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jueves, 1 de octubre de 2020

Virgen de Garabandal: Impresionante doble curación de Carmen Mendiolea de Santander en 1975 - 2 Películas completas - 278 Capítulos de la Historia de las Apariciones

Las Apariciones de la Santísima Virgen María 
en San Sebastián de Garabandal
Santiago Clavijo
4-10-2020

Garabandal, Catarata imparable - Película

Garabandal, Sólo Dios lo sabe - Película

Madre Angélica, fundadora de EWTN

Apariciones de la Virgen María en Garabandal
Impresionante doble curación de Carmen Mendiolea
Por el Beso que he dado, mi Hijo hará prodigios

Esta curación causó una gran impresión al Obispo de Santander, don Juan Antonio del Val Gallo, y a los médicos de Valdecilla, ya que Menchu era esposa del doctor Álvarez.

Esta curación sucedió la víspera de la Inmaculada, el 7 de diciembre de 1975. Menchu curó por dos ves de una eritremia, cáncer de sangre, en fase terminal. Todos los médicos se volcaron para curarla, pero solo un milagro podía salvarla de su muerte inminente.

El Padre Francisco A. Benac S.J., siendo misionero jesuita en la India, se entrevistó en 1974 con Conchita, una de las cuatro videntes de Garabandal y desde entonces fue un trabajador incansable de Nuestra Señora del Carmen de Garabandal, además de sus muchas otras obras misioneras en la India. El Padre Benac dice que trabajar para la Virgen de Garabandal es una llamada de Dios y una gracia especial de Dios.

Durante su estancia en Santander, en 1979, el P. Benac entrevistó al doctor Ángel Álvarez y a su esposa Menchu (María del Carmen Mendiolea), sobre la curación milagrosa obrada por la intercesión de la Santísima Virgen.

El doctor Ángel Álvarez es médico, especialista en Ginecología, del Hospital Valdecilla en Santander. Menchu, su esposa, tenía 27 años.

Texto original de la entrevista:

P. Benac: Tengo noticias de algo precioso que ha ocurrido en su familia, precisamente afectando a su esposa; parece que más que una intervención médica fue una intervención divina la que lo obró todo. Interesa muchísimo para el futuro de Garabandal tener un concepto claro. ¿Podría Usted decirnos en sustancia lo que sucedió?.

Dr. Álvarez: No tengo ningún inconveniente, voy a hacer un poco de memoria pues ya ha pasado de esto mucho tiempo. Entonces ella estaba embarazada, aproximadamente de 8 meses, y un día empezó a ponerse enferma, en el sentido de que la empezaron a salir unas manchas por el cuerpo, hematomas, y empezó a tener una gran anemia. Se decide su ingreso en el Hospital Valdecilla, Santander, y se diagnostica de momento que tiene muy pocas plaquetas. Habían bajado los hematíes o sea la anemia era mas importante y como ya tenía un antecedente y estaba diagnosticada de una "Púrpura Trombocitopénica" pues se sospecha en ese momento que es el mismo cuadro.

Uno de los problemas que había era si había que terminar el embarazo pues se temía que, al no tener plaquetas, se puede desprender la placenta, había un cuadro de hemorragia aguda. Se decide quitar el bazo, se consulta con los cirujanos y técnicamente era posible. Parece ser que sí, pero mientras es y no es, le ponen una medicación, le ponen corticoides, le ponen sangre y un buen día surge lo que yo me temía. No tenía plaquetas, prácticamente ya no las contaban, a quinientas plaquetas o por ahí. Decía: tengo miedo que se desprenda la placenta y empiece a sangrar. Me decían: no te preocupes, pero no pasó ni media hora siquiera y empieza a sangrar.

La intervención, que se había programado al día siguiente, hay que hacerla de urgencia. Entonces hay que preparar plaquetas, hay que echar mano de muchas amistades, porque las plaquetas se tardan en preparar. Se preparan muchas bolsas de plaquetas, se prepara la sangre, se le trasfunde, se le pone en condiciones. Esto había sido hacia las once de la noche y por la mañana se le lleva a quirófano, con un estudio de coagulación bastante aceptable. Se le hace una cesárea, sale una niña, y a continuación se le quita el bazo.

Hasta ahí, en cierto modo, iba todo muy bien, pero que no pasa ni una hora de la intervención y se pone muy mal. Vuelvo a avisar a mis compañeros; aviso a los hematólogos por un lado, a los que la habían operado por otro y se ve que va muy mal y se baja a cuidados intensivos. De momento el estado de shock se logra reponer, la etapa grave de momento se soluciona pero lo que viene peor es el diagnóstico. Me dicen que tiene una eritremia.

Para que se comprenda mejor, una eritremia es el equivalente a una leucemia pero de los glóbulos rojos. El diagnóstico era fatal, la eritremia tiene una supervivencia muy corta, de meses más bien, a un año. Esto había sido en Valdecilla; de Valdecilla sube a la Residencia Cantabria a operarse, de ahí baja a cuidados intensivos en la misma Residencia Cantabria. Cuando el post-operatorio era aceptable, baja nuevamente a Valdecilla con el mismo diagnóstico, es decir con una eritremia.

P. Benac: ¿Cuántos doctores intervinieron en el proceso de esta enfermedad?.

Dr. Álvarez: Pues muchos. Todo el equipo de hematología, con su jefe de servicio, jefes de sección y adjuntos; los patólogos, que es un matrimonio, el matrimonio Val, con sus adjuntos; el equipo del doctor García Conde, jefe del departamento de medicina interna y hematólogo; los cirujanos y el tocólogo para la parte de cesárea y más gente, laboratorio, etc.

P. Benac: ¿Qué edad tenía entonces Menchu?

Dr. Álvarez: Tenía 27 años.

P. Benac: ¿Y este era el primer bebé?

Dr. Álvarez: Era el tercer parto.

P. Benac: Bueno, ahora sigamos con "la intervención de otro tipo".

Dr. Álvarez: En esto es cuando empiezan mis cuñadas dándole vueltas que si lo de Garabandal, que aquí va a ser como la otra vez, etc. Me acuerdo que hablé con mi suegro y le dije que no hay nada que hacer y que está muy mal. Por mediación de mis cuñadas, Jacinta manda una medalla besada por la Virgen en Garabandal; luego traen el mismo Crucifijo, besado por la Virgen, que le habían traído la primera vez que se había curado.

P. Benac: ¿En qué año era esto?

Dr. Alvarez: En noviembre del año 1975.

Empiezo a darle vueltas: ¿que si esto de Garabandal es verdad?. Se empieza a rezar y ya me empezaba la idea de ir a Garabandal. Hay que ponerse en ese momento, porque me habían dicho que la situación era muy grave, que no había nada que hacer y que habíamos perdido la hija que acababa de nacer. Empiezo a tomar lo de Garabandal en serio y pensé en subir a Garabandal.

Hablo con mi cuñado: ¿tú sabes donde está Garabandal?, pues sí, me dijo. Antes de subir Garabandal hablo con el jefe de sección, un gran amigo, el doctor Garijo y le digo:

-- Garijo, me parece que esto va a cambiar.

-- ¡ojalá sea así!.

-- y tú, ¿qué dirías?.

-- que nos hemos confundido o que es un milagro.

No acababan de pasar ni cinco minutos y viene el jefe de servicio, el doctor Zubizarreta. Le dice Garijo a Zubizarreta:

-- oye, mira lo que dice este.

-- pues sí, que os vais a llevar una gran sorpresa dentro de poco. Estaba muy entero a pesar de que la situación era muy mala. Entonces el doctor Zubizarreta me dice:

-- Mira, me parece muy bien esa moral que tienes, pero mi misión es volver a recordarte que esto está muy mal y que hay poco que hacer aquí.

Le digo a Zubizarreta:

-- tú, ¿qué dirías si esto cambia?.

-- pues que es un Milagro.

-- pues mira, creo que vas a tener que firmar eso.

Al día siguiente, 7 de diciembre por la mañana, me fui a Garabandal con mi cuñado. Había una gran helada, nos costó arrancar el coche. Subimos allí a Garabandal y había ¡un frío!. Eran la diez de la mañana, entramos en un bar para que mi cuñado desayunase pero yo tenía ganas de subir a Los Pinos, donde hubo muchas Apariciones de la Virgen, porque yo no tenía ganas de desayunar ni nada.



(Garabandal Journal, 2006)

Subimos a Los Pinos y lo que me impresionó enormemente fue que, con el frío que hacía y a las diez de la mañana, estaba en aquel monte un señor rezando con los brazos en cruz y ni se inmutó para nada, siguió con sus rezos. Rezo mi Rosario por los dedos, no me acordaba de los misterios. Termino, bajo y en el coche, volviendo hacia Santander, le digo a mi cuñado:

-- Menchu está curada.

(Esto que dijo el doctor Álvarez fue por lo que había sentido y vivido en los pinos y por ello estaba seguro).

P. Benac: ¿Cómo fue que sentiste eso? ¿qué te impulso a decirlo? ¿fue un sentir interno?

Dr. Álvarez: Al decirle yo esto a mi cuñado Javier: "Menchu está curada", mira para mí como diciendo: este ya desvaría. La situación era bastante mala antes de esto, yo me encontraba mal con todo el problema que se me venía encima, pero las cosas cambiaron después de rezar el Rosario en los Pinos.

Llegamos a Valdecilla y a mi mujer no la digo absolutamente nada. Yo estaba esperando al día siguiente que era el día de la Inmaculada, el 8 de Diciembre, porque, como todos los días la pinchaban, esperaba los resultados de los análisis. Estaba convencido que las plaquetas ya estaban bastante bien. El día anterior tenía unas quinientas o mil plaquetas y casi ya no las contaban. Le hacen un análisis por la mañana. A la hora de comer, en el comedor, me encontré con la hematóloga de guardia, la mujer de Blanco, y le digo:

-- ¿los análisis de mi mujer?.

-- ¡Ah, si está muy bien, tiene más de treinta mil plaquetas!.

Era lo que esperaba que me dijesen y confirmasen. Tenía una cosa muy mala que eran muchos hematíes jóvenes que ya eran células malignas, la eritremia. Y a partir de ese momento, todo a partir de ese momento, las células malignas van bajando, las plaquetas van subiendo, y se acabó todo el cuadro.

Entonces voy a hablar con Zubizarreta, el jefe de hematología, digo yo:

-- ¿Qué me dices ahora, Zubizarreta?.

-- Pues que nos hemos confundido, pero si es que es de libro, no sé que decirte chico, basta que sea tu mujer, ...

Pero allí estaba el bazo que se le quitó, todas las pruebas y análisis confirmaban que había una eritremia. Los cortes del bazo ahí siguen y si alguien lo quiere mirar y quiere decir algo que lo diga. La cosa es que la eritremia ha desaparecido. Tiene que darse cuenta la gente que todos éramos compañeros, que se molestaron enormemente por ella. El cuadro ese existía y todos hicieron todo lo que pudieron para curarla.

Yo les digo muchas veces: no os preocupéis, no estabais confundidos, lo que pasa es que Alguien ha querido cambiar la evolución del cuadro, así de sencillo.

P. Benac: Ya, ya, es algo increíble, tiene que ser uno muy ciego para no ver la intervención de Alguien que puede más y sabe más que toda la ciencia junta... ¿verdad? ¿Cual fue la reacción de Menchu? ¿Tú que me cuentas de tu enfermedad?

(María del Carmen Mendiolea, Menchu, cuenta lo que sintió durante esta enfermedad y cuenta también otra curación, por intercesión de la Virgen de Garabandal, que ella vivió cuando tenía 18 años).

Menchu: Cuando caí embarazada, tenía muchísimo miedo, sabía que algo me iba a ocurrir. Siempre lo estaba diciendo: me va a pasar algo, me voy a morir y voy a dejar a los otros críos, sufrí muchísimo. Me sentía morir, me faltaba oxígeno, me estaba muriendo en casa, pero nadie me creía. Me decían que tenía baja la tensión y con eso ya se quedaban conformes.

Fuimos a la Residencia, me hicieron unos análisis y al día siguiente me iba poniendo peor y me tuvieron que ingresar. La niña nació viva, normal, muy chiquitina, lo que pasa que pesaba unos 2 kilos y medio y murió luego por prematura.

Me hicieron barbaridades y media, y en intensivos aguantaba todo por los críos. Habían venido mi cuñado, que es médico, mi cuñada que también es médico y también mi padre y nadie me decía nada de la niña. Pensaba: ¿mira que si me muero y dejar ahora a los críos?.

Con frecuencia entraba Don Ignacio, el Capellán de la Residencia:

-- ¿quieres que te dé la bendición?.

-- no me dé ninguna bendición porque yo no me quiero morir.

Un carmelita me había sacramentado la primera vez y recuerdo que me decía: mira, si tú te mueres estando embarazada, vas al Cielo derecha.

(En este punto pasa Menchu a contar la curación de su primera enfermedad ya que, ésta, ya está descrita por su esposo).

Años atrás, durante la primera enfermedad pasó igual. Yo tenía 18 años. Me empezaron a salir hematomas por todo el cuerpo y fui al doctor Tresmanes y me dijo que tuviera mucho cuidado, que era una "púrpura" pero que con el tratamiento se me quitaba. Iba a peor y me tuvieron que ingresar en Valdecilla. Entonces me empezaron a meter trasfusiones y le dijeron a mi padre que yo no salía de allí y que me llevara a morir a casa. Pero mi madre dijo que no y siguieron con las trasfusiones.

Estuve como unos diecisiete días en un coma. Justo el día que me estaban sacramentando, llegaron los rosarios besados por la Virgen en Garabandal. Me dieron la extremaunción porque no había ya remedio. Entonces también me llegó el Crucifijo besado por la Virgen en Garabandal y un trozo de pino.


Entonces, mi padre (en la foto), que siempre rezaba muchos rosarios cada día y era de Comunión diaria, leyó la carta que venía con los objetos besados y dijo a mi madre:

-- Dios mío, a ver si esto es verdad, vamos a rezar.

Hizo que todo el mundo allí, el grupo de amigos jóvenes, empezasen a rezar. Incluido este Carmelita que para mí fue todo, como mi hermano mayor, me velaba todas las noches.

Empezaron todos a rezar y me dicen que yo empecé a abrir los ojos y que ya vieron que yo me movía. Entonces llamaron al médico, me hicieron análisis y vieron que las plaquetas habían subido. Como yo estaba muy nerviosa, le dijeron a mi padre que era mejor que me mandaran a casa para que me recuperara un poco porque yo me tenía que operar para quitarme el bazo.

Me vine para casa y a los ocho días fui a Valdecilla para hacerme un control para ver cuántas plaquetas y hematíes tenía para poder operarme. Me hicieron un análisis y tenía trescientas y pico mil plaquetas. Entonces me dijo el médico que como no hacía falta pues que no me operaba.

A los quince días de salir de Valdecilla conocí a mi marido y entonces se lo dije: mira lo que me ha pasado, acabo de salir de Valdecilla, lo que me han diagnosticado y además estoy sacramentada que para mi supuso mucho bien el recibir la extremaunción. Mi marido entonces se rió, cuando todavía éramos novios. Me dijo: se han confundido y me acuerdo que le dije:

-- mira, Angel, no digas eso porque a lo mejor algún día te va a caer en la boca, como así fue años después.

Como éramos novios y yo tenía medallas besadas por la Virgen en Garabandal, le dije: toma una medalla y se la puse y es la que lleva puesta; una medalla de la Virgen de Garabandal. Esto fue en 1966. Se había divulgado por todos los sitios que se moría la de Mendiolea y luego se divulgó que había habido un milagro de la Virgen de Garabandal y me había curado.

Conocí a mi marido, le dije lo que me había pasado y él no lo creyó; pero ahora sí que cree; él lo vivió personalmente. Yo, a Garabandal, sí que he subido pero solo subir, rezar e irnos. Nunca me he dedicado a hablar en ninguna tertulia.

En el Colegio había sido muy trasto y no quise que me hicieran hija de María ni nada. Pero en mi casa, de niña: la Inmaculada y la Virgen del Carmen eso es sagrado, el Sagrado Corazón es sagrado, San Francisco Javier, con papá, también es sagrado. Siempre he creído mucho, quiero decir que no he sido la niña modelo, pero que sí tenía fe en la Virgen como Madre nuestra.

P. Benac: ¿Sois conscientes de ser deudores a la Madre de Dios de un cariño muy especial y lo expresáis de alguna forma en vuestra vida personal?

Dr. Álvarez: Yo estudié con los Jesuitas y después de rezar tantos rosarios y de ir a tantas Misas, cuando yo vine aquí, dejé todo: ni rosarios, ni misas, durante muchos años. Pero ahora yo rezo el Rosario todos los días.

P. Benac: Bueno, creo que debemos dar muchas gracias a Dios y felicitaros. Vamos a repetir juntos por la curación de Menchu: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

A. M. D. G. et B. M. V.
Ad Maiorem Dei Gloriam et Beatae Mariae Virginis