoria, Oscar Isaac, Andy Garcia, Bruce McGill, Santiago Cabrera, Rubén Blades, Catalina Sandino Moreno, Eduardo Verástegui...
GUIÓN: Michael Love, Dean Wright
MÚSICA: James Horner
FOTOGRAFÍA: Eduardo Martínez Solares
PRODUCTORA: New Land Films
DURACIÓN: 142 min.
PAÍS: México

Estos datos corresponden a una película a la que ha costado mucho venir a España. Se decía que se estrenaría en octubre de 2012 pero ya se sabe que ciertas expresiones de fe no son bien vistas y, seguramente, habrá tenido más de una traba. Pero, gracias a Dios las cosas, aunque tarde, llegan a donde tienen que llegar y se estrena mañana viernes, 5 de abril, con el título de “For Greater Glory” que, perdonen mi mal inglés, debe querer decir algo así como “Para mayor gloria” en referencia a lo que deberíamos decir o dejar por escrito siempre que hagamos algo: Para mayor gloria de Dios que es lo que, exactamente, hicieron aquellos hermanos en la fe.

La película “Cristiada” refleja la lucha de los católicos mexicanos por la defensa de su fe en una época (años veinte del siglo pasado) en la que la gobernación de aquella nación hermana había caído en manos masónicas, terriblemente laicistas y puramente anticlericales, se nos presenta la existencia de miles de mártires que dieron su vida perdonando a sus asesinos y sabiendo lo que debían hacer. No otra cosa que la que hicieron era lo que tenían que hacer.

El tema de aquellos mártires es tratado más que bien por el P. Iraburu en su libro “Hechos de los apóstoles de América” y dedica una parte del mismo, precisamente, a esta expresión de fe y de defensa de la misma. Por eso me permito traer aquí lo que en su día escribí sobre tal tema porque viene más que bien para el caso de esta película que, desde ya, recomiendo ver pues el que esto escribe hace algunos meses (incluso antes de que fuera a ser estrenada en España) pudo ver y disfrutar.

Dije, pues, lo que sigue: Lo sucedido en México durante los años 1926-1929 es un episodio de la historia de la salvación a tener en cuenta y a no olvidar. Aunque puedan parecer lejanas aquellas fechas, el hecho de que miles de personas dieran su vida al grito de ¡Viva Cristo Rey!, al ahora mismo llega la entrega de tantas vidas en defensa de la fe.

No sin poder olvidar lo que sucedió en los años de persecución religiosa habidos en España durante el régimen de la II República (1931-1939) nos recuerda el P. Iraburu que “unos años antes (1926-1929), también los mártires mexicanos fueron modelo para tantos otros cientos de miles, millones de cristianos aplastados en nuestro siglo por la Revolución en cualquiera de sus formas, liberal o nazi, socialista o comunista” (1). Por eso “Nos interesa, pues, mucho conocer la persecución religiosa en México, y entender bien la respuesta de aquellos católicos admirables, que con su sangre siguieron escribiendo los Hechos de los apóstoles en América” (2). Pero, si todo tiene un principio, también lo tiene este episodio impresionante de lo martirial.

Antecedentes de la persecución religiosa

En 1821, a través del Plan de Iguala, se decide la independencia de México de España. Pues “ya en 1855, se desata la revolución liberal con toda su virulencia anticristiana, cuando se hace con el poder Benito Juárez (1855-72), indio zapoteca, de Oaxaca, que a los 11 años, con ayuda del lego carmelita Salanueva, aprende castellano y a leer y escribir, lo que le permite ingresar en el Seminario. Abogado más tarde y político, impone, obligado por la logia norteamericana de Nueva Orleans, la Constitución de 1857, de orientación liberal, y las Leyes de Reforma de 1859, una y otras abiertamente hostiles a la Iglesia” (3). Pronto, pues, se inicia la persecución en contra de la Iglesia católica y, por tanto, de los mismos fieles.

Es más, la legislación de aquel tiempo atentaba, directamente contra muchos aspectos relacionados con la Iglesia católica. Así “Se establecía la nacionalización de los bienes eclesiásticos, la supresión de las órdenes religiosas, la secularización de cementerios, hospitales y centros benéficos, etc. Su gobierno dio también apoyo a una Iglesia mexicana, precario intento de crear, en torno a un pobre cura, una Iglesia cismática” (4).

Y, como no vaya a pensarse que el pueblo creyente mexicano iba a quedarse mirando para otro lado cuando se perpetraban actos tan deshonestos y tan vulgarmente impiadosos, ya se levantó, como sucedería luego en La Cristiada, en contra de tanto desafuero. Así, “Todos estos atropellos provocaron un alzamiento popular católico, semejante, como señala Jean Dumont, al que habría de producirse en nuestro siglo” (5), porque “tuvo un precedente muy parecido en los años 1858-1861. También entonces la catolicidad mejicana sostuvo una lucha de tres años contra los Sin-Dios de la época, aquellos laicistas de la Reforma, también jacobinos, que habían impuesto la libertad para todos los cultos, excepto el culto católico, sometido al control restrictivo del Estado, la puesta a la venta de los bienes de la Iglesia, la prohibición de los votos religiosos, la supresión de la Compañía de Jesús y, por tanto, de sus colegios, el juramento de todos los empleados del Estado a favor de estas medidas, la deportación y el encarcelamiento de los obispos o sacerdotes que protestaran. Pío IX condenó estas medidas, como Pío XI expresó su admiración por los cristeros” (6).

Tras aquel periodo laicista y claramente anticatólico, la república hermana de México tuvo que sufrir gobiernos que no cejaron en la persecución religiosa por el sólo hecho de “hacer cumplir las leyes que existen” (7) que son palabras de quien será el causante mayor de la denominada Cristiana y que no es otro que el general Plutarco Elías Calles (1924-1929) ante lo cual sólo se puede recordar que las tales normas eran, exactamente, las que eran y, en efecto, tenían el sentido que tenían y que no era otro que perseguir la creencia en Dios.

Las gotas que colman el vaso

Si bien el cristiano, aquí y allí católico, tiene el mandato de soportar las persecuciones en recuerdo de aquello que dijo Cristo sobre que serían perseguidos sus discípulos, la verdad es que la que se había perpetrado contra el creyente mexicano desde el mismo inicio de la independencia de su nación había colmado, seguramente, el vaso de la paciencia de un pueblo humilde y pobre.

Cuando, dadas las circunstancias por las que pasaba la Iglesia católica mexicana y tras la aplicación “exacta” de la ley laicista por parte del Presidente Calles y sin haber hecho el más mínimo caso a la Carta pastoral de los obispos mexicanos de fecha 25 de julio de 1926 en la que se decía que “ese Decreto y los Artículos antirreligiosos de la Constitución sean reformados”, el 31 de julio de aquel mismo año se ordenó la “suspensión del culto público en toda la República” (8), el pueblo creyente tuvo que creer y estar en seguridad de que había llegado el momento.

Es bien cierto que, como dice el P. Iraburu “la reacción del pueblo cristiano al quedar privado de la Eucaristía y de los sacramentos, al ver los altares sin manteles y los sagrarios vacíos, con la puertecita abierta…” (9) no se la esperaba nadie, incluso, ni siquiera, algunos Obispos. Todo, sin embargo, recuerda, palabra por palabra, a lo que dijeron aquellos mártires de Abitinia del siglo III (304) cuando, al pretender, sus captores que abandonaran la Santa Misa, expresaron su fe diciendo aquellas palabra que han pasado a la historia como expresión de fe: “sine domenico non possumus” o, lo que es lo mismo, no podemos vivir sin la Eucaristía.

Alzamiento cristero

Empezó, pues, el alzamiento de los cristeros en agosto de 1926, y “para darle unidad de plan y de acción, se puso la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa, fundada en marzo de 1925 con el fin que su nombre expresa, y que se había extendido en poco tiempo por toda la república” (10).

¿Qué pasa en Roma?

Es seguro que Pío IX estuviera preocupado por lo que pasaba en aquella parte de la cristiandad católica. Por eso publica (18 de noviembre de 1826) la encíclica “Iniquis afflictisque” en la que dice, entre otras cosas que “Ya casi no queda libertad ninguna a la Iglesia [en México], y el ejercicio del ministerio sagrado se ve de tal manera impedido que se castiga, como si fuera un delito capital, con penas severísimas” (11). Tiene, también, en cuenta a la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa cuando dice, de ella, que se extiende “por toda la República, donde sus socios trabajan concorde y asiduamente, con el fin de ordenar e instruir a todos los católicos, para oponer a los adversarios un frente único y solidísimo” (12).

Pero el Santo Padre tiene en su corazón a todos aquellos que entregan su vida por su fe. Por eso escribe que “Algunos de estos adolescentes, de estos jóvenes -cómo contener las lágrimas al pensarlo- se han lanzado a la muerte, con el rosario en la mano, al grito de ¡Viva Cristo Rey! Inenarrable espectáculo que se ofrece al mundo, a los ángeles y a los hombres” (13).

En realidad, lo que entonces sucedió fue que aquellos hombres católicos (sin olvidar el papel de la mujer católica en aquella guerra de liberación) “se echan al monte, como Francisco Campos, ‘a buscar a Dios’” (14).

Por otra parte, Jean Meyer, en su obra “La Cristiada” y, en concreto, en el volumen I de la misma hace una descripción de aquello que sucedió en la guerra cristera. José María Iraburu se refiere a la misma diciendo lo divida en “estas fases:

-incubación, de julio a diciembre de 1926;
-explosión del alzamiento armado, desde enero de 1927;
-consolidación de las posiciones, de julio 1927 a julio de 1928, es decir, desde que el general Gorostieta asume la guía de los cristeros hasta la muerte de Obregón;
-prolongación del conflicto, de agosto 1928 a febrero de 1929, tiempo en que el Gobierno comienza a entender que no podrá vencer militarmente a los cristeros;
-apogeo del movimiento cristero, de marzo a junio de 1929;-licenciamiento de los cristeros, en junio 1929, cuando se producen los mal llamados Arreglos entre la Iglesia y el Estado” (15).

Mientras tanto, “La desesperación del gobierno se iba acrecentando a medida que pasaban los meses, y se veía incapaz de vencer -en palabras del gobernador de Colima- ‘las hordas episcopales de fanáticos que engañados por la patraña clerical se han lanzado a la loca aventura de restaurar el predominio de los curas” (16) que es una meridianamente clara de poder apreciar hasta dónde llegaba el odio del gobierno represor de la fe católica.

¿Cuál fue, pues, el resultado de la guerra?

Cuantitativamente hablando, se calcula que en ella murieron 25.000 o 30.000 cristeros, por 60.000 soldados federales que es un triste balance para tener que sofocar el odio laicista de un pensamiento masónico.

Dice el P. Iraburu que malamente se le puede llamar arreglos (Iglesia católica-Presidente Portes Gil) a los llamados “Arreglos” con los que se llegó al final de la guerra cristera. Urdidos con la intervención de los Estados Unidos de América y llevados a cabo en un régimen, casi, de secuestro (incomunicados los intervinientes en aquellos arreglos en un vagón de tren) resultado, fue, seguramente, agridulce para la causa cristera pues podría dar la impresión de que tanta muerte no había servido para nada.

A este respecto, dice José María Iraburu que “Puede afirmarse, pues, que los dos Obispos de los Arreglos con Portes Gil no cumplieron las Normas escritas que Pío XI les había dado, pues no tuvieron en cuenta el juicio de los Obispos, ni el de los cristeros o la Liga Nacional; tampoco consiguieron, ni de lejos, la derogación de las leyes persecutorias de la Iglesia; y menos aún obtuvieron garantías escritas que protegieran la suerte de los cristeros una vez depuestas las armas” (17). Así, sin embargo, se escribe la historia de la fe en Cristo…

Espíritu cristero

Hay que reconocer que los creyentes católicos mexicanos (y, en una medida muy importante, el resto de catolicidad) tuvieron que soportar una serie de legislaciones hechas, expresamente, para atacar a la religión católica. Así, desde que se implantó (1917) la educación laica (antes de la respuesta cristera a la represión) nada bueno podía esperarse de aquel régimen político.

Y, sin embargo, “En entrevistas, crónicas y cartas de cristeros causa admiración comprobar la calidad doctrinal, bíblica y poética de sus expresiones. Todo lo cual contradice abiertamente el menosprecio de algunos pedantes acerca de la veracidad del cristianismo entre los indígenas de América. Los cristeros, concretamente, tenían en sí toda la fuerza de quien sabe estar haciendo la voluntad de Dios. ‘Conscientes de hacer la voluntad de Dios, dice Meyer, los cristeros podían resistir todos los descalabros militares, todas las desdichas espirituales y hasta la más terrible de todas: los arreglos y el poco apoyo clerical’ (289). Esa fidelidad a la voluntad de Dios providente les hacía inquebrantables” (18).

Además, la práctica religiosa ya puede imaginarse que, en unas personas que se habían levantado en armas por su religión, no podía ser menos que admirable. Así, “La guerra fue para muchos cristeros como unos ejercicios espirituales continuados. La misa sobre todo era, cuando había sacerdote, lo más apreciado por los cristeros, el centro de todo, cada día. Más aún, ‘en los campamentos cristeros, cuando esto era posible, el Santísimo Sacramento estaba expuesto, y los soldados, por grupos de quince o veinte, practicaban la adoración perpetua. La comunión frecuente era la regla… Los sacerdotes que permanecían con los cristeros se pasaban el tiempo confesando, bautizando, casando, organizando ejercicios espirituales y haciendo misiones’” (III,278) (19).

Se resume, podríamos decir, el espíritu cristero en la consideración que se tenía del poder civil y de la obediencia a Dios. Si hoy día es más que probable que el sometimiento al primero se haga a costa de respetar lo que Dios quiere, en aquel tiempo, recio de lucha y de entrega, se conocía bien, “en primer lugar, el deber moral de obedecer a las autoridades civiles, pues ‘toda autoridad procede de Dios’, pero también sabían que «hay que obedecer a Dios antes que a los hombres», cuando éstos hacen la guerra a Dios. Veían claramente en la persecución del gobierno una acción poderosa del Maligno” (20). ¡Oh tempora, oh mores!, deberíamos decir.

En cuanto al martirio de aquellas personas entregadas a su fe, todo lo que se diga siempre será poco. Incluía, además, no pocas veces, el humor (no negro sino, más bien, blanco”. Así lo recoge el P. Iraburu: “’¡Qué fácil está el cielo ahorita, mamá!’, decía el joven Honorio Lamas, que fue ejecutado con su padre (III,299). ‘Hay que ganar el cielo ahora que está barato’, decía otro (298). Norberto López, que rechazó el perdón que le ofrecían si se alistaba con los federales, antes de ser fusilado, dijo: ‘Desde que tomé las armas hice el propósito de dar la vida por Cristo. No voy a perder el ayuno al cuarto para las doce’ (302) (21).

Y, como no podía ser de otra forma en unos católicos que daban su vida de la forma como la daban, “La alegría estaba también siempre presente, como es lógico, en estos hombres que se estaban jugando la vida por Cristo, pasando indecibles miserias y penalidades. En crónicas y escritos siempre hay huellas de alegría y de humor. Cuenta Ezequiel Mendoza que su papá, en una ocasión, jugándose la vida, se quedó sosteniendo una puerta de campo, para que escapara un grupo de cristeros. Los federales le disparaban una y otra vez, sin atinarle. Así que él, sin soltar la puerta, ‘como enojado volvió su cara y regañó al enemigo, dijo: ‘Pendejos, tirar para acá, parece que no ven gente’” (Testimonio 37) (22).

Dice Jean Meyer, al respecto de la “espiritualidad bíblica y tradicional” (23) que tenían los cristeros, que “Hemos quedado asombrados por el número y la exactitud de las citas bíblicas. La idea de un pueblo católico ignorante de la Biblia no es válida para el campesino mexicano de esta época. En los caseríos lejanos de la parroquia se la leía de pie, o más bien se formaba círculo en torno de aquel que sabía leer” (307) (24).

Y, en cuanto a la religión de los cristeros, esto (también de Meyer):

“La religión de los cristeros era, salvo excepción, la religión católica romana tradicional, fuertemente enraizada en la Edad Media hispánica. El catecismo del P. Ripalda, sabido de memoria, y la práctica del Rosario, notable pedagogía que enseña a meditar diariamente sobre todos los misterios de la religión, de la cual suministra así un conocimiento global, dotaron a ese pueblo de un conocimiento teológico fundamental asombrosamente vivo. A Cristo conocido en su vida humana y en sus dolores, con los cuales puede el fiel identificarse con frecuencia, amado en el grupo humano que lo rodea: la Virgen, el patriarca San José, patrono de la Buena Muerte, y todos los santos que ocupan un lugar muy grande, completamente ortodoxo, en la vida común, se le adora en el misterio de la Trinidad. Esta religión próxima al fiel la califican de superstición los misioneros norteamericanos (protestantes y católicos) y los católicos europeos no la juzgan de manera distinta» (307). Sin embargo, ‘el cristianismo mexicano, lejos de estar deformado o ser superficial, está sólida y exactamente fundamentado en Cristo, es mariológico a causa de Cristo, y sacramental por consiguiente, orientado hacia la salvación, la vida eterna y el Reino. Durante la guerra, los santos se retraen notablemente hasta su propio lugar, mientras se manifiesta el deseo ardiente del cielo’” (310) (25).

Crítica de CineJulio Rodríguez Chico (8.04.13)

“For greater glory (Cristiada)” es una superproducción mexicana que no oculta su tono panegírico y elogioso. Lo mejor de la propuesta son las interpretaciones de Andy Garcia y Peter O’Toole.

Hay vidas heroicas y acontecimientos que merecen ser llevados al cine, y más si la historia los ha silenciado por los motivos que sea. Es lo que sucede con la llamada guerra de los cristeros, donde los católicos mexicanos fueron perseguidos, vejados y asesinados por el gobierno del presidente Plutarco Calles desde 1926 hasta 1929. Fue una guerra contra la libertad y contra la religión que encontró resistencia entre el pueblo, decidido a plantar cara a semejante atropello con la formación de un ejército cuyo mando encomendarían al general Gorostiega, militar retirado y ateo pero con fuertes principios liberales y una decidida voluntad de justicia. La historia de ese levantamiento y represión, de esa persecución sangrienta y salvaje, de ese odio a todo lo que supusiera un credo es lo que Dean Wright recoge en “For greater glory (Cristiada)” (ver tráiler), drama histórico de carácter épico que llega con vocación de testimonio y como evidente apuesta a favor de la libertad.

Aunque la película tiene un marcado carácter coral y son muchos los personajes que no llegan a tener desarrollo, Wright se centra especialmente en la figura de Gorostiega como amante de la libertad y en la de uno de los niños mártires cuya acción nos deja a todos conmovidos y edificados. Cada uno le sirve para hablar al espectador acerca de unas vidas ejemplares levantadas sobre ideales y convicciones firmes, en un caso desde la honradez sin prejuicios y en otro desde la fe sin odio. Son actitudes humanas que el director quiere ensalzar en medio de tanta sangre y violencia, consciente de que las historias personales arrastran —y conmueven— más que el frío relato de los acontecimientos. En cualquier caso, destacan las escenas bélicas, bien rodadas desde una épica que recurre sin disimulo al ralentí y a la explosión espectacular, al disparo a quemarropa y a la brutalidad explícita, aspecto que le da cierto aire de western crepuscular con algunos hombres buenos y héroes de la última hornada.

No se oculta el tono elogioso y panegírico de la propuesta, decidida a sacar a la luz la verdad censurada de un momento histórico y a poner de relieve las razones de fondo que condujeron a esa confrontación: fe y fidelidad a unas creencias, odio a la religión y a cuanto la simbolizase, amor a la verdad y a la libertad. Son estos valores que mueven a unos y otros a coger las armas y mancharse de sangre, para vergüenza u orgullo de todos. Bien ambientada y con buena fotografía, además la música de James Horner refuerza el carácter de gesta heroica, a veces de manera un tanto machacona y subrayada. Sin duda, lo mejor lo encontramos en la interpretación de dos grandes del cine: Andy Garcia, que mira desde la distancia esa guerra de religión que ha estallado, y que juega sus bazas de libertad con una personalidad arrolladora que se transmite solo con la mirada; y Peter O’Toole, que nos regala su último trabajo dando vida a un sacerdote lleno de vida interior y de humanidad. El elenco de actores de relieve no termina ahí, pues por la pantalla discurren Eva Longoria, Catalina Sandino Moreno, Bruce Greenwood o Eduardo Verástegui, aunque sus personajes apenas quedan esbozados.

Esta superproducción mexicana combina con acierto los pasajes de acción y los destinados a conmover al espectador, y aunque por momentos se hace un poco reiterativa y se empantana en la narración —se exige un tijeretazo a su alargado metraje—, resulta interesante y entretenida. Su factura no se aleja mucho de las convenciones del género y apunta a lo televisivo, a la vez que acusa cierta falta de sutilidad y un exceso de explicitud. Pero es un cine que ilustra y que se ve con gusto, ideal para los apasionados de las historias poco conocidas y que son tan reales como la vida misma. Es, en definitiva, la historia de los hombres en un periodo convulso del país azteca, urdida desde la libertad y la fe pero también desde la intolerancia y el abuso de poder.

1. Obra Maestra del Cine
Prohibida en España

InfoCatólica-Blog "El Olivo"/Tomás de la Torre Lendínez-(26.02.13): Me invitan a cenar a su casa un matrimonio amigo. Son adictos lectores de este Blog. Conocen mi amor al cine. Tras un condumio ligero, me colocan una película muy interesante.

Esta obra maestra del cine, no la he encontrado en los diferentes compendios de cine espiritual y de valores humanos y religiosos, que se están llevando a cabo por diversas diócesis de España. Iniciativa que aplaudo hasta con las orejas.

La película que vi, anoche, tampoco, ha sido estrenada en las salas comerciales, al parecer porque una mano dentro del “monarquismo eclesial" la tiene congelada para el gran público con la colaboración de la industria de distribución y las autoridades del gobierno del partido popular. Una decisión caciquil y peligrosa.

Sin embargo, esta película, como todo lo prohibido, se está viendo en reuniones de sacerdotes, como acaba de ocurrir en Granada en la última reunión celebrada durante los días 5 al 7 de este mes que fenece, donde han estado trabajando los arciprestes y vicarios de la Provincia Eclesiástica de Granada sobre el Año de la Fe y la Nueva Evangelización.

¿Cuál es esta película?

Está realizada en el año pasado. Ha sido estrenada en todo el mundo de habla española, y traducida a todos los idiomas. En todas partes ha sido muy acogida por el público y la critica. En España nos toman por menores de edad y se ve de modo restringido.

El título del film es “Cristiada”. Es la historia verdadera de la dramática persecución religiosa que el masón presidente mejicano Plutarco Calles emprendió contra la Iglesia Católica y los católicos desde el año 1926 hasta 1929. Varios mártires de aquella carnicería humana fueron beatificados por el Papa Benedicto XVI.

El guión de la proyección es excepcional, mantiene al espectador en una permanente tensión, la crudeza de las imágenes es trágica a la hora de matar a los cristianos como si fueran conejos, el color es denso en los momentos cumbres y el sonido muy bien conseguido, así como los efectos especiales.

Los papeles de interpretación son geniales, tanto en el niño de nombre José, como de los adultos que entran en la trama del guión, cada uno ejerciendo una responsabilidad y una labor digna de pasar al mejor cine de testimonio con mensaje religioso comprometido.

Pues, aquí, en el testimonio es donde está la mejor fuerza argumental: los cristeros, los que se levantaron contra aquella absurda persecución masónica contra la Iglesia implantada en la tierra mejicana, están convencidos de una fiesta instaurada por el Papa Pío XI, en el año 1925: la Fiesta de Cristo Rey.

La exclamación: Viva Cristo Rey, es el grito de defensa de la libertad de culto religioso católico cortada por el capricho del presidente Calles, quien al final tuvo que capitular ante tanta sangre derramada inocentemente.

Con el Viva Cristo Rey en la boca, unos años más tarde, en España mueren todos los mártires que derramarán su sangre a causa de la persecución religiosa más feroz llevada a cabo por los enemigos de la fe católica que servirán para llenar el Cielo de Santos.

Vuelvo al comienzo:

¿Quién o quienes han detenido que esta obra maestra del cine no se exhiba en salas comerciales abiertas al público?

¿Qué motivos tiene quien esté en la sombra poniendo el freno a que esta película entre en los contenidos del cine religioso, espiritual y valores humanos que se proyecta en muchas diócesis españolas?

Espero respuesta de quien sepa contestar. En caso contrario, seguiré creyendo que el “monarquismo” absoluto eclesial es necesario descubrirle su rostro hosco y espetarle en su cara que los católicos españoles no somos menores de edad.

Salí, anoche, de casa de mis amigos muy impresionado de esta película y muy agradecido a que me invitaran a dos horas y media de un gran cine católico. Por el camino, me consideraba que estaba en la clandestinidad de tiempos idos gracias a Dios, que alguien en la sombra desea reeditar.

Fuente: “Cristiada” en Granada: haciendo clic aquí


2. Cine Anti-Masónico 
Cristiada: Rebelión Católica en México 

ReL/Pablo J. Ginés (1/6/2012): El 1 de mayo se estrenó en Estados Unidos "Cristiada". El director nos habla de su espiritualidad, su enfoque épico y los hombres que vivieron la persecución del laicismo más radical.

"Cristiada", con el título en inglés "For Greater Glory", es una película ambientada en la Guerra Cristera de 1926 a 1929, protagonizada por Andy Garcia, con la presencia también de Peter O’Toole, Eva Longoria, Karyme Lozano y Eduardo Verástegui. En sus dos primeras semanas en la cartelera mexicana "Cristiada" superó el medio millón de espectadores y fue la más vista en el fin de semana de su estreno.

"¿Puede un gobierno ordenar al pueblo que actúe contra su fe?": así resumía Andy García el tema de "Cristiada" en una entrevista con CNSNews.

Hemos hablado en profundidad con el director de la película, Dean Wright, un protestante asombrado por el coraje y la intensidad de la fe del pueblo católico mexicano en los años 20. También es, como él admite, un enamorado del cine épico (realizó los efectos especiales de "Crónicas de Narnia" y "El Señor de los Anillos") y está convencido de que "Cristiada" recoge esa épica.

-Señor Wright, ¿justifica esta película el uso de la violencia para lograr un fin político? Después de todo, no trata sólo de mártires desarmados sino de una lucha armada.

- En México, en los años 20, el Gobierno hacía algo mucho más grave que simplemente restringir el culto católico: confiscaron propiedades de la Iglesia y expulsaron a los clérigos extranjeros y prohibían casi todas las misas. Para los mexicanos la fe era su forma de vida, la parroquia era el centro de la vida en cada pueblo y abundaba la gente de confesión frecuente o comunión diaria. Las protestas al principio fueron pacíficas. Intentaron varias cosas: desobediencia civil, boicots a productos del gobierno federal, manifestaciones... Y la reacción de los federales fue enviar tropas a Guadalupe. Las tropas mataron cien personas en una misa porque era "ilegal". A partir de ahí, era difícil contener la violencia. La película no dice que la violencia sea el camino. Los personajes en la película, como en la vida real, dudan de si hacen lo correcto.

Lo asombroso es que el general de los cristeros, Gorostieta, estaba ganando la guerra a las tropas federales. Los embajadores extranjeros, movidos por razones económicas, presionaron al Gobierno y éste retrocedió y retiró la mayor parte de sus medidas antirreligiosas. La paz llegó cuando el Gobierno cedió. Los cristeros no participaron en las negociaciones: muchos volvieron a casa, otros fueron perseguidos o cazados. Pero sin su acción militar ¿se habría logrado esa libertad? Yo creo que no.

- ¿Cómo muestra la película la diferencia entre "fanatismo" y "fuertes convicciones"? El Gobierno federal presentaba a los católicos como meros "fanáticos".
- Los personajes de la película se hacen preguntas, tienen dudas, son humanos, cometen errores y hay momentos críticos en los que se dan cuenta. Cuando ves que se hacen preguntas reconoces que no son fanáticos.

- Usted busca dar un toque épico, hacer una película épica, pero esta no es una película fantástica, aquí mueren seres humanos. ¿Eso no entorpece el sabor épico?

- Me gusta el cine épico: he hecho los efectos de Titanic, de El Señor de los Anillos, de Crónicas de Narnia. ¡Quiero hacer épica! Pero en Cristiada no sólo mostramos las batallas, sino también sus consecuencias, el sufrimiento y la tragedia que trae la guerra. Eran hermanos matando a hermanos, como en la Guerra Civil americana, o la española. Como cineasta no puedo predicar y decir "esto no debió pasar": me limito a contar lo que pasó pero, sí, fue terrible y así lo muestro.

- En la película impresiona la escena de los cristeros ahorcados por federales en los postes de telégrafos. Está basada en una fotografía real, en Jalisco, ¿no?

- Sí, es una imagen icónica de esa guerra. No solo sucedió así, sino que la imagen tiene un gran simbolismo. De hecho, la película tiene muchas escenas así: históricas y simbólicas a la vez. No sólo me documenté, sino que viajé a los lugares de los hechos, hablé con las familias y descendientes de los protagonistas, del general Gorostieta, de algunos mártires.

- En la Guerra Cristera participaron adolescentes y niños y la película lo recoge.

- Evidentemente, no queremos fomentar el uso de niños soldado. Mostramos lo que pasó, con su mezcla de lo dulce y lo amargo, de lo inspirador y lo que nos rompe el corazón. José, uno de los chavales de 14 años que hace de niño cristero, lo expresa muy bien. Lo cierto es que los federales atacaban a familias enteras, entraban en casas y disparaban contra padre e hijos y violaban a las mujeres. Muchos niños, a veces huérfanos, huían al desierto, a la montaña, o intentaban llegar a Estados Unidos. Otros se sumaban a los cristeros. Era otra época, la gente maduraba joven. Pero en la película un personaje dice a su hijo, claramente: "no vayas a la guerra".

- ¿Cómo aborda la película el tema de los mártires, la gente que murió sirviendo a la Iglesia pero sin recurrir a las armas?

- Mostramos distintos tipos de personajes que rechazan la violencia. Uno de los pocos personajes ficticios de la película es Adriana, que representa lo que hicieron muchas mujeres mexicanas: marchar en las manifestaciones, recoger firmas... y ver como sus seres queridos van a la guerra. Ella se lo plantea. ¿Es lícito tomar las armas si te han prohibido la libertad y tu religión? ¿Cuánto aguantar sin alzarte? Alzarse en armas fue lo que al final causó que el Gobierno tuviese que pactar. Sin eso, creo que no habría habido acuerdo. El tema de fondo, en mi opinión, es la libertad: de religión, de comercio, de familia... Si pierdes eso, la gente se alza.

- ¿Trata la película el papel de la Masonería?

- No, no lo tratamos. Sé que se dice que el presidente federal, Plutarco Elías Calles, era masón. Pero en una película no hay mucho tiempo, hay que elegir los temas y nos centramos en otros asuntos.

- Polonia tiene ya películas sobre sus mártires del comunismo, como Popieluszko. Ahora la tiene México con sus mártires. Pero en 2014 se cumplirán 80 años desde los primeros mártires españoles, los de la Revolución de Asturias, y el cine español no ha hecho ninguna película sobre nuestros mártires.

- Bueno, esta historia mexicana no la cuenta un mexicano. La cuento yo, que soy un gringo presbiteriano. Mi padre es pastor presbiteriano, y yo cuento una historia de mártires católicos. Fueron unos mexicanos los que me explicaron esta historia y me dijeron que merecía ser contada. Y vi que era cierto. La pude contar con cierto distanciamiento. No lo hizo un mexicano, ¿quizá por una resistencia en el país? ¿Temían no hacerlo bien? ¿Temían presiones del Gobierno o la Iglesia? No sé. 

La mayoría de los mexicanos no sabe nada de esa época, de lo que pasó. No se enseña en las escuelas. A mí, la resistencia de aquellas personas ante la opresión me pareció heróica, y conecté con la historia. Expliqué la historia de forma que también el público norteamericano lo entendiera, disfrutara con la historia y admirara a los mexicanos, quizá como nunca han hecho. Yo me conmoví con la historia de la cristiada. 

Quizá una película sobre los mártires de España necesita a un director extranjero, alguien de fuera que se conmueva con las historias. Y que no haga una película de bandos muy buenos y muy malos, porque eso el público lo rechazará. Cristiada intenta reflejar los errores y las imperfecciones de todos los implicados.

3. México: Revolución Masónica (1911)
Blog Clavijo


La Masonería es la progenitora del Relativismo, de la Ilustración antropo-céntrica y de las Revoluciones: norteamericana, francesa, socialista y neo-comunista (ecologista, indigenista, populista, etc.).

La Masonería y su derivada actual, el Poder Supranacional en la Sombra, pretenden el Gobierno Mundial por instigación del Maligno, el padre de la mentira.

El "Nuevo Orden Mundial" no es posible sin la anulación previa de la Iglesia Católica; la única institución, con dos mil años, que supera los mil millones de creyentes, defensora de la vida, la ley natural, la verdad, la justicia, la libertad y la dignidad del hombre.

México, la primera nación católica americana de habla hispana, no fué una colonia sino un virreinato de la Corona de España con soberanía en más de dos tercios del actual territorio de Estados Unidos (frontera en el río Misisipi en 1803).

México era la provincia más rica, vasta, próspera y culta de toda la América hispana; la Iglesia mexicana asombraba por sus valores espirituales gracias a la protección de la Virgen de Guadalupe, que se apareció en el cerro de Tepeyac (1531) dejando el testimonio de su bello rostro en el manto del indio Juan Diego. Su Santuario en Ciudad de México es visitado anualmente por más de veinte millones de peregrinos.

Cuando Fernando VII entregó España a Napoleón, los criollos mexicanos se rebelaron contra los españoles afrancesados al servicio del liberalismo masónico. El apogeo político de la Masonería española durante el trienio liberal (1920/3) favoreció la independencia de México casi sin traumas.

El ejécito español en Ámerica no pasaba de 25.000 soldados para la defensa del territorio que se extendía de Alaska a la Tierra del Fuego. Los rebeldes liberales se conjuraron en Quito (1819) contra el absolutismo del rey "felón" bajo el liderazgo de Simón Bolívar, masón de alto nivel al servicio del imperio británico. En 1823 el gobierno USA impuso la doctrina Monroe a los europeos, iniciando la tutela masónica sobre el continente americano.

En 1829 la República de México, dirigida por masones controlados por el embajador norteamericano, decretó la expulsión de todos los españoles, desmantelando los territorios y misiones del Norte. Desde la anexión de Florida (1819), USA practicó la infiltración de colonos anglosajones al norte del río Grande.

En 1835 el general Houston proclamó la independencia de Texas, patrocinada por un cónclave de masones mexicanos y norteamericanos. El general López de Santa Ana con 2.000 soldados eliminó la resistencia de los invasores en El Álamo pero fue derrotado en la batalla de San Jacinto.

En 1846 Estados Unidos ocupó Nuevo México, Arizona y California; el vicepresidente masón de México Gómez Farias esquilmó a la Iglesia para financiar la guerra contra Estados Unidos que finalizó a los dos años con la firma del humillante tratado de Guadalupe Hidalgo por el que México perdió más de la mitad del territorio heredado de España.

El régimen liberal-masónico degeneró en la etapa de Porfirio Díaz después del trágico intermedio imperial de Maximiliano, impuesto por Napoleón III, jefe supremo de la Masonería europea continental.

En 1908 apareció un semanario satírico de gran influencia, muy crítico con el régimen porfirista, dirigido por Francisco Madero, que practicaba el espiritismo y pertenecía a la masonería dependiente de los Estados Unidos. Madero asumió la presidencia (1911) e inició la etapa de la Revolución mexicana que aún perdura. El 1% de la población poseía el 97% de a Tierra (menos de 900 hacendados gratos al régimen).

El general Huerta, gobernador de la capital, pactó con los oligarcas sublevados y derrocó a Madero que fue asesinado. La revolución alumbró tres caudillos:

-Villa, guerrillero en el Norte.
-Carranza, apoyado por el general Obregón, dominador de la región occidental y protegido de los norteamericanos.
-Zapata, el iluminado alzado en el Sur. 

En 1915 Obregón tomó la capital y acabó con la anarquía. El presidente Carranza promulgó la Constitución Revolucionaria (1917) de ideología masónica, ferozmente anticlerical, que prohibió la enseñanza religiosa y nacionalizó los bienes de la Iglesia.

En 1919 Obregón asesinó a Zapata y obligó a huir a Carranza que se llevó el Tesoro público y un harén. Murió asesinado también (1929), había ganado las elecciones por abrumadora mayoría y protegido a todos los enemigos de la Iglesia: liberales-radicales, marxistas, anarcosindicalistas y comunistas, que se conjuraron bajo inspiración masónica contra la fe multisecular del pueblo mexicano.

En 1924 subió a la presidencia el general Elías Calles, demagogo prevaricador que recrudeció hasta el paroxismo la persecución contra la Iglesia y los católicos, a los que pretendió aniquilar con vesania masónica; incluso intentó crear una iglesia apóstata y cismática. Provocó la reacción en varios estados: Jalisco, Zacatecas, Guadalajara, Michoacán. La rebelión contra la tiranía anticatólica se conoce como:

4. “Cristiada” (Guerra Cristera-1926/9)
Blog Clavijo


La Cristiada es un conflicto de origen masónico e importancia mundial, además de un clarísimo precedente de la Guerra civil española (1936/9) consecuencia de la Constitución masónica (1931) y la Revolución socialista (1934), cuando fueron asesinados 13 obispos y 7.000 eclesiásticos.

La intolerable persecución del gobierno de Calles y Obregón provocó la reacción de los católicos, con dos millones de firmas contra la violación de las leyes más elementales de la convivencia. Finalmente el Episcopado mexicano decretó el “interdicto”, pena canónica que suspendía el culto público en toda la nación.

Nunca se había visto una guerra popular de tal envergadura desde el alzamiento (1793) de la Vendée contra el ejército de la Revolución ilustrada y masónica de Francia que provocó el genocidio de 350.000 católicos.

Los rebeldes mexicanos se llamaron “cristeros” y entraban en combate al grito de “Viva Cristo Rey”. Las jóvenes pelearon también heroicamente en las brigadas Juana de Arco.

El gobierno respondió con decenas de sacerdotes asesinados, profanación de iglesias, atentados y violaciones por militares. Juan Pablo II ha beatificado (1992) a 22 sacerdotes y 3.000 seglares víctimas del odio a la fe en la guerra cristera.

Asesinado Obregón, asumió la presidencia Portes, marioneta del general Calles, bajo el patrocinio del embajador Monroe de los Estados Unidos. El Partido Nacional Revolucionario monopolizador del poder durante dos décadas cambió su nombre por el de Partido Revolucionario Institucional (PRI) que es la ficción democrática más escandalosa del mundo, de inspiración masónica.

Fuente: Ricardo de la Cierva. “Las puertas del infierno” (2006)

5. "CRISTIADA"
MORIR POR LA LIBERTAD


InfoCatólica (18/4/12): El actor cubano Andy García dijo ayer en México que su nueva película, «For Greater Glory» («Cristiada»), habla de esa gente que está dispuesta a morir por la libertad si un día se la quitan, y dijo que este derecho es el bien más preciado del ser humano. «Nadie quiere una guerra, pero cuando a alguien le quitan el derecho a esa libertad básica, especialmente gente que tiene una fe profunda, resulta que hay gente que está dispuesta a morir por esa libertad», apuntó el artista en una conferencia de prensa.

García presentó en México su último trabajo, la película mexicana "For Greater Glory", que habla de la Guerra Cristera (1926-1929), conflicto emprendido por grupos de católicos contra las medidas del presidente Plutarco Elías Calles que buscaban separar y suprimir a la Iglesia de la vida pública.
El actor representa el papel del general Enrique Gorostieta Velarde, protagonista del filme dirigido por Dean Wright que se estrena el próximo viernes 20 de abril en México.
"Es una puerta abierta para estudiar qué pasó en esa época, durante la Cristiada, para aprender sobre eso y ojalá que nunca se repita porque la realidad de la libertad del ser humano es una libertad absoluta y necesaria".


Residente en Estados Unidos desde niño, García se definió como "un producto de una situación política" que le robó su país y lo llevó al exilio; un país, Cuba, en el que piensa en cada momento.
La historia de la cinta fue concebida por el guionista Michael Love, quien contó a Efe que para escribirla estudió mucho, leyó unos 20 libros así como periódicos de la época en inglés y en español, y entrevistó a gente que vivió en ese periodo.

Según explicó, "esta es una historia de ficción basada en eventos reales y personas reales, pero es ficción porque hay cosas se han cambiado y no es un documental".

En la conferencia de prensa de hoy García estuvo acompañado por el joven actor Mauricio Kuri, que interpreta al beato José Luis Sánchez del Río, y por el productor de la cinta, el mexicano Pablo José Barroso.

Pese a que la película cuenta una historia sucedida en México, su enfoque es internacional y se rodó en inglés para llegar a más personas; el reparto lo completan actores como Eva Longoria, Peter O'Toole y el también músico Rubén Blades.

La cinta se estrenará en Estados Unidos el próximo 1 de junio con más de 750 copias, aunque su distribución dependerá del éxito que tenga en México, explicó el productor.

6.  Si luchaban por la libertad
¿por qué les llamaron cristeros?

Tradición digital (6/4/13): Nos alegra sobremanera el estreno, por fin, de la película Cristiada, que así se llamaba originalmente: http://www.cristiadapelicula.com/

Pero no puede menos que desazonarnos ver que la lucha tradicionalista de los Cristeros -y reaccionaria, pues reacciona contra la revolución liberal- haya sido vendida en España como lucha en nombre de la libertad, y camuflada con un nombre inglés.

Aquí lo tienen:  A mayor inri, la izquierda califica una persecución criminal como acoso: ‘For greater glory‘, el acoso a los católicos mexicanos …

Antonio MR: Una respuesta para "Si luchaban en nombre de la libertad, ¿por qué les llamaron cristeros?": Los cristeros lucharon por Dios y por su Patria, al igual que los cruzados españoles que liberaron nuestra Patria de la opresion marxista, esta perversion del lenguaje debe ser denunciada y descubierta y reivindicar a nuestros soldados y Martires que derramaron generosamente su sangre por nuestra Fe.
VIVA CRISTO REY!