Joe Biden, Justin Trudeau, Boris Johnson y Scott Morrison:
del autoritarismo sanitario al desprecio ciudadano
Por Emmanuel Rincón
4-2-22
La libertad según la RAE es la “facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos”, según esta sencilla definición a todos nos debería quedar bastante claro a qué nos referimos cuando hablamos de “libertades”; sin embargo, a los políticos y a quienes hacen apología de los mismos, les encanta subjetivizar la definición de libertad, aplican un relativismo teórico para adecuarlo a sus ideologías o intereses, y de esa manera pisotean y destrozan el verdadero significado de “ser libres”.
Si bien la mayoría de los políticos no comparten un verdadero amor por la libertad, todos tienen algo en común con la concepción clásica de dicha terminología: a todo político, estatista o aspirante al poder, le encanta identificarse con dicha palabra y usarla en sus discursos, en especial cuando todavía no han llegado al poder.
Recientemente Twitter revivió un video de Trudeau joven hablando sobre los beneficios de la libertad canadiense: “… este es un país del derecho de los individuos, de libertad (…) libertad para hacer lo que quieras con tu cuerpo”, decía el hoy primer ministro, quien al parecer ha cambiado radicalmente de opinión y ya no considera la libertad un principio fundamental para el desarrollo de las sociedades.
Miles de camioneros y ciudadanos salieron a protestar en Canadá la semana pasada en contra de las autoritarias medidas que Trudeau quiere aplicar, entre ellas, forzar a las personas a inyectar en sus cuerpos vacunas para poder trabajar y mantener a sus familias; ante dichas protestas el mandatario ha querido salir del paso acusando a los camioneros de ser manifestantes violentos, y posterior a ello se escondió en un lugar desconocido para evitar enfrentar las protestas; luego apareció diciendo que había contraído Covid, pese a estar completamente vacunado y con refuerzos.
Es decir, en una misma secuencia de hechos, Trudeau quiere obligar a los canadienses a vacunarse en contra de su voluntad para “controlar el virus”, insulta y maltrata a los camioneros que se niegan a obedecerlo y a su vez declara que ha contraído el Covid pese a tener diferentes rondas de vacunación en su cuerpo. Y sí, lo sé, las vacunas no previenen el contagio, pero ciertamente no es un mensaje demasiado convincente.
Pero Trudeau, ubicado a la izquierda en el espectro ideológico, no es el único que tiene graves problemas con la libertad. En Australia, Scott Morrison, primer ministro y miembro del Partido Liberal (derecha), se ha ganado portadas en los medios internacionales por el autoritarismo con el que ha azotado a sus ciudadanos en nombre del Covid. Los maltratos, detenciones arbitrarias, restricciones y la violencia policial contra personas por razones tan tontas como no usar una máscara o caminar en un perímetro “no autorizado”, han sido puestos en evidencia en videos que se han viralizado en redes sociales. Ahora según Bloomberg, las encuestas indican que en mayo los australianos votarían para sacar a Morrison del poder.
En Inglaterra, Boris Johnson del Partido Conservador es otro que está pagando el precio de su hipocresía. Luego de someter a la población a medidas de confinamiento, distanciamiento y el uso obligatorio de mascarillas, se filtró que mantuvo fiestas en Downing Street sin cumplir las normas que él mismo había establecido; ahora una buena parte del país pide su dimisión.
Y por supuesto, en Estados Unidos, el país de las libertades, Joe Biden y los demócratas llevan dos años tratando a los americanos como ovejas, con fuertes restricciones y mandatos que ellos mismos no cumplen, dejando en evidencia su hipocresía y autoritarismo. El último episodio lo protagonizó el gobernador de California, Gavin Newson, quien fue fotografiado con el exjugador de baloncesto Magic Johnson en un evento deportivo sin usar las mascarillas que obliga a utilizar a todos los ciudadanos que están bajo su mandato.
No importa el espectro ideológico, el autoritarismo siempre es inadmisible
Sin importar si están a la izquierda o a la derecha, todos los políticos que han abusado de su poder e irrespetado las libertades individuales con la excusa de la pandemia actualmente enfrentan en sus países elevados índices de rechazo, y algunos incluso están en peligro de ser destituidos.
La mala noticia es que la pandemia ha abierto una caja de pandora de la que los políticos quieren abusar para implantar un mayor autoritarismo. La buena es que –parece– los ciudadanos del mundo están reaccionando y no parecen dispuestos a tolerar que se vulneren sus derechos individuales.
Definitivamente el mundo postpandémico no será igual. Es impredecible el rumbo que tomará la humanidad luego de estos años de confinamientos y autoritarismo. Lo que sí es seguro es que sociológicamente no seremos lo mismo y tras lo vivido en este ciclo solo quedan opciones: los ciudadanos despiertan y comprenden que no podemos dejar nuestras vidas en manos de políticos, o las sociedades sucumbirán ante el poder de nuevos Estados todopoderosos ejecutores de algún tipo de socialismo moderno.
De nuestra parte quedará sacar lo mejor o lo peor de esta crisis.