Hace tan sólo unos meses el padre Rubén, entonces diácono, junto al resto de sacerdotes de la parroquia animaban a este céntrico barrio durante el confinamiento domiciliario. Desde los balcones ya inexistentes del edificio parroquial y comandados por su párroco, Gabriel Benedicto, ahora también vicario de la Vicaría VI, hacían conciertos para los vecinos, tocaban sus guitarras y con un potente altavoz exhortaban a los vecinos a no tener miedo.
Estas actuaciones diarias ayudaron a atraer a muchos vecinos a la parroquia y acercarse a una Iglesia Católica que les podía parecer distante. De hecho, Rubén, Gabriel, Alejandro y el resto de sacerdotes atrajeron la atención de medios de comunicación nacionales e internacionales.
Fueron un bálsamo en medio del sufrimiento. Según contaba el párroco a Catholic News, al principio atendían a la gente desde la distancia hasta que comenzaron los conocidos aplausos sanitarios a las 20 horas. Y estos sacerdotes decidieron que también ahí podían hacer algo para ayudar, y comenzaron a interpretar canciones populares y religiosas con sus altavoces.