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miércoles, 16 de junio de 2021

***NOM-ESPAÑA: El “autogolpe” de los FELONES

El “autogolpe” de los felones
15 JUNIO 2021

Estos días que tanto se está hablando del “procés” catalán, que unos califican de “Golpe de Estado” y otros de “desconexión y proclamación del Estat Catalá en forma de República”, conviene recordar o reflexionar sobre lo que es un “Autogolpe”, un “Golpe de Gobierno” o un “Golpe de Estado”. Porque no son la misma cosa, aunque a veces se confundan y se empleen indistintamente en un solo sentido.

Veamos: ¿qué es un “Autogolpe de Estado”?

“Autogolpe de Estado” es aquel que da o se da a sí mismo el que ya ostenta el Poder, pero quiere más Poder, u otra clase de Poder. NO ES UN GOLPE DE ESTADO. (Fue lo que hizo Fernando VII, el Rey “Felón”, a su vuelta del gozoso destierro a Francia ordenado por Napoleón entre 1808 y 1814)

¿Qué es un “Golpe de Gobierno”? un “Golpe de Gobierno” es aquel que da un grupo de personas, civiles o militares, para cambiar al Presidente del Gobierno o las políticas de su Programa. NO ES UN GOLPE DE ESTADO. (Fue lo que sucedió el “23-F” de 1981)

¿Qué es un “Golpe de Estado”? Un “Golpe de Estado” es aquel que da un grupo de personas, civiles o militares, para cambiar la forma de Estado y apropiarse del Poder. ES UN GOLPE DE ESTADO. (Ha sido y es lo que el “procés” de los independentistas está haciendo actualmente en Cataluña)

Ahora repasemos lo que fue aquel “Autogolpe” del Rey “Felón”, Fernando VII:

Sucedió el mes de mayo de 1814, concretamente en la madrugada del 10 al 11, “noche terrible y funestamente célebre en los fastos de España”, según Galdós, cuando el capitán general de Castilla, el veterano general Eguía, manda detener en nombre de Su Majestad el Rey don Fernando VII a los Miembros de la Regencia, al Gobierno y a los políticos liberales más destacados en las Cortes de Cádiz y todos ellos coautores de la Constitución de 1812. Los llamados apóstoles de la utopía liberal fueron sorprendidos en sus casas como conejos – al decir de un autor de la época – y puestos a disposición de las autoridades. Contenía aquella primera lista una cuarentena de nombres, todos ellos famosos, entres los que figuraban, don Manuel Quintana, don Agustín Argüelles, el conde de Toreno, el conde de Noblejas, don José María Calatrava, don Juan Nicasio Gallego, don Francisco Martínez de la Rosa (el que más tarde seria conocido por su apodo de Rosita la pastelera), don Antonio Larrazabal , don Tomás Istúriz, don Diego Muñoz Torrero, don José Canga Argüelles y los cómicos Maíquez y Bernardo Gil. El golpe – según los historiadores – fue tan rápido, tan completo y tan contundente que los “conejos liberales” no pudieron ofrecer ni la más leve reacción liberal. ¡Aquel si que fue un “Golpe de Estado” sonado! ¡Aquel día sí que fue un “golpe” decisivo en la historia de España! Mejor dicho, aquel sí que fue el “autogolpe de Estado” perfecto.

Porque el Rey, aunque ha estado ausente varios años, sigue siendo el Rey… como constaba claramente en el artículo 179 de la famosa constitución de Cádiz que decía:

“El Rey de los españoles es el señor Fernando VII de Borbón, que actualmente reina”

Entonces, ¿por qué da el Rey el “golpe”?

Sencillamente, porque no está dispuesto a jurar la Constitución. Porque no está dispuesto a compartir el Poder con nadie y mucho menos con aquellos que lo han tenido en su ausencia.

Por tanto, bien puede hablarse de “Autogolpe”. Es decir, de un “golpe” a su favor.

Después, cuando años más tarde quisiera justificar este “golpe” rizaría el rizo…, ya que hacía resaltar que él no había hecho más que cumplir con lo que la Constitución decía.

Es decir – y dicen que el Rey se reía – aplicar el artículo 196 al pie de la letra…, que entre otras cosas decía que “… cuando llegue el Rey a ser mayor o cese la imposibilidad (y en este caso la imposibilidad era su exilio forzoso en Francia, del que hablaremos más tarde), la Regencia entregara el gobierno del Reino, bajo la pena, si un momento lo dilata, de ser sus individuos habidos y castigados como traidores”. Para lo cual el Rey solo tuvo que retardar a propósito su llegada a Madrid, deteniéndose en Zaragoza a ver la Semana Santa.

Por supuesto, el Rey silenciaba lo que menos le gustaba de la Constitución, es decir, que para ser jurado como Soberano antes tenía que prestar juramento ante las Cortes. En cualquier caso, un “Autogolpe” perfecto e histórico.

El “Autogolpe” que dejó atónitos al Presidente de las Cortes don Antonio Joaquín Pérez y a todos los diputados, al leer el decreto Real expedido y firmado por el Rey, en Valencia el 4 de mayo de 1814, que decía:

“Declaro que mi real ánimo es no solamente no jurar ni acceder a dicha Constitución ni decreto alguno de las Cortes Generales y extraordinarias ni de las ordinarias actualmente abiertas, a saber los que sean represivos de los derechos y prerrogativas de mi soberanía establecidos por las Constitución y las leyes que durante largo tiempo la nación ha vivido, sino el declarar aquella Constitución y tales decretos nulos y de ningún valor y efecto, ahora ni en tiempo alguno, como si no hubiesen pasado tales actos y se quitasen de en medio del tiempo y sin obligación en mis pueblos y súbditos de cualquier clase y condición a cumplirlos y guardarlos.”

¡Pobre presidente de las Cortes!, pobres Diputados liberales y pobre arzobispo de Toledo, don Luis de Borbón, a la sazón presidente de la Regencia, que tan felices se las habían prometido al recibir la amistosa carta del Rey, poco antes de volver a España, desde Valencey en la que decía que “en cuanto al restablecimiento de las Cortes de que habla la Regencia, como a todo lo que pueda haberse hecho durante mi ausencia que sea útil al Reino, siempre merecerá mi aprobación, como conforme a mis reales intenciones”.

Señores, pues esto es lo que está haciendo el actual loco que dirige la Moncloa. Un “autogolpe” en toda regla, porque está cambiando el Poder Legislativo, el Poder Judicial, las Fuerzas Armadas, las Fuerzas de Seguridad del Estado, el Código Penal, pretende cambiar la Constitución, conceder indultos ilegales, aprobar amnistías y referéndum de ruptura de la Unidad Nacional… ¿y todo para qué? Sencillamente, rotundamente, para hacerse con todo el Poder… bien es verdad, que todavía le falta la Monarquía, pero al paso que lleva Don Felipe ya puede ir preparando sus maletas… y, lógicamente, todavía no puede cortar las cabezas o mandar al exilio con la facilidad que lo hacía y lo hizo aquel “felón” que fue Fernando VII.

Y ASÍ ES UN “GOLPE DE GOBIERNO”

Digamos de entrada que un “Golpe de Gobierno” es aquel que un grupo de personas, civiles o militares, da para cambiar al Presidente del Gobierno y las políticas de su Programa. 

Y eso fue lo que sucedió el famoso “23-F” de 1981.

Veamos. El 23 de febrero de 1981 un grupo de militares, con el Teniente Coronel Tejero al frente, toma el Congreso y, sin derramamiento de sangre y durante unas horas, mantiene retenidos al Gobierno en pleno y a los miembros del Congreso, que en aquellos momentos estaban votando la elección de un nuevo presidente del Gobierno por la dimisión del Presidente don Adolfo Suarez.

En teoría, y así pasaría a la historia, aquello era un “Golpe de Estado”. Sin embargo, no se tuvo ni se ha tenido en cuenta que los “golpistas” no pretendían cambiar la forma del Estado, o sea la Monarquía, ya que, incluso, llegaron a decir, que lo hacían “EN NOMBRE DEL REY”. Lo que pretendían, y eso es lo que se ocultó entonces y se ha seguido ocultando, fue otra cosa, ya que sus objetivos eran otros. Estos:

OBJETIVOS NUEVO GOBIERNO.

Acabar con el "pasteleo político" en el que ha caído Suárez para mantener la Presidencia. 2. Acabar con el terrorismo de ETA y cualquier terrorismo. 3. Reconducir el disparate de las 17 Autonomías y reorganizar la Administración del Estado. 4. Acabar con los separatismos y defender a ultranza la Unidad de España... y 5. Acabar con la corrupción que ya mina la Administración, los Partidos y hasta los Sindicatos.

En realidad era el “Plan B” del General Armada (el “Plan A” era, como se sabe, la “Moción de censura” que Armada había consensuado con los socialistas, en las reuniones que el General había mantenido con el socialista Enrique Múgica, en ese momento Presidente de la Comisión de Defensa del Congreso, la primera en casa del Alcalde de Lérida, Antonio Ciurana, y otras dos en Madrid), que puso en marcha al fallarle su “Plan A”, el de la “moción de censura” de Suárez.

Según este “Plan B” Tejero tomaría el congreso y ante una situación de violencia tal, Armada se presentaría, como Segundo Jefe del Alto Estado Mayor del Ejército, y allí, como solución al gravísimo problema planteado, el PSOE, secundado por otros grupos políticos de la Cámara, se propondría como nuevo Presidente del Gobierno. Todo dentro de la Constitución y siguiendo ésta, si la propuesta había obtenido mayoría absoluta, el presidente de las Cortes, a la sazón Landelino Lavilla, iría al Palacio de la Zarzuela para la aprobación del Rey. Naturalmente, antes de empezar siquiera la votación, Tejero y sus Guardias Civiles, habrían abandonado el Congreso y puesto fin al acto violento.

Pues bien, esto fue lo que fracasó aquella noche. ¿Y por qué? Por dos cosas: la primera porque Tejero no aceptó la propuesta de Gobierno de Concentración que le hizo el General Armada y no le dejó entrar en el Hemiciclo, donde se celebraba el Pleno para exponer su plan. Aunque sí había aceptado, o al menos conocido, los objetivos del nuevo Gobierno (así me lo manifestó el general Milans del Bosch, en una de las varias reuniones que mantuve con él cuando nos hizo el prólogo de “Jaque al Rey”, obra que publicamos conjuntamente Santiago Segura, que era su defensor ante los Tribunales, y yo en 1983).

Y la segunda, porque Sabino se opuso, y no una sino varias veces, a que Armada se trasladara a la Zarzuela para “explicarle a S.M. lo que está pasando en las Cortes y la gravedad de la situación”, cuando ya el Rey le había autorizado… y eso sin saber Sabino que la presencia de Armada en la Zarzuela era como una “señal” para que los Capitanes Generales que estaban de acuerdo (todos menos el de Canarias) y el General Jefe de la Acorazada dieran el paso al frente con Milans en cabeza.

Y esto es lo que demuestra que el “golpe” del “23-F” no fue un “Golpe de Estado”, sino un “Golpe de Gobierno”, ya que los golpistas no pretendían cambiar la forma del Estado, sino cargarse al desprestigiado Suárez y la política que estaba llevando a España al precipicio y a la ruptura de la Unidad Nacional.

¿Así que cómo puede llamarse “Golpe de Estado” al “23-F” si los responsables mantenían al Rey, la Monarquía como forma de Estado y la Constitución de 1978?

Resulta gracioso pensar, sólo pensar, que el “23-F” no triunfó porque Sabino lo impidió en la Zarzuela (al evitar la presencia de Armada al lado del Rey) y Tejero en el Congreso (al no permitir que Armada expusiera ante el Pleno su “Plan B” con un Gobierno de Concentración). Y no me resisto a reproducir lo que le dijo el General Armada a Sabino el día que este fue a visitarle al Hospital Universitario de Getafe, donde había sido intervenido quirúrgicamente. Según Sabino nada más entrar en la habitación Armada se incorporó un poco en la cama y alargo su mano hacia él en plan acusatorio: “Tú tienes la culpa de lo que me ha pasado y de que esté en la cárcel”

Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.
Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.
Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.
En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.
En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.
Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.
Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.