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lunes, 18 de enero de 2021

*Las FF.AA. ante la repetición de lo peor de nuestra HISTORIA

Las FF.AA. ante la repetición de lo peor de nuestra historia
Por Toribio 
 18/01/2021 

Ante la avalancha de «manifiestos» de militares retirados, sin duda también voz de no pocos de los de en activo, y la visceral, inapropiada y bochornosa reacción de la titular de Defensa y de los sectores marxistas-leninistas totalitarios, antidemocráticos y antinacionales que hoy por hoy, con la connivencia activa de los secesionistas apátridas y la sempiterna tibieza de la derecha renegada de sí misma, llevan a cabo impunemente las últimas fases de un proceso revolucionario que comenzó hace décadas, por mucho que pueda doler a algunos que citaremos, no vamos a escurrir el bulto, sino muy al contrario, porque para nuestra desgracia la historia se repite y las FF.AA. deben tomar conciencia de ello para evitarlo.


Dichas fuerzas revolucionarias ya hicieron lo mismo con la II República al derivarla hacia un sistema sovietizante, que fue la causa fundamental, junto con la violencia de dicho intento, del 18 de Julio de 1936. Nadie se alzó entonces, ni militares ni civiles, contra la República y su Constitución, que se habían aceptado, de mejor o peor grado pero aceptado, por toda España; que hubiera descontentos o no muy dispuestos es normal en democracia ¿o no? El Alzamiento, que fue tanto civil como militar y por ello popular, lo fue por la República, como así consta en todos los bandos de declaración del «estado de guerra» y como avala la heterogeneidad de los alzados, la mayoría de ellos republicanos de pro que no por ello estaban dispuestos a permitir ni lo que suponía la implantación de una tiranía odiosa, ni la consecuente desaparición de España, por lo que se alzaron sin dudarlo, con independencia de sus convicciones ideológicas en muchos casos dispares, contra el Gobierno del Frente Popular ilegal e ilegítimo –por el pucherazo en las elecciones–, y antinacional, antidemocrático, totalitario y revolucionario. Esa es la verdad histórica. Otra cosa es cómo evolucionó después debido a las circunstancias, como siempre imprevisibles en buena medida.


De izqu. a dch. durante la guerra saludando al estilo soviético: Gral. Rojo (jefe del E.M.), Modesto, Negrín (Presidente del Gobierno del Frente Popular) y Líster

La guerra subsiguiente se debió, en mucho, a que las FF.AA. estaban divididas. En una parte de sus componentes había calado la utopía marxista-leninista y revolucionaria, en otra prevalecía la apatía y pasividad, y en otra ese siempre extraño y anormal concepto de la disciplina hasta incluso obedecer órdenes que iban manifiestamente en contra no sólo de la propia República y de su Constitución, sino más aún de la soberanía, independencia e incluso supervivencia de la patria, de la nación, de España y del mismísimo pueblo español como tal.

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Besteiro leyendo por radio la proclama de golpe de Estado que acabaría con la dominación comunisto-soviética de la zona frentepopulista, protagonizado por el Col. Segismundo Casado (detrás con capa)

El sometimiento a la tiranía «republicana» marxista-leninista de la España que tuvo la desgracia de quedar bajo el Frente Popular durante los años de guerra, avalan lo dicho y dieron la razón a los alzados como concretó el socialista Julián Besteiro, nada sospechoso, al declarar «Estamos derrotados por nuestras culpas (claro que hacer mías estas culpas es pura retórica). Estamos derrotados nacionalmente por habernos dejado arrastrar a la aberración bolchevique, que es la aberración política más grande que han conocido, quizá, los siglos. La política internacional rusa, en manos de Stalin, y tal vez como reacción contra su estado de fracaso interior, se ha convertido en un crimen monstruoso que supera en mucho a las macabras concepciones de Dostoievski y Tolstoi («Los hermanos Karamá-zov» y «El poder de las tinieblas»). La reacción a este error de la República a dejarse arrastrar a la línea bolchevique la representaban genuinamente, sean cuales sean sus defectos, los nacionalistas, que se han batido en la gran cruzada Anti-Komintern».

Mucho antes, en 1808, el contagio por una parte de los componentes de las FF.AA. de ideologías extranjerizantes (afrancesamiento), la pasividad de otra parte y la obediencia hasta la sumisión de muchos otros de sus componentes, fueron la causa principal que facilitó a Napoleón invadir España, porque esos tres grupos lo consintieron a pesar de la evidencia de la barbaridad de los pactos de Carlos IV y Fernando VII con el tirano galo, obligando in extremis a unos pocos oficiales (Daoiz, Velarde y Ruiz) y civiles a protagonizar un alzamiento, también por ello popular, desobedeciendo las órdenes de sus jefes y autoridades en defensa de España en toda su extensión, realidad y significado; cuando se mira bien, las diferencias con el 18 de Julio no son tantas.


Ahora, en nuestros tiempos, por no haber sabido aprender de nuestra Historia más cercana y de sobra documentada, volvemos a repetir su peor parte. Porque es evidente que, de nuevo, los mismos, o sea, los marxistas-leninistas socialistas (PSOE) –cuya deriva revolucionaria vuelve a bolchevizarle– y comunistas (Podemos), pugnan, y desde hace décadas, por corroer y derrocar el sistema democrático, la Constitución e incluso a España para imponer su utópica ideología revolucionaria, por demás siempre fracasada entre la miseria y la sangre cualquiera que fue el lugar del planeta en que se experimentó.


Y ante tan evidente peligro y triste realidad, de nuevo, como en los dos casos históricos citados, se observa que las FF.AA., última razón de la existencia libre, soberna e independiente tanto de España como del régimen democrático, prefieren miran al tendido como si la cosa no fuera con ellos. Una parte, porque no cabe duda, y ejemplos incluso con nombres y apellidos los hay y bien conocidos, porque profesan dicha ideología por encima de su obligado patriotismo y juramento; otra, por su innata tendencia a la pasividad y dejar hacer para proteger sus prebendas, cargos, carreras, etc.; por último, hay muchos que so capa de una obediencia que convierten en sumisión, y una neutralidad que prefieren entender como inhibición, no sólo nada hacen, sino que pecando por activa omisión respecto a su misiones constitucionales y deberes patrióticos jurados, son cooperadores necesarios e incluso cómplices de aquellos.

Por desgracia, España tiene históricamente dos graves enfermedades: a) una izquierda contumazmente totalitaria, antidemocrática, revolucionaria y sobre todo visceralmente antinacional (antiEspaña), que no posee ningún otro país del mundo y menos de los de nuestro entorno –se puede ser socialista, pero ello no debe implicar odiar a España, su gran historia, símbolos, etc. y además activamente tirar piedras contra su tejado–, y b) una derecha timorata, acomplejada, egoísta y cobarde que siempre favorece con su inacción, pasividad, abstención, tibieza o «neutralidad» a aquella, motivos por los cuales la democracia, que se asienta sobre el respeto al otro, pero siempre y cuando nadie, ni unos ni otros excedan de lo lógico y lo normal, ni pongan en tela de juicio hasta las esencias más claras de la nación o, además, persigan monopolizar el poder e imponer su único pensamiento a toda costa y por cualquier camino. Porque en contra de lo que se dice, en democracia NO TODO VALE, porque por considerarlo así es por lo que estamos como estamos y peor que vamos a estar si, las FF.AA., así como otras, no cumplen con sus misiones.


Si no queremos repetir para mal la historia, debemos aprender de ella. Dejar hacer el mal que es evidente, inhibirse, buscarse subterfugios para no cumplir con el deber, admitir lo inadmisible, no dar la cara en los despachos y desde los propios cargos y puestos, sólo puede empeorar la ya de por sí grave situación. La Constitución actual tiene un Art. 8º que al estar en su preámbulo, pilar de toda la Carta Magna, emana directamente del pueblo soberano marcando a las FF.AA. sus misiones más sagradas. Que sean la última razón, no implica que no sean razón, ni que sea anticonstitucional, como maniqueamente pretende la titular de Defensa y sus correligionarios marxistas-leninistas que, de paso y hábilmente, pretenden monopolizar la Constitución tanto como la democracia, aun cuando son los que sistemáticamente la pervierten y vulneran –porque en realidad ambas son la antítesis de lo que ellos son–, erigiéndose en únicos e indiscutibles jueces… y parte.