Ante las dificultades del 2021
Emulemos el heroísmo de nuestra gloriosa Historia
1 ENE 2021
Deseo de corazón a todos los lectores un pleno y fructífero Año Nuevo, esperando que tengan perfecta salud de alma y cuerpo y puedan afrontar todas las dificultades del año entrante con esperanza y reciedumbre. Ciertamente se avecinan tiempos recios en todos los aspectos, pero ahí se verá nuestro valor y temple para afrontarlos. No es tiempo de llorar, ni de quejarse, sino de combatir y de seguir luchando por los principios en los que creemos.
Recordemos hoy la Formación del Espíritu Nacional entre cuyos principios estaban: el respeto a la autoridad; desprecio de partidos políticos; una libertad sin liberalismo; anticomunismo, antisocialismo, antirrepublicanismo y antiliberalismo; defensa de la familia; confesionalidad católica. España es un Estado uninacional, un ente indisoluble, una unidad de destino en lo Universal, como dijo José Antonio. Y en los Principios del Movimiento la idea quedó muy clara: «La unidad de la Patria es uno de los pilares de la nueva España, para lo cual el ejército la garantizará frente a cualquier agresión externa o interna».
Muchos historiadores de tronío tenemos en esta página, lo que me impide atreverme a hacer un resumen de nuestra historia. Lo que sí que me atrevo es a nombrar algunos de los hechos más significativos de la misma que, a mí en particular, me ayudan a superar los momentos difíciles. Hoy más que nunca debemos meditar en las gestas de España y su unidad de destino en lo universal. Es necesario y urgente reforzar el sentido espiritual y humano de nuestra empresa en común.
¿Somos verdaderamente conscientes
de la grandeza de la historia de España?
Si ante el año que se avecina nos entra miedo, que es humano, pensemos en la promesa de la Virgen del Pilar al apóstol Santiago de que Dios nunca abandonará España mientras exista el Pilar. Por cierto mañana conmemoramos su bendita venida en carne mortal a Zaragoza. Pidamos a la Virgen por su intercesión, fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor.
Ante la tentación del miedo y pusilanimidad tengamos siempre presente la gloriosa historia de España, pensemos en los Innumerables Mártires de Zaragoza de la persecución romana, cuyas Santas Masas se conservan en la Basílica de Santa Engracia de la capital del Ebro. El poeta Prudencio cantó tan nobles hazañas.
Recordemos la espectacular Reconquista y el freno del avance sarraceno en Europa, gracias al espíritu aguerrido de Don Pelayo y batallas tan emblemáticas como Covadonga, Navas de Tolosa, Clavijo o El Salado. Además los Reyes Católicos Culminaron la grandiosa victoria contra el islam con la conquista de Granada.
Tengamos siempre presente la majestuosa conquista y evangelización de América, nuevamente por parte de los Reyes Católicos y en la grandeza de la Hispanidad.
No olvidemos el poderoso imperio de ultramar en tiempos de Felipe II, en donde no se ponía el sol y que más tarde con sus sucesores se llamaría al Oceáno Pacífico, el lago español, además de dominar Europa.
España, como bien saben muchos de ustedes y en palabras de Menéndez Pelayo, fue Luz de Trento, mártillo de herejes, espada de Roma y cuna de San Ignacio y de otros portentosos santos como Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, cumbres de la mística universal o Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores (Dominicos) que aportó a la Iglesia luminarias de la talla de San Alberto Magno o Santo Tomás de Aquino.
España fue bastión contra la devastadora herejía protestante. Meditemos en la grandeza de nuestro Siglo de Oro con grandes genios de la literatura y el arte universal y en el inconmensurable pozo de Ciencia que fue la Escuela de Salamanca, tomista y antiliberal, con el Padre Vitoria a la cabeza, como tan bien nos enseña el profesor Daniel Marín. Y podríamos acabar, por citar algunas de nuestras mayores hazañas, con el espíritu de los Tercios en la batalla de Empel, el estruendo del cañón de Agustina de Aragón en la Guerra de la Independencia o el heroísmo de la defensa del Alcázar de Toledo en la Cruzada Nacional y finalmente los 40 años de paz y bien bajo el caudillaje del general Franco.
Es tanta la grandeza de nuestra historia y tan grandes las hazañas de nuestros héroes que no debemos acobardarnos por los problemas actuales y estar preparados para todo.
Teme a los hombres quién en los hombres confía,
mas quién sólo en Dios confía no teme sino a Dios
Para finalizar muy oportuno es que, ante tanta incertidumbre, meditemos en un párrafo del Acto de la Confianza de San Claudio de la Colombière.
Estoy tan convencido, Dios mío, de que velas sobre todos los que esperan en Ti, y de que no puede faltar cosa alguna a quien aguarda de Ti todas las cosas, que he determinado vivir de ahora en adelante sin ningún cuidado, descargando en Ti todas mis inquietudes: «en paz me acuesto y en seguida me duermo, porque Tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo» (Sal 4,10).
Los hombres pueden despojarme de los bienes y de la honra, las enfermedades pueden privarme de las fuerzas e instrumentos de servirte; Yo mismo puedo perder Tu gracia pecando; pero no por eso perderé la esperanza; antes la conservaré hasta el último suspiro de mi vida y serán vanos los esfuerzos de todos los demonios del infierno por arrancármela: "en paz me duermo y al punto descanso".
Que otros pongan su confianza en sus riquezas o en sus talentos: que descansen otros en la inocencia de su vida, o en la aspereza de su penitencia, o en la multitud de sus buenas obras, o en el fervor de sus oraciones; en cuanto a mí toda mi confianza se funda en mi misma confianza: «Tú, sólo, Señor, me haces vivir tranquilo» (Sal 4,10).