MASONERÍA: último escalón de la Cadena Gnóstica
Revolución para la Nueva Era de la Religión Universal
Gobierno Supranacional de la Superplutocracia
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LIBROS
1. MASONERÍA-ClásicosProtocolos de los sabios de Sión (1927)
Jakim Boor (F.Franco). Masonería (1950)
Jean Lombard. Cara oculta de la Historia (1979)
Fray Juan Antonio Cervera. Red de poder (1984)
Ismael Medina. España indefensa (1986)
Martín de Lozano. Nuevo Orden Mundial (1990)
2. MASONERÍA-Maestros
Ricardo de la Cierva. Editorial FÉNIX:
Misterios de la historia (1991)
Las puertas del infierno (1995)
La hoz y la cruz (1996)
Signos del anticristo (1999)
Masonería invisible (2002)
Gobierno masónico de ZP (2007)
Infiltración masónica en la Iglesia (2011)
Masonería, satanismo y exorcismo (2011)
P. Manuel Guerra:
Sobre Masonería invisible de Ricardo de la Cierva (2003)
100 preguntas-clave sobre la “New Age”. M. CARMELO (2004)
Diccionario enciclopédico de las Sectas. BAC (2005)
Trama masónica (2006)
De la “Gnósis” a la “Nueva Era” (2010)
Las Sectas. EDICEP (2011)
Monseñor Raúl Berzosa:
Nueva Era y Cristianismo (1995)
Nueva Era y Mística (2003)
P. Juan Claudio Sanahuja:
El desarrollo sustentable (2003)
Poder global y Religión universal (2010)
Guillermo Buhigas:
Los Protocolos. Memoria histórica. SEKOTIA (2008)
Eugenesia- Eutanasia. Conjura contra la vida. SEKOTIA (2009)
Sionismo, iluminados y masonería. SEKOTIA (2011)
3. MASONERÍA-Selectos:
Jose Antonio García Noblejas. Masonería (1980)
Jose Antonio Vaca de Osma. Masonería y poder (1992)
Jose Antonio Ullate Fabo. Secreto masónico. LIBROS LIBRES (2007)
Maurice Caillet. Yo fui masón. LIBROS LIBRES (2008)
Vicente A. Guillamón. Masones en el gobierno. LIBROS LIBRES (2009)
Ricardo de las Heras. La trama masónica (2009)
Manuel Galiana. Nuevo Orden Mundial (2010)
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LA MASONERÍA CONTRA ESPAÑA
Esta bitácora está dedicada a ofrecer, de la forma más didáctica, un conocimiento histórico -estrictamente histórico- de la francmasonería en España. Todos los artículos se inspiran en fuentes históricas fidedignas. Cuantos más libros aparecen sobre masonería, menos se sabe de ella. La saturación bibliográfica obedece a un principio practicado por ellos: el de la tinta del calamar. Nos abruman de datos superficiales y míticos (fáciles incluso de desmontar), para que cada día sepamos menos la ruina que causaron a España. De eso hablamos aquí: de su obra destructiva, urdida y practicada histórica y efectivamente contra España desde el siglo XVIII al presente.Con motivo del aniversario, hoy 18 de julio, del Alzamiento Nacional que condujo a la guerra civil en España, vamos a dejar a un lado a D. Marcelino Menéndez y Pelayo y vamos a considerar una cuestión que puede ser interesante, para conocer mejor a algunos protagonistas de ese episodio nacional.
El dirigente socialista en el exilio, D. Indalecio Prieto reprochaba al General Francisco Franco que para el Dictador hubiera masones aceptables y masones perseguibles. Veamos lo que nos dice Indalecio Prieto sobre este asunto en su obra autobiográfica: "De mi vida". Y pongamos las cosas en su sitio.
"El primer organismo dirigente que tuvo el movimiento subversivo contra la República española fue la titulada junta de Defensa Nacional, constituida en Burgos el 23 de julio de 1936. La presidía el general de división Miguel Cabanellas Ferrer."
Cierto, D. Miguel Cabanellas Ferrer, veterano combatiente en Cuba y en África, fue uno de los militares más partidarios del advenimiento de la II República española, por lo que se le ascendió a Capitán General de la II División Orgánica de Andalucía a los pocos días de proclamarse la República. Su filiación masónica (y, algo que las más de las veces iba adherido al masonismo: sus ideas republicanas) explican este apoyo de Cabanellas a la República, así como la recompensa que obtuvo en su ascenso. Sustituyó a D. José Sanjurjo en la Dirección General de la Guardia Civil y fue (1934-1935) diputado electo a Cortes en Jaén por el Partido Republicano Radical, formado por la flor y nata de la masonería centro-derechista. Se designa a Cabanellas presidente de la Comisión de Guerra, pero renuncia a tal cargo por ser nombrado, de la mano del gobierno Azaña, Inspector General de Carabineros, más tarde es Inspector General de la Guardia Civil y, luego, Jefe de la V División Orgánica de Zaragoza. La carrera militar de Cabanellas a lo largo de la II República había sido fulgurante con el amparo y el impulso de sus hermanos masones. Sin embargo, la vorágine de desórdenes sociales, de terrorismo callejero y violencia incivil promovidas por el Frente Popular parece inclinar a D. Miguel Cabanellas a la conspiración militar que eclosionará el 18 de julio de 1936. Parece ser que fue Queipo de Llano quien le demandó su adhesión. Y el General Cabanellas accedió a unirse a los sublevados.
La muerte "accidental" del general Sanjurjo (20 de julio de 1936) que, estaba convenido, sería el presidente del Directorio Militar de los sublevados obliga a estos a constituir una Junta de Defensa Nacional (24 de julio de 1936) y Cabanellas resulta designado presidente de la misma por su veteranía en el generalato.
Continuemos con los recuerdos de D. Indalecio Prieto:
"Cabanellas firmó el 24 de julio un decreto disponiendo que "el excelentísimo señor general de división don Francisco Franco Bahamonde asuma las funciones de general jefe del ejército de Marruecos y del Sur de España.".
Cabanellas suscribió seguidamente la declaración-programa de dicha junta al país.
Cabanellas restableció el 29 de agosto la bandera roja y gualda de la monarquía.
Cabanellas nombró el 29 de septiembre "Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos al general de división don Francisco Franco Bahamonde".
Cabanellas, dispensándole honores máximos, dio posesión de esa jefatura a Franco el 1 de octubre en la Capitanía general de Burgos."
Cierto. Pero D. Indalecio Prieto ignoraba -o silencia- que el masón Cabanellas se opuso a concederle la jefatura a Franco. Según los historiadores Daniel Sueiro y Bernardo Diaz Nosty -nada sospechosos de franquismo, por cierto: el general Cabanellas, presidente de la Junta de Defensa Nacional, nada más conocer que se iba a investir a Franco como Jefe... "hizo algunas gestiones desesperadas para evitar lo irreparable: "Ustedes no saben lo que han hecho -comentó el hasta entonces presidente de la Junta a algunos de los generales que se habían pronunciado a favor de Franco-, porque no lo conocen como yo, que lo tuve a mis órdenes en el Ejército de África como jefe de una de las unidades de la columna a mi mando; y si, como quieren, va a dársele en estos momentos España, va a creerse que es suya y no dejará que nadie lo sustituya en la guerra ni después de ella, hasta su muerte"." ("Historia del Franquismo", 1º Tomo, Daniel Sueiro y Bernardo Diaz Nosty, Editorial Sarpe, 1986, pág. 57.)
Sigue Indalecio Prieto recordándonos dos fragmentos del pomposo discurso por el que Cabanellas entregaba a Franco la Jefatura, en nombre de la Junta de Defensa Nacional y la no menos pomposa respuesta de Franco al veterano General, en la que le decía Franco al masón Cabanellas: "Ponéis en mis manos a España; yo os aseguro que mi pulso no temblará, que mi mano estará siempre firme. Llevaré a la patria a lo más alto o moriré en mi empeño. Quiero vuestra colaboración. La junta de Defensa Nacional seguirá a mi lado". El altisonante palabrerío en público que, con ocasión tan solemne, cruzan Cabanellas y Franco es algo circunstancial a lo que Indalecio Prieto, no sin miras interesadas, da un relieve que no tiene; pues, por mucho que Cabanellas -masón- y Franco -antimasón- pudieran discrepar, en ese momento ambos eran camaradas de armas (con una guerra civil como telón de fondo).
Y continúa Indalecio Prieto, con el ánimo de acusar a Franco de contradictorio en su posición frente a la masonería:
"Pues bien, Miguel Cabanellas Ferrer, de quien recibió sus actuales poderes dictatoriales Francisco Franco Bahamonde, aquel a quien éste quiso conservar junto a sí y al que gratificó con la investidura de inspector general del ejército, era masón. Y Franco lo sabía, como lo sabíamos todos, por pertenecer Cabanellas al sector de masones pintorescos y exhibicionistas, estilo del "Ciudadano Medina", que andaban por peñas de cafés y cervecerías jactándose de figurar en las logias."Lo de Indalecio Prieto no puede interpretarse sino como pura y neta propaganda política, inspirada por el rencor y la revancha contra Franco. Pues, si es cierto que Franco concedió a Cabanellas el cargo de "inspector general del ejército", dicho cargo no era, en rigor, ninguna gratificación, sino que todo lo contrario era anular a Cabanellas con un cargo nominal que no tenía funciones, como el mismo Cabanellas reconoció con amargura, una vez pasado todo. Para ello habría que leer "Cuatro Generales. La lucha por el poder", de Guillermo Cabanellas de Torres que, como hijo del mismo D. Miguel Cabanellas, contiene una riquísima información de primera mano para poner las cosas en su sitio, y no ponerlas donde le da la gana ponerlas al resentido Indalecio Prieto.
En cuanto a la indulgencia que tuvo Franco para con Cabanellas, puede añadirse la que también tendría más tarde -tras la victoria- con D. Alejandro Lerroux que, pese a su pública militancia en la masonería y a las escandalosas proclamas incendiarias de sus años revolucionarios juveniles, pudo regresar a España, abandonando su exilio en Portugal, allá por el año 1947, como el también masón D. José Ortega y Gasset que en 1945 pudo volver a España, instalándose en Madrid... Franco tenía muy claro que a la masonería había que tenerla a raya, pero también hay que decir a favor de Franco que demostró una tolerancia que ahora -en estos tiempos en que todos lo denigran- puede resultar extraña, pero que no podrá estar siempre silenciada, por mucho que hagan por ocultarlo los enemigos de Franco que de manera tan cobarde, cuando ya no hay peligro alguno, lo somenten a la "damnatio memoriae".
¿Entonces, en qué quedamos? ¿Franco... el enemigo de la masonería? ¿O... Franco el Clemente?
¿Era Franco un ogro malvado y cruel por perseguir a la masonería...? ¿O es que Franco tenía más manga ancha de la que conviene reconocer? Si se reconociera esa manga ancha, ¿cómo se podría sostener la imagen de Franco que se han ocupado de distorsionar con la propaganda antifranquista de ayer y hoy?
Pero la verdad se impone. Y es justo reconocer que el General Francisco Franco permitió, a sabiendas de la filiación masónica de algunos personajes públicos, que estos eminentes masones (militares, políticos, intelectuales) pudieran vivir en la España franquista, sin ser inquietados. Franco tenía mucho sentido común, más del que nos tienen acostumbrados a ver que tengan esos que se desgarran las vestiduras cuando hablan de Franco, esos que alardean de su obsesión enfermiza contra Franco. Entre sus detractores, todo hay que decirlo, no faltan grandes vividores desagradecidos que eran, durante el franquismo, los más franquistas y ahora, que cambiaron las tornas, se han convertido en neo-anti-franquistas.
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16 de julio de 2011
Sepulcro en el que yacen los restos mortales de D. Marcelino Menéndez y Pelayo, en la S. I. Catedral de Santander. El Sepulcro que representa al sabio tal y como fue amortajado (con hábito de fraile), fue labrado por el escultor palenciano Victorio Macho (1887-1966).
LA MASONERÍA, TRAIDORA AFRANCESADA
Por su interés, reproducimos un capítulo de "Historia de los heterodoxos españoles" que concierne a la actividad desplegada por la masonería durante el gobierno de ocupación napoleónico en España. La masonería hispano-francesa se convirtió en instrumento de dominio de José Bonaparte. Escribe D. Marcelino Menéndez y Pelayo:
Napoleón Bonaparte en una pose de Baphomet
"Entre tanto, el Gobierno de José proseguía incansable su obra de desamortización y de guerra a la Iglesia; y, tras de los conventos, suprimió las órdenes militares, incautándose de sus bienes, y se apoderó de la plata labrada de las iglesias, comenzando por las de Madrid y por El Escorial. Los atropellos ejercidos en cosas y personas eclesiásticas por cada mariscal del imperio en el territorio que mandaban, no tienen número ni fácil narración.Pero no he de omitir que en 1809 fue bárbaramente fusilado, por orden del mariscal Soult, el obispo de Coria, D. Juan Álvarez de Castro, anciano de ochenta y cinco años. El incendio de la catedral de Solsona en 1810, la monstruosa violación de las monjas de Uclés en 1809 y los fusilamientos en masa de frailes estudiantes de teología que hizo el mariscal Suchet en Murviedro, en Castellón y en Valencia... son leve muestra de las hazañas francesas de aquel periodo.
¡Con cuán amargo e íntimo dolor hay que decir que no faltaron en el Episcopado español algunos, muy pocos, que se prestasen a bendecir aquella sangrienta usurpación; prelados casi todos de los llamados jansenistas en el anterior reinado! Así Tavira, el de Salamanca, así el antiguo inquisidor D. Ramón de Arce, y así también (pesa decirlo, aunque la verdad obliga) el elocuente misionero capuchino Fr. Miguel de Santander, obispo auxiliar de Zaragoza, que anticanónicamente se apoderó del obispado de Huesca con ayuda de las tropas del general Lannes.
La larga ocupación del territorio por los ejércitos franceses, a despecho del odio universal que se les profesaba, contribuyó a extender y difundir en campos y ciudades, mucho más que ya lo estaban, las ideas de la Enciclopedia y la planta venenosa de las sociedades secretas, olvidadas casi del todo desde la bula de Benedicto XIV y las pragmáticas de Fernando VI. Pero desde 1808, la francmasonería, única sociedad secreta conocida hasta entonces en España, retoñó con nuevos bríos, pasando de los franceses a los afrancesados, y de éstos a los liberales, entre quienes, a decir verdad, la importancia verdadera de las logias comienza sólo en 1814, traída por la necesidad de conspirar a sombra de tejado.
De las anteriores logias afrancesadas no quedan muchas noticias, pero sí verídicas seguras. Díjose que la de Madrid se había instalado en el edificio mismo de la suprimida Inquisición; pero Llorente, que debía de estar bien informado por inquisidor y por francmasón, rotundamente lo niega. Lo que yo tengo por más ajustado a la verdad, y se comprueba con la lectura de los escasos procesos inquisitoriales formados después de 1815 contra varios hermanos, es que la principal logia de Madrid, la llamada Santa Julia,estuvo en la calle de las Tres Cruces, siendo probable que aún existan en los techos y paredes de la casa algunos de los atributos y símbolos del culto del Gran Arquitecto que para aquella logia pintó el valenciano Ribelles, según consta de información del Santo Oficio.
En la calle de Atocha, frente a San Sebastián, hubo otro taller de caballeros Rosa-Cruz, que debe ser el mismo que Clavel llama de la Beneficencia. Otro taller con el rótulo de La Estrella reconocía por venerable al barón de Tiran. Todos pertenecían al rito escocés y prestaban obediencia en 1810 a un consistorio del grado 32 que estableció el conde de Clermont-Tonnerre, individuo del Supremo Consejo de Francia, y desde 1812, a un supremo Consejo del grado 33, cuyo presidente parece haber sido el conde le Grasse-Tilly, o un hermano suyo llamado Hannecart-Antoine, que vino a España a especular con la filantrópica masonería, vendiendo diplomadas y títulos por larga suma de dineros, que luego repartía con su hermano. Así se organizó el Gran Oriente de España y de las Indias,al cual negaron obediencia las logias establecidas en los puertos independientes, entendiéndose directamente con Inglaterra, bajo cuyos auspicios se había inaugurado el Gran Oriente Portugués en 1805.
Los franceses multiplicaron las congregaciones masónicas en las principales ciudades de su dominio. Una hubo en el colegio viejo de San Bartolomé, de Salamanca, frecuentada por estudiantes y catedráticos de aquella venerable Universidad, materia dispuesta entonces para todo género de novedades por ridículas que fuesen. En Jaén, al retirarse los franceses descubrióse la correspondiente cámara enlutada, con el crucifijo y los atributos masónicos pintados por un tal Cuevas. En Sevilla, desde el año 10 al 12 hubo dos logias, una de ellas en el edificio de la Inquisición, y en ella leyó D. Alberto Lista su masónica oda de El triunfo de la tolerancia. Con esta clave se entenderán mejor algunas de sus estrofas:
Mas, ¡ay!, ¿qué grito por la esfera umbría
desde la helada orilla
del caledonio golfo se desprende?
Hombres, hermanos sois, vivid hermanos.
Como no hay noticia de que el primero que dijo esta perogrullada fuera caledonio, no cabe más interpretación racional sino que la logia pertenecía al rito escocés."
Alberto Lista, masón y afrancesado traidor
el del "caledonio golfo"
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viernes, 15 de julio de 2011
MARCELINO MENÉNDEZ Y PELAYO
Haremos bien en considerar que nuestras desgracias nacionales nacen de un profundo desconocimiento de nuestros más grandes genios. Por eso muy pocos españoles pueden a día de hoy hacerse una idea de la portentosa erudición de D. Marcelino Menéndez y Pelayo (1856-1912), actualmente ignorado por pigmeos intelectuales (progresistas o neoconservadores) que incluso, hace poco tiempo de ello, pretendieron retirar la estatua sedente que al polígrafo cántabro se le levantó en la Biblioteca Nacional de España.D. Marcelino fue un talento precoz. Nada que fuese propio de la cultura era ajeno a Menéndez y Pelayo. Prolífico ensayista, baste mencionar de entre su legado intelectual dos de sus monumentales obras: "Historia de las ideas estéticas en España" y la "Historia de los heterodoxos españoles".
Muy joven, D. Marcelino se topó con los krausistas que se habían adueñado de la universidad española. Su impecable lógica así como su exquisita sensibilidad reaccionaron con virulencia ante los vaniloquios pedantescos de los figurones krausistas que le dieron clases. Salmerón, uno de los krausistas más famosos, fue profesor suyo y de él dirá D. Marcelino en una carta a Rubió y Lluch:
"Salmerón no nos ha enseñado una palabra de Metafísica, ni de Lógica subjetiva, ni mucho menos de ninguna particular ciencia (como él dice), pues en todo el año no ha hecho otra cosa que exponernos la recóndita verdad de que la Metafísica es algo, y algo que a la Ciencia toca y pertenece, añadiendo otras cosas tan admirables y nuevas como ésta, sobre el conocer, el pensar, el conocimiento, que (palabras textuales) "es un todo de esencial y substantiva composición de dos todos en uno, quedando ambos en su propia substantividad, o más claro, el medio en que lo subjetivo y lo objetivo comulgan".
El krausismo tenía una relación estrechísima con la masonería, el artífice de esa filosofía -Karl Christian Friedrich Krause- había sido masón. Y sus secuaces españoles, algunos de ellos investidos con la aureola de "santones laicos", también eran clientes de las logias.
En cuanto a lo que Menéndez y Pelayo nos revela sobre los trabajos conspirativos de la masonería hay que remitirse a la "Historia de los heterodoxos españoles", donde trata por extenso de ella en ciertos capítulos muy concretos. Válganos como una muestra este enjundioso pasaje:
"Un motín militar vergonzoso e incalificable [Menéndez y Pelayo se refiere al Pronunciamiento de Las Cabezas de San Juan, año 1820], digno de ponerse al lado de la deserción de D. Oppas y de los hijos de Witiza, vino a dar, aunque no rápida ni inmediatamente, el triunfo a los revolucionarios. La logia de Cádiz, poderosamente secundada por el oro de los insurrectos americanos y aun de los ingleses y de los judíos gibraltareños, relajó la disciplina en el ejército destinado a América, introduciendo una sociedad [logia] en cada regimiento; halagó todas las malas pasiones de codicia, ambición y miedo que pueden hervir en muchedumbres militares, prometió en abundancia grados y honores, además de la infame seguridad que les daría el no pasar a combatir al Nuevo Mundo, y de esta suerte, en medio de la apática indiferencia de nuestro pueblo, que vio caminar a Riego desde Algeciras a Córdoba sin que un solo hombre se le uniese en el camino, estalló y triunfó el grito revolucionario de Las Cabezas de San Juan, entronizando de nuevo aquel abstracto código [la Constitución de Cádiz], ni solicitado ni entendido. Memorable ejemplo que muestra cuán fácil es a una facción osada y unida entre sí por comunes odios y juramentos tenebrosos sobreponerse al común sentir de una nación entera y darle la ley, aunque por tiempo breve, ya que siempre han de ser efímeros y de poca consecuencia tales triunfos, especie de sorpresa o encamisada nocturna. Triunfos malditos además cuando se compran, como aquél, con el propio envilecimiento y con la desmembración del territorio patrio."
D. Marcelino Menéndez y Pelayo, egregia figura que se yergue sobre las muchedumbres de ignorantes de ayer y hoy, merece con todo el derecho ocupar un honorabilísimo puesto en el Panteón de Ilustres antimasones españoles.
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11 de julio de 2011
ANTONIO CÁNOVAS DEL CASTILLO
El 8 de agosto de 1897, D. Antonio Cánovas del Castillo se hallaba en el balneario de Santa Águeda (Mondragón). En el Balneario se aloja, como corresponsal de "Il Popolo", Michele Angiolillo. Cánovas está esperando a su esposa, Doña Joaquina de Osma y Zabala. Mientras la señora llega, hay que ver lo que tardan las mujeres en su aseo, Cánovas lee un periódico. Angiolillo aprovecha la soledad descuidada y el ensimismamiento de su víctima. El italiano se acerca al malagueño y, cuando lo tiene a tiro, dispara a bocajarro. Cánovas muere.
El pistolero fue detenido. Angiolillo se declaró anarquista y confesó en su juicio que asesinó a Cánovas en venganza por los anarquistas detenidos en Barcelona, tras el atentado anarquista contra la procesión del Corpus Christi (junio de 1896). Pero Angiolillo mentía... O decía media verdades -que, para el caso, es lo mismo.
Angiolillo (1871-1897) había estado en París y había mantenido varios encuentros con el doctor Ramón Emeterio Betances (1827-1898). El portorriqueño Doctor Betances vivía por aquel entonces en Francia, dedicado a la medicina y a la agitación política; Betances era uno de los conspicuos cerebros del movimiento insurreccional de las Antillas contra España. Betances, como la mayor parte de sus colegas independentistas, se había iniciado muy pronto en la masonería, haciéndolo en la Logia "Unión Germana" a la que pertenecía su padre; esta Logia fue fundada en 1866 en San Germán. Más tarde, Betances pasó a la Logia "Yaguez", una de las más activas contra España. La vida de Betances es una más de esas vidas del siglo XIX, dedicadas febrilmente a la masonería, a la conspiración y al atentado político en nombre de los más sublimes ideales.
Todos los indicios conducen a pensar que el asesino de Cánovas no actuaba sencillamente como vengador de los anarquistas barceloneses, sino que la orden de atentar contra Cánovas del Castillo fue dada por la masonería internacional, sirviéndose del Doctor Betances, que deliberó con el sicario Angiolillo la conveniencia, en un primer momento, de asesinar a María Cristina de Austria, Reina Regente, y a su hijo Alfonso, que todavía era un niño. Betances pensó con Angiolillo que un atentado de esa envergadura no sería buena publicidad -y no por motivos éticos, sino por cálculo propagandístico, se pensó cambiar de plan: mejor acabar con la vida del político malagueño, el artífice de la Restauración, D. Antonio Cánvas del Castillo.
Así fue como Angiolillo -de quien siempre se ha dicho falsamente que actuaba en solitario y por libre- se instaló en el balneario guipuzcoano y, haciéndose pasar por periodista, aguardó el momento oportuno para perpetrar el magnicidio. Betances le había dado 500 francos al terrorista, para sus gastos personales.
Asesinato de Cánovas del Castillo
Betances fue el autor intelectual del crimen y se quedó tan fresco en Francia. Angiolillo, como autor material, fue condenado a muerte, tras un juicio rápido, siendo ejecutado el 20 de agosto del mismo año. De darle garrote se encargó D. Gregorio Mayoral Sendino (1863-1928), verdugo titular de la Audiencia de Burgos.No puede entenderse este magnicidio sin el telón de fondo de los conflictos independentistas de las Antillas y Filipinas, donde la masonería indigenista tuvo un papel destacadísimo en contra de España y sirviendo, voluntaria o involuntariamente, a la masonería anglosajona.
La masonería de las Antillas se había servido de un anarquista italiano para matar a Cánovas del Castillo, el hombre fuerte del gobierno español. Y de la masonería de las Antillas -al fin y al cabo, una sucursal suya- se había servido la masonería anglosajona; pues, una vez eliminado Cánovas del Castillo, Práxedes Mateo Sagasta (el hermano masón "Paz") subiría al poder, viejo y "desagastado" (según dijo humorísticamente un ingenioso de la época). Con Sagasta en el gobierno, y tras una guerra donde los españoles no pudimos poner otra cosa que el coraje y la valentía, a falta de armamento y barcos, todo fue mucho más fácil para la firma del Diktat de París (vulgar y eufemísticamente conocido como "Tratado de París").
En 1898, España desaparecía del escenario geopolítico que Estados Unidos de Norteamérica -y su patriótica masonería- tanto ambicionaban.
Publicado por Carlanca
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9 de mayo de 2011
Mateo Morral, el terrorista
de la Escuela de Francisco Ferrer Guardia
EL CASO DE DIEGO RUIZ RODRÍGUEZ (2ª parte)
La actividad periodística de Diego Ruiz encuentra su cauce en "El Poble Català", durante los años 1906 y 1907: en las páginas de este periódico se dedica a proclamar mesiánicamente el advenimiento de un Filósofo que impondrá en Cataluña la Dictadura Espiritual (hacemos bien en pensar que el Filósofo que Ruiz Rodríguez profetiza es, en su megalomanía, el mismo Ruiz Rodríguez). La megalomanía de Diego Ruiz es acusada en su estilo panfletista, del que Gonzalo Sobejano ha llegado a escribir: "[Diego Ruiz] se presenta en términos megalomaníacos como un filósofo de categoría excepcional".
Son muchas las obras que el estrafalario pensador publica en este período. Ruiz está produciendo su filosofía del entusiasmo. Ha viajado por Europa, ha conocido a Carducci, ha leído a Nietzsche, por el cual siente un entusiasmo patente y del que muestra conocer su obra como pocos españoles de su época. Carducci con su "Himno a Satanás" y Nietzsche con su Superhombre marcarán la filosofía ruizista.
En 1906 Ruiz se casa con la segoviana Esperanza Menéndez Villanueva. El matrimonio tendrá una hija, Gloria Ruiz Menéndez. La mujer lo abandonará allá por el año 1912, llevándose a la hija consigo. Mientras tanto, desde 1906 a 1912 se suceden vertiginosamente ensayos de temática filosófica, psicopedagógica, libros de cuentos... La labor de Ruiz no parece conocer treguas. El filósofo nihilista es infatigable. Algunas de sus obras panfletarias son de una abierta intención transgresora y subversiva; los títulos de las mismas son elocuentes. En 1907, por ejemplo, publica "De la sublimidad de la blasfemia", en dos entregas para el periódico "La Publicidad". Los esbozos de la doctrina ruizista de la blasfemia muestran una clara voluntad nihilista:
"Blasfemeu de tal manera que, després de les vostres paraules, sembli que'l món hagi d'anorrearse, o esser una altra cosa diferent de lo qu'es".
[Traducimos: Blasfemad de tal manera que, después de vuestras palabras, parezca que el mundo se ha aniquilado, o sea una cosa diferente de lo que es].
Una de las pocas especialistas en Ruiz es Assumpta Camps, de la Universidad de Barcelona, que, al describir el concepto de genio de Ruiz, destaca que:
"El genio será, así pues, para Ruiz, una nueva encarnación de Lucifer, y, como tal, se definirá por ser rebelde, prometeico, anticonformista, subversivo, etc."
("La recepción literaria como instrumentalización. El caso de G. Carducci en Cataluña", Assumpta Camps, Universidad de Barcelona, en Rev. Soc. Esp. Ita. 4, 2006-2007, pp. 57, Ediciones Universidad de Salamanca.)
Pío Baroja aludió a las teorías antiespañolas de Diego Ruiz
A todo esto: mesianismo colectivo encarnado para Diego Ruiz en una Cataluña donde se imponga la Dictadura Espiritual de un Poeta Civil (a imagen de Carducci en Italia), al luciferismo y la apología de la blasfemia, hay que añadir -pues de lo contrario, tendríamos una muy parcial idea de la obra ruizista- el Anti-Españolismo de Ruiz. El término Anti-España fue empleado por el franquismo, en efecto, pero lejos de ser un socorrido término acuñado por el franquismo, la Anti-España -en Diego Ruiz- cobró todo su sentido, como tendremos ocasión de comprobar en esta serie dedicada al "endiablado" filósofo.En la novela de Pío Baroja, "La dama errante" (año 1908), hallamos una alusión críptica a Diego Ruiz. Baroja habla de uno de los protagonistas de esa novela suya, Nilus Brull (un personaje ficticio que presuntamente es cómplice -o "alter ego"- del terrorista ácrata Mateo Morral que sembró de muertos y sangre las calles de Madrid el día de la boda de Alfonso XIII):
"Toda idea de superioridad individual, regional o étnica halagaba la vanidad de Brull. Contaba una vez a Iturrioz, con fruición maliciosa, que uno de sus amigos, separatista, llamaba a España la Nubiana." ("La dama errante", capítulo VI).
El amigo separatista del personaje ficticio de Baroja es Diego Ruiz Rodríguez, aunque Baroja silencie el nombre del médico filósofo, pues así era como Ruiz se refería, en términos despectivos y racistas, a España: la "Nubiana". Veámoslo con sus propias palabras:
"Una miopía, casi incurable ya, impide ver a la mayor parte de los españoles la trascendencia de mi obra; pues la mezquindad del alma nacional es increíble en este punto. Gineres y Posadas, unamunculus* et homunculus [...] tal es la situación de los jóvenes nubianos".
*Salta a la vista que Ruiz se refiere, con este apodo, a Unamuno.
"Por muchos años también seguirán ignorando esos imbéciles (y acaso por toda su vida) que se ha escrito Jesús como Voluntad, ese libro de piedad superior a todo lo que hasta ahora conocían los alegres compadres de Nubiana".
Estas citas de Diego Ruiz pueden encontrarse en "Anotaciones perpetuas ordenadas para todo lector español de los libros de un filósofo humorista", prólogo que escribiera Ruiz para la versión española de 1907 de "El Anticristo" de Nietzsche. Las petulancias de su prosa, el tono megalomaníaco y ególatra tiene un asombroso parecido a algunos pasajes de Nietzsche; tal vez, más que original, Diego Ruiz fuese, en muchas cosas, un imitador.
El caso es que en 1906 -que es cuando escribe este prólogo- Ruiz tiene ya un nombre peyorativo para España, mientras que exalta la catalanidad a extremos paroxísmicos. Pero, aquí no quedará la cosa. Pronto veremos de qué forma -tan coherente, no obstante- Diego Ruiz Rodríguez termina identificando al sujeto mesiánico con Israel, disculpando a Cataluña y culpando a la España de los Reyes Católicos de la expulsión de los judíos en 1492. Lo veremos muy pronto, si Dios quiere.
El dossier que tenemos de Diego Ruiz Rodríguez es lo suficientemente abultado como para tener que seleccionar la información, ofreciendo todo lo que consideramos más relevante, y teniendo que soslayar aquello que tenemos por anecdótico y prescindible.
Publicado por Carlanca
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8 de mayo de 2011
El poeta masón y satanista italiano, Carducci
"Abuelo" de Diego Ruiz
Vázquez de Mella afirmó: "la logia es el atrio de la sinagoga". Al margen de consideraciones simbólicas y filosóficas, los hechos no desmienten al tradicionalista español. Vamos a verlo detalladamente estudiando el caso del revolucionario andaluz-catalán Diego Ruiz Rodríguez.
EL CASO DE DIEGO RUIZ RODRÍGUEZ
1ª PARTE: LOS MENTORES DE UN REVOLUCIONARIO
Resulta sorprendente que un personaje de la talla intelectual de Diego Ruiz Rodríguez sea a día de hoy un perfecto desconocido. En varios artículos queremos ofrecer una idea de este personaje políglota y polifacético, miembro de la masonería, médico, filósofo, literato, conferenciante, agitador anarquista, separatista catalán y firme partidario de la judaización de España.Diego Ruiz Rodríguez nació en Málaga el 13 de enero de 1881. Su padre era el médico malagueño Diego Ruiz de los Cobos y su madre, la granadina María del Carmen Rodríguez Méndez. El progenitor abandonará a la familia, yéndose a instalar a Buenos Aires, donde morirá poco después. Según testimonios del mismo Diego Ruiz, su padre sería el primero de sus maestros revolucionarios. La familia paterna de Ruiz Rodríguez estaba emparentada con la familia del pintor Pablo Ruiz Picasso. La falta del padre y la enfermedad de la madre explica que Diego tuviera que pasar de tutor en tutor, llevando desde pequeño una vida muy poco estable.
Nacido en Málaga, vivirá luego en Córdoba, hasta el año 1890 en que pasa al cuidado de un tío suyo, notario en Granada. En Granada vivirá desde 1890 hasta 1894. Es en 1894 cuando se traslada a Barcelona para estudiar medicina, instalándose en la casa de su tío materno, el médico granadino D. Rafael Rodríguez Méndez que desde 1874 se había establecido en la ciudad condal como catedrático de Higiene privada y pública de Barcelona. Su tío D. Rafael Rodríguez Méndez, el hermano "Pasteur" de la Logia Constancia de Gracia, sería Rector de la Universidad de Barcelona en 1901 y diputado a Cortes en 1914, falleciendo el año 1919. En sus últimos años de Bachillerato, Diego Ruiz había sido condiscípulo de Eugenio d'Ors y de otras personalidades que después serían exponentes de la cultura catalana y española. Por esos años finales del siglo XIX conoce y trata a Luis Carlos Gaspar de Sentiñón Cerdaña (1835-1903), también médico y librepensador militante de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), uno de los primeros contactos de Fanelli, el enviado de Mijaíl Bakunin a España. Sentiñón fue mentor de Diego Ruiz Rodríguez y de Ferrer Guardia y factor fundamental que explica el arraigo del anarquismo en Cataluña. A Sentiñón dedicaría Diego Ruiz su libro "El crim dels Reis Catòlics ila fi de la missió de Castella" [El crimen de los Reyes Católicos y el fin de la misión de Castilla] que comentaremos en su debido lugar. En Sentiñón reconocerá a un segundo padre y su magisterio revolucionario -como socialista libertario y catalanista- lo hará suyo.
El librepensador Sentiñón, mentor de Diego Ruiz
Corresponsal de Bakunin
Aunque hay quienes lo ponen en duda, parece ser que Diego Ruiz Rodríguez consigue el año 1901 el título de licenciado en medicina por la Universidad de Barcelona. En 1902 ganará una beca para estudiar en la Universidad de Bolonia, residiendo en el Colegio de los Españoles. Durante su estancia en Italia es cuando afirma haber conocido al poeta y también masón Giousuè Carducci (1835-1907), uno de cuyos poemas más famosos es "Himno a Satanás" (escrito el año 1863). En Bolonia Diego Ruiz Rodríguez es iniciado en una sociedad secreta que él mismo llama en sus memorias el "Club dei Nipotini" (El Club de los Nietos), a partir de ese momento a Diego Ruiz le gustará llamarse "nieto de Carducci", ufanándose de ser "un endiablado de nuestros días". En 1905 pasa por París, donde estudia geometría, álgebra y combinatoria, conociendo allí al filósofo racionalista Émile Boutroux.En 1906 regresa a Barcelona, donde publica su "Genealogía de los símbolos", obra que merecerá incluso la buena crítica del sabio tradicionalista D. Marcelino Menéndez y Pelayo, situado en los antípodas del pensamiento de Diego Ruiz.
Empieza su vida profesional, también su producción intelectual adquiere vigor. Y todo ello lo realiza con una asombrosa capacidad de trabajo. Ruiz Rodríguez no dejará de ser, hasta el final de su vida, un auténtico revolucionario.
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