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viernes, 14 de mayo de 2021

**CISMA: Bendición de parejas alemanas GAYS y Excomunión del obispo francés Marcel Lefebvre

No ha pasado nada
Por Fernando Beltrán 
14 mayo, 2021

El 30 de junio de 1988, el obispo francés Marcel Lefebvre, sin permiso de la Santa Sede, consagró a cuatro obispos. 24 horas más tarde, era declarada formalmente, con un decreto del prefecto de esta Congregación para los Obispos, su excomunión, la de los nuevos prelados, y la de uno que colaboró en la ceremonia, Antonio de Castro Mayer.

A comienzos de esta semana, un centenar de sacerdotes bendijeron a parejas homosexuales desafiando claramente, ese era el objetivo, el responsum de la Congregación para la Doctrina de la Fe del 15 de marzo, en el que el dicasterio garante de la doctrina decía claramente que no se podían bendecir, bajo ningún concepto, parejas del mismo sexo; el documento, por cierto, estaba refrendado por el Papa Francisco.

En Alemania se dejaron oír bastantes protestas sobre el documento y un grupo de sacerdotes las canalizó en el movimiento liebegewinnt ―el amor gana― que anunció que haría caso omiso a las directrices de Roma y, en un claro desafío, hacía un llamamiento a sacerdotes y parroquias a que bendijeran a las parejas que lo pidieran ―incluidas, claro está, homosexuales― el 10 de mayo.

El Vaticano calló, fueron pasando los días y, efectivamente, llegada esa fecha, algunos sacerdotes se pusieron a bendecir parejas del mismo sexo; delante de las cámaras, sin ningún tipo de titubeo. Estamos ya a 14 de mayo y no ha pasado absolutamente nada, ningún tipo de reacción.

El canon 751 del Código de Derecho Canónico dice así: “Se llama herejía la negación pertinaz, después de recibido el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda pertinaz sobre la misma; apostasía es el rechazo total de la fe cristiana; cisma, el rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice o de la comunión con los miembros de la Iglesia a él sometidos”.

¿Podemos encontrarnos ante un acto cismático? El sacerdote Gero Weishaupt, abogado canónico y juez del tribunal de la diócesis de Colonia, contestaba a estas cuestiones en un artículo que publicamos el viernes pasado.

“La desobediencia manifestada por la negativa a llevar a cabo el responsum papal rompe, por tanto, la unidad con el papa. Es un acto cismático, por supuesto con una herejía subyacente, ya que la bendición de las relaciones homosexuales expresa como mínimo la opinión de que, además del matrimonio entre un hombre y una mujer, puede haber otras relaciones ordenadas a la unión sexual. Esto contradice de manera flagrante la verdad revelada sobre el matrimonio (Gén 1,27: «Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó») y la naturaleza esencial del ser humano, de la que se deriva la ley moral natural por la razón humana”, decía el sacerdote alemán.

Están las cámaras, los vídeos, los nombres de los sacerdotes ―algunos han realizado declaraciones a la prensa, orgullosos de su proeza―; estaba el aviso hecho, la fecha exacta, en qué parroquias se iban a realizar; el Vaticano y los obispos locales podían haber realizado advertencias y preparado acciones por si se producía el esperpento. Pero nada de nada. Silencio.

¿Por qué en el caso de Lefebvre se actuó con tanta premura y en este caso no se ha hecho nada? ¿Cómo es posible que ministros de Cristo hayan desafiado al Vaticano bendiciendo el pecado delante de las cámaras, con descaro, y no haya consecuencias?

Aquí nunca pasa nada; cuando el desafío viene de ese lado, claro está.