La masonería en la literatura
José Antonio Ferrer Benimeli
REHMLAC vol.5 n.2 (Jan./Apr. 2014)
Este ensayo esboza una panorámica general e internacional del binomio Literatura-masonería, estudiado por países y con un cierto orden cronológico. En él se abordan aquellos literatos más conocidos que al mismo tiempo fueron masones aunque no reflejen directamente su compromiso con la masonería en sus escritos literarios. Los que sí manifiestan en sus obras el dualismo masónico-literario. Autores no masones que aluden a la masonería en sus obras y que incluso la elevan a categoría de protagonista. Y estudios críticos sobre dichos autores y sus obras.
***************
España e Hispanoamérica no han contado con un gran panteón de masones pertenecientes al mundo de la literatura. Sin embargo dos nombres son los más aireados: Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928) autor conocido, entre otros, por sus Cuatro Caballeros del Apocalipsis y Sangre y Arena, del que se ocupan Luis M. Lázaro Lorente, Blasco Ibáñez: Masonería, Librepensamiento, Republicanismo y Educación (Alicante, 1990) y Blasco Mucci, Blasco Ibáñez, pioniere della solidaritá e della toleranza (Roma, 1996); y el poeta nicaragüense Rubén Darío [Félix García Sarmiento] (1867-1916) del que Manuel Mantero se cuestiona si en realidad fue masón, en ¿Era masón Rubén Darío? (Madrid, 1989). Sin embargo Giordano Gamberini afirma que fue iniciado en la logia Progreso n° 16, de Managua, el 24 de enero de 1908.
Menos dudas parece que ofrecen José Hernández (1834-1886) el poeta argentino autor de Martín Fierro iniciado en la logia Asilo del Litoral n° 18, el 28 de agosto de 1861; el escritor y poeta peruano José David Guarini (1830-1890); el poeta mejicano Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893) que llegó a ser Gran Maestre de la Gran Logia Valle de México; y el igualmente poeta venezolano Andrés Eloy Blanco (1898-1955) fundador del Supremo Consejo venezolano.
De otros, como el también poeta Antonio Machado (1875-1939) existen serias dudas a pesar de que José Antonio García Diego y Ortiz defiende, o mejor dicho pretende demostrar, -aunque sus 'argumentos' no convencen- la pertenencia de Machado a la masonería en dos de sus trabajos: Antonio Machado masón (Zaragoza, 1989) y Antonio Machado y Juan Gris. Dos artistas masones (Madrid, 1990). En ambos utiliza como fuente privilegiada un artículo de Emilio González López, Antonio Machado y la Masonería publicado, en una revista masónica de lengua castellana titulada "El Sol de la Fraternidad", en Nueva York, el 26 de octubre de 1957 y posteriores entrevistas con dicho autor. De un intento similar de atribuir su pertenencia a la masonería tampoco se escapa García Lorca (1898-1936), como recoge Poli Servian en el artículo ¿Fue Lorca masón? (Granada, 2001) según novedosos datos del profesor López Casimiro sobre la posible vinculación del poeta a las logias granadinas. Manuel de Paz Sánchez en Intelectuales, poetas e ideólogos en la francmasonería canaria del siglo XIX (Santa Cruz de Tenerife, 1983) se limita a recoger algunos poemas de Domingo Carballo y de Elías Mujica. Más interesante y directo es el trabajo de Orlando González González, La personalidad masónica literaria de Aramburu (La Habana, 1989) y de Ma de las Nieves Pinillos, El masón Rufino Blanco Fombona, Gobernador Provincial de la República Española (Zaragoza, 1993) referido al escritor venezolano de la generación modernista que vivió exiliado en Europa y varios países americanos durante la dictadura de Gómez.
Conocidas a nivel internacional son dos masonas, Rosario de Acuña y Carmen de Burgos de las que se conservan artículos, escritos y cuentos no directamente masónicos que han sido estudiados, entre otros por José Bolado, Vicente Bernaldo de Quirós y Concepción Nuñez. De Clara Campoamor ha sido editada su obra La revolución española vista por una republicana (Bellaterra, 2002) que sobrepasa el género de literatura política. Y en el estudio introductorio de Neus Samblancat Miranda se aportan datos interesantes y no demasiado conocidos sobre la posible pertenencia de Clara Campoamor a la masonería, más allá de la condena que sobre ella dictó el Tribunal de Represión de Masonería y Comunismo y que la mantuvo en el exilio hasta su muerte en Lausanne el 30 de abril de 1972. Las tres, representan tres importantes peldaños en el proceso de emancipación de la mujer española. Clara Campoamor, Rosario de Acuña y Carmen de Burgos,
Frente a masones y masonas que en su obra literaria no se ocupan de la masonería encontramos en España otros autores, que, no siendo miembros de la masonería, tratan de ella en sus obras y lo hacen de una forma directa e importante. El más representativo es Benito Pérez Galdós en sus Episodios Nacionales. Una de las cosas que más llama la atención al leer los Episodios es la presencia constante de la masonería en la mayor parte de los mismos. Presencia que tendrá en algunos más incidencia que en otros, pero que va tomando protagonismo de una forma progresiva hasta alcanzar, por decir así, el punto culminante en el episodio que está dedicado íntegramente a la masonería: El Grande Oriente del que existen múltiples ediciones, como la de Madrid de 1993. Sobre esta cuestión José Antonio Ferrer Benimeli tiene, entre otros trabajos, La Masonería en los Episodios Nacionales de Pérez Galdós (Madrid, 1982) donde se analiza el cómo y porqué del interés galdosiano por la masonería en sus novelas en las que ofrece una clara dicotomía: La visión popular negativa y truculenta de la masonería, y aquella más liberal y liberalizadora con la que Galdós se identifica.
Otros escritores del momento, como Pereda y Pardo Bazán o Clarín y Juan Valera, también aluden en sus novelas -aunque menos- a la masonería decimonónica española con características -al igual que Galdós- claramente satíricas y desmitificadoras como recoge Soledad Miranda en Religión y clero en la gran novela española del siglo XIX (Madrid, 1982). En el otro extremo el P. Luis Coloma, en su novela Pequeñeces nos ofrece la imagen tradicional y clerical de la masonería como manifiesta Ricardo Serna en sus interesantes estudios Masonería y Literatura. La masonería en la novela emblemática del jesuita Luis Coloma (Madrid, 1998) y La Masonería en "Pequeñeces", novela emblemática del jesuita Luis Coloma (Zaragoza, 1999). De Coloma y Machado vuelve a ocuparse Ricardo Serna en Masonería y Literatura. Dos ámbitos en confluencia (Santa Cruz de Tenerife, 2009).
Una actitud parecida, aunque desde principios ideológicos radicalmente diferentes es la del escritor y novelista Pío Baroja puesta de manifiesto por Isabel Martín Sánchez en La masonería en la obra de Pío Baroja. Las Memorias de un hombre de acción (Zaragoza, 1999) y por Javier González Martín en sus dos trabajos La masonería en Pío Baroja. Un estudio de "Con la pluma y el sable" (Zaragoza, 1995) y La crítica contubernista, mito y antropología en el pensamiento barojiano (1911-1936) (Toledo, 1996).
Mucho antes, a comienzos del siglo XIX, otro escritor Blanco White tampoco ocultaba su animadversión hacia la masonería como señala Manuel Moreno en La Masonería española ante Blanco White (Zaragoza, 1989). En este mismo sentido tenemos que incluir al general Francisco Franco Bahamonde en una de sus facetas menos conocida, la de novelista-guionista, pues en Raza -posteriormente llevada al cine- y publicada con el pseudónimo de Jaime de Andrade (Madrid, 1942-Barcelona, 1997) está igualmente patente el fantasma de la masonería que tanto le obsesionó a lo largo de su dilatada vida militar y política y que ha sido exhaustivamente estudiada por Juan José Morales Ruiz entre otros trabajos en La crisis del 98 en el discurso antimasónico. 'Raza', el guión que escribió Franco (Zaragoza, 1999).
De las sugerentes y evocadoras alusiones masónicas de Alejo Carpentier en El siglo de las luces se ocupan el profesor André Jansen en La masonería en la literatura hispanoamericana (Zaragoza, 1993) y Patrick Collard, Historia e iniciación. La masonería y algunos de sus símbolos en 'El Siglo de las Luces' de Alejo Carpentier (París, 1993). Referido al mismo escenario es el trabajo de José A. Ferrer Benimeli, Révolution francaise et littérature clandestine á Cuba (Pointe-á-Pitre, 1988) presentado en el Coloquio Internacional "El período revolucionario en las Antillas" que tuvo lugar en Martinica y Guadalupe en 1986.
Dos grandes poetas y líderes de sus respectivas patrias e independencias son Rizal y Martí, el primero con novelas políticas como Noli me tangere y El Filibusterismo aunque es igualmente conocido por su poema El último adiós escrito según la tradición estando ya en capilla poco antes de ser fusilado en Manila. Los primeros en descubrir al poeta cubano José Martí fueron Rubén Darío, Unamuno y Juan Ramón Jiménez que lo califican como poeta de acción. Sobre uno y otro, vistos desde sus respectivas militancias masónicas hay varios y sugerentes trabajos de Susana Cuartero Escobés, José Manuel Castellano y Manuel de Paz Sánchez, entre otros.
El asesinato del general Prim en diciembre de 1870 y su velatorio en la basílica de Atocha es rememorado por Francoise Randouyer en Les Francs-magons dans la basilique. Un événement maconnique vu par la presse et la littérature (París, 1979). Especial atención merece una figura como la de Antonio Romero Ortiz quien el 10 de mayo de 1881 sucedió a Práxedes Mateo Sagasta como Gran Maestre del Gran Oriente de España. En aquel momento era el Presidente de la Asociación de Escritores y Artistas de España y acababa de ingresar en la Real Academia de la Historia con un discurso dedicado al Justicia de Aragón que fue contestado por el también masón Víctor Balaguer. De Romero Ortiz se ocupó Ana Ma Freire López en Cartas inéditas de escritores españoles en la colección de autógrafos de don Antonio Romero Ortiz (Madrid, 1991).
Otras personalidades, como la del masón y teósofo Mario Roso de Luna (1872-1931), estudiado de forma exhaustiva y con gran autoridad por Esteban Cortijo, también destacan en facetas quizá menos conocidos como la novelística. En el caso de Roso de Luna el tema ocultista es protagonista en no pocas de sus novelas. De las muchas obras de Roso de Luna podríamos citar como ejemplo En el umbral del misterio (Madrid, 1909), El mago rojo de Logrosán (Madrid, 1917), El tesoro de los lagos de Somiedo (Madrid 1916-Gijón, 1980), Wagner, mitólogo y ocultista (Madrid, 1917 y 1987), Páginas ocultistas y cuentos macabros (Madrid, 1919 y 1982), etc.
En el capítulo de Memorias es reveladora la obra de Diógenes Diaz Cabrera, Once cárceles y destierro (Santa Cruz de Tenerife, 1980) en la que narra con brillantez y desgarro las consecuencias de su paso por el Tribunal de Represión de la Masonería y el Comunismo. Y la no menos sugestiva y testimonial de Prisciliano (pseudónimo del Dr. Eduardo Alfonso), La Masonería Española en Presidio (Madrid, 1983).
Finalmente, hoy día estamos asistiendo en España a un fenómeno un tanto curioso y es al protagonismo de la masonería en algunas novelas. Fue Lorenzo Villalonga en Bearn o la sala de las muñecas, publicada en castellano en 1956 y luego en catalán con abundantes ediciones posteriores, el pionero de esta fórmula. Las afinidades entre Bearn (cuya acción se sitúa a lo largo del siglo XIX en una casa solariega en la zona montañosa del norte de Mallorca) con la novela Il Gattopardo del príncipe de Lampedusa tienen no pocos puntos en común. Ambas novelas lograron una gran difusión al ser llevadas al cine.
De reciente publicación es la novela de Manuel Ayllon, Historias de masones. De El Escorial a Banesto. 1577-1993 (Madrid, 2001) que se puede considerar dentro del género de novela histórica. Aunque su estilo es bueno y la lectura amena, sin embargo el autor hace gala de un gran desconocimiento de la historia que no duda en manipular, elevando a categoría de acontecimientos masónicos, hechos, realidades y personalidades totalmente ajenos a la masonería. Otro tanto se puede decir de Silvestre Hernández Carné en Las tres flores de lys (Oviedo, 2002) en la que sin embargo, en cuanto novela policíaca y a través de un suspense bien conseguido capta la atención del lector en una trama en la que se involucra a la masonería actual en una serie de misteriosos crímenes rituales cometidos en Zaragoza.
Un caso aparte es la versión española de Lars Gustafson, Música fúnebre para masones (Barcelona, 1988) ya que es un clásico fraude, pues la única vez que aparece en toda la obra la palabra 'masones' es en el título, no teniendo la novela la más mínima vinculación ni con la masonería, ni con los masones. Muy distintas en la forma y en el fondo son otras dos novelas escritas recientemente por dos expertos en la historia de la masonería y que, por lo tanto, no incurren en los errores históricos de Ayllón y Hernández Carné. A esta cualidad añaden el de haber conseguido un estilo y rigor que confieren un alto nivel al contenido histórico de las respectivas novelas, y al mismo tiempo proporcionan un acercamiento correcto a la masonería a través de la trama novelística. En el caso de José Antonio Ayala, La sombra del Triángulo se trata de una biografía anovelada en torno a la figura de Angel Rizo Bayona, marino, diputado a Cortes durante la Segunda República y masón destacado del Gran Oriente Español. La novela de Pedro Víctor Fernández Fernández, El triángulo de León, de carácter histórico se desarrolla también en la Segunda República si bien se extiende a la guerra civil y período inmediatamente posterior. En ambos casos al acierto de la forma elegida se une el contenido y expresión histórica, ideológica y ritual de la masonería manifestados sin fisuras a lo largo de las respectivas tramas argumentales. En la misma línea hay que incluir a Ricardo Serna Galindo en La Noche de papel y Los escritos, recopilación de relatos cortos en uno de los cuales "La noche de la promesa" se describen rituales de iniciación del Rito Escocés Antiguo y Aceptado. Del mismo autor existen dos útiles trabajos generales titulados Estudios literarios al socaire de la masonería (Zaragoza, 2001) y El asunto literario en la investigación masonológica (Oviedo, 2010), éste último publicado, con otros autores, como Víctor Guerra, La masonería en la novelística actual, en el número monográfico de la revista Cultura Masónica (julio 2010) dedicada a Masonería y Literatura.
Una última novela centrada en el tema masón es Hijas de la luz (2011) de Nora Ortiz, pseudónimo de Natividad Ortiz Alvear, especialista precisamente en la masonería femenina española. Y a otro nivel, de ensayo, es el sugerente trabajo de Yvan Pozuelo Andrés, Una muestra de famosos escritores liberales "antimasones" , publicado en la revista digital Actuallynotes (2009) en la que hace un agudo análisis de cinco escritores críticos de la masonería: Guy de Maupassant, Benito Pérez Galdós, André Gide, Thomas Mann y Georges Simenon, que, sin ser masones, se interesan de formas diversas en sus respectivas obras literarias por la cuestión masónica vinculada con la historia, la política, la Iglesia, el librepensamiento, etc., pero siempre entendida como una red de amistades interesadas.
En el terreno ambiguo del cómic, entre literatura popular y modo de formar la opinión pública, -en el que ya hemos encontrado a Hugo Pratt y su Corto Maltés- existe también uno titulado ¿Ustedes masón... o masoncito? (México, s.f.) de Rius en el que el autor responde de forma sintética a varios interrogantes sobre el origen, desarrollo y funciones de la masonería añadiendo a la mera información agudos comentarios humorísticos.
Como complemento resulta también muy útil el cómic de C. Javeau, La Franc-magonnerie vue par l'opinion publique (Bruxelles, 1984).
En síntesis el binomio masonería-literatura consta de una gama de matices y enfoques que se pueden reducir a cuatro apartados:
1. Literatos de renombre que al mismo tiempo fueron masones pero que no reflejan directamente su compromiso con la masonería en sus escritos literarios.
2. Masones que sí manifiestan su dualismo masónico-literario.
3. Estudios críticos sobre dichos autores y sus obras.
4. Autores no masones que aluden a la masonería en sus obras y que incluso la elevan a categoría de protagonista.
Bibliografía
Ferrer Benimeli, José Antonio y Susana Cuartero Escobés. Bibliografía de la Masonería. Madrid: Fundación Universitaria Española, 2004. Tres volúmenes.