Masterplan para destruir la Iglesia
Por José Luis Díez Jiménez
6/5/2021
La primera edición del «Masterplan para destruir la Iglesia» salió a la luz en Julio de 1973. Se puede o no creer en su existencia y veracidad, pero lo que no se puede negar es que contemplamos la realización de lo que en aquel momento el que lo escribió aventuraba o… profetizaba, de ahí su importancia en haberse adelantado a su tiempo.
Capítulo I: El Masterplan.
Alguien dejó olvidado en mi oficina médica un sobre grande, cerrado. Después de dos meses nadie lo reclamó. Lo abrí para averiguar la identidad de su dueño. ¡Lo que encontré fue una gran sorpresa! El Masterplan para destruir la Iglesia. Nadie firmaba, no se daba ninguna dirección, nada más que un plan riguroso para destruir la Iglesia de Cristo. Se dice que hay más de 1300 comunistas que se han hecho sacerdotes católicos para destruir la Iglesia de Cristo por dentro, para horadarla desde sus entrañas. Yo no sé si es cierto, pero lo que sí es cierto es que el “Masterplan” es una obra maestra de increíble audacia que, si llega a funcionar, puede resquebrajar desde sus cimientos a la Iglesia Católica.
Según el Masterplan, la Iglesia debe estar “arruinada” para el año 1980. Me he animado a publicarlo porque estoy seguro que ayudará a abrir los ojos a muchos sacerdotes y buenos cristianos antes de que sea demasiado tarde. ¡Alerta amigo! Alguien trabajará muy en contra de la Iglesia. ¡Abre tus ojos! No duermas que el diablo está despierto. El “Masterplan” parece algo perfecto.
Hecho el plan, lo segundo es cómo llevarlo a cabo paso a paso y lo tercero quién lo va a realizar.
Capítulo II: Sustituir la Iglesia Católica por la llamada Iglesia Universal.
El Masterplan señala como principio que: de todas las Iglesias que se llaman cristianas, el bloque más firme, el que mantiene a todas, es la Santa Iglesia Católica, una vez que ésta se tambalee, toda la cristiandad caerá por su propio peso. Hay que quitarle el nombre de Santa, porque esto está llamando constantemente la atención sobre Dios, es algo sagrado, y esto sobra. Y para quitarlo es fácil, basta insistir en que una Iglesia Santa ofende a los hermanos protestantes, y por lo tanto, los católicos no deben insistir en eso.
Y así de fácil, para el año 1980 nadie dirá: Una, Santa, etc. Otra palabra que sobra es “Católica,” porque está muy arraigada con la adoración a Dios, a Cristo, y a la -veneración de la- Virgen, y eso hay que derrumbarlo. Para hacerlo bastaría sustituir “Católico” por “Universal,” al fin y al cabo es lo mismo, parece que dice lo mismo, pero se quita el sabor sagrado de adoración a Dios y a Cristo que lleva el nombre católico, En el año 1980 quedaría en todo el mundo así la “Iglesia Universal” con todas las iglesias unidas, donde quedarían incluidos también los judíos, los musulmanes, hindús, etc. El primer mandamiento de esta “Iglesia Universal,” y el único, sería: “amar al prójimo como a ti mismo. “¡Porque seguiría existiendo un Dios toda bondad! “
Pero un Dios que es tan bueno que no castiga; y como no puede castigar, todo el mundo se olvidará de Él muy pronto. Porque el Dios que no infunde respeto, que no se le teme, la gente lo olvida. Pero todo esto, repito, es el fin del plan. El plan debe ser cosa sencilla, quitar cosas “poco importantes”, sembrar una “piedad falsa de compasión” para los no católicos, acercarse a los no católicos, abrir las puertas de la iglesia a los que no lo son, quitar las cosas” sin importancia” que los pueda herir.
Capítulo III: El Amor, el amor al prójimo… sin amor a Dios
Por supuesto es el fin del Masterplan. Pero muchos años antes hay que empezar con cosas pequeñas, más simples. Es un plan que dura 25 años, hay que tener paciencia, constancia y, sobre todo, conseguir la colaboración de los Obispos, los Sacerdotes y los buenos católicos. Siempre en el nombre del “amor”, de la “caridad”. Aunque esta palabra “caridad” también sobra, porque habla del prójimo, pero está ligada también con el amor a Dios, a Cristo, y con el amor a la Virgen y a los Santos. Así es que nada de “caridad”, sólo “amor”. Será muy fácil sustituir una palabra por otra, porque dicen lo mismo, y además, amor es más moderna, más inteligible al pueblo y puede unir más a todos. Quizás ahora, querido amigo, no se percate de la trascendencia incalculable de este plan. Estoy seguro que según vaya conociendo los detalles se dará cuenta de que es sencillamente diabólico, que conduce a destronar a Cristo y a la destrucción de la Iglesia de Cristo, es definitiva, porque el amor al prójimo no puede existir sin la base esencial del amor a Dios, como muy bien reconoce el Masterplan.
El Masterplan dice que también sobra la palabra “piedad”, que hay que sustituirla por la palabra “comprensión”, que dice lo mismo en relación a los hombres, con los hermanos, pero que no conlleva el significado de unión con Dios, con Cristo, con la Virgen, etc. Será fácil: hay que insistir en que eso de “piedad” suena beato, a gente hipócrita, a gente sin carácter; hay que decir que “piedad” suena a vieja que no tiene nada que hacer y que va a pasar el tiempo en la Iglesia.
La esencia del Masterplan es increíblemente sencilla. Consiste en implantar el amor y adoración al hombre y quitar el amor y adoración a Dios. El Masterplan razona así: una vez que haya desaparecido el amor a Dios, los hombres no se pueden amar, sino que se odiarán. Así es que la meta consiste en modificar el primer mandamiento de la Ley de Dios que dice “amar a Dios sobre todas las cosas, con todo tu corazón y con toda el alma y con toda tu mente”. El plan es muy atrayente porque se hace todo en nombre de una gran causa: “del amor al prójimo”. Y con este lema, nada menos que en nombre del “amor” se consigue fácilmente la colaboración sincera de buenos católicos, de Sacerdotes y de Obispos, para tratar de terminar con el amor a Dios, con el amor a la fuente de todo amor. En nombre del amor se trata de conseguir el odio a la esencia del amor a Dios.
Capítulo IV: ¡Fuera Sotanas y Hábitos!
Lo primero del Masterplan es quitar de la gente las cosas externas “sin importancia”. Los primeros años se dedicarán a que las gentes no usen las medallas, ni los escapularios… que los ¡sacerdotes y monjas dejen de usar hábitos!, etc. Todas estas cosas externas son “sin importancia”, dice el Masterplan, pero son testimonio de vidas que constantemente mantienen en el ambiente de Dios, de Cristo y de la Virgen… y eso es lo primero que hay que quitar. Hace 20 años el Masterplan planeó quitar estos hábitos porque son testigos de vidas que se dan a Dios. Cada hábito de una monja en la calle era un grito de vida entregada al amor de Dios, era el grito silencioso, pero constante, de que Dios y Cristo existen en el siglo XX, de millares de personas dispuestas a sacrificar su única vida por amor a Cristo. El Masterplan lo planeó bien y se siente orgulloso de haber usado nada menos que al Concilio Vaticano II para llevarlo a cabo. El plan era empezar a decir que los hábitos son cosas anticuadas; en segundo lugar, divulgar la idea de que vestidos de seglares los sacerdotes y monjas se pueden introducir e infiltrar en ambientes que con el hábito eran una barrera que separaba a los “hermanos” protestantes de los católicos.
El Masterplan ha tenido sin duda gran éxito. Ya no se ven monjas ni sacerdotes en las calles, ni en ninguna parte. Esta es la primera parte del plan. La parte final del plan es conseguir que no existan de verdad. El Masterplan espera que la gente se olvide de la figura del sacerdote y de la monja; al no verlos está seguro que la juventud va a ignorar su existencia y al ignorar su existencia a nadie se le va ocurrir ni pensar en la posibilidad de hacerse sacerdote o monja.
Capítulo V: ¡Que Se Casen los Sacerdotes!
El segundo objetivo del Masterplan es conseguir que los sacerdotes se casen. Si los sacerdotes se casan es lo mismo que si no hubiera sacerdotes. Dejará de existir la figura del hombre que sacrifica toda su vida por Cristo. Cualquiera podrá ser sacerdote, y si lo es cualquiera, es lo mismo como si no lo fuese nadie. En esto el Masterplan ha tenido poco éxito, pero espera tenerlo en abundancia antes del año 1990. Espera usar el año santo de 1975 para ello. Más adelante veremos a las personas que ha usado y sigue usando el Masterplan. Es increíble, pero sin duda es una audacia de lo más fino, nos están usando a ti y a mí, querido lector; están usando a los buenos católicos, a los sacerdotes, a las monjas, a los Obispos… realmente increíble… usar al buen sacerdote para destruir el sacerdocio…pero ya lo veremos esto con detalle más adelante.
Capítulo VI: ¡Las Monjas a la Calle!
El plan contra los hábitos es también sacar a las monjas de sus claustros. La idea es la misma. Insinuar que los “hermanos” de la calle las necesitan, que una carmelita puede hacer mucho bien curando enfermos y llevando escuelas, etc. Realmente, como pueden ver, el plan parece estupendo, cautiva al más inteligente. ¿Quién no se va a conmover ante una llamada urgente del amor al prójimo, de asistir al que sufre, al que llora, al que necesita, si es el mismo Cristo el que sufre y el que llora cuando sufre y llora el “hermano?”.
El Masterplan está teniendo gran éxito en esto. Muchas clausuras ya no son clausuras. Estos monolitos de amor a Dios están dejando de existir. El Masterplan quiere destruirlos del todo, porque sabe muy bien que son ¡hogueras ardientes de amor a Dios, a Cristo! Porque sabe muy bien que estas almas enterradas en vida por Cristo son el fuego que alienta a la cristiandad. Al salir a la calle desaparecerán esos fuertes infranqueables; al vestirse de seglares pronto se darán cuenta de que se puede “amar” mejor al “hermano” no siendo monja. El Plan está trabajando muy bien. El final es poner al hombre en el pedestal de Dios. El hombre es Dios; Dios no existe, no hay que adorarlo, no hay que sacrificar una vida entera por Dios, sino por el hombre que es el verdadero Dios.
Mientras haya conventos de clausura habrá castillos invencibles de amor a Dios, y su destrucción es esencial para implantar el primer mandamiento como “amor” al prójimo y olvidarse del amor a Dios. Querido sacerdote o Monja: por favor… por amor a Dios, pónganse otra vez su sotana y su hábito. Cada paseo que dé por la ciudad está gritando el amor a Dios y al prójimo cien mil veces mejor que con mil discursos o con mil “obras” de caridad; será un testimonio viviente del amor de Cristo que sigue existiendo realmente en la vida de ustedes. Y siéntase orgulloso de ser lo que es, y demuestre al mundo que se siente orgulloso de serlo.
A mi hijo de seis años lo llevé a una escuela católica de monjas que visten de seglares; lo presenté a la directora y mi hijo le preguntó: ¿por qué Ud. no se viste de monja? La directora se puso más roja que un tomate, y no contestó nada… y a mi hijo… después de dos años, ya se le había olvidado eso de que existen monjas. Para él, sólo hay “maestras” … como si Dios hubiera dejado un poco de pasear por las escuelas.
Capítulo VII: Cosas sin Importancia: Medallas, Rosarios, Escapularios, etc.
Como se hablaba en el capítulo anterior, lo primero del Masterplan consiste en quitar de la gente las cosas externas, diciendo que son “sin importancia,” que ofenden la sensibilidad de los ” hermanos” no católicos. Ya vimos el ataque del Masterplan contra los hábitos; también un plan para hacer que las personas dejen de usar medallas, los escapularios, los rosarios, etc.
El Masterplan considera todo esto “importantísimo,” porque estas cosas que parecen sin importancia son las que crean un ambiente de Dios, de Cristo y de la Virgen… y a Ellos hay que destronarlos del ambiente. En cuanto al escapulario y las medallas es fácil, dice el Masterplan: hay que insistir en que son cosas de beatos, cosas externas, cosas “sin importancia”, pero que ofenden las ideas de los “hermanos” protestantes; por lo tanto será mejor dejarlas, no usarlas, y así los protestantes se acercarán a la Iglesia más fácilmente.
Hasta el año actual este plan ha funcionado. El escapulario lo trajo la Virgen en el año 1261 cuando apareció en Londres a San Simón Stock, prometiéndole lo más que se puede prometer: la Virgen Stma. prometió que el que muriera con el escapulario puesto no iría al infierno. No se puede prometer más por hacer menos; promete el Cielo al que muera con su vestido, con el escapulario. Es algo incomprensible, cosas de una Madre, himnos de amor. Pero es cierto. La Virgen lo prometió sin más condiciones, sin ninguna exigencia, sencilla, impresionante: “el que muera con mi escapulario irá al Cielo.”
Yo soy médico y tengo bien aprendida, por experiencia, la lección de la muerte. Sé que tengo que morir, sé que todos tenemos que morir. Sé que tus manos, querido lector, se van a morir un día, tus ojos y tu corazón. Y sé, y tú también lo sabes, que se pudrirán y olerán tan mal que tus mismos familiares lo enterrarán, tus mismos hijos o tus mismos padres tendrán que hacer desaparecer tu mismo cuerpo bajo la tierra, porque nadie soportará su podredumbre. Si después de muerto ganaste el cielo, hiciste todo lo que tenías que hacer en la tierra. Si vas al infierno… te hiciste el tonto en esta vida. Si Kennedy y Cristóbal Colón están en el Cielo, todo lo hicieron bien en su vida; si están en el infierno, hicieron sencillamente el idiota en esta vida, aunque tuvieron muchos honores, muchas riquezas y mucho poder. ¡Ganarse el Cielo es el fin de la vida de cada persona! El que al final se salve sabe, el que no, no sabe nada. Pues la Virgen María hizo el ofrecimiento más inaudito en la historia de la humanidad: “el que muera con Mi escapulario no irá al infierno” ,o lo que es lo mismo, irá al Cielo.
Más de treinta Papas han recomendado el escapulario, lo han usado, lo han propagado con las palabras más bonitas que el vocabulario humano permite.
Cientos de miles de sacerdotes y Obispos lo han recomendado ardientemente por siete siglos y lo han usado millones de católicos. Y, de repente, como por magia, hoy día nadie habla de él. Va uno a conseguir un escapulario a las Iglesias católicas y no hay; los Carmelitas tampoco tienen escapularios, ni siquiera se molestan en hacerlos. Como por magia no hay escapularios; como si no valiera para nada ; como si fuera cosa de beatos. Realmente el Masterplan parece que ha tenido éxito en cuanto a esta cosa “sin importancia”, en cuanto al escapulario. Y, sin embargo, el escapulario sigue siendo el arma sencilla de Nuestra Madre, el mimo más cariñoso de la Virgen para sus hijos. ¡Querido amigo católico!: Te lo dice tu Madre, la Virgen María, la Madre de Dios; te lo dicen más de treinta Papas, incluido el actual Paulo VI (refiérese al año en que fue escrito el original). ¡No te dejes engañar por las astucias diabólicas del Masterplan! Que te llamen “beato”…pero gánate el Cielo!
Capítulo VIII: ¡Asalto a la Misa!
La Santa Misa tenía que ser objeto del Masterplan. No trata de desplazarla de una vez, porque eso sería imposible; pero tiene un plan de ataque especialísimo. Que sintetizamos en los puntos siguientes:
La Misa es un banquete.
Todo plan consiste en quitarle el sentido “sagrado” de ser la renovación incruenta del Sacrificio de la Cruz, y dejarla reducida nada más que a un banquete de confraternidad. El Masterplan dice: los cristianos dicen que la Misa es banquete pues, insistimos en eso, en que sólo es eso, en banquete de hermanos. Para ello propone muchos detalles. Cada uno de ellos parece que no le quita nada a la Misa, dice el Masterplan, pero todos en conjunto la convertirán en banquete de “hermanos”, y cuando el Sacrificio del Calvario desaparezca de la Sta. Misa, la hermandad desaparecerá, como se derrumbaría un mástil al que se le quita el cimiento. Lo primero, cosas sencillas, y que son razonables: que se diga en el idioma de cada uno, para así entenderse mejor en el banquete. Con ello dice el Masterplan, se consigue quitar un poco el misterio sagrado de la Misa.
La Misa cara al pueblo…
Que el sacerdote mire a la gente. Esto se aceptará fácil, dice el Masterplan, ¡no puede ser que el sacerdote de la espalda a los feligreses! Con esto tan sencillo el Masterplan pretende conseguir cosas importantes. La primera es que Dios no sea el Centro de la Misa, sino los hombres. Que el sacerdote no mire a Dios, sino a los hombres, ¡además así lo verán sonarse las narices cuando lo necesite!, dice irónicamente el Masterplan. Creo que los cristianos nos hemos tragado esta píldora como tontos. El sacerdote no daba la espalda a los cristianos, sino la cara a Dios, como hacemos todos los cristianos: el que está sentado en la segunda fila no da la espalda al que está en la tercera fila, sino que da la cara a Dios.
La Misa sin Crucifijo ni reliquias…
Un pre-requisito esencial para decir la Sta. Misa es que el sacerdote tenga un Crucifijo. Pero ahora resulta que, al mirar el sacerdote al público, el Crucifijo mira al sacerdote, pero da la espalda a los cristianos. Así que se terminará por quitar el Crucifijo del Altar. En el Altar siempre había reliquias de un Santo. Ahora no se necesitan; sólo una simple mesa de madera, ¡o de lo que sea! porque es un banquete. El caso es quitar de la Sta. Misa todo lo que suena a “sagrado”.
La Misa sin genuflexión…
Insistir en la naturalidad, dice el Masterplan. Que cada sacerdote use la palabra que mejor le salga, y los movimientos que más le agraden con tal de que haga genuflexiones en la Consagración, todo lo demás sobra, que lo haga a su modo.
El caso es quitar lo que sea misterioso y sagrado, poco a poco. Y que después de lavarse las manos siga usando los dedos índice y pulgar, ¡porque, aunque los use para otra cosa, todavía puede consagrar con ellos!
La Misa al servicio de los protestantes.
Que se lean lecturas, así se parecerán más a los servicios de los protestantes, dice el Masterplan; el caso es que el Sacrificio del Calvario quede reducido a lo menos posible, que no sea lo central. Que se digan muchos sermones, que se cante mucho, que se saluden los hermanos, que se pida perdón… insistir en todo lo que los pueda olvidar un poco de Dios, de adorar a Dios… ¡Que adoren a hombre! Como ven, el Masterplan es exquisitamente diabólico, porque se basa en cosas buenas, pero su objetivo es quitar la adoración a Dios, que se olvide el Sacrificio de Cristo…y derrumbados los cimientos…el mástil de la “hermandad se derrumbará”.
¡El Sagrario… fuera del Centro!
El Sagrario es un problema ahora, porque al mirar el sacerdote al público le está dando la espalda al Sagrario. Por lo tanto, será mejor quitar el Sagrario del Centro de la Iglesia, ponerlo a un lado, y así el sacerdote no le dará la espalda durante la Misa. Con eso, dice el Masterplan, quitaremos los Sagrarios del Centro de la Iglesia. ¡Esto será un gran paso…! Poco a poco insistir en lo del banquete. Sugerir que se pongan mesas en las Iglesias, para que los cristianos se junten como en mesas de comer, lo mismo que Cristo y los Apóstoles se sentaron en una mesa. Esto será el punto final, dice el Masterplan, y así Cristo estará fuera, serán sólo los “hermanos” sentados en confraternidad.
El sacerdote se sentará en una mesa, como otro hermano. Será en definitiva reunión de hermanos, pero no adoración a Dios, no acción de gracias a Dios. Se conseguirá un banquete de “hermanos”, pero se olvidarán del Sacrificio de Cristo. Se usará pan corriente, el que sobre se tirará a la basura como otro pan cualquiera, ¡o que se dé a los perros!, dice irónicamente el Masterplan. Insistir en el amor a los “hermanos” protestantes, dice el Masterplan.
Que la Misa se parezca lo más posible a los servicios de los protestantes, para así atraer mejor a los “hermanos” protestantes a la Iglesia Católica. ¡Qué sutil y qué ironía más fina la del Masterplan!¡Alerta, amigo, sacerdote, alerta!
Cambiar el Sentido de la Eucaristía.
¡La Comunión de pie o en la mano! Todo propósito del Masterplan es quitar en los hombres el amor a Dios, porque, razona, al final si no ama a Dios nadie va amar al prójimo; el amor al prójimo no puede existir sin una razón, el amor al prójimo es un imposible sin el amor a Dios. La Eucaristía es lo central en el catolicismo, dice el Masterplan, porque, ¡nada menos! que Cristo Dios hecho Pan por amor a los hombres. No se puede quitar de una vez, porque ningún católico lo aceptaría; pero propone un plan de ataque que es exquisitamente diabólico: lo primero, quitar lo más posible todo aspecto sagrado de la Eucaristía; que la gente no se arrodille para recibir la Comunión, por ejemplo, insistiendo en que es una comida y hay que hacerla de forma natural. Coger la Comunión con la mano ayudaría a quitarle también ese sentido misterioso, divino, sagrado… es una comida… sólo a los niños le ponen la comida en la boca… y que se use pan corriente, sin misterios, que nada suene a sagrado, sino natural, que se coma, que se mastique… que se haga como en la Ultima Cena de Cristo. Esta primera parte está tan bien planeada que conviene a cualquiera: insistir en que se haga como lo hizo Cristo… hacerlo natural… al más bueno convence… pero el fin es tratar de quitarle el sentido sagrado, misterioso, ¡quitarle importancia a la Eucaristía!
Lo más importante del Masterplan, y es el segundo punto, es conseguir que Cristo-Dios no sea el centro de la Eucaristía, sino insistir en que la Eucaristía es una cena de confraternidad, en un banquete de comunión de los cristianos, donde se reúnen para amarse. Esta segunda parte es lo esencial, insiste reiteradamente el Masterplan, e indica que es fácil de conseguir: insistir en el elemento de hermandad, de comunión, de reunión de hermanos… y continúa con ironía diciendo: Dejad que los “hermanos” se reúnan y se “amen”; en cuanto les falte lo sagrado, esos “hermanos” van a terminar discutiendo, y van a terminar por pelearse “fraternalmente”.
Eliminar Exposiciones del Santísimo
Para conseguir esto esencial el Masterplan propone muchas ideas, además de las ya expuestas: propone que se eliminen las exposiciones del Santísimo porque ahí no hay “banquete” de “hermanos”. Propone que se hagan las Misas y las Comuniones en las casas privadas, porque así se quita ese sentido “sagrado” de la Iglesia, a la Eucaristía; no es que se quite de una vez, dice el Masterplan, pero todo eso ayuda a ir quitando el sabor “sagrado” de la Eucaristía, y convertirlo en sólo sabor de reunión de confraternidad.
Propone el Masterplan que se acabe con eso de recibir la Comunión fuera de la Misa, insistiendo en que ahí no hay comida de confraternidad.
Querido amigo, si todo esto se parece a lo que está pasando en tu ambiente, no creas que es pura casualidad.
El Masterplan ofrece otros mil detalles que parecen “sin importancia”, pero, razona el Masterplan, ayudarán a quitarle el sentido “sagrado” de la Eucaristía.
Así, propone que no se use Patena para distribuir la Comunión porque, explica hay que decir que si se caen partículas de la Hostia, no importa, Dios está en todas partes, al fin y al cabo. Propone que se trabaje en que los fieles lleven Hostias a sus casas, para tenerlas en cuadros, o que el padre de familia las distribuya después de las comidas.
Como se puede ver, el Masterplan es exquisitamente diabólico, ofrece cosas que parecen razonables, pero que en definitiva no son más que grandes mentiras disfrazadas de piel de verdad.
Capítulo IX: ¡Fuera la Virgen y los Santos!
Esto estaba en los primeros pasos del Masterplan: insistir en que sólo se debe adorar a Dios, no a la Virgen ni a los Santos. El Masterplan es muy sutil en esto. Dice que los católicos entendidos saben muy bien que la Iglesia Católica sólo adora a Dios, y que a los Santos los venera como amigos de Dios, no los adora. Pero que será muy fácil meter a la gente sencilla la idea de que la Iglesia Católica adora a los Santos, ya que los tienen en los Altares y que eso está muy mal; que sólo se debe adorar a Dios. En cuanto a los Santos el Masterplan ya ha tenido éxito en muchos sitios. En la mayor parte de las Iglesias de España ya no hay santos en los altares; en cada sitio dan una razón distinta, pero el hecho es que los santos han desaparecido de muchas Iglesias. En cuanto a la Virgen Santísima… ¡eso está siendo un “hueso” para el Masterplan! Tenía mil argumentos para destronarla en el Concilio Ecuménico… pero le salieron mal las cosas. Tenía razones: para acercar más a los “hermanos” protestantes no insistir en la grandeza de la Virgen, no insistir en que es Madre de Dios; basta con adorar a Cristo, lo demás no es necesario…
Iban las cosas bien en el Concilio para el Masterplan; parecía que por primera vez en la historia de la Iglesia, la Stma. Virgen iba a ser destronada de su lugar privilegiado en la liturgia y en la cristiandad… pero vino el Papa Paulo VI ¡en persona! y la proclamó “Madre de la Iglesia”… y el Concilio entero respondió ensalzándola de nuevo como la Madre de Dios, reiterando su inquebrantable veneración a tan grandiosa belleza, reafirmando todos los grandes títulos de Madre, de Reina… y añadiendo los de “Nuestra Abogada”… “Nuestra Auxiliadora”… “Nuestro Socorro”, y termina recomendándonos a María “para que apoyados en su maternal protección, nos unamos más a Jesús”… Y nos recuerda que la Virgen fue Asunta al Cielo en cuerpo y alma, y con su múltiple intercesión, continúa obteniéndonos los dones de la salvación eterna, y continuará hasta la consumación de todos los siglos.
Como lo del Concilio le salió mal a este respecto el Masterplan sigue trabajando en el asunto, pero ahora es tratando de cambiar el sentido de ciertas frases de la Sagrada Biblia. Está tratando de publicar Biblias en que se altere el capitulo 1º de San Lucas. ¡No se ría, querido lector! Ya ha salido una Biblia católica que omite la frase dirigida a María como la “llena de gracia”, y esta Biblia está recomendada, y tiene el “Nihil obstat”, del Cardenal Patrick O´Boyle, Arzobispo de Washington, editada en 1970. El Masterplan dice, ¡y con razón!, que el capítulo 1º de San Lucas dice muchas cosas buenas de la Virgen. Dice, en concreto, cuatro cosas que hay que alterar de alguna forma: dice que es “Madre de Dios”, dice que la Virgen es “Llena de gracia”, dice que es “la bienaventurada entre todas las mujeres,” y dice finalmente que “me llamarán bienaventurada todas las generaciones”. Así es que esto hay que alterarlo en las Biblias; y también hay que alterar lo que dice San Mateo cuando dice que María fue Virgen y Madre a la vez, como lo había predicho siglos antes el Profeta Isaías. ¡Ya hay Biblias que alteran algunas de estas frases, entre ellas una católica! Así es que ¡alerta! amigo. El Masterplan dice que es esencial destronar a la Virgen para destruir la Iglesia. Así sugiere que se le quite el nombre de Madre de Dios, y se le llame sólo “mujer,” que es como Cristo la llamó en la cruz. Sugiere que se diga a todos vientos lo de “hermanos de Cristo” y de que la Virgen tuvo más hijos, quitándole así el título de Virgen también.
Dice que esto será fácil de meter entre la gente sencilla, sin cultura. Sugiere que no se recen rosarios, porque eso aleja a los “hermanos” protestantes. Que no se hagan novenas a la Virgen, porque eso es de “beatos”. Pero la Virgen les ha salido un “hueso” duro de roer a los planeadores del Masterplan. En el corazón de los católicos sigue siendo la “llena de gracia”, la “bendita entre todas las mujeres”, la “Madre de Dios y Madre Nuestra”. Nada se puede decir más a una que lo que dice la Biblia de María; no hay palabras en el vocabulario humano para decir más de un ser… y tampoco hay más títulos que pueda inventar la Iglesia para dárselos a María: la “Reina de todos los Santos”, la “Reina de las Vírgenes”, la Reina de los Mártires”, la “Reina del Cielo” la “Madre del Creador”, la “Puerta del Cielo”, la “Virgen Poderosa”, la “Sede de la Sabiduría”, la “Rosa Mística”, la “Torre de David”, la “Casa de Oro”, el “Refugio de los Pecadores”, el “Consuelo de los Afligidos”, “Nuestra Abogada, Nuestra Medianera, Nuestra Auxiliadora”, la “Inmaculada Concepción”, la “Madre de la Iglesia”… no existe palabra ni títulos que la Biblia ni la Iglesia puedan idear para decir más de una persona. La Santísima. Virgen sigue estando, gracias a Dios, en el corazón de todo buen cristiano, y sigue siendo el baluarte firme contra las asechanzas del Enemigo.
Capítulo X: Los Ejecutores del Masterplan…
El Masterplan es diabólico. Se dice que hay ya más de 1.300 sacerdotes católicos que realmente no son católicos, sino comunistas ordenados de sacerdotes. Pero estos no serían los reales ejecutores del Plan. Los ejecutores del Masterplan serían los reales católicos que se dejan engañar. Los buenos Obispos y los buenos sacerdotes y las buenas monjas de verdad que se dejan engañar por el “slogan” de “amor al prójimo”. Tú y yo, querido amigo católico, son los que quiere usar el Masterplan para llevar a cabo sus objetivos. A ti y a mí nos quieren embaucar con medias verdades que son las peores mentiras, para que implantemos en el mundo amor al prójimo, sin el amor a Dios. a ti y a mí nos quieren usar para suplantar a Dios por el hombre; para que adore al hombre y se olvide a Dios; para que se ame a la mujer y se olvide a la Virgen. Todo con la esperanza de que, faltando el amor a Dios, se destruirá el amor al prójimo y se hundirá la Iglesia de Cristo.
Te dirán que se puede ser Masón y Católico a la vez; mentira, no les hagas caso! Te dirán que se puede ser Católico y a la vez espiritista; ¡mentira, te están engañando! yo conozco a muchos que ya se han dejado engañar en esto. Te dirán que Cristo es bueno, pero que los sacerdotes y la Iglesia no los son; ¡mentira disfrazada! ¡Es una media verdad…que es la mentira más mala! Ya nos previno Cristo que los hijos de las tinieblas son más audaces que los hijos de la luz. En ocasión muchos hijos de la luz se han dejado engañar por los hijos de las tinieblas. ¡Alerta, amigo, no te dejes tú engañar! Pero Cristo también nos dijo que estaría con su Iglesia hasta la consumación de los siglos, y que las puertas del Infierno no prevalecerán contra Ella… y que el cielo y la tierra pasarán, pero “Mis palabras no pasarán.”
El Enemigo está al acecho. ¡Más que nunca es necesario encomendarnos al Arcángel San Miguel para que desbarate el diabólico plan!Así que ¡alerta! … y ten confianza que cuentas con Cristo…. y con María, Su Madre, que también es tu Madre.